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Revista de Prensa. El Día de Valladolid

«Cambio climático: una amenaza para el desarrollo»

Valladolid forma parte de la Red Española de Ciudades por el Clima, pero buena parte de las actuaciones municipales chocan frontalmente con los principios de lo que sería una política energética responsable y comprometida con el medioambiente

Lunes 26 de marzo de 2007

El último informe del grupo de expertos de la ONU para el cambio climático (IPCC) no deja lugar a dudas: la Tierra se calienta, y la principal causa es el efecto invernadero provocado por las emisiones de gases debidas al uso de combustibles fósiles y la deforestación. El problema es serio. En nuestra ciudad ya podemos observar los impactos: inviernos cortos y menos fríos, pocas nieves, con la consiguiente escasez de agua en verano, veranos largos y más calurosos, precipitaciones torrenciales. Los científicos nos alertan ante el peligro de una ampliación de las zonas de influencia de enfermedades tropicales, como el dengue y la malaria. Este invierno hemos podido ver hojas en los árboles de nuestra ciudad prácticamente hasta enero, y ya se observa un adelanto en la floración.

Esos son algunos de los impactos que el cambio climático está teniendo en los países desarrollados, en el Norte. Pero en el Sur, para los países en vías de desarrollo, la situación se complica. Una mayor frecuencia de sequías extremas supone un grave riesgo para la seguridad alimentaria en regiones en las que la situación es ya crítica; los países empobrecidos disponen de menos recursos para la adaptación al cambio climático; los desastres naturales tendrán consecuencias trágicas. Se estima que en los próximos decenios habrá casi 150 millones de personas que se verán obligadas a emigrar debido a las sequías y el incremento del nivel del mar, consecuencia del cambio climático.

Frente a esto, se comienzan a escuchar términos como mercado del carbono, comercio de emisiones, mecanismos de desarrollo limpio. Empezamos a ver oportunidades de negocio: ya que no podemos cumplir con Kyoto, vamos a ver cómo podemos comprar derechos de emisión generados por países en los que estas reducciones cuestan menos, ya que allí, en el Sur, tanto el suelo como la mano de obra se paga a precios más bajos que aquí. ¿No es esto una grave injusticia? El desarrollo industrial del Norte ha generado el problema y ahora, en vez de atajar las causas, lo que hacemos es volver al Sur, a ver si plantando árboles allí y construyendo represas hidroeléctricas conseguimos que nos absorban unas cuantas toneladas del CO2 que emitimos nosotros. Una idea brillante. Y si además conseguimos que parte de la ayuda oficial al desarrollo vaya a apoyar los proyectos gestionados por las grandes empresas de la energía, bajo el nombre de mecanismos de desarrollo limpio, el negocio es redondo.

Pero el problema sigue ahí y, antes o después, nos va a afectar. La única solución es cambiar nuestras pautas de consumo y hábitos de vida. Vivimos en una ciudad relativamente compacta, muy cómoda para moverse por ella sin usar el coche: andando, en bici o en transporte público. El transporte es el responsable del 30% de las emisiones de CO2 de nuestro país. Por cada litro de gasolina consumido se emiten 2,35 kg de CO2 a la atmósfera, por cada litro de gasóleo, unos 2,6 kg.

Cambiar hábitos puede parecer difícil, pero en la práctica puede ser mucho más sencillo y gratificante de lo que parece. Hace pocos años era normal fumar en los autobuses, y ahora nos parece a casi todos una barbaridad. Si actuamos en conciencia, debería parecernos bárbaro ir al centro de la ciudad en coche, y pasarnos más de media hora buscando aparcamiento; o tener el aire acondicionado en verano tan fuerte que necesitemos abrigo, o la calefacción tan alta en invierno que necesitemos abanico; o que habiendo miles de viviendas vacías en la ciudad, se promueva la construcción de urbanizaciones alejadas de la misma, con el consiguiente aumento del consumo energético que implica el asegurar los servicios que este tipo de viviendas necesita.

Si queremos que nuestros hijos hereden un planeta medianamente habitable, debemos ponernos las pilas ya, cambiar nuestros hábitos y exigir a los responsables públicos que lideren la lucha contra el cambio climático y el deterioro ambiental. Valladolid forma parte de la Red Española de Ciudades por el Clima, pero buena parte de las actuaciones municipales chocan frontalmente con los principios de lo que sería una política energética responsable y comprometida con el medioambiente. De cara a las próximas elecciones municipales, los ciudadanos debemos exigir también compromisos de este tipo a los candidatos.

Algunos colectivos, como Entrepueblos, Ingeniería Sin Fronteras, Alternativa Universitaria, la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono, la Asamblea Ciclista, y Ecologistas en Acción, hemos comenzado a imaginar propuestas que relacionen la lucha contra el cambio climático y la cooperación para el desarrollo, entendiendo que son caras de una misma moneda, la transformación social para lograr un mundo más justo y sostenible. La información a la ciudadanía, la concienciación, el cambio de actitudes individuales y la acción colectiva son las únicas vías por las que podrá circular el tren de la sostenibilidad, un tren que no debería ser soterrado.

Carmen Duce Díaz
Ecologistas en Acción de Valladolid


Publicado por el diario El Día de Valladolid