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Elecciones 2003

Propuestas para Valladolid ante las Elecciones Municipales de 2003

Martes 22 de abril de 2003

1. Introducción

Los ecologistas concebimos la ciudad como un organismo vivo, que como los restantes seres para sustentarse precisa succionar continuamente de su entorno distintos recursos naturales (agua, materiales, energía) y de idéntica manera expulsa cantidades variables de residuos (gaseosos, sólidos, líquidos, energéticos).

No obstante, a diferencia de los seres vivos y los sistemas naturales en los que éstos se insertan, la ciudad se caracteriza en primer lugar por basar su funcionamiento no en la energía solar directa (universal, renovable y limpia) sino en los combustibles fósiles, localizados, limitados y contaminantes; y en segundo lugar por realizar un consumo de materiales no en ciclo cerrado (reciclándolos de forma continua) sino en ciclo abierto, disparando las necesidades y alumbrando el problema de los residuos.

Estas especificidades de la ecología urbana explican el elevado impacto ambiental de la ciudad, al requerir de su exterior cantidades ingentes de recursos naturales que apenas son recirculados en su interior. La “huella ecológica” de la ciudad es creciente según se incrementan sus actividades de producción y consumo y al tiempo que los circuitos de distribución se alargan por efecto de la globalización de la economía.

En esencia, estos fenómenos derivan en nuestra opinión en la completa insostenibilidad por definición de la ciudad, de manera proporcional a su tamaño. En el contexto socioeconómico actual, los ámbitos urbanos son los principales responsables de dos grandes problemas globales como el agotamiento de los recursos naturales del planeta y la contaminación del aire, el agua, el suelo o los seres vivos.

2. Hacia un Valladolid menos insostenible

Para avanzar en la aminoración de los desequilibrios ecológicos generados por una ciudad como Valladolid, desde nuestro punto es imprescindible aproximarnos al funcionamiento de los sistemas naturales, reduciendo nuestro consumo de materiales y energía y mejorando en todo caso su eficiencia, y recirculando en lo posible los flujos residuales generados según la prioridad de las famosas 3R (reducir, reutilizar y reciclar, por este orden). O dicho de otra manera, se trata de combinar una producción limpia (en base a fuentes renovables y ciclos de materiales cerrados) con el consumo responsable de unos recursos siempre escasos.

El consumo responsable combina la vertiente individual con la colectiva, mientras la producción limpia entra de lleno en el ámbito de lo comunitario. En ambas vertientes pueden y deben intervenir las instituciones locales, ecologizando la producción de ciudad y estimulando pautas de consumo más sostenibles. En nuestra opinión, las dos estrategias fundamentales para abordar estas políticas municipales desde el diseño de las ciudades son la compacidad y la autonomía material y energética.

La compacidad de la ciudad tiene múltiples ventajas ambientales, económicas y sociales. Además de limitar el consumo de un recurso escaso y valioso como el suelo, especialmente en una fértil vega agraria como la de Valladolid, una ciudad concentrada y limitada en su crecimiento crea proximidad. La idea de proximidad conlleva ventajas tan interesantes como la disminución de las necesidades de transporte (responsable en Valladolid de más de la mitad de consumo energético y la contaminación del aire) y el enriquecimiento de la convivencia ciudadana a través de la mezcla de usos y grupos sociales. Por todo ello, desde Ecologistas en Acción reivindicamos la idea de “crecimiento cero” en superficie para la ciudad de Valladolid, los nuevos desarrollos urbanos deben ceñirse a las previsiones del planeamiento urbanístico vigente, orientando la actividad inmobiliaria en el municipio hacia la rehabilitación, que tanto necesitarán próximamente la mayor parte de los barrios existentes.

La autonomía material y energética de la ciudad plasma las ideas ya expuestas sobre producción limpia. La autonomía material y energética de la ciudad conlleva también un aumento de la autonomía individual y colectiva de la comunidad, incidiendo en aspectos tan interesantes como la descentralización y democratización de las decisiones. Algunos de los campos donde se puede incidir en el caso de Valladolid, son los siguientes:

  • El descenso del consumo de agua potable es uno de los principales objetivos ambientales para la ciudad. El elevado consumo actual se traduce en un detraimiento de caudales crecientes de los canales de Castilla y el Duero y en el alto coste económico y energético de las infraestructuras y procesos de potabilización, distribución y depuración, existentes y previstos. Para racionalizar el ciclo del agua en Valladolid, resulta de interés: reducir el consumo de agua en general, extendiendo la implantación de aparatos domésticos eficientes (griferías, cisternas) y diseñando los espacios libres sobre la base de especies vegetales adaptadas a nuestro clima; y sustituir el consumo de agua potable en usos distintos al abastecimiento humano por aguas no potables procedentes de la lluvia (mediante la instalación de aljibes en los tejados de los edificios), de los ríos (riego de espacios libres) o de las aguas residuales en las propias edificaciones (reutilización de aguas grises para el relleno de cisternas o para el riego) y a la salida de la depuradora municipal.
  • El autoabastecimiento de alimentos en Valladolid es significativo y puede aumentarse. Ante todo, es imperativo conservar las ricas vegas del Duero, Esgueva y Pisuerga, por su valor productivo, paisajístico y cultural, lo que obliga a preservarlas de la urbanización. Los huertos de ocio se han mostrado como experiencias muy positivas desde el punto de vista ambiental y social en numerosas ciudades, constituyendo una alternativa de gran interés frente a la proliferación de parques urbanos puramente estanciales. La agricultura periurbana puede potenciarse mediante la promoción del consumo a granel de productos frescos de temporada, a través de la red de mercados municipales y el pequeño comercio, así como mediante su reconversión hacia la agricultura ecológica. La fracción orgánica de los residuos urbanos ya se aprovecha en la actualidad para la fabricación de compost en una planta municipal, gracias a su recogida selectiva, aunque es deseable la mejora en la calidad de este producto que permita su utilización en agricultura.
  • El consumo de materiales de construcción se ha disparado en los últimos años en Valladolid, al calor del “boom” inmobiliario. La proliferación de desmontes mineros en el entorno de la ciudad o el creciente volumen de escombros que saturan la escombrera municipal son algunos de sus efectos ambientales directos. Urge la implantación de criterios de sostenibilidad en la elección de materiales, priorizando los menos peligrosos y aquellos que contengan menos energía (menos transformados y más próximos). La rehabilitación del patrimonio inmobiliario presenta múltiples ventajas sobre la nueva construcción (ahorro de suelo, materiales y energía, mayor empleo y seguridad laboral). Finalmente, la demolición selectiva de los inmuebles permite recuperar muchos materiales de construcción para su reutilización o reciclado, evitando nuevos desmontes y el vertido de escombros. Habilitar una planta de trituración de escombros, con la participación de las empresas constructoras, es otro objetivo que debe lograrse en la próxima legislatura.
  • La autosuficiencia energética es a diferencia de la de materiales perfectamente factible en una ciudad como Valladolid, siempre que se combinen una drástica reducción en el disparatado consumo energético actual y el aprovechamiento de los recursos renovables disponibles en nuestro entorno. La mayor parte del consumo se reparte entre el transporte y la edificación. La reducción drástica del primero pasa necesariamente por el principio de proximidad ya expuesto, solventando los desplazamientos que aún así deban realizarse por medios no contaminantes (transporte peatonal, ciclista y colectivo electrificado). La mejora en la eficiencia energética de la edificación pasa por la mejora en su orientación, la incorporación de aislamientos y sistemas de captación solar pasiva, y la instalación de equipos eficientes (calderas, electrodomésticos, luminarias privadas y públicas). Respecto a las energías renovables, hay que destacar el potencial de la energía solar (pasiva y activa), la energía eólica o algunos aprovechamientos energéticos de la biomasa (calefacción de distrito con residuos forestales, biogás). Todas estas medidas redundarían en una mejora evidente de la mala calidad actual del aire que respiramos.

Los principios expuestos son consustanciales a la ciudad mediterránea tradicional, construida en un contexto socioeconómico en el que el ambiental era un criterio fundamental de supervivencia. La naturaleza y los usos tradicionales se convierten así en dos fuentes de inspiración fundamentales para pergeñar un Valladolid menos insostenible que el actual.

3. Instrumentos de la política ambiental municipal

En Valladolid, contamos con una Agenda Local 21 y un Consejo consultivo encargado de su seguimiento. Para dar operatividad a este instrumento, es necesario crear un observatorio municipal que analice sistemáticamente el cumplimiento de los objetivos de esta agenda, y la situación ambiental de la ciudad. Al margen de este instrumento indicativo y de participación social, el Ayuntamiento cuenta con otros instrumentos normativos para dar cumplimiento a los objetivos ambientales.

a) Planeamiento urbano

El instrumento fundamental de la política local es el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El Ayuntamiento saliente ha finalizado su actuación aprobando un nuevo PGOU claramente desarrollista que diseña una metrópolis de 600.000 habitantes, con urbanizaciones de baja densidad diseminadas por todo el cinturón de vega, conectadas con la ciudad tradicional por viales pensados para el desplazamiento en vehículo privado. Este modelo va diametralmente en contra de los principios expuestos en este documento, dispara los costes económicos de los servicios públicos y degrada la ciudad tradicional.

Por ello, desde Ecologistas en Acción pedimos la retirada de este PGOU, manteniendo la estructura general del de 1996, en particular en la asignación de usos al suelo, respetando la delimitación del suelo no urbanizable y evitando el desbordamiento de las rondas de circunvalación (rondas interiores norte y este, ronda oeste y ronda exterior sur). La actualización del PGOU debe apostar decididamente por la puesta en el mercado del alquiler de las viviendas vacías así como por la rehabilitación integral de los barrios tradicionales, convirtiéndolos en la opción mas interesante para comprar o alquilar vivienda. Puede también mejorarse incorporando estándares ambientales a la urbanización y edificación que incidan en las ideas expuestas sobre autonomía material y energética.

Otro instrumento de planificación municipal es el Plan de Movilidad, cuya redacción fue uno de los principales compromisos del Ayuntamiento actual en las últimas elecciones, llegando a crear una concejalía específicamente encargada de su desarrollo. Desde Ecologistas en Acción, hemos pedido reiteradamente y lo volvemos a hacer en este documento la redacción urgente del Plan de Movilidad incluyéndolo en el PGOU, al constituir el diseño de la ciudad el principal factor que incide en la aminoración o incremento de las necesidades de realizar desplazamientos, como se ha expuesto. Reseñamos también la necesidad urgente poner en marcha diversas medidas experimentales para proteger el transporte público, en lo que se redacta el Plan de Movilidad. Por último, consideramos que sería preciso garantizar una forma de coordinación, al mas alto nivel posible, de las políticas diarias de Movilidad y Urbanismo, tal vez mediante la creación de una concejalía que aúne ambas competencias, tal como existe ya en municipios mas avanzados, sin prejuicio de que puedan existir varios concejales subordinados, delegados especiales para cada aspecto.

b) Ordenanzas municipales

El Ayuntamiento de Valladolid cuenta con varios reglamentos municipales que inciden en la calidad ambiental de la ciudad, en particular el Reglamento Municipal de protección del medio ambiente atmosférico, el Reglamento Municipal para la protección contra las emisiones de ruidos y vibraciones, el Reglamento para la prestación del servicio de agua de Valladolid, el Reglamento Municipal del uso de la red de alcantarillado, el Reglamento Municipal de limpieza, recogida y eliminación de residuos sólidos urbanos, el Reglamento Municipal de tráfico, el Reglamento de parques y jardines de la ciudad de Valladolid y la Ordenanza Municipal sobre instalaciones e infraestructuras de radiocomunicación en el municipio de Valladolid.

La mayoría de estas Ordenanzas, aprobadas a principios de la década pasada, necesitan una adaptación a la realidad legal y social (la reciente Ordenanza sobre infraestructuras de radiocomunicación ha nacido incluso anticuada en su planteamiento), en muchos casos directamente no se cumplen ni siquiera en las atribuciones directas del Ayuntamiento (Reglamentos de contaminación del aire, ruido o vertidos). Por ello, proponemos la actualización y unificación de las ordenanzas ambientales municipales existentes en un Reglamento Municipal sobre Medio Ambiente Urbano, cuya aplicación sea efectiva.

Al margen de estos Reglamentos, la propia Agenda Local 21 prevé la necesidad de nuevas Ordenanzas que incidan en los principios de autonomía material y energética recogidos en este documento. Así, para 2001 se preveía la aprobación de nuevas normativas municipales sobre calidad y eficiencia energética y lumínica del alumbrado público, uso de la energía solar en la edificación y medidas de ahorro del consumo de agua en los edificios, y para 2002 se pretendía aprobar una normativa municipal sobre sostenibilidad en la edificación. Estos proyectos han quedado inexplicablemente congelados o incluso han sido desestimados (caso de la ordenanza solar). Por ello, solicitamos la urgente elaboración de las ordenanzas ambientales municipales previstas en la Agenda Local 21 de Valladolid, anteriormente citadas.

c) Instrumentos económicos

Para estimular la compacidad urbana y racionalizar el consumo de recursos naturales, el Ayuntamiento dispone de varios instrumentos económicos de su directa gestión, como son las tasas por la prestación de los servicios públicos municipales, los impuestos municipales, las compras públicas, las subvenciones municipales e incluso las multas.

Respecto a las tasas de abastecimiento, alcantarillado y depuración, tal y como prevé la Agenda Local 21 debe procederse a mejorar la progresividad de la tarificación de los servicios públicos, penalizando el consumo excesivo de agua potable y la contaminación de los vertidos de aguas residuales. Sería deseable la recuperación de la tasa de basuras (hoy integrada en el IBI), aplicando criterios de tarificación progresiva según la producción de residuos, que estimulen su reducción. Finalmente, aunque no se trate de una tasa, proponemos la instauración de una fianza en las licencias de obra mayor que asegure el reciclado de los residuos de construcción y demolición generados durante las mismas, similar a la aplicada por los ayuntamientos catalanes.

Por otro lado, proponemos la introducción de criterios de sostenibilidad en la aplicación de los impuestos municipales, que graven los comportamientos más lesivos y estimulen los más respetuosos. Algunos ejemplos son incrementar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) de las viviendas vacías y las unifamiliares, reduciendo el de las viviendas colectivas de menos de 5 plantas y en alquiler, o gravar sustancialmente los automóviles privados de mayor potencia en el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM), cuya recaudación extra puede destinarse a mejorar el transporte público, ciclista y peatonal. Aunque no se trate de impuestos, a este último fin debería destinarse la recaudación por infracciones de tráfico.

Tal y como prevé la Agenda Local 21, deben introducirse criterios técnicos que valoren tanto el comportamiento ambiental de la empresa como las características de sus productos en los pliegos de condiciones que rigen la adjudicación de las compras y los concursos municipales, a través por ejemplo de certificaciones como el EMAS o la ISO 14000 en el caso de las empresas y las distintas acreditaciones existentes (ecoetiquetas) en el caso de los productos.

Finalmente, en el campo de las subvenciones, desgravaciones fiscales y reducciones de tasas a aquellas actividades que incidan en los objetivos de una menor insostenibilidad, el margen de maniobra municipal es amplio, sólo limitado a las disponibilidades presupuestarias.

d) Participación ciudadana y educación ambiental

Actualmente, la participación ciudadana se contempla desde un marcado aspecto testimonial, transmitiendo a la ciudadanía la impresión de que participar se limita a ofrecer ideas a los políticos y que, durante la legislatura, no existe ningún tipo de control por parte del electorado sobre las acciones de los munícipes ni formas efectivas de hacer reales las demandas sociales. Sin embargo, si ya de por si es difícil fomentar la participación social en Valladolid, roza lo imposible pretender hacerlo bajo la formula de que l@s ciudadan@s no tienen nada que decir importante más que una vez cada cuatro años.

Creemos que una democracia real debe buscar continuamente mecanismos que hagan real el precepto constitucional de que la soberanía nacional reside en el pueblo, mediante procedimientos como la actualización de la normativa municipal sobre referendum locales, cuyas conclusiones no pueden seguir siendo “orientativas” y cuyas condiciones de convocatoria, hoy por hoy, disuaden más que incitan al electorado. El referndum local debería ser obligatorio, por otro lado, en aquellos grandes temas que, por su calado e irreversibilidad, afecten gravemente al futuro de la ciudad. Otros mecanismos podrían ser consultas (serias) a nivel de barrio, dotar de mayores capacidades a los órganos conjuntos de participación (como el Consejo de la Agenda Local 21), cauces formales efectivos para elevar propuestas desde las organizaciones sociales, etc. Si bien es cierto que “a participar se aprende participando”, es obvio que solo se empieza a participar si se tiene alguna garantía de que dicha colaboración será fructífera.

Finalmente, nos parece importante potenciar las actividades de educación ambiental de l@s ciudadan@s, las empresas y las institutuciones, vinculadas a los objetivos de reducción del consumo de recursos naturales ya comentados. En este sentido, es necesario reforzar la Escuela Municipal de Educación Ambiental, así como apoyar las iniciativas de las organizaciones sociales en materia de información y educación ambiental.

Ecologistas en Acción de Valladolid