A continuación presentamos las entrevistas que hemos realizado con cinco publicaciones (Contrahistoria, Terra Cremada, Cul de Sac, Raíces, y Argelaga) surgidas en los últimos años en el estado español. Con elementos comunes y especificidades estos medios suponen un loable intento de profundizar el análisis, el debate y el conocimiento de ideas, hechos, experiencias y luchas tanto pasadas como actuales (muchas de ellas ligadas a la defensa del territorio y a la apuesta por formas de vida antagónicas a las que nos impone el Capital). Son además espacios de disidencia y puertas abiertas para la creación de formas de crítica práctica frente a la realidad actual.
No hemos pretendido realizar entrevistas en profundidad tanto por el número de publicaciones como por la limitación de espacio. Nuestra intención ha sido incidir en algunos aspectos concretos que pensamos que puedes ser interesantes y definitorios. Por otro lado, en Internet se puede acceder a entrevistas más extensas con algunos de estos medios realizadas anteriormente en otros foros.
CONTRAHISTORIA
1.- Vuestra publicación es una revista de contrahistoria no académica, dirigida a –digamos- “ámbitos alternativos” y se puede considerar en cierto modo como una “rareza” ¿Cómo surgió y ha evolucionado el proyecto y cuáles son sus elementos definitorios?
La revista nace de un colectivo de personas que venimos del mundo del punk y los fanzines, queriendo otorgar un formato de mayor calidad para la definición de un nuevo enfoque para comprender nuestro pasado, pretendiendo superar el do it yourself en calidad, profundidad y difusión.
La evolución del proyecto es cualitativamente positiva. Es cierto que la tirada sigue siendo la misma que en el año 2010, mil ejemplares, pero cualitativamente hemos querido dar un salto respecto al número de páginas, calidad de papel, oferta al lector, ampliando la temática a tratar, incluso ampliando los periodos históricos. Además, los primeros números están en descarga libre desde nuestro blog, con la intención de aumentar su difusión también en la red.
Hemos de ser optimistas en nuestras valoraciones, pues la acogida de nuestro proyecto y trabajo ha sido muy apreciada por los diferentes rincones peninsulares y hoy en día nos sentimos satisfechos por lo realizado y reforzados en los planes de futuro a los que aspiramos para una revista de estas características. Lógicamente en otros círculos no ha sido bien recibida y ha sido altamente criticada, lo cual nos hace sentirnos orgullosos, pues si algunos se molestan es que algo estamos haciendo bien.
Los elementos definitorios son varios, pero fácilmente perceptibles. En primer lugar, nuestra portada, en la cual el dibujante Gaboni deja una impronta inigualable y característica. Por otro lado la libertad a la hora de elegir los temas y la longitud de éstos. No nos proponemos una publicación monótona y estructurada, ya que eso limitaría nuestra capacidad productiva y nos haría esclavos de un espacio físico al que no nos queremos subordinar. Otra característica de la revista es la ausencia de periodicidad definida, algo que nos resulta útil y fructífero a la vez, puesto que nos permite tratar los temas con la profundidad y revisión deseada, sin estar prefijados por fechas de publicación. Por último, destacar que cada uno de los temas tratados, aun cuando sean elaborados por personas ajenas a la revista, son debatidos y revisados por todos los miembros de la revista, lo cual le resta personalismo, pero enriquece el debate interno y los puntos de vista que tiene el lector.
2.- ¿Cuál es vuestro concepto de la Historia y de los aspectos que tienen que ver con la investigación histórica?
Esta es sin duda la pregunta más compleja que nos han hecho hasta ahora en una entrevista. Pero es también una oportunidad de mostraros, intentando no caer en tecnicismos, la diferencia en la elección, tratamiento y redacción de los temas.
En primer lugar, la elección de los temas es muy variada, pero sigue unas pautas generalistas. Se trata de recuperar los hechos históricos del pasado que han sido olvidados por el academicismo oficialista y dar voz a los sin voz. En otras ocasiones se trata de revisar lo que se ha publicado hasta el momento y realizarlo a través de un enfoque claramente ajeno al academicismo proestatalista. Buscamos mostrar al mundo las lindezas del la verdadera cara del sistema, que no es ni la democracia ni las dictaduras, sino el capitalismo, o en épocas anteriores la sociedad estamental y feudal en la Edad Media; fisiocracia y mercantilismo en la Edad Moderna; o el sistema esclavista, clientelar y oligárquico de la Antigüedad. Buscamos investigar y escribir sobre temas relegados al olvido de manera sistemática y obligada por la historia oficial.
En referencia al tratamiento de los temas es donde planteamos un nuevo modelo de análisis. Ni que decir tiene que el método histórico está presente, selección de información, autores, fuentes documentales, etc. La diferencia estriba en el enfoque y planteamiento, tratando de rehumanizar la historia. ¿qué significa esto para el lector ajeno a la investigación histórica? El planteamiento oficialista divide la historia en política, social, económica, etc., en líneas generales. Nosotros pretendemos derribar estas estructuras de análisis, centrándonos en un enfoque antropológico, donde la analítica no pasa por las infraestructuras y superestructuras del manoseado enfoque marxista, ni en los diferentes tiempos históricos de Annales, ni tan siquiera en historia cultural, ni de las mentalidades, ni localista. Buscamos el enfoque generalista desde un punto de partida local o sectorial, sin olvidar las estructuras de poder que pervierten las necesidades del ser humano y lo encaminan hacia aquello que el Estado o las diferentes oligarquías les interesa. Por tanto, estirpamos del análisis aquellas manidas visiones deterministas y deshumanizadas, centrándonos en el individuo, como absoluto soberano de su futuro y su libertad. Desde ese punto de partida realizamos todo el análisis histórico. Se trata de derribar la historia oficial planteando un modelo de análisis y tratamiento diferente. Ejemplos de ello son los artículos del Caso Scala, Neolítico, las Radios Libres, RAF, los Motherfuckers, Nacionalismo Versus Cultura, Urbanismo, Capitalismo o Freaks circenses, entre otros muchos.
Por último en la redacción, intentamos utilizar un lenguaje propio, definido en cada artículo, dotando de significado nuevo a los conceptos tradicionales y eligiendo cuidadosamente el lenguaje usado.
3.- Tras vuestro nacimiento 2010 ya contáis con una cierta trayectoria ¿Qué balance hacéis de la misma (aciertos, errores, limitaciones, obstáculos, retos, perspectivas?
Esto es más difícil de medir y cuantificar. Hemos modificado varias veces nuestro sistema de organización hasta dar con el más efectivo. A veces la comunicación en una gran urbe donde todos estamos ocupados se hace compleja y no fluye la información entre todos los miembros ágilmente. Pero en general todas estas cuestiones las hemos tratado con racionalidad y comprensión.
Obstáculos nos encontramos sistemáticamente en la falta de una red estructurada de distribución a nivel estatal, lo cual nos hace depender en gran medida de las distintas distribuidoras locales, amistades, etc. para poder tener un canal estable de distribución. Nos apoyamos principalmente en amistades y favores de una extensa red de amigos y personas del colectivo de Contrahistoria, en Granada y Barcelona, que nos apoyan incondicionalmente, nos distribuyen las revistas allí donde a nosotros nos resulta más complejo acceder; participan con sus opiniones y criterios del buen funcionamiento de la revista; investigan y escriben sus artículos, lo cual enriquece nuestra publicación… En fin, tenemos una serie de apoyos, directos e indirectos, que nos facilitan la tarea y nos ayudan a superar los obstáculos que se van presentando.
El reto es tener una publicación con cierta estabilidad temporal y poder aumentar la tirada, con el objetivo de alcanzar cada uno de los rincones de la geografía peninsular, además a nuestro blog, revistacontrahistoria.blogspot.com, queremos darle una mayor importancia en el futuro de tal manera que pueda servir como archivo documental donde cualquiera pueda dirigirse y acceder a información que no resulta accesible en la mayor parte de los casos.
Las perspectivas de futuro son halagüeñas, pues además de la revista, solemos organizar jornadas de contrainformación y, si el tiempo y las energías nos lo permiten, tenemos la idea de organizar una editorial, aunque esto es más un proyecto sobre servilleta de bar que un futurible cercano y tangible.
Os queremos dar las gracias por el apoyo que nos estáis dando, por el interés en nuestro trabajo y queremos compartir con vosotros nuestra admiración hacia vuestra publicación y vuestro esfuerzo.
Muchas gracias, Eskerrik asko y Salud!!!!
TERRA CREMADA
1.- Terra Cremada surge ante la necesidad de incrementar la capacidad de formación teórica y de análisis que consideráis mermada por la cultura del fanzine y de internet. ¿Cómo plasmáis esta filosofía en vuestra publicación y qué balance hacéis de lo hecho hasta ahora?
El problema que veíamos, y de ahí el origen del proyecto, era —y sigue siendo— el hecho de que en nuestros entornos más cercanos hubiesen unas dinámicas ideologizadas basadas en el “hacer por hacer”, sin reflexión y sin una necesidad real de intervención sobre la realidad. Debido a que muchas de nosotras veníamos de ambientes distintos y nos habíamos encontrado a partir de luchas concretas —y no a partir de ideologías o estéticas preestablecidas— vimos que estas dinámicas ideologizadas y dogmáticas aparecían en diferentes espectros de la lucha anticapitalista en Barcelona. Nuestra primera apuesta ha sido y es no tanto la de explicar la realidad ni las herramientas que debemos utilizar para cambiarla, sino la de esclarecer y desmitificar aquellas dinámicas que nos impiden —en la práctica— poder avanzar en nuestro proyecto revolucionario. Es en este sentido que no vemos la posibilidad que de un debate meramente intelectual podamos encontrar herramientas para golpear cada vez más fuerte, sino de la conjunción indiscernible entre teoría y práctica.
La soberbia con la que actúan la mayoría de personas que se adscriben a una u otra ideología —que tienen repuestas para casi todo pero no se muestras impotentes frente a casi nada— nos ha mostrado la necesidad de humildad; herramienta que, esa sí, nos ha servido para hallar compañeras de viaje en lugares en los que antes —debido al telón de la ideología— no nos hubiéramos podido imaginar. La coherencia con la que dicen actuar ciertos grupos ideologizados no les permiten durar más de dos semanas en un conflicto real ya que en esos conflictos habitan personas de carne y hueso —como nosotras—, con contradicciones, incoherencias, micro y macro machismos, opresiones introyectadas, etc. Esas son las personas con las que sabemos vamos a tener que hacer nuestro proyecto revolucionario.
2.- Comentáis que Terra Cremada es el resultado de largas sesiones de análisis y debate y que los textos se escriben de forma colectiva, conjugando a la vez teoría y práctica. ¿Cómo lleváis a cabo esta escritura colectiva y la conjunción de teoría y práctica? ¿Qué dificultades os ha acarreado?
Las personas que conforman TC participamos de luchas diferentes. Algunas estamos en un centro social de barrio, otras en la asamblea de un barrio, en conflictos puntuales, etc. Las reuniones periódicas del TC se convierten entonces en lugares donde poder analizar los límites en los que cada lucha particular se enfrasca ya que, muy probablemente, sin una perspectiva más general o externa —que nos dan nuestras compañeras del TC— no podríamos entender ni explicar el complejo poliedro que es cada proyecto particular. En la revista tratamos de sintetizar esos aprendizajes —no siempre resueltos—. Como muchas veces decimos: necesitamos cientos de Terra Cremada escribiéndose en cada círculo de amigas, en cada batalla concreta, para aprender de cada error y acierto analizado, para entender por qué algo funciona, cuándo y cómo. Para dejar de improvisar yendo al “tun tun” o como decimos en Catalunya: dejar de hacer las cosas “a la babalà”.
Si es por hablar de dificultades la primera, y quizá la más importante, es la necesidad —cuando se quiere hablar en colectivo— de tener que establecer un lenguaje común. Mira que decimos dificultades, no problemas. Esa dificultad es, en sí misma, uno de los motivos per se de la revista. Gracias a tener que buscar un lenguaje común podemos observar los mitos, palabras fetiches, dogmas de fe, que poseemos cada una de nosotras como lastre de nuestras particulares cosmovisiones ideologizadas. Gracias a juntarnos con personas que tienen recorridos diferentes y tener que explicar claramente lo que queremos decir nos damos cuenta de los malabarismos teóricos, de los saltos mágicos, que realizamos para no poner en riesgo nuestra frágil percepción —ideologizada— del mundo. Ahí se descubren los mitos que nos conforman y la necesidad de abordarlos colectivamente, sin tapujos.
Sobre el método que utilizamos para poder escribir colectivamente de entrada cabría decir que no tenemos uno solo en particular, no seguimos ningún esquema prefijado. Lo que sí que podemos apuntar es que, de una u otra manera y a fuerza de ir escribiendo artículos, vemos que un cierto método se va estableciendo aunque este no esté prefijado. De entrada, una persona del grupo propone al resto un tema que le resulte interesante —a partir de aquí se ocupa de volverlo interesante al resto del grupo, ya sea mediante la presentación de bibliografía concreta o exponiéndonoslo—, más tarde —y si ha logrado convencer al grupo— la persona que quiera puede elaborar un esquema principal sobre el tema. Sobre este esqueleto, el resto del grupo irá haciendo aportaciones, revisando, cortando, pegando, borrando, hasta que el “esqueleto” logre tener cierto “cuerpo”. A partir de ahí se leerá y se revisará y se leerá y se revisará hasta que el texto aparezca en nuestras peores pesadillas. Ahí dejamos pasar un tiempo prudencial, se lo pasamos a algunas personas que no participen de la revista y valoramos —gracias a las aportaciones de estas— si sigue siendo interesante o no. Esta manera de hacer nos permite —y no ha sido premeditado sino que en la distancia de casi 4 números así lo vemos— interpelar a las compañeras que nos lean porque previamente hemos sido nosotras mismas interpeladas y puestas en cuestionamiento, y todo eso queda reflejado en el texto final. Tal vez por eso alguien nos diga que nuestros textos son demasiado didácticos, que damos demasiadas vueltas a los mismos asuntos, que son reiterativos; tal vez sea porque en ellos se encuentra todas y cada una de las dudas y respuestas que se nos plantean a cada una de las personas que formamos el colectivo.
Es curioso comprobar que una vez manoseados los textos hasta la saciedad nadie sabe si aquella frase fue dicha por una o por otra persona a la vez que todas nos vemos reflejadas en el texto global. Si bien el pensamiento siempre es colectivo —no se puede pensar desde la nada o al menos no sabemos de nadie que haya venido desde “la nada” a explicárnoslo— el ensamblaje de ideas de forma escrita normalmente acaba siendo individual. Al escribir de esta forma relatamos nuestros pensamientos sorteando —de forma consciente o no— aquellos lugares “oscuros” ya que nadie nos interpela (es cierto que uno mismo puede cuestionarse, pero lastimosamente los textos de nuestros entornos son habitualmente autoindulgentes y acríticos). El hecho de escribir colectivamente no nos evita el problema de la autoindulgencia pero nos la dificulta un poco más al confrontarnos y tener que defender aquello que pensamos frente a las otras personas.
3.- ¿En qué momento social estamos y qué debates creéis que son más necesarios en estos tiempos?
En el momento en que nos hallamos, con una clase trabajadora cada vez más receptiva a relatos que no sean los socialdemócratas clásicos—no porque lo hayamos hecho muy bien, sino porque el estado del bienestar y sus fantasías de arribismo social se desmoronan—, esa población bien podría decantarse por nuestras formas de hacer —autoorganización, apoyo mutuo, acción directa— pero el hecho es que se están decantando por proyectos de cariz leninista (Podemos) o Municipalista/socialdemócrata (Guanyem Barcelona, etc.), y aún suerte que lo hacen en esta dirección y no en la del populismo xenófobo de Plataforma X Catalunya o UPyD. Sería fácil para nosotros decir frente a esto que la democracia intenta regenerarse, que es otra vez aquello de “todo ha de cambiarse para que no cambie nada”, sería fácil, demasiado fácil. Si la clase trabajadora no se suma a nuestras propuestas no es porque la hayan engañado una vez más, sino porque nuestras propuestas son inconsistentes (¿qué significado tiene hoy autoorganizarse?, ¿dónde?), nuestras prácticas elitistas y, por tanto, no generalizables (¿Quien puede permitirse el “lujo” de okupar con dos hijos y con la posibilidad de que te retiren su tutela por ello?). Nos cansamos demasiado pronto y seguimos alejadísimos del resto de la gente desheredada, demasiados años observándolos desde lejos. Frente a esto el debate que nos parece más importante —y en el que estamos desde hace ya casi dos años (buuff!)— es el de la organización. No La organización sino la Organización, es decir, no el problema de que exista o no exista una organización que dé soluciones a nuestros avatares sino la de cómo, con quien, y para qué debemos estar organizadas. De la misma manera, son poquísimas las veces que el amplio espectro libertario se ha preocupado por tener una teoría sobre el poder y, por quemarnos este en las manos, lo hemos ido sorteando como buenamente hemos podido. Este es otro debate que subyace en el 4º número y que pretendemos no sea aséptico: ¿cómo hacer que la crítica al poder no acabe siendo una apología de nuestra impotencia? Bien, creo que con esto acabamos de quemar toda sorpresa a nuestras lectoras…
4.- Para terminar, y aunque sea brevemente, ¿cómo os posicionáis el proceso soberanista-independentista catalán desde una perspectiva autónoma-libertaria?
Pues mirad, nuestra posición es bien simple: no puede ser que aquéllas que queramos transformar de forma revolucionaria la sociedad en aras de un horizonte emancipador rehuyamos el debate sobre el independentismo. No podemos hacerlo diciendo que es chovinismo o que no va con nosotras. Que haya 2 millones de personas en la calle no puede dejarnos indiferentes, sea para enfrentarnos o para participar de él nuestra posición individual —y ojalá colectiva— debe ser clara. Como en Terra Cremada no pretendemos tener un consenso frente a este tema solo podemos apuntar que todo lo que sea debilitar las estructuras internas del estado, ampliar sus contradicciones, nos favorece, eso sí, creando y afianzando nuestras estructuras propias. En este sentido, tener un debate amplio sobre el proceso soberanista corre en paralelo a las nuevas —y no tan nuevas— apuestas electoralistas: si la clase trabajadora está siendo movilizada y seguimos pretendiendo un cambio revolucionario —es decir, que implica a una amplia capa de la población— debemos entender por qué se siente interpelada, porqué decide actuar en una u otra dirección.
CUL DE SAC
1.- ¿Qué necesidad os llevó a crear Cul de Sac y qué valoración hacéis
del trayecto andado?
En un principio partimos de una necesidad: seguir profundizando en un conjunto de ideas que abordaban la crítica al progreso industrial como forma de vida que se ha desarrollado en los últimos dos siglos de historia de las sociedades humanas. Así, ampliamente, queríamos elaborar nuestros argumentos de crítica social partiendo de este corpus heterogéneo que habían difundido antes publicaciones como Los amigos de Ludd, Resquicios. En el momento en que decidimos hacer el esfuerzo por publicar una revista que continuase la labor de difusión de la crítica al mundo industrial aquellas publicaciones habían dejado de aparecer, pero quisimos recoger el testigo de algún modo. Nos parecía entonces, y hoy también, que la crítica al progreso y al desarrollo tecnológico era muy necesaria; al menos para dar salida a algunos argumentos que no tenían su lugar en otras publicaciones, o que aparecían tímidamente, mezclados a veces con las viejas reivindicaciones de la izquierda radical.
No sabemos si hemos conseguido, con la revista, que los temas abordados sean discutidos en profundidad. En cualquier caso, nuestra aportación es muy modesta para los retos que afrontaremos en el declive de la sociedad industrial. De momento hemos publicado cuatro números (el último, sobre la posmodernidad, es un número doble), y si de algo nos sentimos orgullosos es de aportar cada vez más textos de elaboración propia, y de haber ofrecido algunas traducciones de autores poco conocidos que han afrontado una crítica similar a la nuestra. A parte, claro, de mantener un diseño propio, con ilustraciones originales, que son una seña de identidad y expresión de una manera de hacer las cosas.
Como colectivo también publicamos un texto crítico sobre la coyuntura política cuando estalló el movimiento conocido como 15M. Aquel libro, después de tres años sigue teniendo recorrido, y a la luz de los últimos acontecimientos políticos, y la aparición de fenómenos como Podemos, se está dando una segunda lectura de aquel trabajo nuestro que nos parece muy interesante.
No podemos separar la revista Cul de Sac de Ediciones El Salmón. Como editorial hemos publicado trabajos de Javier Rodríguez Hidalgo, José Ardillo o el grupo Oblomoff, que creemos contribuyen a un debate que todavía hay que seguir abordando desde la crítica social.
2.- Cul de Sac apuesta por temas monográficos en cada número. Suponemos que además de incidir en profundizar en una cuestión determinada también se puede concebir como una reacción frente un pensamiento (o no pensamiento) actual en muchos casos confuso, incoherente y fragmentado. ¿Cómo valoráis esta crisis del pensamiento social?
El pensamiento sobre lo que se ha llamado históricamente “la cuestión social”, adolece de ciertos lugares comunes que queremos ayudar a poner en duda. Por supuesto no somos originales ni pretendemos tener la clave de la crítica definitiva al mundo en el que vivimos. La confusión, la incoherencia y la fragmentación son procesos que también nos afectan. Por eso el trabajo de la revista se plantea en monográficos, para evitar los temas de “actualidad” o las modas radicales, que encumbran un tema específico y desde ahí tratan de abordar en su totalidad el sistema de dominación contemporáneo. Pero no sabemos si siempre logramos sustraernos al espíritu de los tiempos. Se trata de una tentativa por entender algo de lo que sucede, pero tenemos nuestros límites. El primer monográfico se titulaba “Apuntes para una crítica del progreso”, porque no dejaba de ser eso: apuntes de unas cuantas lecturas y experiencias vividas, un intento de esclarecimiento por la vía del libre juicio.
De cualquier modo, esta “crisis” del pensamiento en torno a las cuestiones sociales no es algo nuevo, y es totalmente lógica, cuando las transformaciones que ha propiciado el desarrollo acelerado de la sociedad industrial dejan siempre atrás cualquier intento de abarcarlas como totalidad. Tenemos claro que nosotros también nacemos inmersos en esa crisis, otra cosa es que nos neguemos a contribuir a la confusión reinante, o que en principio esa sea nuestra intención.
3.- El propio nombre de la revista alude a “un problema o conflicto que no tiene aparente solución”, y exhortáis al entorno radical a no caer en “el ilusionismo y el voluntarismo”, ¿os parece que las falsas expectativas o la idealización de ciertas luchas han tenido una especial importancia en su agotamiento y/o recuperación?
Entre otras cosas, la falta de una crítica a cómo los movimientos radicales se fueron integrando en el mundo industrial después de la Segunda Guerra Mundial, es un lastre para quienes intenten situarse en las coordenadas de la opresión contemporánea. El callejón sin salida, o cul de sac, que encuentra la crítica social tiene que ver con la defensa de aquello que deberíamos enfrentar con mayor radicalidad. Ni la defensa de los derechos de los trabajadores, de los servicios públicos o del reparto equitativo de la riqueza salen de la vía muerta de un izquierdismo totalmente integrado en la sociedad tecnológica que nosotros deseamos ver desmantelada. Hay otras tradiciones revolucionarias o críticas que tienen, según nuestro punto de vista, mucho más valor para afrontar los retos presentes. Por eso apelamos a un ejercicio de realismo que olvide las ilusiones revolucionarias que pudieron albergarse al inicio del proceso de industrialización, y que hoy deben ser revisadas. No hablamos tanto de una nueva teoría que lo explique todo, sino de advertencias que se desoyeron en su momento y a las que hoy habría que prestar mayor atención. De cualquier forma el agotamiento, la recuperación e incluso la desesperación pueden ser síntomas de algo todavía vivo que se resiste a ser integrado.
4.- El rechazo a las nuevas tecnologías de información y comunicación ocupa un papel importante en vuestra crítica, declináis facilitar una versión digital de la revista y le dedicasteis un monográfico en el que las consideráis el elemento catalizador de la culminación de la desposesión, ¿consideráis que esta desposesión es ya irreversible? ¿Cuáles creéis que podrían ser los aspectos de la opresión más urgentes a abordar?
El grado de reversibilidad de algunas destrucciones propiciadas por el desarrollo industrial depende mucho de su alcance. Las tecnologías de la información y la comunicación, en muchos casos, han funcionado como un perfeccionamiento del mundo industrial, y han permitido una mayor integración de distintos aspectos de la existencia humana. Nosotros dedicamos el monográfico “Internet y nuevas tecnologías: ¿la desposesión culminada?”, a discutir precisamente el alcance de esa desposesión. Ese proceso comenzó con las primeras olas de industrialización y culmina hoy con la administración tecnológica de la vida. En la medida en que quedan menos espacios donde estar a salvo de la sociedad tecnológica, también el rechazo radical a la sociedad que propicia estos procesos se vuelve más urgente.
Desde nuestro punto de vista no hay un aspecto central a combatir, pues los frentes son muchos y variados, desde el desarrollo de la tecnociencia al crecimiento urbano o la colonización de los imaginarios por las ideas de una “renovación democrática”. Cualquier lucha que vaya en el sentido de destruir la dependencia del mundo industrial, debilitar la presencia del Estado sobre las comunidades o recuperar economías de escala que doten de cierta autonomía local pueden ser ámbitos desde donde resistir, aunque hasta ahora tan sólo se trate de luchas defensivas. Se nos suele criticar que seamos muy pesimistas en nuestros análisis del presente, pero es que el optimismo, la creencia en un futuro redentor, y el desarrollo industrial han ido de la mano de la dominación, por eso un poco de pesimismo puede reequilibrar la situación, y recordar al menos qué parte de nuestra libertad entregamos a cambio de un supuesto bienestar, y hasta qué punto podemos seguir en esa senda sin que la vida pierda todo aquello que la hace digna de ser vivida.
RAICES
1.- Raíces se define como una publicación de “Crítica, análisis y debate en torno a la destrucción del territorio” ¿En qué contexto surge y qué valoración hacéis del trabajo realizado, teniendo en cuenta los claroscuros de toda actividad de este tipo (contacto con luchas sociales, avance teórico, respuesta incierta de los lectores, polémicas, dificultades, etc.)
El proyecto germinó en los meses posteriores al Primer Encuentro en Defensa de la Tierra celebrado en Hervás durante el verano del 2010. Aquellas jornadas propiciaron un foro de encuentro donde muchas de las personas y colectivos que veníamos participando en luchas relacionadas con la defensa del territorio en Extremadura pudimos poner en común nuestras experiencias. Las jornadas nos ayudaron a clarificar en qué andábamos cada colectivo y también nos sirvió para evaluar si había interés de cara a construir un frente común contra el AVE Madrid-Lisboa, última ocurrencia diseñada en la región una vez cuarteado el resto del territorio con autovías fantasma. Al mismo tiempo algunas personas deseábamos mejorar la coordinación de cara a reforzar la movilización que por entonces se estaba llevando a cabo contra grandes proyectos energéticos como la refinería Balboa o las centrales térmicas planeadas en el entorno de Mérida. Como había ganas de estrechar lazos, nos pusimos a estudiar las carencias organizativas a nivel regional para intentar coordinarnos en conflictos incipientes y para apoyar las luchas en liza desde posturas teóricas y organizativas autónomas y ajenas al devenir tradicional de partidos izquierdistas y plataformas ciudadanistas. El encuentro sirvió también para cuestionar la dinámica desgastada y casi folklórica que estaban tomando otras luchas regionales históricas, como por ejemplo contra la Central Nuclear de Almaraz.
Esto nos llevó a reflexionar sobre el papel de cierto ecologismo en la deriva decadente de las experiencias de resistencia en el medio rural ante el avance del desarrollismo. Una de esas carencias residía en la inexistencia de un discurso bien estructurado que englobase la crítica a las grandes infraestructuras con el tipo de lógica social que las justifica. Al contrario que para algunas plataformas y asociaciones regionales, a nosotros no nos valía con ofrecer una alternativa sostenible y fácilmente digerible por quienes no acababan de confiar en las bondades de las grandes infraestructuras, y tampoco nos terminaba de convencer la deriva seudo-profesional de algunas tácticas de lucha, pues el verdadero sentir de mucha gente, la auténtica negación hacia las imposiciones y la energía que esa rabia proyecta, estaba siendo acotada y desarmada, priorizando una retahíla argumental de carácter técnico-académico que relegaba a momentos muy puntuales la presión popular.
Como las personas que conformamos el colectivo editorial teníamos un diagnóstico propio sobre las causas y consecuencias de los límites de la crítica ecologista y el activismo ciudadanista, quisimos aportar nuestro granito de arena y ofrecer un medio escrito de lectura pausada y composición colectiva que, desde la humildad y el respeto al resto de sensibilidades, pudiera servir para impulsar análisis y debates desde contribuciones teóricas que pivotasen alrededor de la crítica al capitalismo industrial y las posibilidades de resistencia contra la destrucción del territorio. A partir de entonces la revista tuvo un discurrir parejo a la actividad de la coordinadora contra el AVE y al estrechamiento de los lazos entre personas y colectivos ecologistas, anarquistas y anti-desarrollistas, que ayudaron a impulsar acciones en defensa del territorio novedosas en nuestra región. Pero en los últimos años algunas victorias populares que han frenado algunas grandes infraestructuras, y la carestía de recursos económicos institucionales que también ha dejado aparcado más de un proyecto, han apaciguado un poco el ámbito de las luchas en defensa del territorio en Extremadura.
Es difícil valorar el trabajo realizado y las aportaciones del proyecto desde una sola perspectiva ya que, el sabor que nos deja reflexionar sobre ello, es sin duda agridulce. Decimos esto porque por un lado creemos que como proyecto de comunicación anti-desarrollista a escala regional la revista ha sido un fracaso. Las expectativas que ha creado han sido muy minoritarias y salvo contadas excepciones, su lectura ha pasado prácticamente desapercibida incluso dentro de los entornos a priori más afines a sus contenidos.
Es innegable que tiene cierto eco y que ha interesado a más de una, pero no es menos verdad que ni siquiera los variados temas que han versado sobre la región han suscitado debate público y colectivo alguno (las páginas han acogido destacadas aportaciones teóricas en torno a las experiencias colectivistas durante la revolución social, la propiedad comunal, la oscura historia de las minas de uranio en Extremadura o la decadencia de nuestro fundamental ecosistema de dehesa). Es a escala ibérica donde Raíces sí que ha tenido más eco y difusión. Desde un primer momento varios colectivos asumieron como suya la tarea de dar a conocer la revista en sus entornos, consiguiendo que tras cuatro años existan lectores/as repartidos por toda la geografía ibérica, pues la revista también despierta interés en ciertos entornos de la vecina Portugal. Nosotros andamos un poco alejados de las dinámicas más sociales de los entornos urbanos, pero de vez en cuando llegan ecos de compañeras/os que nos agradecen el trabajo que realizamos, nos critican contenidos, nos felicitan por la publicación o nos invitan a realizar presentaciones del proyecto en sus locales. Creemos que la fuerza del proyecto reside en su carácter colectivo, pues es gracias a la implicación de las personas que escriben, diseñan, proponen y distribuyen como este proyecto puede seguir en pie. También es evidente que en el carácter de la revista se ha ido reflejando el alejamiento de los editores con respecto a los entornos urbanos más politizados. Esa distancia, que en gran medida es geográfica pero también en el terreno de las ideas y de la rutina vital y política, ha dejado la puerta abierta para que volquemos en la revista contenidos a priori alejados o faltos de interés para un público politizado y urbano acostumbrado en demasía a devorar lecturas recargadas de ideología y auto referencialidad. En las páginas de Raíces, además de planteamientos políticos, hemos volcado textos que reflejan preocupaciones vitales, filosóficas, culturales o sociales de las personas que vivimos inmersas en procesos de anclaje a medios rurales en extrema decadencia, donde a menudo sobrellevamos dinámicas personales totalmente focalizadas en afianzar proyectos de autosuficiencia material por un lado y supervivencia social en condiciones de cierto desarraigo, por otro. Pero también hemos querido compartir y reivindicar en las editoriales de la revista la parte poética y noble de un mundo rural ibérico agonizante, pero que fue capaz de alumbrar capacidades humanas dignas de valorar, capacidades éstas hoy ya a punto de apagarse bajo el soplo resentido del progreso social.
No sabemos si podemos hablar de avance teórico en términos absolutos, pero creemos que el proyecto ha contribuido a hornear nuevas propuestas editoriales desde perspectivas anti-progresistas, con mucho afán de honestidad editorial, deseo de esclarecimiento teórico y a la vez humildad en su interlocución con el resto del personal. Sí percibimos que la crítica a las nociones de progreso social, desarrollo material y neutralidad de la técnica se está abriendo paso en los entornos libertarios. Y no lo percibimos como una moda más, por el contrario, ha quedado en evidencia que la crítica anti-desarrollista se convierte en un complemento indispensable de cualquier crítica que hoy en día se reivindique anticapitalista. La profundidad del análisis social que elabora la crítica anti-industrial y la inspiración que subyace en su deseo de reivindicar una sociedad construida sobre pequeñas comunidades humanas, austeras pero libres, en búsqueda permanente del frágil equilibrio entre necesidad y naturaleza, está más presente hoy que hace diez años en múltiples expresiones sociales, tanto de carácter defensivo como propositivo. No es de extrañar, a tenor del momento histórico que vivimos, pues a estas alturas de la película es ya difícil negar que caminamos con paso firme hacia un desastre global en términos ecológicos, pero también es difícil obviar por todo aquél que pretenda comprender la sociedad en que vive, que el análisis del régimen de la mercancía debe estar tanto o más ligado a la crítica de aquello que nos ofrece (comodidad, hedonismo, tecnología, cierta capacidad de consumo, ocio, cultura de masas, individualismo, irresponsabilidad sobre las consecuencias de nuestros hábitos vitales, etc.) como a lo que nos arrebata.
En general, los lectores de la revista con los que tenemos algún tipo de comunicación nos suelen animar a continuar con el proyecto, nos felicitan por la calidad alcanzada en la presentación material de la revista y agradecen que un medio escrito libertario sea capaz de conseguir cierta transversalidad de contenidos desde un mismo prisma analítico. Para nosotros ese ha sido precisamente uno de los objetivos más ambiciosos de la revista, a saber, rescatar el gusto por la crítica social, el análisis de procesos histórico-políticos y el debate, todo ello sin remitirnos constantemente a referentes ideológicos estancos, pero sí adoptando una clara perspectiva desde la que mirar el mundo que nos conforma: cuestionando las bondades del progreso material aportado por el capitalismo industrial y reflexionando sobre las transformaciones sociales que han caracterizado la deriva industrialista. Estos han sido los dos ejes fundamentales sobre los que ha pivotado el enfoque de nuestros contenidos. Ahora, tras cuatro años, reconocemos que este planteamiento inicial no estaba exento de riesgo, pues nos podría haber llevado a agotar de forma prematura lo que una crítica tan concreta como ésta a priori podría ofrecer sin parecer un disco rallado. Pero creemos que tanto el colectivo editorial como las personas que aportan textos hemos sabido ampliar las miras, consiguiendo que la revista, tras decenas y decenas de artículos, haya sido capaz de bucear en aguas bien distintas y conectar temas aparentemente ajenos entre sí, sin recurrir al dogmatismo, las cátedras o las trincheras ideológicas, pero sin perder de vista el lugar hacia donde se dirigen nuestros dardos.
2.- De qué manera os han influenciado experiencias editoriales anteriores (Resquicios, Los Amigos de Ludd u otras) y cómo habéis ido definiendo vuestra línea editorial (temáticas principales, enfoques, relación entre lo local-tradicional y lo general, etc.)?
3.- Es de destacar el papel activo de la redacción, tanto en la labor de contextualización y acompañamiento editorial de los temas como en el intento de abrir espacios de diálogo o de discusión ¿Cómo valoráis la importancia de esta labor redaccional a la hora de trasladar esos debates a luchas concretas?
Es evidente que el cuerpo teórico de Raíces remite a anteriores proyectos editoriales ligados a la crítica anti-industrial. Respecto a su formato y diseño, no escondemos que nos inspiramos en Resquicios a la hora de elegir tamaño, tipo de papel, sobriedad y diseño interior.
La cercanía con el proyecto de Los Amigos de Ludd es evidente pues de las dos personas que conformamos Raíces una de ellas fue miembro fundador del boletín y el resto de personas que componían el proyecto han participado de manera más o menos continuada en Raíces. Otros boletines como Ecotopía, Resquicios, los libros de Alikornio o Muturreko, los escritos de Miguel Amorós y muchos textos traducidos del francés también han contribuido a formarnos teóricamente y a construirnos una personalidad política que está presente en Raíces. Lo que quizás nos diferencia de las revistas que nos precedieron es por un lado la intención que tuvimos desde un primer momento de ofrecer contenidos escritos desde los pirineos hacia el sur, esto eso, que estuviesen redactados por personas a las que ponemos cara y que tuviesen el contexto ibérico como centralidad en los análisis y los temas planteados. Por otro lado, quisimos no caer en la a menudo extrema complejidad teórica de ciertas lecturas anti-industriales, pues queríamos combinar la inevitable complejidad del análisis social con un intento por contar las cosas de forma más sencilla y propiciar así un acercamiento a lectores de toda condición, que no tuviesen que estar a priori predispuestos a lecturas extremadamente densas, técnicas o directamente indescifrables para un público neófito. No sabemos si esto último lo hemos conseguido, porque hemos recibido más de una queja por la longitud y densidad de algunos contenidos, pero nuestra intención siempre ha sido compaginar cierta complejidad reflexiva con otros artículos sobre temas más tangibles que la pura y dura abstracción teórica. Creemos que la crítica social debe cuidar sus formas en ambos aspectos, ser lo más afilada posible pero tan comprensible y cercana a la piel de cada lector/a como se pueda. Encontrar el equilibrio no tiene por qué significar perder profundidad y concreción. Además, en estos momentos existen varias propuestas comunicativas bastante similares en el ámbito de la crítica anti-industrial. En este sentido nosotros debemos confesar que nos encontramos muy cómodos en nuestro panorama editorial más cercano y actual, pues creemos que tres propuestas coetáneas como Cul de sac, Argelaga y Raíces han alcanzado un nivel de calidad y complementariedad difícilmente recordable en otros periodos anteriores y quienes ya conocen las tres revistas, saben que las tres tienen una línea de pensamiento parecida, pero enfocada desde diferentes ángulos, una desde marcos más teóricos, con artículos de pensamiento y reflexión, otra desde una inmersión clara en las luchas sociales de carácter libertario y otra cuya voz se emite desde la inmersión vital en el ámbito rural que viven sus redactores. No estaría de más remarcar también que sentimos cierto viento fresco a nuestro alrededor, pues conociendo a todas las personas que andamos detrás de las publicaciones (redactores, colaboradoras, colectivos), intuimos que la humildad personal, la honestidad teórica y la capacidad para conciliar discrepancias y compañerismo, nos alejan de climas turbios y rencillas personales con solera en nuestros ecosistemas relacionales.
Para terminar y así acabar de contestar a las últimas cuestiones planteadas, podemos decir que la línea de Raíces se ha ido definiendo de manera improvisada. Han sido las ganas de la redacción, el momento que estábamos viviendo en cada número, el carácter de las contribuciones y las posibilidades de acceder a elaborar ciertos contenidos, lo que ha ido definiendo cada número. Es verdad que desde el número cuatro andamos algo más centrados, no nos vamos tanto por las ramas en las editoriales y expresamos mejor las cosas. Pero sobre todo hemos de confesar que en nuestro momento vital actual, Raíces es ante todo una terapia mental para las dos personas que llevamos la redacción, pues nos obliga a mantenernos despiertos intelectualmente frente a un día a día ligado al trabajo del campo y las preocupaciones materiales, nos abre las puertas a compartir momentos muy agradables con otras personas, nos va ayudando a definir el contexto en que queremos seguir viviendo y nos ayuda a cuidar la relación personal con muchos compañeros que no viven cerca nuestro pero por los que sentimos un enorme aprecio y respeto. Para terminar, creemos que sería deshonesto alardear de una cierta influencia nuestra sobre ciertas luchas afines, así que sólo podemos afirmar que no tenemos ni idea si Raíces ha contribuido al esclarecimiento teórico y funcional o a la apertura de algún resquicio de lucha, pero intuimos que no. Si así ha sido, nos alegramos por ello, pero si no, nos llenaría igualmente de satisfacción que algún lector/a hubiese vibrado con alguno de nuestros contenidos, que le hubiese servido para pensar más o mejor sobre aspectos de nuestro mundo que no había tenido en cuenta, o para descubrir los debates que estamos teniendo ciertas gentes que sentimos vivir a caballo entre una época pasada que no acertamos a figurar, un presente del que nos sentimos huérfanos y un futuro carente de asideros. Ante el horizonte que se nos presenta, Raíces opta por seguir profundizando en su terruño con dos herramientas imprescindibles, la intuición y la reflexión.
Muchas gracias. Eskerrik Asko.
Salud
ARGELAGA
1.- Hasta el momento, se ha hablado mucho de antidesarrollismo, asociado en general a luchas radicales (como la lucha contra el TAV, la MAT, etc.) pero sin que hubiese una identificación tan clara como la que vosotros planteáis con el pensamiento libertario ¿Cómo entendéis esta unión en vuestra filosofía editorial y en el contexto social actual?
Nuestra perspectiva es revolucionaria. Tomamos partido por la reconstrucción de comunidades rebeldes, fundamento de cualquier lucha. Promovemos la organización asamblearia y autónoma de los opositores a todo proyecto de infraestructuras y urbanístico en detrimento de las plataformas de colectivos y organizaciones de todo pelaje. Somos contrarios a la política de partidos; la partitocracia heredada del franquismo se fundamenta en delegar decisiones que deberían tomar las poblaciones mediante el debate y la reflexión puestos en común en la plaza pública. Desde hace ya algunas décadas, la producción del espacio social (planes urbanísticos, estrategias territoriales) es determinante para el progreso de la dominación, muy por delante de la producción de mercancías; la fábrica, por así decirlo, se ha extendido de este modo a todos los momentos de la vida, la vida entera se ha puesto a trabajar. Hablar de antidesarrollismo es pues hablar a las claras de anticapitalismo, tanto a nivel práctico, de pensamiento, como ético. Nuestra mirada es “anarquizante”, pues pretende la transición de una sociedad fuertemente asentada en los privilegios de la clase política, financiera y empresarial, dominada por el despilfarro energético, el terrorismo económico, la manipulación de los deseos, la devastación y la destrucción ilimitada del territorio, hacia una sociedad justa, igualitaria, equilibrada y libre, liberada del patriarcado, de la industria, del capital y del Estado.
2.- Habladnos de cómo funcionáis: ¿Cuáles son los criterios de selección de temas? ¿A qué público pretendéis dirigiros? ¿Qué referentes habéis tenido, ya sean editoriales o sociales?
Abordamos temas que son cruciales para aprehender ese “dónde estamos” tan importante para golpear al enemigo donde más duele: conceptos históricos como progreso, desarrollo, problemáticas como el cenit petrolífero, la utopía digital… Nos dirigimos a la gente comprometida en luchas urbanas y en la defensa del territorio. Nuestros referentes, si son teóricos, hay una larga lista: Mumford, Ellul, Bakunin, Reclus, Simone Weil, Illich, la Escuela de Frankfurt… En cuanto a las luchas antidesarrollistas, las primeras tuvieron lugar contra la construcción de embalses (Riaño, Itoitz), autopistas (Atlántico, Leizaran) y centrales nucleares (Lemoiz, Ascó).
3.- ¿Qué valoración hacéis del trabajo realizado y qué necesidades o retos os planteáis?
Hacemos una valoración muy positiva. Nuestros lectores, por lo general, no nos abandonan y con cada número se suman más. Algunos de ellos incluso pasan a ser colaboradores. Argelaga está presente en luchas de todo el Estado español, Francia, Italia, Chile… Las necesidades y retos que nos planteábamos en un principio las hemos superado con mucho. Estamos sorprendidos con la acogida, siempre teniendo en cuenta que el entorno al que nos dirigimos es muy marginal. Si algo pretendemos es seguir en la brecha y que la revista aporte herramientas sólidas para el cambio social.
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