Portada del sitio > Ecología social > Solidaridad y ciudadanía > Ana Mugarra y Pedro Mediavilla nos hablarán y proyectarán fotos de su viaje (...)

Pedalendo por el mundo

Ana Mugarra y Pedro Mediavilla nos hablarán y proyectarán fotos de su viaje en bici de 5.000 km durante 4 meses por el sudeste asiático: Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya y Myanmar

Será el próximo 30 de abril, viernes, a las 20.00H en el Salón de Actos del Centro Cívico Rondilla (Valladolid)

Miércoles 21 de abril de 2004

Organizado por:

  • Asamblea Ciclista de Valladolid
  • Ecologistas en Acción de Valladolid
  • El Huerto de Melibea


Sólo para abrir boca...

EN BICICLETA POR EL SUDESTE ASIÁTICO:

TAILANDIA, LAOS, VIETNAM, CAMBOYA Y MYANMAR.

Ciento veinte días con el privilegio de hacer rodar a nuestras queridas bicicletas por el Sudeste Asiático, y el simple objetivo de conocer una vida y una cultura tan lejana y diferente a la nuestra.

Comenzamos en Bangkok, sin rumbo fijo, decidiendo sobre la marcha la dirección a tomar. Las primeras pedaladas, acompañadas por el monzón de septiembre, nos llevaron al norte de Tailandia; zona verde y montañosa, con gran variedad de etnias de origen tibetano y maravillosas orquídeas. Los primeros templos, Budas, monjes y muestras del budismo, nos impresionaron gratamente. Es fascinante rodar por ciudades como Ayutthaya, o hacer biciperegrinaje en busca de los templos mas recónditos de la montaña; compartiendo la devoción que muestran estas gentes por imágenes y reliquias de Buda.

Siguiendo al norte, cruzamos la emblemática región del Triángulo del Oro, donde confluyen tierras de Birmania, Laos, Tailandia y China, popularmente conocida por el cultivo del opio. Seguidamente un pequeño barco nos permitió cruzar las aguas del río Mekong y entrar en el norte de Laos; visitando Luang Prabang, su capital cultural. Aquí nos sorprendió la quietud que se respira entre sus calles, la ausencia de coches y su orografía tan sinuosa. Es una región en la que aún hay serios conflictos entre el gobierno central y guerrillas de etnias minoritarias. Así que, de camino al centro del país, a cada golpe de pedal adelantábamos, mirando por el rabillo del ojo, a grupos de hombres con armas en mano y serio semblante.

Ya en la capital, Vientiane, el azar quiso que coincidiéramos con el festival de la luna llena de octubre. Miles de personas abarrotan sus coloridas calles con ofrendas para Buda y las aguas del río se llenan de canoas adornadas con velas y guirnaldas, respirándose un intenso olor a incienso.

Continuamos hacia el sur tomando la decisión de buscar tierras vietnamitas. Gracias a ello, conocimos otros pueblos laosianos alejados de las rutas más transitadas por los rostros occidentales. Vietnam resultó un gran contraste, ya que empezamos a pedalear entre miles de motos y bicicletas, que sin atenerse a ninguna regla de circulación, invaden todos los caminos. Fue una zona en la que la lluvia nos volvió a acompañar, especialmente en la costa del Mar de la China.

Reino del claxon, de los sombreros cónicos, de los mercados flotantes, los vietnamitas tienen muy presente la cercana huella de su conflicto bélico Norte-Sur. Esto ahora se ha convertido en un triste recurso turístico muy frecuentado por ciudadanos norteamericanos.

El mejor pasatiempo en Vietnam es tomarse un buen café observando el caos circulatorio.¡¡Es tanta la variedad de ciclos y mercancías que transportan...!!

Pedalear por la antigua Saigón, ahora conocida como Ho Chi Ming, nombre del líder de la revolución, es todo un desafío para el cicloviajero. A izquierda, derecha, adelante y atrás, un batallón de motos y bicis culebrean y se entrelazan. Milagrosamente, apenas hay percances, pero la tensión y el nivel de adrenalina está por las nubes. En esta ciudad se puede encontrar de todo, desde zonas lujosas y comerciales, a pestilentes barrios sobre cloacas.

Después de Vietnam entramos en tierras de Camboya. El primer impacto, es el de transitar por sus deplorables carreteras, en las que hay tantos agujeros y baches sobre un firme sin asfaltar, que tras pocos kilómetros de pedaleo, todo tu cuerpo se convierte en batido de papaya. Pero es tal la simpatía de sus gentes y la belleza de sus jardines de nenúfares y flores de loto, que en pocas horas quedas prendado.

En su bella capital, Phom Penh, disfrutamos deliciosas jornadas bicicleteras entre sus fascinantes palacios y templos. Camboya ostenta el triste record de ser el país con mayor número de minas antipersona ocultas bajo su suelo. De hecho, no es raro tropezar con mutilados que muestran sus muñones pidiendo caridad. No en vano, el cruel y sanguinario régimen de los jemeres rojos, liderados por Pol Pot, ocasionó un devastador genocidio, que hoy se puede rememorar entre las minúsculas celdas de la cárcel-museo de los horrores.

El mejor exponente del extraordinario legado arquitectónico del reino Jemer se encuentra en los templos de Angkor. Patrimonio de la humanidad, es uno de los lugares más cautivadores del mundo, y para nuestra dicha, muy accesible en bicicleta. Son miles de templos, esculturas y laberintos de piedra trabajados por el hombre, semidevorados por la jungla, a cada cual más impresionante.

Y como guinda del viaje, nuestro último país a visitar fue la antigua Birmania, hoy conocida como Myanmar. Es un país al que no se puede acceder por tierra con la bicicleta y es inevitable un vuelo. Desgraciadamente está regido por una dictadura militar, intervencionista y cruel con sus ciudadanos, que impide la libertad de movimientos y provoca el miedo entre sus pobladores por expresar sus ideales políticos. De hecho, fueron encarcelados o asesinados muchos de los líderes políticos de la Liga Nacional Democrática, partido que ganó las elecciones diez años atrás y al que nunca dejaron gobernar. Pero esta situación, no impide que el pueblo birmano sea uno de los más sonrientes y encantadores de todo el Sudeste Asiático.

Ancestrales métodos de cultivo, ganadería y pesca, artesanías en bronce y madera, cientos de doradas pagodas, pueblos y mercados flotantes, espectáculos de marionetas... Todo ello al alcance del cicloviajero, a pesar de la severa limitación de acceso a amplias partes del país.

Viajar por este país en bicicleta no es tarea fácil, ya que solo es posible alojarse en contados lugares que disponen de un permiso especial del gobierno.
Además, la presencia de extranjeros que viajan de forma independiente fuera de las rutas turísticas está oficialmente prohibida.

Yangon, Bago, Lago Inle, Mandalay, Bagan, Pyay..., son algunos de los más bellos destinos que nuestras sufridas bicicletas han ido recorriendo.

Pero las ciudades, los monumentos y el paisaje, son simplemente el adorno del viaje, ya que la esencia la encontramos en la vida cotidiana de las gentes de cada lugar: su comida, vestimenta, música, costumbres, formas de trabajo, inquietudes, pensamiento, y también, ¿por qué no?, sus miserias.

Ana Mugarra y Pedro Mediavilla, desde Bangkok - Tailandia, Diciembre del 2003