NACIONALISMO Y GRUPOS ARMADOS DE LOS AÑOS SETENTA

Durante los años sesenta, algunos grupos armados, que en su programa no tenían como objetivo la liberación nacional por considerarla reformista, también vieron en el robo de símbolos patrios una forma de propaganda eficaz.

La Federación Anarquista Uruguaya (FAU) eligió para el bautismo de su estructura armada, la Organización Popular Revolucionaria 33 (OPR33), el robo de la bandera que en 1825 acompañó a los treinta y tres orientales, comandados por Lavalleja, en una de las batallas cruciales por la independencia.

«El robo fue planteado como hecho de propaganda -me explicaba en una entrevista J.C. Mechoso, uno de dirigentes históricos de la organización de la acción-. No era porque nos identificáramos con el contenido de fondo nacional, no se le dio esa importancia a la bandera. Es la única bandera que parla, nos atraía mucho la consigna: “Libertad o muerte”, muchas veces enarbolada por los movimientos de liberación. Tenía elementos como la libertad, obviamente más anarquista. En tono literario se decía que volvería a flamear en alguna de las luchas populares».

A muchos de los luchadores sociales de Europa les cuesta ver a sus compañeros de América enarbolando banderas nacionales. En Europa, sólo se permiten en las manifestaciones, las de los denominados «pueblos oprimidos» o que buscan la independencia. Es raro ver a un manifestante contra la guerra con los colores de España de capa o a un estudiante francés movilizándose por las calles de París con los colores de Francia. Aún más, a un ecologista de Alemania con los colores del país en el que vive, usados por la ultraderecha.
Para uno mismo es triste acudir a manifestaciones a favor de la libre circulación de las personas (inmigrantes), en las que hay banderas de Pakistán o Ecuador, estados que también cierras sus fronteras a otros habitantes del planeta. Las fronteras nacionales, y sus símbolos patrios, son en sí mismas un problema para la libre circulación de las personas y algo que persiguen eliminar gran parte de los luchadores sociales.

Eso no menoscaba el cariño que uno tiene a la gente que quiere y reside donde uno nació, que no se alegre de estar o volver a su terruño, de comer las cosas de siempre, de que le inunden mil recuerdos hermosos, que no le encanten mil cosas de aquél lugar y hasta que si es futbolero -es muy difícil ser consecuente en todo- no se alegre al ver que el cuadro con el que uno vibra hace un buen mundial. Todas esas sensaciones no tienen que ver con el patriotismo que tanto sirve al capitalismo y tantas guerras ha alimentado. Ni con la liberación nacional, ni la unidad nacional, que tanto beneficia a los empresarios y tantas luchas ha encauzado, ni con la defensa de la patria, la comunidad ficticia por excelencia, ni con la confraternización entre explotadores y explotados «para beneficio de todos» los del país, sobre todo de los burgueses y poderosos.

Según el testimonio de varios militantes, en Uruguay -a diferencia de en Argentina-, en los momentos de más lucha social y mayor politización de la vida (años sesenta y setenta), nunca usaban la bandera de la patria para acompañar sus movilizaciones. Eso sólo lo hacían las fuerzas de la izquierda más reformista o directamente los rancios conservadores. Un protagonista de aquella época, indignado porque la agrupación de ex presos CRISOL homenajeara a militantes de entonces con el símbolo patrio, escribió una nota a los responsables de dicha agrupación:

«Estimados Compañeros:

Como ustedes saben la bandera uruguaya fue símbolo del nacionalismo y de la extrema derecha durante toda la historia del país. El Uruguay mismo como país fue un invento de las potencias imperiales y se constituyó como país en contraposición con todos aquellos que habían luchado por la patria grande, como Artigas y en general los orientales que siguieron a Artigas en el éxodo. En los años de lucha importante (1968 al 71) los luchadores sociales enarbolaban otras banderas (como la de Artigas, la roja, la negra, la roja y negra) frente a los de la Juventud Uruguaya de a Pie o de Patria, Familia y Propiedad.

Por lo expuesto propongo que se elimine la banderita uruguaya de todo homenaje a los ex presos políticos. La misma me parece un insulto a los compañeros.

Estando dispuesto a argumentar esto publica y detalladamente, les solicito que consideren formalmente este pedido.

Saludos cordiales».

Hay que recordar que en los años sesenta, en Uruguay, se produjeron acciones y se difundieron varios comunicados dejando claro que «Habrá patria para todos o para nadie». Fue la consigna más repetida por el MLN-Tupamaros. Advertía que en el país habría guerra social hasta que toda la población disfrutara por igual de los recursos naturales, hasta que todos echaran una mano en la producción y dejaba claro que se habían acabado las épocas de privilegios. Algunos eran más continentalistas y hablaban de revolución en América Latina o, hasta en África y Asia (la tricontinental), pocos eran los que luchaban realmente por una transformación social radical a nivel planetario. Lo que no cabe duda es que estuvo latente un debate sobre quiénes eran los patriotas (para algunos los socialistas y los que querían una patria liberada de miseria, desigualdad y oligarcas) y quiénes los vende patrias que le seguían el juego a las multinacionales o al «Estado yanqui». Y en este sentido, también se generó una disputa sobre quiénes eran los verdaderos herederos del «Libertador» Artigas, a quien, absolutamente, todos reivindicaban. En ese contexto Daniel Viglietti cantaba estas estrofas.

«Mano con mano el humilde,
Mano con mano y acción,
Que retorne la bandera
A manos del cimarrón.
Azul y blanca en el aire,
Siempre camino del sol,
Sol que ilumine a los pobres
Como quiso el protector.
Franjas de arriba y de abajo,
Ninguna quiere ser más,
Son todas bien compañeras
Y que viva la igualdad.
La igualdad de mi bandera
En la tierra hay que lograr,
Y el que se oponga que caiga;
Nadie lo va a disculpar.
Pero permítame, amigo,
Fijarme como lo doy,
Que un señor abanderado
También puede ser traidor.
Fíjese que el poderoso
Suele vestirse de peón,
Hablar de escudo y bandera
Y a la patria hacer traición».

Tuve la oportunidad de preguntarle a Viglietti sobre si consideraba esa canción, y a él mismo, patriota y me respondió que no, que ahora no escribiría esa letra pero que tenía que tener muy presente el contexto en el que la escribió -explicado anteriormente–, la guerra que se estaba desarrollando sobre el destino del país -el de la justicia social o el de los oligarcas-.

Si algo caracteriza a este cantautor es su solidaridad internacionalista con luchas lejanas geográficamente, pero cercanas por su contenido y objetivos.

«Tanta distancia y camino,
tan diferentes banderas
y la pobreza es la misma
los mismos hombres esperan.
Yo quiero romper mi mapa,
formar el mapa de todos,
mestizos, negros y blancos,
trazarlo codo con codo».

Rodrigo Vescovi

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