ALEMANIA: POLÍTICA SOCIAL Y EMPOBRECIMIENTO URBANO

Desde la desaparición del muro, en 1989, se empezó a experimentar, primero en la ex-RDA, con el derribo de garantías sociales. Así han sido, hasta ahora, regiones enteras desindustrializadas y empujadas en el empobrecimiento: las diferencias de renta regionales son hoy dentro de Alemania tan grandes como en la totalidad de la Comunidad. Consecuentemente, se traslada actualmente la misma estrategia desreguladora a la «rica» Alemania occidental.
Antaño habían existido transferencias compensatorias entre municipios, regiones y estado. Sub-pluses tributarios, endeudamiento, inversión pública y niveles de pobreza eran redistribuidos homogéneamente entre las regiones. Actualmente, por el contrario, se están originando impunemente zonas de miseria junto a otras de riqueza creciente. La explotación económica se dobla hoy de una redistribución de la riqueza pública en detrimento de los empobrecid*s.

En los últimos dos años ha crecido enormemente el número de mendig*s y el de l*s sin techo: las estadísticas registran un millón de personas sin casa, 200 mil pasan crudamente la noche en la calle. En Berlín son 16 mil en tal situación. Del total de l*s sin casa, l*s 4/5 están acogid*s provisionalmente en asilos municipales o en pensiones, residencias e instituciones. Generalmente, la gente pierde su domicilio y acaba en la calle como consecuencia de la falta de trabajo y de la explosión de los alquileres. No son sólo hombres, sino familias enteras y personas jóvenes las afectadas.

Ante esta situación, partes importantes de los costes sociales crecientes están siendo descargadas por el estado federal en las espaldas de los municipios: la construcción de viviendas sociales era antaño financiada por el estado; hoy se ha dejado de construir. Los subsidios al alquiler, que permiten a much*s inquilin*s, ante los alquileres desorbitados, apenas sacar la cabeza del agua, salen de las cajas municipales. El subsidio y la ayuda al paro son pagos estatales; pero el último programa de ahorro limita temporalmente la ayuda con la consecuencia de que los afectados tendrán que pedir sucesivamente subsidios sociales a cuenta del municipio. De este modo, el estado utiliza la pobreza y el subempleo para provocar el deterioro sectorial urbano. Por el otro lado, la riqueza se reorganiza en las periferias metropolitanas. Correlativamente empeoran o desaparecen servicios públicos y semipúblicos, vía privatización o medidas de ahorro, y reaparecen como ofertas de servicios comerciales equivalentes (comunicación, cultura, transporte, educación, etc). 4,2 millones de personas reciben actualmente ayudas económicas a la pobreza. Como consecuencia de la limitación de la ayuda al paro, se les añadirán 250 mil más. A estas casi 5 millones de personas se puede añadir un 50% más no declarado para llegar a las 6,6 millones de personas que estimadamente viven en Alemania en la pobreza. En ciudades como Munich, Hannover o Hamburgo son pobres entre 1/5 y 1/3 de sus habitantes. Otro ejemplo: el endeudamiento de la ciudad de Frankfurt ha crecido entre el 81 y el 91 de 1,1 a 5,3 miles de millones de marcos, mientras que el endeudamiento institucional de la periferia se mantenía constante. 3/4 de los ingresos tributarios de la ciudad lo son a través del impuesto sobre actidades económicas. Pero la industria huye desde hace diez años a la periferia. Esta duplicaba, así, sus ingresos tributarios en los diez años mencionados, mientras Frankfurt apenas pasaba de 1,2 a 1,8 miles de millones de marcos.

Crisis y planes de ahorro conducen al estado de excepción social: lo que se ahorra en ayudas económicas y al alquiler, en los programas de asistencia social, fluye donde es necesaria una intervención estatal, en los bolsillos de l*s gerentes y administrador*s de la pobreza: por todos lados nacen asilos y campos, cocinas populares y asistencias móviles; privados, subvencionados por el estado. Las fortunas se hacen hoy no sólo con la especulación monetaria, o en la gansteril industria de la Construcción, sino también en la administración de la pobreza. Barrios donde en algunas habitaciones se amontonan cinco personas. Trabajo fuera de los convenios con salarios en mano míseros. Calles sometidas a la ley de los vigilantes privados, que aquí vigilan a los pobres y refugiados, y allí protegen a los ricos. En el barrio acomodado de Grunewald en Berlín, los propietarios de chalets pagan a un servicio de seguridad privado 375 marcos, 175 por apartamento cada mes en concepto de protección de su propiedad. El robo de coches o del monedero son los testigos de cargo de una pretendida inseguridad pública, pero no, por ejemplo, los ahorros en el seguro de enfermedad, aunque signifiquen para cada uno centenares de marcos de gastos suplementarios… La fealdad de la pobreza es el escenario en el que el estado se remodela. Y en Alemania en un proceso redistributivo a alta velocidad.

Remite: Fax Berlín, Alemania nº 6926590

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