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La polución atmosférica mata a corto plazo

Dos días de altos niveles de contaminación bastan para elevar la mortalidad en las ciudades españolas

Los altos niveles de determinados contaminantes atmosféricos pueden adelantar en algunos enfermos la muerte unos pocos días, pero en otros pueden acortar la vida en años. Un riguroso estudio epidemiológico realizado en 13 ciudades españolas ha constatado que la contaminación atmosférica tiene efectos inmediatos sobre la mortalidad

Martes 27 de enero de 2004

Siempre se ha considerado como una especie de envenenamiento lento. Pero
la contaminación atmosférica de las grandes ciudades tiene también
efectos a muy corto plazo sobre la mortalidad. Tan a corto plazo, que un
incremento de 1 µg/m3 en la concentración de monóxido de carbono durante
dos días seguidos tiene como consecuencia un aumento del 1,5% en las
defunciones totales. Así lo ha constatado un reciente estudio realizado
en 13 urbes españolas.

El estudio, enmarcado dentro del proyecto EMECAS, que evalúa la relación
entre contaminación atmosférica y salud en España, ha sido realizado
cruzando los datos de niveles de contaminación y el número de
defunciones que se producen en Barcelona, Bilbao, Cartagena, Castellón,
Gijón, Huelva, Madrid, Oviedo, Sevilla, Valencia, Vigo, Vitoria y
Zaragoza. Se ha tomado en consideración la concentración de
contaminantes durante dos días seguidos y el índice de mortalidad del
segundo de estos días, con el objetivo de buscar la relación a corto
plazo entre ambas variables. Así se ha intentado descartar la incidencia
de otros factores en la mortalidad y se ha buscado el impacto cotidiano
de las oscilaciones de la contaminación en el número de defunciones
diarias.

Y el impacto aparece en los datos radiografiados con una precisión
nítida. Aparte del monóxido de carbono (CO2), se ha comprobado que
incrementos de 10 µg/m3 de los dióxidos de azufre (SO2) y de nitrógeno
(NO2) se asocian con aumentos del 0,5 y 0,6% de la mortalidad. Un
incremento del mismo orden de los llamados humos negros provoca el 0,8%
más de defunciones diarias. Se trata de variaciones significativas,
aunque modestas si tenemos en cuenta que las variaciones de defunciones
de un día a otro pueden ser de más del 40% por cuestiones aleatorias.

Estos datos se refieren a incrementos en la mortalidad total. Pero los
contaminantes afectan a dos grupos básicos de enfermedades: las
respiratorias y las cardiovasculares. Aquí el rastro de sus efectos es
mucho más notorio: el incremento de monóxido de carbono aumenta en un
2,3% la mortalidad debida a enfermedades circulatorias y en un 3,2% la
debida a enfermedades respiratorias. Por su parte, los óxidos de
nitrógeno y azufre aumentan en un 1,2% la mortalidad de tipo
respiratorio y un 0,6% y 0,8%, respectivamente, las enfermedades del
aparato circulatorio.

Otros estudios están llegando a conclusiones parecidas. Los ingresos
hospitalarios debidos a enfermedades cardiovasculares e isquemia en
siete ciudades europeas aumentan significativamente cuando se incrementa
el nivel de SO2 durante ese día y el anterior, según un estudio
coordinado por Jordi Sunyer, del Instituto Municipal de Investigaciones
Médicas de Barcelona. Sunyer concluye que "una reducción de los niveles
de SO2 en las ciudades europeas comportaría un menor número de
admisiones hospitalarias". Otro trabajo coordinado por Sunyer en los
hospitales de Barcelona indica que un aumento del dióxido de nitrógeno y
del ozono puede exacerbar los casos de asma severa y causar la muerte
entre los pacientes de esta dolencia.

Los mecanismos fisiológicos que explican el efecto de estos
contaminantes sobre la mortalidad se basan en una larga serie de
evidencias. Las partículas inducen un incremento de la coagulabilidad
sanguínea, aumentan la presión arterial y la frecuencia cardiaca.
Asimismo, se han detectado cambios inflamatorios alveolares. Por su
parte, la capacidad tóxica del CO sobre el sistema cardiovascular es de
sobras conocida. Este tóxico puede producir disnea e hipoxia al provocar
la formación de carboxihemoglobina. En el caso del óxido de nitrógeno,
sin embargo, el mecanismo de actuación es menos conocido, aunque se
piensa que puede provocar una respuesta inflamatoria y dañar los
macrófagos alveolares, con el consiguiente incremento del riesgo de
infecciones pulmonares.

Según destacan los autores del estudio en su publicación en la revista
Medicina Clínica, "a los niveles actuales, la contaminación atmosférica
sigue representando un riesgo para la salud de la población española".
El estudio ha sido realizado por 11 grupos de científicos coordinados
por Ferran Ballester, investigador de la Unidad de Epidemiología y
Estadística de la Escola Valenciana d’Estudis per a la Salut.

Los autores destacan que su estudio "sólo permite valorar el impacto
agudo de la contaminación atmosférica«, sin que sea posible»distinguir
entre las defunciones que han sido simplemente adelantadas unos días o
meses y aquellas que representan una pérdida importante de años de
vida". Es difícil saberlo, pero algunas estimaciones creen que en
Occidente la contaminación está recortando entre seis meses y un año la
vida de las personas.

Lo que está claro es que la contaminación urbana no afecta por igual a
todo el mundo. "Las personas que padecen enfermedades crónicas,
respiratorias y cardiovasculares son más sensibles", afirma Ferran
Ballester. Otro grupo muy afectado son los niños, porque tienen un
aparato respiratorio que aún está madurando, pueden pasar más tiempo al
aire libre e inhalar un volumen importante de aire. Y, en cambio, contra
lo que podría parecer, el grupo de personas de más de 70 años no
apareció mucho más afectado que el resto de las edades. El estudio
coordinado por Ballester no permite evaluar el impacto global de la
contaminación a largo plazo que, sin embargo, se estima que debe ser
«realmente importante».

Como el tráfico suele ser la fuente principal de emisión de estos
contaminantes, queda claro por dónde hay que empezar a atajar el
problema. Así las cosas, el fomento del transporte público y una buena
planificación de la movilidad urbana se convierten en una inestimable
herramienta de salud.

Entre el este y el norte de Europa

Los efectos a largo plazo de la contaminación han sido estudiados en el
proyecto APHEIS, que incluye 26 ciudades europeas, entre ellas
Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla y Valencia. En este caso se han
estudiado las partículas menores de 10 micras que flotan en el aire
urbano y que inhalamos continuamente. Y sus resultados indican que si se
consiguiera reducir el nivel de partículas sobre 20 µg/m3 se podrían
prevenir anualmente unas 11.855 muertes prematuras en estas 26 ciudades,
lo que supondría evitar unas 43 defunciones por cada 100.000 habitantes.

El nivel de contaminación de las ciudades estudiadas varía enormemente
desde 14 a 73 µg/m3 para las partículas totales en suspensión y de 8 a
66 µg/m3 para los humos negros. Los peores niveles suelen estar en las
ciudades del este, y después, en las del sur, entre ellas las españolas,
cuyos niveles de contaminación están en una situación intermedia entre
las del este y las del norte de Europa. En buena parte, esto se debe al
clima mediterráneo, ya que el escaso régimen de vientos no ayuda a
dispersar los contaminantes.

Sea cual sea el nivel de polución urbana, cualquier reducción de
contaminantes tendrá efectos beneficiosos, puesto que "para algunos
contaminantes, como las partículas finas, no parece existir un límite
inferior por debajo del cual desaparezca el daño sobre la salud, sino
que se detectan efectos siempre", según Ferran Ballester.

El proyecto APHEIS concluye que "hasta las menores reducciones de
contaminantes tendrían un impacto positivo en la salud pública, lo que
justifica tomar medidas preventivas en todas las ciudades, aunque sus
niveles de polución sean bajos".


Fuente: El País. David Segarra - Barcelona, 27-01-2004.