Cifras Incendios
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(Ecologistas en Acción)

 

ESTUDIO SOBRE INCENDIOS FORESTALES EN ESPAÑA
 

 

1.- DATOS GENERALES SOBRE SUPERFICIE TOTAL QUEMADA EN LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS

Los datos que se manejan en este documento son los que facilita la Dirección General de Conservación de la Naturaleza (DGCN). Los datos concernientes al año 99 no son definitivos.

Si comparamos en un gráfico la evolución de la superficie quemada en las dos últimas décadas (80/89 y 90/99) podemos comprobar que son muy similares. Ambas décadas comienzan con un pico relativo próximo a las 300.00 ha seguido de un descenso y de un pico máximo que supera las 400.000 ha en los años 85 y 94 para volver a descender. La diferencia más llamativa es que la década de los ochenta termina en un segundo máximo por encima de las 400.000 ha y en la década de los noventa desciende hasta las 69.000 ha quemadas. También es importante señalar que los valores de superficie quemada de la década de los noventa se hayan siempre por debajo de los de la década de los ochenta.

 

Gráfico 1

Estas diferencias hacen que la media de superficie quemada en estos últimos diez años haya descendido con respecto a los diez años anteriores, 159.936 ha/año en el período 90/99 frente a las 244.788 ha/año del período 80/89.

Las fluctuaciones en los datos de superficie quemada están muy relacionadas con las variaciones del clima. Los picos máximos coinciden con años de fuerte sequía, sobre todo, en los meses de verano y en menor medida de primavera. La zona que marca esta diferencia es la que la DGCN denomina noroeste, que comprende las comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco más las provincias de León y Zamora. Esta comarca acapara la mayoría de los incendios todos los años, tanto en número como en extensión. Cuando las precipitaciones disminuyen en esta zona se disparan las cifras de incendios, es lo que ocurrió en el año 89. En el año 99, aunque es aventurar porque habría que comparar con los datos metereológicos, el verano en el noroeste fue húmedo, por lo que las cifras de incendios han sido las más bajas después del lluvioso año 96.

Si comparamos en un gráfico el número de incendios totales, comprobamos que a pesar de que la superficie quemada, en esta última década, ha disminuido no lo ha hecho el número de incendios que tiende a aumentar. La evolución de los datos es muy similar a la observada en el gráfico anterior, a mayor superficie quemada corresponde un mayor número de incendios y viceversa. Puede observarse que el final de la década de los noventa coincide con un descenso en el número de incendios.

 

Gráfico 2

En cuanto al número de grandes incendios (>500 ha) observamos que sigue, igualmente, una evolución muy dependiente de las condiciones climáticas. A mayor sequía, mayor el número de grandes incendios. Se comprueba que la tendencia hasta el año 94 era a mantenerse más o menos constante, hasta estos últimos años en los que se ha experimentado un importante descenso.

 

Gráfico 3

 

1.1 CONCLUSIONES A LOS DATOS DE LOS GRÁFICOS 1, 2 Y 3

Resumiendo, teniendo en cuenta la evolución de las cifras expuestas podemos ver que, en esta última década, la superficie quemada ha disminuido, a pesar de que el número de incendios ha ido en aumento. El número de grandes incendios también ha disminuido. Tal vez, una de las causas de estos descensos podría achacarse a unos valores anormalmente altos en las precipitaciones veraniegas, especialmente en las zonas de alto riesgo. Otra causa podría ser un aumento en la eficacia de los métodos de extinción, puesta en duda por Greenpeace. Habrá que ver la evolución de las cifras de los próximos años para tener una idea más clara y constatar si la superficie quemada sigue descendiendo. En cuanto al aumento de concienciación podríamos descartarlo porque el número de incendios ha ido en aumento, siendo los intencionados los más numerosos.

 

2.- ESPECIES FORESTALES MÁS AFECTADAS POR LOS INCENDIOS

En valores totales, los montes más afectados por los incendios, en 1998, fueron los de coníferas, con una superficie total afectada de 30.860,63 ha. Los montes de frondosas, incluidos eucaliptos, supusieron 11543,17 ha.

Dentro de las coníferas las especies más afectadas fueron el Pinus nigra con 10.228 ha quemadas, de las 9.989 fueron de Cataluña, y el Pinus pinaster con 10.943 ha afectadas repartidas entre Galicia (5.660 ha) y Castilla y León (3.355 ha). En tercer lugar se situaron el Pinus halepensis con 3.862 ha y el Pinus canariensis con 3.613 ha.

En cuanto a las frondosas, el Eucaliptus globulus fue la especie más afectada con 4.355 ha repartidas entre Galicia ( 3.289 ha) y Cantabria (165 ha). La segunda especie de frondosas fue el Quercus pyrenaica con 3.837 ha quemadas repartidas entre Castilla y León ( 2.789 ha) y Extremadura ( 281 ha). En tercer lugar se situó el Quercus ilex con 1.125 ha.

En el año 1997, la superficie de coníferas quemada fue de 8.627 ha y fue el P. Pinaster la especie más afectada con 2.282 ha. A las frondosas le correspondió una superficie mayor, 12.631 ha quemadas siendo la especie más afectada Q. Pyrenaica con 3.748 ha seguido muy de cerca por E. Globulus con 3.367 ha afectadas.

La distribución de la superficie forestal arbolada, en todo el Estado, atendiendo a la composición de las masas presenta una cantidad aproximadamente igual entre las masas de coníferas y las de frondosas, un 45% y un 44% respectivamente. Entre las coníferas la más abundante es el P. pinaster con 1.600.00 ha y entre las frondosas Q. ilex con 2.000.000 ha, Q. Pyrenaica con 400.000 ha, Eucaliptus sp. ocupa una superficie aproximada de 200.000 ha.

Aunque se cuenta con pocos datos para comparar, en cuanto a especies más afectadas, de momento los datos de los años 97 y 98, sí se puede decir que basándose en ellos se ha quemado más superficie total de coníferas que de frondosas, siendo la conífera más afectada el P. Pinaster y entre las frondosas es el eucalipto la especie más afectada.

 

3.- PRINCIPALES CAUSAS DE LOS INCENDIOS

Los datos más recientes con los que se cuenta son los del año 1998. Según éstos la causa principal de los incendios, tanto en número como en hectáreas quemadas es la intencionalidad. Los incendios intencionados supusieron el 60,33% de la superficie quemada y el 63% en cuanto a número total de incendios. El segundo lugar lo ocupa, lo que denominan otras causas, dentro de las que se encuentran ferrocarril, líneas eléctricas, motores y máquinas y maniobras militares. Estas supusieron la quema del 15,64% de la superficie total. En tercer lugar se sitúan las negligencias, dentro de las que se engloban la quema agrícola, quema de pastos, trabajos forestales, hogueras, fumadores, quema de basura y escape de vertederos. Éstas supusieron el 12,37% de la superficie quemada. Según los datos de la DGCN, las causas desconocidas supusieron el 7,46% de la superficie quemada y el 14% en cuanto a número de incendios.

Las motivaciones atribuidas a los incendios intencionados puede observarse en el gráfico 4. Cuando se incluye la quema agrícola y de pastos dentro de estos incendios se refiere a las quemas no autorizadas, los incendios producidos por quemas permitidas se incluyen en negligencias. Puede verse que son las quemas no autorizadas las causantes de la mayoría de los incendios.

Por otro lado, el porcentaje de causantes identificados es bajo, en el caso de quemas agrícola y de pastos autorizadas, que ocupan los valores más altos de identificación, supusieron el 12,49% y el 7,13% respectivamente. En el caso de incendios intencionados, sólo se llegó a identificar al 4,79% de los causantes.

Otro dato interesante es comentar como se ha llegado a reducir el número de incendios de causa desconocida desde aproximadamente el 30%, hasta el año 1995, al 14% actual. Esta disminución se debe a que dentro de las causas conocidas se incluyen las causas ciertas y supuestas de cada categoría, rayo, negligencias, otras causas, intencionado e incendio reproducido, con lo que el número de incendios desconocidos disminuye sensiblemente.

Como conclusión a estos datos hay que reiterar en la necesidad de averiguar la causa del mayor número de incendios, identificar a los causantes de los incendios intencionados e insistir en la necesidad de responsabilizar, bien con multas, bien con cárcel a los causantes.

 

4.- DISTRIBUCIÓN DE LOS INCENDIOS POR CAUSAS Y ÁREAS GEOGRÁFICAS

En los gráficos 5 y 6 se presenta la distribución de los incendios por causas, áreas geográficas y lugar de comienzo, corresponden al año 98, pero son muy similares en años anteriores.

Como se observa es la zona noroeste la que acapara mayor número de incendios, mayor superficie quemada y mayor número de incendios intencionados.

5.- DISTRIBUCIÓN DE INCENDIOS POR LUGAR DE COMIENZO

En el cuadro 1 se ordenan los incendios por causas y lugar de inicio. Más de la mitad de los incendios, según estos datos, comienzan cerca de caminos de acceso a los montes, carreteras, pistas forestales y sendas,11.834 incendios de un total de 21.895 y 7.639 incendios comienzan en lugares que no se especifican y se denominan otros lugares del monte.

Además hay algunas curiosidades, en este cuadro, que es interesante destacar:

Posiblemente estos resultados aparezcan por incluir dentro de ciertas categorías incendios que realmente se ignora su causa.

6.- SELVICULTURA PREVENTIVA

Un tema que es interesante aclarar es lo que entendemos por selvicultura preventiva. La mayoría de las actuaciones englobadas dentro de este término no son preventivas, ya que, no inciden sobre las causas de los incendios. La verdadera prevención consiste en evitar las causas que originan los incendios no en intentar controlar uno ya iniciado.

Actualmente cuando se habla de prevención se está diciendo que es necesario construir más pistas forestales, cortafuegos, realizar desbroce de matorral, etc. Cuando el 90% de los incendios tienen causas humanas, la prevención estriba en que no se encienda fuego en el monte en momentos, situaciones o condiciones que puedan desembocar en un siniestro. Se trata, además, de desarrollar medidas de vigilancia y disuasión y plantear alternativas a los usos de riesgo para evitar los incendios.

La actual selvicultura preventiva genera la falsa idea de que con ella se evitarán los incendios y se alimenta también la falta de consideración que popularmente tiene el componente arbustivo del bosque o el matorral, considerado como un mero combustible peligroso que debe ser eliminado. Incluso algunas administraciones autonómicas fomentan mediante campañas la quema controlada, en lugar de dar a conocer los muchos efectos beneficiosos que tienen los montes y los muchos perjuicios que causan los incendios, sean controlados o no. Por otra parte, se confunde a la opinión pública dando la apariencia de que ya se dedican una gran cantidad de recursos a la prevención, mientras que las medidas de prevención propiamente dichas dejan de efectuarse o cuentan con presupuestos bajos

7.- PROPUESTAS DE ECOLOGISTAS EN ACCIÓN

  1. Mayor dotación de medios económicos y humanos en la investigación de las causas de los incendios, identificación de los culpables en caso de incendios intencionados y responsabilizar a los mismos.
  2. Fomento de una gestión y política forestal que favorezca la recuperación de la heterogeneidad de los bosques, evitando la sustitución de bosques maduros por cultivos forestales.
  3. Realizar una auténtica prevención que apunte a la eliminación de las causas con medidas a corto y largo plazo. A corto plazo deberá prohibirse totalmente la quema de rastrojos agrícolas, restos de podas, etc. Al igual que zonas de matorral con el fin de crear pastos en áreas cercanas a las masas forestales o en lugares donde el matorral tenga gran valor ecológico, tanto en término de biodiversidad como de lucha contra la erosión. Restringir el uso del fuego y de ciertas prácticas recreativas en la montaña. Un sistema de vigilancia con medios suficientes, bien formado y bien desplegado territorialmente. A medio y largo plazo campañas informativas y educativas sobre el valor de los ecosistemas forestales y el peligro de incendios.
  4. No entorpecer nunca la regeneración natural ni dañar la vegetación existente tras un incendio.
  5. Repoblar donde, cuando y como sea necesario con una diversidad de especies autóctonas con la finalidad de reconstruir en la medida de lo posible la formación más próxima al óptimo ecológico.
  6. No deberá permitirse ningún proyecto de repoblación en cuyo presupuesto no figure claramente una partida que garantice su posterior conservación y aplicación de los tratamientos silvícolas adecuados que la hagan evolucionar hacia la madurez.
  7. Las leyes forestales de las CCAA deberán introducir un artículo que prohíba cualquier cambio de uso permanente o temporal de los montes incendiados. Además este aspecto deberá ser recogido por la futura ley de montes.

 

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