EUSKAL DESOBEDIENTZIA

En este conflicto de carácter político, heredado desde el Antiguo Régimen, han sido estériles los intentos de dialogo con los poderes de los Estados francés y español. A pesar de que cotidianamente se hacen públicas las consecuencias de la injusticia y el déficit democrático, las aspiraciones soberanistas quedan una y otra vez frustradas. Para superar el sistema político impuesto, el único y definitivo procedimiento que resiste la crítica del humanismo ético es la desobediencia civil.

La Desobediencia Civil (DC), cuando es estratégica, excluye cualquier otro método de lucha, sea institucional, sea armada. Su carácter incluyente se refiere a cualquier acto que cuestione el régimen parlamentario del Estado neoliberal (partitocracia europeísta), en aras de una realidad nacional perceptiblemente más justa y democrática, en un estadio de paz imperfecta superable. Así pues, la praxis de la DC es poliédrica -todo lo opuesto al silencio de la pasividad, desde la resistencia activa, la transgresión de la ley injusta (hacer lo que la ley prohiba o incumplir lo que la ley obliga), la huelga, la protesta, la acción directa noviolenta, hasta el sabotaje. Lo cual no implica que uno de estos actos ajenos a una estrategia desobediente se deba interpretar automáticamente como tal.

La elección acertada de un método de lucha y cambio social depende mucho del análisis previo. Debe asegurarse que el método sea factible según los medios disponibles, sea justo a los ojos de todos y sea el más eficaz para conseguir esos fines propuestos. Y no hay duda alguna de que la DC es, hoy día, una alternativa de lucha posible, éticamente legítima y eficaz, en los procesos de autodeterminación individual y colectiva. La DC en sí misma se convierte en un objetivo de liberación, porque el medio es el fin.

La memoria histórica de resistencia y antiautoritarismo es para la comunidad vasca, el referente mítico que se prolonga en el tiempo hasta el presente, en forma de DC.
No son tiempos de que los vascos convirtamos el mito “vasco-rebelde” en objeto de culto, ni tan siquiera de apelar a la predestinación, pero esta clave tiene futuro precisamente por tener pasado y presente. El sentimiento de pertenencia a una sociedad plural en conflicto se acompaña de una voluntad original de expresarlo y resolverlo.

Los derechos históricos sólo adornan el argumento de que los Derechos y Libertades emanan de las personas y de las comunidades, pero acompañan las razones esgrimidas por las víctimas que se ven privadas de los más elementales.
La lucha por la liberación necesita de la participación social organizada, con la ventaja derivada de que no existe ningún mecanismo de Estado vasco -lo autonómico se articula como parte de la unidad indisoluble del Estado español o francés, no como confederación voluntaria-. Por tanto, prescindiendo del Estado y negando su soberanía, el espacio de poder actualmente en manos ajenas, es fácilmente recuperable para que de este modo, los grupos autóctonos atendamos las necesidades sociales. Esta alternativa, en coherencia con la denominada Defensa de la Sociedad, desplaza automáticamente al modelo de Defensa Militar y Policial de los Estados vecinos.

Carente del poder político constituido, y carente del recurso a la fuerza y violencia (monopolio del Estado opresor, Fuerzas y Policías Armadas), la sociedad civil plantea una lucha noviolenta, colectiva, pública, y de carácter eminentemente político. Las competencias otorgadas a las autonomías en materia policial se rigen exclusivamente por parámetros de descentralización y operatividad que benefician al Estado invasor. La policía autonómica española, al carecer del estigma franquista, reprime con más eficacia la disidencia, entrega a los detenidos al juez para ser condenados bajo un paraguas legal que establece el estado de excepción, la videovigilancia, la tortura, el secuestro, el asesinato, la dispersión de presos…

El dinamismo creativo de esta estrategia de DC trata de evitar, por un lado, que se petrifiquen los modos de organización y resolución de conflictos (instituciones anquilosantes), de tal manera que en lugar de ser instrumentos para superar la problemática futura, lo impidan. Y por otro lado, trata de evitar que el desencanto y la desmovilización cundan, como cuando negocian los políticos profesionales, y luego, se justifican con la ratificación en un plebiscito manipulado por los medios de comunicación.

La DC vasca tiene como objetivo colectivo la liberación del pueblo, al negar el dominio de cualquier Estado colonialista; acelera el proceso de autodeterminación, corresponsabilidad y democratización. En una auténtica democracia, los pueblos son soberanos, si al pueblo del que queremos formar parte se debe reconocimiento y respeto, es coherente pues ser desobedientes a la tiranía del Estado español, francés y al futuro Estado Europeo. Las potencias europeas son complices de la dominación colonial desde su alianza con el franquismo y con sus actuales herederos, con el único fin de controlar la periferia del bunker. Es paradójico, el pueblo de la vieja Europa (preindoeuropeo), contra los Estados Unidos de la nueva Europa occidental.

La DC en clave nacional niega el dominio de la élite (clase dominante que aspira a construir un Estado burgués) en el interior de la plural comunidad vasca y garantiza la convivencia entre comunidades culturales.
La terminología obliga a definir pueblo vasco (población), comunidad vasca (sociedad resistente con sentido diferencial), Euskal Herria (civilización y cultura), sei herrialdeak (territorio), nación vasca (población, cultura y territorio), ámbito vasco de decisión (territorialidad electoral), Estado-reino navarro (historia política), nacionalidad autonómica o departamento vasco dentro de “la gran nación de naciones”, española y francesa (ciudadano francés y súbdito español).

El ejemplo desobediente de Thoreau, que parte de un principio individualista propio del liberalismo y protestantismo, solamente es válido para invalidar el argumento electoralista de la declaración ilustrada de los derechos del hombre. Su desobediencia reafirma que la soberanía reside en la conciencia de cada individuo. Desgraciadamente, la individualidad impuesta desde la invención del sufragio, (un individuo, un voto), deja a la persona sin referentes colectivos próximos, a merced del todopoderoso Estado, quedando patente la necesidad de reagruparse en demandas colectivas…

Simultáneamente a los derechos individuales, los derechos colectivos se identifican con claridad en los problemas ecológicos, el sindicalismo, el genero, el militarismo, la cultura, la patria, por poner unos ejemplos. En el caso que nos ocupa, los pueblos, herrialdeak, las comarcas, los municipios, son sujetos colectivos de soberanía, y reconocen la del individuo y la de la nación diferenciada del Estado usurpador.

La conciencia nacional, con toda la carga emotiva y sentimental de la tradición, se racionaliza mediante una DC solidaria (abolición del clasismo) por el futuro en un mundo de pueblos y seres humanos libres
– diversidad humana sin Estados ni fronteras, en sus respectivos ecosistemas
– biodiversidad planetaria- es decir, conciencia universal.

La DC es una estrategia con éxito en el tiempo a todos los niveles. A corto y medio plazo, sirve para poner de manifiesto una reivindicación, la expone al debate, se gana en solidaridad, y aumenta la correlación de fuerzas. A largo plazo sirve para conseguir una reivindicación, y aún cuando se logran superar los términos del conflicto inicial, la lucha continúa dilucidando las injusticias más perentorias, a medida que se van manifestando.

En las luchas de liberación, la implicación y el riesgo que se pueden asumir dependen de la circunstancia y de las personas. No obstante, el mayor o menor compromiso de unos y de otros en la lucha de desobediencia, siempre conlleva represión y sanción. En consecuencia, suele afectar a la libertad y a la economía del insumiso, de ahí que sea tan imprescindible colaborar en el sostenimiento de quienes más luchan y arriesgan, dando cobertura social e institucional al infractor (al infringir la ley injusta) para deslegitimar los aparatos represivos y crear sensación de impunidad.

La DC no implica aceptar lo impuesto, ni es la sumisión del derrotado que reconoce autoridad moral alguna en la fuerza del tirano. Si se asumen las consecuencias penales del delito es por poner en evidencia el carácter criminal, utilizar la represión contra el propio represor para deslegitimarle públicamente.

En todo caso, la DC es la lucha por la emancipación, es un auténtico ejercicio de soberanía arrebatada. Como, habitualmente, con palabras no es posible convencer al funcionario o autoridad de que no aceptamos su marco legal impuesto, de que nos devuelva el poder y la libertad usurpadas, con nuestra objeción y resistencia ejercemos y comenzamos a superar la situación de subyugación e injusticia.

La campaña de DC comienza con unos focos en los espacios sociales más maduros y donde la explotación y violación de derechos y libertades son más cruentas.

Además de que la Norma a desobedecer tiene relevancia material y simbólica, la evidencia de la injusticia hace que la mayoría social se sienta afectada y agredida. El Estado extranjero represor, en la misma medida que va perdiendo credibilidad, continúa perdiendo legitimidad y la poca lealtad de que gozaba. Escalonadamente, la organización de la desobediencia se extiende a todos las reivindicaciones sociales y a las tomas de decisión.

LA DESOBEDIENCIA COMO UN INSTRUMENTO MÁS PARA LA LIBERACIÓN NACIONAL

A finales de la década de los 90, la izquierda abertzale lanza propuestas de desobediencia a los Estados dominantes. Desechando la DC como estrategia excluyente, se entiende la DC como una táctica o un instrumento más de lucha, y se aceptan por tanto, las vías institucionales, la lucha armada, la kale borroka…

Algunos proponen la denominación Desobediencia Popular Vasca (DPV), desechando la clásica DC. Así, definen la DPV como el conjunto de acciones ilegales del movimiento popular vasco, que cuenta con un colchón social, y que a su vez apoya las medidas progresistas que se toman en las instituciones participando en referéndum (PIZTU).

PUNTUALIZACIONES

  1. Cuando la DC se utiliza para lograr ciertos objetivos se renuncia a su carácter más revolucionario y globalizador, es decir, a reforzar la identidad desobediente e insumisa de l@s vasc@s. La alternativa es educar y practicar día a día la desobediencia a la norma injusta, asumiéndola como el motor de la revolución permanente.
  2. Es indispensable precisar que la construcción del Estado no se debe identificar necesariamente con la construcción nacional. El error radica en que la construcción nacional pendiente alude a una colectividad sin construir, sin conciencia, sin una cultura diferenciada, sin voluntad y organización política, sin proyecto de futuro. La nación vasca es ya una realidad, es pluricultural y diferenciada, lucha por su liberación organizada en grupos politico-sociales, y únicamente carece de la confianza en sus vecinos (amenaza de intervención militar) para ejercer su derecho de autodeterminación.
  1. El panorama actual de desmovilización y delegacionismo es consecuencia de un modo de hacer política populachera a través de los sensacionalistas medios de propaganda o publicidad, propio de las democracias occidentales. Puesto que la oligarquía (la misma que utiliza al Estado para su propia perpetuación) es dueña de los medios de comunicación, ninguno de los mensajes publicitados atenta contra sus intereses, en este caso imperialistas.
    Los políticos profesionales llaman participación popular a las votaciones cada cuatro años, y llaman movilización a las procesiones anti-ETA y anti-nacionalismo periférico.
    Creo entonces, que es prudente desconfiar de la movilización populista que ha demostrado ser tan manipulable y ha disfrazado su minoría de edad con una vestimenta de paz, de democracia y de pureza tolerante.

Muchos de l@s manifestantes, hipersensibilizad@s desde los medios, están siendo azuzad@s en los desfiles oficiales por la propaganda del “servicio de inteligencia” y cierran filas en lo que atañe a las desvergüenzas de las fuerzas armadas militares y policiales; yendo de la mano del terrorismo de Estado dirigen su mirada y sus abucheos a la disidencia armada y kale borroka. Cualquiera recuerda que las hordas fascistas también hicieron Desobediencia Popular a la República.

Me enorgullece reconocer que la comunidad vasca no se ha sentido representada ni en las instituciones francesas ni en las españolas, y tal vez por eso mismo, seamos un pueblo con cultura política crítica empeñado en la utopía, lejos del fatalismo o inmadurez política, libre de grilletes que nos encadenen al altar de la unidad de destino, o rehén de oligarcas y caciques, y lejos de la autocomplaciencia acomodaticia.

El trabajo militante no remunerado es una garantía en el reino de la corrupción y del clientelismo. Los movimientos sociales y ONG’s sostenidas por voluntari@s afectad@s por la problemática que combaten, son un atisbo de las posibilidades que el futuro depara para profundizar en la democracia, es decir, democracia participativa de base. La convocatoria de movilización parte desde la base, desde quienes se benefician directamente de la resolución del problema.

  1. Es ficticio lograr la libertad como pueblo sin lograr la libertad de todos los pueblos. La globalización ofrece una oportunidad planetaria para la liberación de los individuos y pueblos. Debemos acompañar al proyecto de organización social de una etica respetuosa con los derechos individuales y colectivos, desechando definitivamente la creación de un estado burgués europeo.

Resultaría bochornoso estar convalidado como miembro del club neoliberal al lado de los imperios militaristas, de la ley del consumo desaforado, de la concentración monopolista de la riqueza, del derroche de los recursos y de la contaminación.

  1. Cuando el objetivo de la DC es únicamente mejorar la ley, es inevitable que quedemos presos de la mejorada. La cuestión se centra en el marco legal, en consensuar quién hace la ley, a quién se le aplica, quién la ejecuta, qué defiende y qué sanciona, quién es el garante del cumplimiento…
    La experiencia recomienda prescindir del Parlamento, los jueces y fiscales, las fuerzas armadas militares y policiales, de lo contrario, la nueva ley en su imperfección, tendrá que mantenerse con violencia institucional y será contestada por una disidencia naciente. Se trata de no entrar en el círculo vicioso del progresismo reformista: ley – contestación social – represión sangrienta – aumento de la contestación – reforma penal con represión sibilina.
    La DC es desinstitucionalizante, anti-sistema vigente. Precisamente porque es el reflejo de la lucha social organizada contra el Estado y sus instituciones, sea éste Europeo, Francés o Vasco.

Parece ser más evidente la DC contra el Estado colonizador, primero por extranjero y segundo por estar al servicio de la oligarquía. Pero en esta línea argumental es igual de coherente desobedecer al Estado Vasco utilizando el segundo argumento. No en vano, la desobediencia al Estado, perdería su sentido transformador en una Democracia perfecta, respetuosa de todos los Derechos y Libertades.

Desgraciadamente, ni el futuro augura aún situaciones de tamaña armonía, ni la progresía vasca asume de momento, poner en jaque al embrión de Estado Vasco.

Sería deseable que fuéramos trabajando a corto plazo en la ampliación de las libertades y derechos, y a largo plazo, en la derogación del código penal y la policía armada, innecesarios ya una vez combatida la violencia estructural, y por la altura moral de una ciudadanía solidaria y autodisciplinada.

  1. Es un error luchar por delegación, sin implicación personal, al igual que es infructuosa la representatividad parlamentaria, porque tod@s y cada un@ somos l@s soberan@s, organizados en red de movimientos sociales. La DC es colectiva, solo la presión desde abajo, desde quienes sufren los problemas, garantiza el sentido positivo del cambio.
    La liberación de un pueblo no sería posible si sólo un@s poc@s desobedecieran. Aunque sea en un nivel muy simbólico, tod@s debemos en mayor o menor medida, experimentar la sensación de sentirnos delincuentes, de enfrentarnos a la ley, de ser reprimid@s, de estar colaborando con un nuevo futuro porque es nuestra responsabilidad. No es pues tarea de unas vanguardias de mártires para la liberación nacional, de esos líderes que mueren y nos abandonan en manos de los políticos pesebreros.

Hay un amplio margen para el compromiso militante, sin tener por ello que perder la vida y la salud en el intento, pero en definitiva, la lucha revolucionaria viene a alterar en mayor o menor grado la preservación de la tranquilidad y la seguridad económica de la mayoría.

  1. La desobediencia institucional tiene las mismas limitaciones que las instituciones que la practican. Es más que dudoso pensar que una institución autonómica pueda poner en peligro la institución estatal que diseñó la descentralización.

Como antecedente histórico, en las instituciones forales existía el pase foral. No tiene sentido reivindicar esta figura por su carácter insumiso, si acaso supone el reconocimiento de ciertas competencias. Podemos recordar términos empleados: Derecho de sobrecarta, uso foral, “se obedece pero no se cumple”, el contrafuero…
La aplicación de la ley dictada desde la capital del Estado queda en espera hasta que se revise a la luz de la ley foral. Obviamente no implica ninguna desobediencia, por ser más bien, un tramite residual de la plena soberanía escamoteada.

La desobediencia estratégica, supone inventar y poner a prueba instituciones políticas nuevas, es decir construir la autodeterminación. Si acaso, la institución municipal, por su proximidad, sería un elemento vertebrador de la voluntad desobediente de nuestro ámbito propio de decisión, a modo de correa de transmisión. Básicamente la confederación de municipios articularía la de herrialdes. Consistiría en negar el sistema político español y francés para reforzar el proyecto alternativo naciente. Es una praxis soberanista real.

Morales. Antimilitarista
(Bilbo)

A propuesta de colectivos sociales, muchos de ellos próximos a la izquierda abertzale, hemos conocido algunos ejemplos de insumisión a los estados francés y español:

– poner pegatinas de EH en las matrículas a los coches.
– no utilizar el documento de identidad -DNI- o pasaporte.
– no utilizar el CIF.
– no acudir a McDonald’s y consumir productos autóctonos.
– Escribir en los billetes: Euskal Errepublika.
– Utilizar sellos autóctonos de Lemuria, pegar boca abajo los sellos oficiales. Lo que se envía a España o Francia se introduce en el buzón extranjero y desde el exterior poner como destino Euskal Herria.
– Rechazo a ser vasallos del rey de España.
– Sabotajes, huelgas…
– Federaciones deportivas y alpinas, (ESAIT), campaña pro selecciones deportivas vascas.
– No comprar prensa estatal, ni sintonizar la radio y la Televisión.
– No pagar Multas.
– Impedir la construcción del Tren de alta velocidad.
– Negarse a reconocer la Justicia y participar en jurados.
– Insumisión a las urnas, ni como elector ni en las mesas.
– Pedir la retirada de las Policías.
– Quemar la Cartilla militar, negarse al Reclutamiento, objeción fiscal no colaborando con el ejército desde los ayuntamientos (EUDIMA.).
– Exigir Amnistía.
– No comprar Lotería.
– Defensa del euskara en las relaciones burocráticas, en educación, en los juicios… (EHE, EKB, UEMA, Abokatu Euskaldunen Sindikatua) Boicot a las empresas que no lo utilicen.
– Prescindir de la simbología foránea: banderas, personajes gloriosos, callejero…
– Desobedecer en la cárcel.
– Denunciar el Control social.
– Negarse al pago de Autopista.
– Promover la biodiversidad autóctona, boicot a las semillas de las multinacionales.
– Defensa de Itoiz y patrimonio natural.

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