SOBRE EL CIERRE DEL DIARIO EGIN

Me endilgan los colegas, y sin embargo amigos, que perpetran E.Z. un buen marrón: Resumir en ¿cuántos caracteres? qué es (¡fue!, malditos sean) Egin, por qué lo asesinaron; a mi parcial parecer, desde mis nueve años de «activismo» en el «panfleto» de los «terroristas». Acepto encantado, pensando especialmente en la audiencia de E.Z. de fuera de Euskal Herria. Válgame un recurso simple pero efectivo.

Quién sÍ, quién no y por lo tanto

Creo que nada define a una persona como sus amistades y sus enemistades; quién estuvo a su lado y quién enfrente mientras vivió, quién celebra su muerte y quién la llora. Tras la ejecución de Egin -«Operación Persiana»-, han diluviado sobre su humilde y transitorio sustituto, Euskadi Información, cartas, manifiestos, mensajes de indignación, denuncia y ánimo enviados por personas y colectivos abertzales, feministas, libertarios, antimilitaristas, musicales, internacionalistas, insumisos, antiracistas, deportivos, ecologistas, de pres@s (polític@s y sociales), artistas plástic@s, okupas, desemplead@s, humanitarios, por la libertad de los pueblos, la libertad sexual, de expresión y pensamiento, sindicatos… de toda Euskal Herria y muchos otros parapetos en la barricada internacional de lo que este pobrecito hablador considera la izquierda real; esa chusma. No protestó la banca, la gran patronal, La Moncloa, La Zarzuela, ejército ni pasma de color ninguno, la gente «guapa», la judicatura, la inmensa mayoría de la clase política e «intelectual» del Ebro abajo… Sí un anarquista vegano, ajedrecista y devorador de libros, un bereber aprendiendo euskera y una programadora informática colada por Gerry Adams que yo me sé; no un carpintero lector del Marca y admirador de Felipe González, una profesora de idiomas guapísima y «apolítica» ni un especulador inmobiliario, que también conozco. Sencillo, sí, quizá pelín maniqueo, pero cierto, clarificador; tal que una revista como Ekintza Zuzena se ocupe del asunto.

Egin no fue tan «la voz de los sin voz» como hay quien dice. Pero infinitamente más que sus «compañeros» (alternativos aparte) de kiosko y dial; un molesto anacronismo en estos tiempos de homogeneidad semántica camuflada en la pluralidad estética, un virus nocivo para la tele-democracia que «nos hemos otorgado».

«Entre las pruebas de selección estaba el repaso diario de las siete provincias del país vasco español, francés y navarro, cursos de marxismo, especialmente en la modalidad de Harpo, y clases de puntería con bolígrafos-pistola cedidos por Gadaffi», escribe con obvia sorna en E.Información un compañero. Empezamos al alimón, en local, sin más consigna, que yo recuerde, que prestar tanta o más atención y crédito a la asociación vecinal, el colectivo de currelas, el euskal txoko o el detenido de turno que al alcalde, el empresario, el consejero de Educación o el juez, y un trato destacado y de favor a HB, el MLNV y la Izquierda Abertzale en general. ¿Habría podido machacar al BBV en El Correo, al PSOE en El País, la Ser o Canal +, a la Conferencia Episcopal en la Cope, al PP en El Mundo, a los Borbones, el Papa o la Benemérita en ABC, al PNV en Deia..? Pues eso. Claro que es distinto. Cómo oso comparar a «los violentos», a «los que odian», con los «demócratas», los «tolerantes»; porque las hipotecas salvajes, la desindustrialización y la precarización del empleo, la discriminación de las minorías sexuales y culturales, el blindaje del Estrecho, las encíclicas contra la planificación familiar en el llamado Tercer Mundo, la Europa de los mercaderes, la utilización de la Administración en beneficio propio… «no» matan, pero la ETA, por «resumir» el otro bando, sí.

En el simpático 92, tiempos aún de crecimiento, llega a Egin el color, el suplemento juvenil Gaztegin y el dominical Igandegin, que acoge al ya clásico Ingurugiroa (único cuadernillo de ecología y medio ambiente en la prensa escrita) y a este reportero. Cometo interviús con personajes de lo más variopinto y reportajes sobre movidas, historias, cosas variadísimas e interesantes, creo; disfrutando, además, de una libertad temática y de estilo impensables (según colegas de otros medios) en ningún otro periódico. Tampoco conozco en la demás prensa debates tan abiertos y ricos como los «Ez-Baika» de Iritzia (Opinión). Se nos «leyó» muchísimo de oídas. Ya saben: El medio es el mensaje. Casi todas las puertas en mis narices y los teléfonos colgados son «públicos». Frecuento, por eso y porque me da la gana, más la calle que los despachos.

Asfixia económica institucional, saqueo jurídico-policial y linchamiento mediático

La remodelación relanza las ventas (unos 53.000/día). Egin Irratia, sorteando mil y una zancadillas legales e ilegales, se asienta. Pero el acoso del Poder no cesa. Desestimada (por escandalosa, imagino) la vía expeditiva (que ya Suarez tanteara), el Estado, primero, y sus subalternos vascongados y navarros, luego, apuestan por la asfixia económica, negándonos la publicidad institucional (un pastón) que por tirada y difusión (la O.J.D. da fe) nos corresponde. Por eso la editora, Orain, deja, en 1993, de apoquinar a la Seguridad Social. La deuda alcanza al cierre de Egin 550 kilos. La mayoría de los media airea el «escándalo»; no así que la cifra es la cuarta parte de lo no ingresado por la dichosa «publi», ni el incumplimento de sentencias judiciales firmes, por tal motivo, favorables a Orain. Viva la Ley. Y el ahogo resulta: adiós a las pagas extra, congelación salarial, retrasos en los sueldos… Corre el 93. Pepe Rei y sus secuaces no dan tregua al saqueo PSOE-cialista del arca pública, al narco-antiterrorismo dirigido desde Intxaurrondo, al aparato de «fontanería» del PNV, por citar algunos casos. En diciembre, al poco del atentado mortal de ETA contra el significado ertzaina Goikoetxea (encausado por las famosas escuchas ilegales a Garaikoetxea lehendakari y otras turbias actividades, que, como otros medios, publica Egin), los chicos de Atutxa, mandados por el juez español Bueren, arrasan los despachos del Equipo de Investigación en Hernani y Bilbo. La excusa, su presunta conexión con el «aparato de extorsión económica» de ETA, por la cual pagaría Rei unos meses de cárcel para al final ser absuelto; el verdadero objetivo, desactivar el «talde» (roban sus fuentes informativas, intocables para según qué periodistas) y criminalizar a la empresa. Egin sufre un linchamiento mediático y público sin precedentes.

Así, en 1994, bastantes nos vamos a una regulación temporal de empleo. Y hay despidos que algun@s no entendemos. Otros, sí. El temporal amaina y pasamos los 2-3 últimos años en relativa calma. Hasta el miércoles 15 de julio de 1998.

«Espíritu de Ermua» versus «Acuerdo de Lizarra»

El «Espíritu de Ermua» venga, matando un periódico y una radio, la memoria de un pobre chaval convertido en mártir de la democracia (y excelente baza electoral del españolismo en general y el PP en particular) por una pistola y no por una pluma ni un micrófono. El «A por ellos» que disparó Victoria Prego en la inolvidable tormenta mediática, aquel «espontáneo» movidón de masas (que la exclusión social o la corrupción política, por ejemplo, jamás generarán) coreando el «popular» estribillo «Vascos, sí; ETA, no» ideado por el CESID, se materializó en el encarcelamiento de la Mesa Nacional de HB por publicitar la Alternativa Democrática de ETA (un órdago de negociación y paz), el endurecimiento de una política penitenciaria ilegal (la dispersión) y el ataque al presunto «holding financiero» de ETA-KAS, que incluye a AEK (red popular de academias de euskera) y, faltaría más, a Egin; en un ambiente de demonización de la Izquierda Abertzale y el nacionalismo vasco en general que alimentan con entusiasmo militante los media españoles más poderosos.
La «kale borroka» (guerrilla urbana, digamos) y ETA (con acciones que parte de la propia Izquierda Abertzale estima contraproducentes) tampoco aflojan. Y el PNV y HB inician -en la senda desbrozada por sus sindicatos, ELA y LAB- unas reuniones secretas que desembocan en el Acuerdo de Lizarra del 12 de septiembre (al que se suman EA, IU, los citados y más sindicatos y un montón de organizaciones sociales) y en la histórica (indefinida, sin exigencias a corto plazo) tregua de ETA proclamada el día 18, que, a poco más de un mes de unas elecciones autonómicas con sabor a referendum de autodeterminación, desata el debate pendiente e inevitable sobre la madre del cordero, es decir la enfermedad causante de los síntomas.

15 de julio, estábamos. El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón y un batallón de maderos asaltan Egin, lo tapian y se llevan a Madrid carros de documentación y once consejeros y ex-consejeros de Orain acusados de integración en banda armada y alzamiento de bienes. Alfonso Sastre cede al desconcertado currelamen la cabecera Euskadi Información que preside, y el mismo jueves, tras un día y una noche frenéticos, suceden a Egin, para indigestión de Mayor Oreja y Atutxa, ocho páginas para dar cuenta de un atropello que es portada, durante más de una semana, en todos los MC, la mayoría de los cuales conceden a Garzón algo más que el beneficio de la duda. «Cumplieron el cometido que les encomendaron y no preguntaron si había pruebas o no para cerrar Egin y detener a sus directivos. No hacía falta», dice en E.I. días después, ya en la cárcel, Jabier Salutregi, el director. La revista Tiempo había desvelado una reunión, previa al cierre, de Mayor Oreja con los directores de varios media. No es preciso ser un lince para adivinar el orden (la orden) del día. Sólo Egunkaria manifestó abiertamente su protesta. PNV, EA y la IU vasca, aún con prudencia, hablan de ataque a la libertad de expresión. ELA, LAB, EHNE, ESK-CUIS, STEE, Ezker Sindikala (la llamada mayoría social) más HB, Batzarre y Zutik firman un comunicado tajante de repulsa. El sábado 18 de julio (ahí es nada, la fechecita), Donostia alberga la mayor manifestación de su historia, en defensa de Egin y la libertad de pensamiento y expresión. Su eco mediático, por supuesto, irrisorio. El lunes, Garzón encarcela a ocho de los detenidos. Oreja habla del auto y algunos medios lo publican antes de que sea oficial. Según Oreja-Garzón, Egin señalaba a ETA (como si hiciera falta) objetivos de extorsión, asesinato o secuestro, advertía de movimientos policiales a los comandos, que se comunicaban entre sí mediante la sección Merkatu Txikia; periódico y radio estaban por completo a las órdenes de ETA-KAS.

Un cierre gubernativo-judicial «anticonstitucional»

Quienes entienden del tema y además mantienen un resquicio de ética (el juez Joaquín Navarro, por ejemplo) califican el auto poco menos que «de dibujos animados». Enrique Gimbernat Ordeig, catedrático de Derecho Penal y miembro del Consejo Editorial de El Mundo, asegura que el cierre es inconstitucional. En Derecho Penal, dice, sólo responden de los delitos (aún por demostrar) las personas físicas (societas delinquere non potest). Aunque el artículo 129 del Código Penal confiere al instructor la potestad de suspender, genérica y preventivamente, actividades mercantiles, «no es lo mismo», escribe el catedrático, «cerrar una frutería o el tiovivo de una verbena que un medio de comunicación», materia sensibilísima en un «Estado de Derecho» que aquí protege el artículo 20 de la Constitución (libertad de expresión y de información como derechos fundamentales). «Y éste no admite, como medida cautelar, la clausura del medio, sino únicamente el secuestro de ejemplares», en ciertos casos. Total que -explica Gimbernat- salvo en estado de excepción y de sitio (artículo 55.1 de la C.), «la clausura de un medio de comunicación es inconstitucional». A similar conclusión llegan los servicios jurídicos del PNV. Qué mas da.
«Poco importa que algunos de los asuntos abordados por el juez huelan a naftalina; que otros hayan sido ya objeto de procesos judiciales con resultado de absolución; que en otros pase el señor juez a hacer valoraciones (“Egin ofrece una visión distorsionada de la realidad”) dignas del más sesudo semiólogo», escribe Iker Albizu en E.I. «Garzón construye el delito a posteriori desde una cesta de tipos distintos para ver si alguno resulta», dice el profesor de la UPV-EHU Ramón Zallo. «Realiza una instrucción instigada, llena de convicciones morales elevadas a verdades como puños y más propias de tertulias radiofónicas», estima. «Y aplica una pena cautelar y anticipada con daños empresariales irreversibles». Albizu: «Lo verdaderamente transcendente es que, con ingredientes tan diversos y de tan variadas procedencias, ha cocinado usted el gazpacho veraniego que muchos hambrientos de justicia estaban esperando en la España cañí».

Sólo cuando Aznar, en Turquía, va y suelta, hábil él, «¿se creían que no nos íbamos a atrever a cerrar el Egin?», sujetos tipo Anguita admiten que el cierre responde a motivos políticos e ideológicos y no a los peregrinos argumentos de Garzón; un secreto a voces que no obstante contadísimas, en la piel de toro, declaran en público. Sádaba es una de ellas: «Se quería cerrar Egin y se ha cerrado». Otros presuntos progres españoles defensores de las libertades y patatín y patatán demuestran, por enésima vez, que cuando del «Frente Norte» se trata se bloquean, o algo peor. Escribe Umbral: «Creo que una de las causas del cierre de Egin es esa transparencia un poco ingenua del discurso (quizá porque se escribe para un público no demasiado intelectual)». Le responde mi compañero y admiradísimo Rafael Castellano: «Umbral nos suelta una moserga. A saber, que Egin no era “La Revista de Occidente” y que se ha hecho el harakiri de resultas de un pertinaz acné juvenil. Qué fácil. Qué carcunda. Egin rezumaba cuadernillos y secciones no de intelectualidad, sí de cultura. De culturas…». Dijo también Umbral que «Mayor Oreja o Garzón han (¡han, ellos!) volado la chapela a cien mil vascos que leen Egin». Rafa le corrige: «Egin gozaba de bastantes más lectores que los cien mil hijos de San Pancracio que él contabiliza sin cerciorarse de las fuentes y, craso error, sin sumarles la incontable pestañé y funcionariado jurídico y parlamentario que en este país, pongamos que le hablo de España, se lo desayunaba mojando en él las porras».

Zallo enmarca la instrucción, «oportuna, espoleada y cebada por el Gobierno», en el siguiente contexto: «1-La ruina de la Mesa de Ajuria Enea invitaba a una capitalización del PP bajo el signo de la firmeza y que dejara en evidencia a un PNV “connivente”. 2-Como la sentencia del caso Marey (también Garzón el instructor) iba a abrir todas las baterías del PSOE contra el PP, parecía necesaria una maniobra de compensación. 3-El encarcelamiento de la Mesa Nacional de HB no hizo arder Euskadi y cabía insistir en el mismo sentido. 4-El ascenso ininterrumpido del “tercer espacio” había que cortocircuitarlo. 5-La proximidad de las elecciones invitaba a la polarización (ganar a la mayoría del electorado duro) cuando el PP tiene la expectativa de dar un salto cualitativo en la CAPV. 6-Tertulianos e intelectualidad orgánico-mediática habían preparado el camino y, luego, han ejercido de claqué de la instrucción de Garzón que, en cualquier caso, tiene el efecto de hacer daño inmediato». Txomin Ziluaga, ex-pope batasuno repescado en la candidatura de Euskal Herritarrok: «El PP, para mantener su decadente proyecto de Estado, necesita impedir a toda costa que en Euskal Herría se nuclee una mayoría abertzale progresista», la que se fragua en el tándem ELA-LAB e impulsa el Foro de Irlanda-Acuerdo de Lizarra. Tiene para ello el Poder Judicial a su servicio.

Egingo Dugu

El 31 de agosto, Garzón se ratifica: «Egin es un instrumento eficaz de ETA». Y ya está. Dos semanas antes, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales nos ha denegado la prestación por desempleo que nos hemos ganado con la puntual cotización correspondiente. Otra vuelta de tuerca ilegal al «enemigo de la legalidad». En septiembre corrige y la cobramos. Ha transcurrido un mes y medio de movilizaciones y solidaridad irresumible en este espacio e insospechada fuera de Euskal Herria. Casi ni cabe en el libro «La ley del silencio», publicado el 25 de septiembre, a dos días del encuentro festivo anual de la gran «familia» Egin y allegad@s en el robledal de Altsasua-Urdiain, que no celebró el Egin Eguna (Día de Egin) del 21 aniversario sino un Egingo Dugu (lo haremos) dedicado al «nuevo» proyecto, ya en marcha. En cuanto se supo que el cierre cautelar podía, puede, prolongarse hasta cinco años, el importante sector de la sociedad vasca (y no sólo) que hacía y consumía Egin tiene claro que debe levantar, cuanto antes, un nuevo periódico y una nueva radio, por lo menos. Ya el 30 de julio un grupo de periodistas, escritor@s, sindicalistas, bertsolaris, políti-c@s… anuncia en Donostia el compromiso-reto: «1.000 milioi baietz». Hacen falta mil kilos, que se obtendrán, nadie lo duda, vía donación, o accionariado, popular (como en 1977), más repartido que la Lotería de Navidad. Recordé en ese momento una frase de Pepe Rei en una mesa redonda: «Opino de cada medio de comunicación lo que opino de su consejo de administración».

Total que la plataforma Hitz Egin (Hablar; nacida tras el saqueo de 1993) se afana en el «atraco» mientras un equipo, «el talde», se ocupa de diseñar la nueva empresa de comunicación vasca e independiente (al menos de los grandes capitales y los uniformes discursos que dominan casi todos los medios) que, con el nombre EKHE (Euskal Komunikabi-deen Hedapenerako Elkartea), se espera vea la luz a primeros del año que viene. Estoy seguro de que va a ser un éxito. Sólo hay que ver cómo (como churros) se están vendiendo esas primero 8 páginas, luego 16, ahora (mediado octubre) 32 de Euskadi Información. Por quién lo prepara y cómo, supongo no diferirá apenas en sus cimientos ideológicos de lo que fue Egin. Personalmente, me gustaría que fuera más euskaldun, más «voz de los sin voz», menos rotundo en algunas maneras, más democrático por dentro (en todos sitios cuecen habas) y más profesional (investigación no sólo en Investigación, menos erratas, más amplitud de miras y de fuentes, mejor redacción…). Y me gustaría y espero, ni que decir tiene, estar ahí, y que Salutregi y compañía y el resto de represaliad@s polític@s y sociales (tanto monta), vasc@s y demás, lo vean, pero en libertad, personal y colectiva.
Punto y seguido.

José Luis Segura

Egin egingo dugu?

A menudo, cuando algo en lo que hemos participado termina, tiende a recordarse con cierto cariño, y se maquilla la memoria por un malentendido «respeto a los muertos» y por la nostalgia de lo perdido. El peligro es construir el presente y el futuro sin la necesaria crítica, partiendo de una imagen falseada que nos impida ver cuál es la nueva realidad.
Egin fue sin duda el periódico, una referencia cotidiana ineludible donde tenían cabida muchas expresiones y debates sociales y políticos. Su configuración parecía responder a un triple modelo: prensa comercial, prensa de partido y prensa popular-alternativa, surgida de una pluralidad de sensibilidades a finales de los 70. La Izquierda Abertzale tenía en él un portavoz y estandarte para extender su mensaje dentro y fuera de Euskal Herria. Era una herramienta, un símbolo y a veces casi hasta un fetiche. Desde luego no era perfecto, ni siquiera el ejemplo a tomar en cuenta de forma preferente a la hora de construir un modelo comunicativo horizontal, radical y alternativo. Las deficiencias eran en no pocas ocasiones las de todo el aparato mediático, cuya función habitual suele ser la de formar e indicar a las masas el camino correcto, más que la de ayudar a pensar críticamente contra los otros y contra nosotros mismos.
El caso es que lo cerraron. La represión hizo acto de presencia y movilizó a quienes pensamos que la libertad es el primer valor. Sin embargo, desde los primeros días, y en especial después de la gran manifestación celebrada en Donostia -tal vez en un momento en el que habría que haber hecho saltar miles de resortes sociales- la desmovilización se hizo manifiesta (lo cierto es que había otros procesos en ciernes, como el de Lizarra). Por un lado, Euskadi Información, sucesor de Egin, comenzó a incorporar enseguida la «normalidad» en sus páginas (escaparate de la nueva línea oficial, noticias de agencia, deportes, TV,…), en un proceso que no ha dejado de acentuarse. Por otro lado, el apoyo popular fue rápidamente encauzado sin margen a expresiones autónomas.

Y en esto surgió el proyecto del nuevo periódico. Se vendían acciones de 100.00 ptas. con la promesa de un futuro que no estaba nada claro, utilizando para ello una amplia solidaridad antirrepresiva, cierta dejación y pasividad voluntarias de la gente -sumida en una fe o ilusión más o menos ciegas en quienes se iban a encargar de diseñar el nuevo medio- y la añoranza de un ya mítico Egin. Se pedía la adhesión, por desgracia entendida casi exclusivamente de forma económica, pero no existía la posibilidad de saber a ciencia cierta lo que se estaba gestando, ni de intervenir realmente en la decisión de qué tipo de prensa se quería, en un momento en el que era posible empezar de nuevo. La sensación que quedaba en el ambiente era que esa cierta diversidad con la que nació Egin no estaba presente en esta ocasión.

Seguramente Gara, el periódico que surge de las cenizas de Egin, seguirá ofreciendo un margen para la expresión de la disidencia, aunque el grado de apertura dependerá de los acontecimientos y de la línea política por la que opte la Izquierda Abertzale. En cualquier caso, no podemos confiar en que nada vaya a cambiar de verdad en nuestra realidad cotidiana si no nos implicamos conscientemente en ella. Al margen de situarnos con mayor o menor entusiasmo ante lo que se nos ofrezca, debemos potenciar, sin dejar espacio para la autocomplacencia, todas aquellas expresiones sociales y comunicativas con las que más nos identifiquemos, por su afán de transformación, porque formamos parte de ellas y porque son realmente nuestras.

Argia Landariz

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