VIAJE AL CORAZÓN DE LA BESTIA

El 4 de octubre salíamos hacia EE.UU. Era el inicio de un viaje alucinante al corazón de la bestia. Fueron 60 días intensos, conectando con gentes que luchan a tope por cambiar el actual orden de las cosas.

Nos habían informado de lo que nos íbamos a encontrar, pero la realidad superó todas nuestras previsiones. Han sido 21.000 kilómetros a través de USA y Canadá, visitando cuarenta ciudades del norte, sur, este y oeste; del Pacífico al Atlántico, desde los bosques de Calgary hasta el desierto de Texas, picoteando por el centro de la Unión de Estados.
Cuando escribimos estas letras, aún no hemos digerido tanta información que recibimos durante esos días, nos falta ordenar adecuadamente cada experiencia que tuvimos con los colectivos y grupos que nos dieron cobijo. En la maleta nos trajimos multitud de materiales de un sinfín de luchas y en nuestros corazones a un montón de gente que ha pasado a ser compañera y amiga de búsqueda por un mundo diferente.
Cuando decidimos en Baladre aceptar el reto de dar 58 charlas por aquellas latitudes, sobre la importancia de que las gentes empobrecidas nos comprometamos en la lucha contra la globalización económica, no esperábamos encontrarnos con tanto interés sobre el tema, a la vez que una fuerte demanda de información sobre cómo actuamos aquí y ahora ante la Unión Europea.

Es seguro que este viaje nos ha marcado en relación a nuestros prejuicios y desconocimiento de las luchas sociales y políticas de la América del Norte, exceptuando México. Aquí conocimos muchas gentes que buscan a diario la ruptura con este podrido sistema; personas que luchan en pequeñitos grupos en el corazón de la bestia. En general lo hacen de manera sectorial y local, con muchas dificultades de coordinación en lo territorial y con otros sectores. Nos hemos encontrado unos países (USA y Canadá) que son como toda la Europa occidental cada uno por separado, y eso es un gran condicionante para quienes aquí luchan. Existen diferencias horarias de hasta 5 horas entre zonas extremas de cada país. Pero vemos que, poco a poco, el correo electrónico va rompiendo las distancias y abriendo brechas en el mundo de la incomunicación intersectorial. Podemos alegrarnos del enorme interés despertado por las consecuencias de la Globalizacion económica y política, nos encontramos a nuestro paso con la convocatoria de cinco foros alternativos contra la globalización económica, que se desarrollaron todos en un plazo de quince días (Vancouver, San Francisco, Calgary, New York y Toronto). En todos ellos estaban presentes gentes de todo el continente Americano y en tres de ellos gentes de Asia, África y Europa. Estas «casualidades» nos llevan a pensar que aún falta bastante camino en el ahorro de esfuerzos, coordinando las actividades y creando una red plural anticapitalista americana contra la globalización y sus causas.

Aquí vemos que aún continúa la enfermedad del sectarismo, de los submundos con verdades incuestionables guardadas entre las paredes de sus locales amados. Nos dolió mucho constatar la minúscula relación entre el mundo anarquista, marxista, cristianos de base, autónomos,… y demás «-ismos». En muchas ciudades la comunidad latina no tenía conocimiento de nuestra llegada y tuvimos que buscarnos mutuamente para encontrarnos.
Pero queremos transmitir en estas letras el sentimiento de tres personas que por primera vez aterrizan en el corazón de la brutal bestia. No podéis imaginaros lo que significó para nosotras el repartir comida en las calles de San Francisco, Eugene, Vancouver o Winnipeg, sentirte cerca de las gentes sin techo, percibirlas como dentro de tu pellejo y no poderte comunicar verbalmente. Cuanto destrozo humano, que mogollón de sufrimiento, cuanta gente tirada por las calles, y todo esto sucede entre las grandes avenidas del consumo irracional, violento y depredador de la naturaleza. Dar esa comida en esas calles es romper la cotidianidad de una máquina destructiva que es urgente parar, aniquilando el sacrosanto mercado y sus leyes estúpidas y terroristas. No ha pasado un día sin que no nos encontrásemos con este escaparate del caos y del desorden social, en cualquier ciudad, pequeña o grande, siempre están en las calles las gentes empobrecidas sufriendo, al margen, con sus carritos llenos de enseres y cosas que no alcanzamos a conocer su uso.

Es doloroso ver cómo están de alejadas e incomunicadas las gentes pobres y sus respectivas comunidades de pertenencia. Los barrios tienen etiquetas, siendo espacios cuasi exclusivos de cada comunidad (chicanos, negros, latinos, chinos, homosexuales…). En estos lugares perfectamente definidos se sienten alguien, ante un mundo hostil, pero esa circunstancia se está convirtiendo en un boomerang.
Ante la pobreza, la carencia y la exclusión social, en estos países interviene la caridad. El «buen hacer» de centenares de iglesias de distinto sello. En sus templos sacian el hambre los sin techo, encontrando ropas y enseres, que nunca son suficientes. Os podéis imaginar nuestras reacciones de asombro ante tanto templo orientado al culto de lo divino, cuando el dolor humano y la carencia es tan evidente. Por eso nos encantan las gentes de Food not Bombs (FNB), su militancia política, ellas dan comida rompiendo la cotidianidad. Al lado del puchero y el pan están las hojillas que denuncian la violencia policial, la globalización económica, la pena de muerte… La riqueza y el bienestar de unos cuantos a costa del dolor y el malestar de muchísimas personas. No penséis que no tienen problemas y dificultades estas gentes de FNB, pero ahí están. En diez años han multiplicado por cien aquellos dos primeros grupos que entonces existían, comenzando a desarrollar iniciativas de gran interés en una sociedad que vive mirando a los medios de comunicación de masas. Nuestro hombre de «medios», Salva, alucinó con las radios libres que FNB vende a bajos precios a los grupos y colectivos sociales de cada ciudad. Pensad en unos monstruos de hormigón que suelen tener del orden de cinco a diez kilómetros de radio. En esos espacios las radios libres son un medio útil de recuperar el tejido social, de fomentar otros medios/canales de comunicación alejados del pensamiento único. A la vez que generan un espacio de encuentro, una voz permanente de denuncia de una sociedad fracasada y que nos conduce a la destrucción y la sin razón.

«Contra la violencia policial»

El pasado 22 de octubre fue el día internacional contra la violencia policial. Hemos de reconocer nuestra más absoluta ignorancia sobre la efemérides, pero tras conocerla y vivirla en Minneapolis, vemos necesario escribir algo sobre este tema.

Desde nuestra llegada a USA y nuestro glorioso pase por la policía de inmigración hemos sentido la presión policial, desde su notoria presencia en calles y parques, con esos vehículos que lanzan luces destellantes y que parecen monstruos de hierro, hasta a caballo y a pie, los menos. Además, estamos en el país de la privatización y podríais alucinar lo desarrollado que está este «sector laboral» en todos los centros urbanos. Cada gran edificio cuenta con los suyos, pero igualmente sucede en edificios de calles y avenidas cercanas al centro urbano. Los encuentras en todo tipo de templos, son temidos en los metros y trenes diversos. La lista sería infinita, podríamos decir que están allí donde se juntan más de tres o cuatro personas, pueden ser públicos o privados, pero no te los podrás quitar de encima. Si lo pensamos bien, esto mismo comienza a suceder en el actual Estado español, no dejan actividad humana sin «proteger» o controlar. Sus uniformes son oscuros como sus mentes, no proyectan paz, sosiego o seguridad, sino guerra, conflicto e inseguridad. Son los tristes tentáculos del poder impuesto y de sus leyes decididas en cónclaves, siguiendo el principio de protección al más fuerte y poderoso (a quienes pagan), o mejor dicho, al sacrosanto dinero, al dios mercado y a quienes lo controlan.

Volviendo al 22 de octubre, deciros que por lo que nos cuentan es una jornada de lucha que se viene desarrollando desde 1996. Hace un año las movilizaciones fueron de decenas de personas en cada ciudad, pero el 22 de octubre pasado salimos a la calle centenares. Además hemos visto con alegría lo bien que funciona el buzón electrónico de denuncias de agresiones policiales de todo tipo (violaciones, tiros con arma de fuego, palos indiscriminados, ataques con gas pimienta,…). Casi a diario se pueden leer relatos escalofriantes de actuaciones de miembros de estos cuerpos terroristas donde los haya. Las víctimas generalmente son miembros de las comunidades empobrecidas, y/o excluídas socialmente. Aún no sabemos por qué santa razón nunca machacan a accionistas, senadores o militares. Seguro que vosotras que sois más lúcidas, encontraréis una rapidísima respuesta a esta selección «natural» de las víctimas. En el correo electrónico, ahora ya quedan reflejadas las agresiones, y la difusión de las mismas está creando conciencia de necesidad de movilización social ante las agresiones cotidianas. Es interesante ver como muy distintos grupos, que trabajan múltiples y dispares problemáticas sociales, han asumido como algo cotidiano en sus trabajos militantes el responder a la brutalidad, dando publicidad a los hechos, buscan abogados para las víctimas, o bien abren denuncias judiciales, costean los gastos de campañas de difusión, etc., ante esta temida lacra de los Estados policiales.

En los últimos treinta días, hemos conocido a multitud de víctimas de la brutalidad policial, desde Bobby y Keith, hasta los familiares y amigas de las ultimas personas asesinadas por la policía en Minneapolis. Recordamos como tratan a los sin techo, echándolos de las calles, no dejándoles dormir en ellas. En las carreteras se medio esconden amenazantes (os resultará conocido) y salen como cohetes a cazar al «infractor», con maneras agresivas y seguros de poseer todo el poder en la pistola que llevan colgada al cinto. Capítulo aparte es el siniestro cuerpo del FBI, que sigue dando guiones para el mundo del cine, cultivando a fondo el siniestro estilo de películas/realidades de corrupción, persecución política, represión de la disidencia, etc.

Estas letras pretenden ser nuestra solidaridad para con todas las víctimas de las agresiones de cualquier policía (pública o privada), de cualquier país. Animamos a que el próximo 22 de octubre, también en Europa, salgamos a la calle a denunciar la sin razón de los Estados policiales y la conducta terrorista de sus distintos tentáculos. Ojalá cunda el ejemplo y ninguna agresión quede sin respuesta. Ante su violencia y muerte, es urgente nuestra solidaridad, denuncia y lucha hasta transformar totalmente estas insoportables sociedades del caos y la destrucción sin final.

«Redadas, Superexplotación y deportaciones de inmigrantes en USA»

El pasado día 6 de noviembre, el Servicio de Inmigración y Naturalización (la SIN, más popularmente conocida como la MIGRA) llevó a cabo una redada en BSK Fashion, en Manhattan (New York). La siniestra MIGRA se llevó detenidas a treinta personas trabajadoras sospechosas de estar en USA sin sus documentos correspondientes. Tras pagar una fianza de siete mil dólares cada una, fueron dejadas en libertad condicional 23 personas de las detenidas y a las siete restantes las condujeron al centro de detención de New Jersey, lejos en otro estado.

Con estas acciones represivas en New York se extiende lo que está siendo habitual en los estados del sur, donde las personas sin papeles para estar en este país son llevadas en autobuses hasta la frontera mejicana. Estos autobuses repletos de gentes de distintos países de Latinoamérica ya comienzan a ser una línea regular de triste y obligado retorno para centenares de personas que a diario son conducidas desde distintas ciudades sureñas, donde se encuentran multitud de centros de detención de «ilegales», hasta el otro lado del nuevo muro de la discriminación, el racismo y la exclusión social. Los autobuses dejan a las personas «ilegales» como si de ganado se tratase a la policía mejicana. Por el camino, estas personas han perdido todos sus pocos dineros, que durante años han ido ahorrando para llegar a las ciudades de la abundancia y el despilfarro. Vuelven a países en permanente guerra, de donde huyeron escapando de cumplir un servicio militar obligatorio, un asesinato de los milicos, o simplemente escapando de una muerte en vida, pasando todo tipo de calamidades y carencias. Otras personas se fueron de sus pueblos a la búsqueda del reencuentro con sus familiares que ya llevan cinco, diez o veinte años en el mundo destellante de la gasolina a 45 pts. el litro, carros inalcanzables, luces de escaparates repletos que dejan ser vistos… donde sus parientes viven en condiciones durísimas mayoritariamente, al margen del consumo más básico, y teniendo que superar la neurosis de la represión, personalizada en la MIGRA. Muchas de estas personas que ahora sufren deportaciones, es la tercera o cuarta vez que intenta pasar y quedarse con éxito en USA.

El día 13, jueves, hizo una semana de las detenciones de «ilegales» en New York y unas docenas de personas nos manifestamos delante del taller en que se cometieron estos atentados a la dignidad y el derecho de las personas. Durante una hora repartimos hojas denunciando lo sucedido y llamando a la solidaridad. Llegan periodistas y cámaras de TV a grabar la protesta, los familiares de las personas detenidas no pueden contener su rabia y dolor ante las grabadoras, cámaras y gente que escuchamos sus palabras. Nos encontramos en la calle 36 de Manhattan, entre grandes edificios repletos en sus pisos de talleres de ropa, donde trabajan miles de personas «ilegales». Muchas de estas empresas terroristas están totalmente sumergidas. En la calle no paran de llegar grandes camiones con telas que con rapidez se descargan, para dejar sitio a otros diferentes camiones que con la misma velocidad van cargando las ropas (pantalones, vestidos, abrigos…) que han sido elaboradas por trabajadores «ilegales» en su inmensa mayoría. Esto sucede todos los días, nos cuenta una de las personas que fue detenida y tras pagar 7.000$ puesta en libertad condicional. «Todo el mundo en New York sabe que en esta calle estamos trabajando nosotr@s durante años y años. Pero cuando un empresario quiere deshacerse de las personas que trabajan para él, llama a la MIGRA para que venga a detenerlas, sancionarlas y así quedarse libre de compromisos con ellas, cogiendo a nuevas personas «ilegales» que no pueden rechazar estos «empleos» con bajísimos salarios, sin seguros, con jornadas de 10h a veces hasta 12h en unas condiciones inhumanas.»

Podríamos escribir un libro contando, denunciando la explotación y el comercio que se realiza con personas «ilegales» en USA, en el campo, la industria y el sector servicios. En todos los estados de esta racista Unión abundan los «ilegales», llegando a mantenerse en esa situación durante más de veinticinco años, sin poder salir de USA, pues no podrían volver. De nada les sirve, en muchas ocasiones, el casarse con personas de nacionalidad estadounidense, y os podemos asegurar que trasmiten angustia y dolor por todos los poros de su piel.

Nuestro amigo Esneider (un músico Newyorquino, del centro social autogestionado ABC No Rio) nos pasó una hoja sobre el por qué de las migraciones aquí, y por su interés incorporamos a este escrito parte del texto, que sacaron hace tres años las organizaciones y grupos de emigrantes en New York, donde las personas blanquitas son una minoría.

¿Qué hay de malo con la inmigración?

«La mayoría de los ciudadanos de los EEUU tienen orígenes inmigrantes. Sin embargo, muchos de estos ciudadanos rápidamente le echan la culpa a aquéllos que han llegado más recientemente de todo lo posible, desde el crimen, las drogas hasta del alto índice de desempleo. De hecho, los EEUU tienen un largo historial de utilizar a los inmigrantes como chivos expiatorios durante épocas duras, de la misma manera como los judíos fueron utilizados para justificar los problemas económicos en Alemania durante los años treinta. Este proceso llevó a muchos alemanes a participar en la masacre de millones de judíos, y llevó a muchos otros a aceptarla pasivamente.

El «problema» de la inmigración que enfrentamos es realmente el síntoma de un problema más grande: el desequilibrio mundial de la distribución de la riqueza. Siglos de colonialismo y esclavitud han creado regiones donde la mayoría de las personas viven en condiciones de pobreza extrema. Corporaciones internacionales utilizan estas circustancias de pobreza para rebajar los sueldos en el mercado mundial al forzar a diferentes paises a competir por los mismos trabajos. La extrema represión política, habitualmente con apoyo abierto o secreto del gobierno de los EEUU, previene a trabajadores de muchos países de organizarse para obtener mejores salarios y condiciones de trabajo. Hasta que no encaremos estos problemas reales, la situación sólo empeorará.»

Hace unos días recibimos noticias de nuevas detenciones de «ilegales» en Manhattan. El pasado 3 de Febrero la MIGRA detuvo en dos redadas a más de 60 personas, que ahora están a la espera de ser expulsadas del «paraíso».
Por nuestra parte sólo queda recordar que estamos ante problemas de magnitudes que van más allá de nuestros barrios y ciudades, por ello hemos de seguir trabajando en el empeño de conseguir una red de luchas contra el neoliberalismo, la globalización económica y por la humanidad.

Sara Nieto y Manuel Sáez
(miembros de Baladre)

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