Incidencia ambiental y social de los trasvases

Desde el año 92, los diferentes Gobiernos que se han sucedido anunciaron reiteradamente su deseo de aprobar el Plan Hidrológico Nacional, incluyendo como parte fundamental del mismo la realización de los grandes trasvases entre cuencas. Sin embargo, ello ha levantado continuamente una fuerte oposición política y social, sobre todo en las cuencas donantes, produciéndose sonoras polémicas entre estas regiones y las receptoras, lo que ha dejado permanentemente aparcado el citado Plan. DIA MUNDIAL DEL AGUA
GotaEl Plan Hidrológico Nacional promovido por el Gobierno tiene como única finalidad la realización de los grandes trasvases entre la España interior y la Cuenca Mediterránea.

Sin embargo, hace algunas semanas, probablemente amparado por la mayoría absoluta alcanzada en las últimas elecciones, el Ministro de Medio Ambiente anunció la próxima aprobación del Plan Hidrológico Nacional, señalando además que su objetivo fundamental era el de dar soporte legal a la realización de grandes trasvases entre cuencas.

En el presente documento vamos a analizar cuales serían, con carácter general, las consecuencias ambientales y sociales de la realización de los grandes trasvases. Cuando se disponga de los proyectos más concretos se podrá realizar un análisis más detallado de la incidencia sobre el medio ambiente y la población de cada uno de los trasvases propuestos.



EFECTOS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE

Grandes embalses


La realización de grandes trasvases entre cuencas lleva necesariamente aparejado la construcción de grandes embalses en las cuencas donantes, para obtener una máxima regulación, así como en las cuencas receptoras. De hecho, hace algunos años José Borrell, siendo ministro de Obras Públicas, llegó a afirmar que algunos de los embalses que se estaban construyendo o estaban previsto construirse en la cuenca del Ebro, como era el embalse de Itoiz, tenían como finalidad el trasvase de agua desde esta cuenca hacia la costa mediterránea.

La incidencia medioambiental de un gran embalse va a depender en gran medida de la ubicación del mismo, sin embargo, podemos considerarlos con carácter general, como una de las infraestructuras más impactantes que se pueden construir.

Todo lo que queda dentro del vaso del embalse desaparece para siempre. De esta manera, los más de mil grandes embalses que existen en España, han supuesto la desaparición de otros tantos valles, incluyendo bosques, campos de cultivo, pueblos, restos arqueológicos, etc. De hecho, se estima que los embalses construidos en España desde 1940 hasta la fecha han supuesto la desaparición de alrededor de 500 pueblos.

Otro impacto que siempre va a producir la construcción de grandes embalses va a ser el generado sobre el ecosistema fluvial, produciendo su desaparición en el tramo ocupado por el vaso, pero afectándolo también de manera importante en los tramos que continúan aguas abajo.

La existencia de los embalses supone una alteración importante en el régimen de caudales del río aguas abajo, no sólo por la reducción del mismo que siempre se produce, sino también por las modificaciones bruscas de caudal que tienen lugar, como consecuencia del régimen de explotación del embalse, lo cual va a afectar de manera negativa a la fauna piscícola y a la vegetación de ribera.

Las fuertes oscilaciones de nivel que habitualmente tienen lugar en los grandes embalses, impiden el desarrollo de una vegetación de ribera en las orillas. Asimismo, en las aguas del embalse tan sólo suelen habitar algunas pocas especies de peces, muchas menos de las que pueblan un río sin regular. Todo ello, hace de nuestros embalses especialmente pobres en lo que a biodiversidad se refiere.

Finalmente, la construcción de grandes embalses lleva aparejada la creación de grandes canteras de donde obtener el material para la construcción del dique, así como de enormes escombreras, elementos que habitualmente suelen producir un gran impacto sobre el medio ambiente.


Conducciones

La otra gran infraestructura que los trasvases suelen llevar aparejados son las conducciones por donde va a discurrir el agua. Al igual que en el caso de los embalses, el impacto que estas otras producen va a depender fundamentalmente del valor ambiental de las áreas afectadas y más concretamente en este caso del trazado. Sin embargo, se trata también de obras que en general van a generar un gran impacto medioambiental, similar al que produce la construcción de una autovía o de una línea de tren de alta velocidad, donde además las pendientes deben ser muy reducidas y prácticamente constantes, lo cual incrementa sustancialmente los movimientos de tierras que va a ser necesario realizar, y por tanto la incidencia sobre el medio ambiente.

Se trata de grandes conducciones de varios cientos de kilómetros que cruzan el territorio, jalonadas por enormes taludes, produciendo graves afecciones ambientales allá por donde cruzan, dividiendo el territorio y produciendo por tanto un efecto barrera notable.

Al igual que en el caso de los grandes embalses, la construcción de estas canalizaciones lleva también aparejado la creación de grandes canteras así como escombreras.


Efectos sobre la fauna piscícola

Los trasvases implican, lógicamente, una mezcla de aguas de una cuenca con otra, y por tanto el paso de la fauna piscícola de la cuenca donante a la receptora. De hecho, el trasvase Tajo-Segura es el responsable de la introducción del pez rojo (Carassius auratus), del gobio (Gobio gobio) y de la boga del Tajo (Chondrostoma polylepis) en la cuenca del Segura; del calandino (Leuciscus alburnoides) y la boga del Tajo en la cuenca del Júcar; y de la bermejuela (Rutilus arcasii) en la cuenca del Guadiana.

La introducción de especies es una de las principales causas de extinción de especies en el mundo, siendo los trasvases una forma "eficaz" de introducción de especies piscícolas. La realización de los trasvases previstos por el Gobierno, que prácticamente interconectarían todas las cuencas, producirían necesariamente introducciones de especies alóctonas en las cuencas receptoras, produciéndose desequilibrios ecológicos importantes, que pudieran conducir a la extinción de algunas de las especies de peces autóctonas, e incluso endémicas, que habitan en esas cuencas.



CONSECUENCIAS SOCIALES

Disponibilidad de recursos en las cuencas donantes


Desde el Gobierno se argumenta, para poder llevar a cabo los grandes trasvases entre cuencas, la existencia de excedentes en las cuencas donantes. Sin embargo, el concepto de "excedente" es bastante relativo, pues ese agua teóricamente sobrante suele desempeñar funciones ambientales importantes en la cuenca. Por ejemplo, al desembocar los ríos en el mar arrastran al mismo sedimentos, lo cual permite el mantenimiento de las playas. De hecho, la reducción en el vertido de sedimentos al mar desde los ríos, que se ha producido en las últimas décadas como consecuencia de la construcción de embalses, ha traído consigo la reducción e incluso desaparición de numerosas playas del Mediterráneo. Ello supone un impacto medioambiental considerable, a parte de social, pues de todos es sabido la fuente de ingresos económicos que suponen las playas a través del turismo.

El coste económico directo también es considerable, como prueba la elevada cantidad de dinero que todos los años destina la Dirección General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente a la regeneración de playas, para paliar este problema.

Por otra parte, según Francisco Javier Ayala-Carcedo, de la New York Academy of Sciences, esos teóricos excedentes actualmente existentes en las posibles cuencas donantes, muy probablemente desaparecerán en las próximas décadas a consecuencia del Cambio Climático.

Según este investigador, el cambio climático que se está produciendo supondrá para mediados del siglo XXI en España un aumento de la temperatura media anual de 2-2,5ºC, y disminuciones variables de las precipitaciones según las regiones, desde el 17% en la Cuenca del Sur, al 2% en las Cuencas del Norte. Tanto la reducción de las precipitaciones como el aumento de temperatura, conducen a una disminución de los recursos hídricos. Esta reducción, tomando como base la previsión del Instituto Nacional de Meteorología (INM), supone un valor medio del 17%. Estas disminuciones serían netamente mayores para toda la mitad Sur de España (34% en el Guadalquivir, y 22% en el Júcar).

Por otra parte, el consumo por hectárea se incrementa cuando aumenta la temperatura (al ser mayor la transpiración biológica y la evaporación), y disminuyen las precipitaciones. Por ello, es previsible que se incremente también el consumo en los regadíos existentes.

Esta reducción de los recursos e incremento de los consumos, ambos inevitables, va a traer consigo necesariamente que casi todas las cuencas que actualmente son excedentarias (Ebro, Duero, Tajo y Guadiana), van a dejar de serlo en las próximas décadas, no soportando por tanto la extracción de recursos. De hecho, previsiblemente tan solo las Cuencas del Norte soportarían los trasvases a medio y largo plazo.


Expectativas creadas en las poblaciones receptoras

La realización de los grandes trasvases no traería consigo la simple eliminación de los déficits actualmente existentes en las cuencas receptoras, ni muchísimo menos. En la costa mediterránea, lo único que puede ralentizar, que no parar, el crecimiento del consumo, es la sensación de escasez. Prueba de ello lo tenemos en el hecho de que, durante la sequía de 1990-95, y a pesar de la escasez de agua, se incrementó la superficie de cítricos en la Cuenca del Júcar del orden del 11%. De esta manera, el simple anuncio de la posible realización de grandes trasvases de agua desde el interior hacia la costa mediterránea, dispararía la demanda de agua en ese área de forma espectacular. De hecho, el trasvase Tajo-Segura despertó en esta última cuenca grandes expectativas cuando se anunció, muy por encima de la capacidad del propio trasvase, y actualmente el déficit en la cuenca del Segura es bastante mayor que antes de realizarse el trasvase.

Es previsible que con el anuncio de los futuros trasvases se produjera algo similar en toda la costa mediterránea, disparándose las demandas, aunque de una manera mucho más acentuada, al tratarse de un volumen y un área mucho mayor. De esta manera, cuando hipotéticamente después de unos años de construcción llegase el agua de los trasvases a la costa mediterránea, las expectativas creadas habrían disparado previsiblemente las demandas muy por encima de los recursos trasvasados, que serían absorbidos por los nuevos regadíos, en su mayoría privados, estableciéndose un déficit probablemente mucho mayor al existente en la actualidad.

Esta situación conllevaría consecuencias sociales importantes en las cuencas receptoras. En la Cuenca del Segura las expectativas que se crearon empujaron a muchos pequeños agricultores poner nuevas tierras en regadío, invirtiendo en ello su patrimonio o mediante créditos. Actualmente, en la mayoría de los años, las aguas derivadas por el acueducto Tajo-Segura son claramente insuficientes para abastecer a los regadíos ya existentes, habiéndose tenido que recurrir algunos años a agónicos riegos de emergencia para evitar la pérdida de los frutales, y todo ello a costa del caudal ecológico del río Tajo, que se vio reducido por ello.

Esta falta crónica de recursos ha llevado a la ruina a numerosos agricultores de la Cuenca del Segura, que basaron su actividad económica en unos regadíos que necesitan un agua que apenas les llega, simplemente porque nunca existió.

Algo parecido, aunque mucho más acentuado, es previsible que ocurra en el resto de la cuenca mediterránea si se llevan a cabo los trasvases previstos.


Efectos sobre las poblaciones de las cuencas donantes

La realización de los grandes trasvases también tendría consecuencias negativas en las poblaciones de las cuencas donantes. La escasez existente en las cuencas receptoras haría que se derivara por los trasvases la mayor cantidad de recursos posibles, superando con creces los teóricos excedentes, especialmente durante los años de sequía. En el sistema económico en el que estamos, una vez construida la infraestructura de trasvase, sería prácticamente imposible evitar que se derive todo el agua de que se disponga en la cuenca donante, si en la receptora produce un mayor rendimiento económico.

Una prueba de ello lo tenemos en el Trasvase Tajo-Segura, cuando en la última sequía el Consejo de Ministros autorizó varios trasvases cuando apenas había recursos en el Tajo. De hecho, no tuvieron inconveniente para poder llevar a cabo esos trasvases en reducir el caudal ecológico establecido en el Tajo a su paso por Aranjuez. Y todo ello a pesar de la oposición frontal de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, encabezada por su Presidente.

Si a todo esto añadimos la reducción de recursos e incremento de los consumos que se prevé para las próximas décadas, nos encontramos con que los trasvases podrían hipotecar en buena medida el futuro de las poblaciones de las cuencas cedentes, no sólo impidiendo la utilización de nuevos recursos para futuros usos, si no también retrayendo los actualmente empleados en determinados usos, económicamente menos rentables que los de las cuencas receptoras.



CONCLUSIONES

Como hemos podido apreciar, la realización de grandes trasvases entre cuencas producirían necesariamente graves agresiones medioambientales. Asimismo, la reducción de los recursos e incremento del consumo previsto para los próximos años, unido a las expectativas que los trasvases crean, no sólo no solucionarían los problemas de déficit de las cuencas receptoras, sino que incluso los podrían llegar a acentuar de manera ostensible. En las cuencas cedentes también producirían graves problemas sociales, llegando a hipotecar el futuro de esas regiones.

Por todo ello, Ecologistas en Acción rechaza la realización de los grandes trasvases entre cuencas previstos por el Gobierno, anunciando su completa oposición a cualquier Plan Hidrológico Nacional que contemple la realización de dichos trasvases.

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