TURNO DE PREGUNTAS

Público:¿Qué es lo malo, el automóvil o la carretera?

Agustín.- Lo uno va con lo otro. Los defensores del automóvil nunca dirán "carretera": desde hace mucho tiempo, dicen "pista", "autopista", "autovía"; lo cambian de nombre cada día, lo van presentando como si fueran nuevos inventos. Son superficies de alquitrán que se desgastan rápidamente, creando nuevos Puestos de Trabajo para repararlas. Y eso por supuesto no se puede separar del automóvil. No olvidéis que aquí me estoy centrando, y pienso que debemos centrarnos, en el automovil personal: a la rastra con él vienen todos los otros malos medios de trasporte, vienen las ristras de camionazos nocturnos que estropean esas calzadas, esas pistas o como las llamen, vienen autobuses urbanos aumentando el potaje de una manera tremenda, a consecuencia de que hace 50 años en muchos sitios acabaron con los tranvías; vienen los autocares de turistas recorriendo el mundo, vienen todos los otros hermanos mayores; sin embargo, el principal es el Auto Personal: ése es, para mi, una especie de muerte y de daño del pueblo. Carreteras, es decir, pistas y autopistas y gasolineras y todo lo demás, vienen de la mano; no hay que olvidar que la industria de la gasolina abarca también el alquitrán. La cosa desde hace mucho tiempo se ha configurado de manera que lo uno vaya con lo otro, que lo que es provecho para una empresa del Capital sea provecho también para la otra.

Público: Las otras cosas que dice Vd. ¿serían capaces de movernos, de permitirnos viajar?

Agustín.-Pues mire Vd: con lo mal que está el ferrocarril, (que cuidado que está mal, desde que el automóvil no lo deja desarrollarse), no tiene usted más que quedarse una noche viendo pasar las ristras de camionazos nocturnos y pensar, "esto con 4 trenes de mercancías estaba hecho, limpiamente", sin camionazos; y asi es todo lo demás: o, si no, en otro estremo, párese vd en un semáforo cualquiera en un centro especialmente representativo del progreso como Madrid, párese en una esquina y véalos pasar, véalos pasar, véalos pasar, torrente, torrente continuo. Uno sabe, lo averigua fácilmente, que, digamos el 90 %, van todos al mismo sitio y a la misma hora; todos; queda, efectivamente, algún caprichoso, algún despistado, que a lo mejor pasa por allí, pero el torrente está hecho de gente que van todos al mismo sitio y a la misma hora. Pues ya la solución esta a la mano: eso con tranvías y con ferrocarriles estaba resuelto; los llevaba a todos adonde quiera, sin crear toda la peste que crea el automóvil ¡Como que si sería capaz!; el ferrocarril es, entre otras cosas, poderoso; los inventos de verás, son generalmente poderosos: el Automóvil no es poderoso: el Automóvil está simplemente impuesto. Una ristra de camiones de mercancías es algo flojo, débil, en comparación con el invento anterior, y así en todo lo demás. Lo que pasa es que aquél era un poder que servía a la gente, y éste es un Poder que sirve al desarrollo del Capital y todo lo demás.

Público.- Respecto a lo que decías de que el automóvil no es poderoso, yo creo que sí es poderoso, en el sentido de que, de las diez multinacionales más grandes del mundo, nueve lo son de la industria del petróleo y del automóvil, y que son las que de verdad tienen el Poder en el mundo.

Agustín.- El Dinero es el que es poderoso. A la gente se le hace la puñeta bajo el Régimen del Dinero. Si no tenéis un poco de sentido común que os siga diciendo esto por lo bajo, realmente no merece la pena hablar. Todo el mundo sabe que el que manda, el que impone, es el Capital en marcha, es el Dinero, por ejemplo en las proporciones como las que acabas de recordar. El chisme en sí es como he dicho débil, impotente, en comparación con los medios de trasporte poderosos; pero yo estaba hablando de la máquina, yo estaba hablando de la máquina; luego ya lo de la máquina se olvida, porque lo que importa son las empresas que producen, trafican con, imponen la máquina por todas partes. El Automóvil, en comparación con los inventos anteriores, es un chisme claramente inútil; pero, amigo, tiene a su Padre en todo lo alto, el Capital y el Estado.

Público.- Entonces el coche no sería malo en sí mismo, sino la utilización que el Poder hace de ese medio. Si los coches fueran pocos, no estaríamos hablando ahora de ellos: el problema es la masificación tan grande de este medio de locomoción. Cuando en los años cuarenta, cincuenta, había pocos coches en las ciudades, no planteaban ningún problema: el problema está en cuanto queremos tener cada persona un vehiculo y querer ir con él a todas partes. Yo creo que tiene las bondades que uno presenta individualmente, pero tiene el perjuicio de la masificación, que no solamente es en el vehículo, sino en muchos medios de consumo, como pueden ser los móviles o tecnologías de todo tipo, que efectivamene es el Poder el que nos lo va imponiendo de una manera o de otra.

Agustín.- Sí, yo creo que eso merece la pena que lo analicemos un poco, incluso desde los dos puntos de vista, desde el de José y el mío. Evidentemente, uno se acuerda, cuando es lo bastante viejo, yo, de los tiempos en que había pocos autos, (tú no te acuerdas: no eres lo bastante viejo), cuando había verdaderamente pocos. Cuando yo era niño, efectivamente tenían cierta gracia; no es por hacer propaganda pero, si queréis, pasado mañana en La Razón coincide que saco esta semana un registro de recuerdos donde respondo a la pregunta: entonces ¿en esos recuerdos no puede figurar un automóvil? y digo, sí, y conmemoró a la figura, a una figura querida, alrededor de un automóvil de los años treinta. Eso quiere decir que no serían tal vez mil en Zamora, esos pocos; eso quiere decir "pocos", ¿no? ´

{Algo se dice desde el Público respecto al regalo que le hicieron al señor obispo de Zamora, de un Mercedes en los años 40}

JR.- Y eso que el señor obispo estaba en contra del automóvil. En Zamora quisieron crear aquí una fábrica de la FASA y el señor obispo ese no lo dejo. Estaba en contra del automóvil

Agustín. En el cuarenta y tantos ya había bastantes, ya empezaba a haber muchos. Aparte de este recuerdo más o menos romántico de un mundo en el que todavía el automóvil no hacia daño porque eran poquitos, que saco en ese artículo al que os invito, vamos a plantear la cuestión...

Público.-¿Que solución le vería Vd para que una ciudad como Zamora, tan encogida de calles, se evitara el sacar los coches de casa para ir a hacer las cosas más corrientes, tomar café, llevar a los niños al cole, etc?

Agustín-.Yo, mire Vd, la solución ya la he dicho: es una solución puramente negativa .Cuando se queda uno parado y dice: "¡qué hermoso sería el mundo si no hubiera autos!" Yo soy como aquel niño al que le preguntaban: ¿Qué vas a ser cuando seas mayor?, y respondía: "Yo, que no haiga escuela". Pues no me pregunte usted más solución: "Yo, que no haiga autos". Yo confío lo bastante en el sentido común, en la razón común, en el sentimiento, en el amor del placer de verdad, en el amor de vida, para pensar que, si le quitan estorbos, ella desarrolla, como ha desarrollado siempre, sus modos de convivencia, inventa, llega incluso a inventar cosas, aunque sea con la intervención de grandes intereses del viejo capital, cosas como el ferrocarril, el tren y otras máquinas. No hace falta más que esto, "que no haiga autos"; todo lo demás, como dice el evangelio, se da por añadidura; eso es una cosa clara.

Público.-Ahora tenemos las motos. Antes los chicos usaban bicicletas: ahora sus papas les compran motorcitas, para que metan ruido, para que contaminen; y la policía que tenemos la desgracia de tener, la policía que tenemos, pasan delante de ellos y vuelven la cara para decir "yo no lo he visto", y van por la calle Santa Clara. En la Avda de Galicia, (antes hizo usted mención a los camiones), los camiones portugueses que vienen de Oporto todos están pasando por ahí. Allí no controla nadie nada.

Agustín.-¡No dice usted nada!, Eso, de que un policía o un alcalde pudiera poner freno a esas cosas. Podría dedicarse, por ejemplo, a espulsar de verdad a los automóviles de una ciudad, con las motos, claro; pero eso sería ir contra el Poder. Es claramente "con la Iglesia hemos topado": esa es la Iglesia. Con la Iglesia hemos topado, y no hay autoridad, desde el alcalde al policía, que pueda de verdad levantar la mano contra algo que pueda atentar al desarrollo del Auto o, para el caso, de la moto. Ha hecho usted bien en sacar la moto, porque ya en la retahíla que antes enumeré, de adláteres del automóvil, me había olvidado de ella, y es importante. No sólo es importante en el sentido de que se trata de la preparación, una etapa que tiene que pasar el adolescente, que tiene que hacerse a la moto mientras le llega el momento de sentarse en el automóvil, sino que además ese ruido que usted ha conmemorado no es accidental: es una manera en que la rebelión juvenil se manifiesta, desviadamente: los jóvenes del Régimen del Bienestar están, (yo no sé que pasaba con los otros, ni me acuerdo), pero éstos están aburridos, hartos; por supuesto, no saben muy bien de qué, pero están aburridos y hartos, y protestan como pueden, y el ruido de las motos (-hacer más ruido que el auto de papá-) es una forma desvíada de protesta característica. Hacer por lo menos más ruido: ya que no tengo todavía auto, por lo menos hago más ruido que el auto de papá, y ésa es la venganza, desviada, por supuesto: no es así como yo pienso.

Público.- Y ¿qué vamos a hacer? Si esto se va ampliando, ¿qué vamos a hacer? : ¿aguantar, ponernos tapones?. Las bicicletas están desapareciendo. Se están gastando miles de millones en hacer carreras ciclistas de España, Castilla y León, Valladolid, lo otro y lo otro, y las bicicletas cada vez desaparecen más. Sólo motos y coches.

Agustín.-Y el ferrocarril reducido estrictamente a las Cercanías de los conglomerados urbanos y a Alta Velocidad que imita al avión; por lo demás, desapareciendo. Esa es la lucha: aquí estamos justamente a eso. Pero volvamos al planteamiento de esta cuestión de nuestro amigo que toca a eso, adónde iremos a parar, pero que toca también, por otra parte, a otra cosa que dijo José Rodríguez como la principal ventaja del Automóvil, que era la de que nos daba libertad. Os propongo que hablemos sobre eso un poco. Tal vez sea la última cuestión que podamos desarrollar con el debido detenimiento, y por eso os pido que no nos dejéis a los dos solos y que sigáis interviniendo todos los presentes. Desde luego, tu planteamiento, claro, es insuficiente: la proclamación final de que, después de todo, la cuestión es lo que el individuo haga con él, es, a mi entender, falsa.

Público.- Pero yo creo que el problema de los automóviles en este momento se debe también a la trasformación del mundo.

Agustín. Se debe, y viceversa. No lo puedes plantear sólo de esa manera, como si el desarrollo del mundo anduviera por su cuenta y el automóvil por otra; porque el automóvil ha contribuido como nada a ese desarrollo del mundo. Es que; si lo separas, te puedes creer que por un lado anda el desarrollo y por otro lado está el automóvil, que se aprovecha del desarrollo. No, no es así: van el uno con el otro.

Público.-Y ¿cómo se lucha contra eso en este momento?

Agustín.- Con sentido común: no creyendo; con falta de fe: no tragando con lo que te mandan. Diciendo no: por lo pronto, diciendo no, aunque sea entre poquita gente, aquí: ¿qué se le va a hacer? Sería deseable que fueran muchos.

Público.- Estamos aquí en un auditorio donde esta misma Casa financia las motos. Allí está en la esquina de la calle de Los Herreros: "Compra una moto, que pagas siete mil pesetas al mes".

Agustín.- Estamos haciendo el intento de aprovecharnos de la Casa en contra de sus intenciones: tratamos de engañar al Amo.

Público.- Yo ya se que es una idiotez completa, pero es así: ¿Contra quién peleamos?

Agustín.- Contra este Desarrollo del mundo. Y aquí estamos, porque el Poder nunca está del todo bien costituido, y entonces venimos con la vaga confíanza de que, a lo mejor, este Banco se pueda dejar engañar un poquito y que nos puede prestar su local, no para hacer lo que está mandado que se haga, sino a lo mejor para al revés; y a lo mejor es así, porque, por otra parte, el Poder es muy poderoso, pero nunca es, como Él cree, total; nunca está cerrado. Por eso es por lo que el pueblo nunca puede permitirse decir "No hay nada que hacer". Eso es mentira: eso es obedecer ya a la pretensión esa de necesidad del Poder y del Desarrollo: "Es que es el desarrollo, es que es.., ": es decir, es la fatalidad. No hombre no, eso de creer que eso es todo es cosa de Ellos, y el pueblo nunca puede decir por tanto "No hay nada que hacer". Busca sus recovecos, las maneras de decir no, hasta aprovechar un local de la Caja, pero nunca tiene derecho a decir "No hay nada que hacer". Siempre hay que hacer.

Público.- La Caja no patrocina las jornadas

Agustín.- Me refería al local. Es que él ha citado el local.

Público.- Eso de los automóviles esos que van por el espacio...,

Agustín-. Eso ya ¡imagínate!. Es una cosa que la sacan en la ciencia ficción y supongo que en la televisión, (yo ya no la veo jamás), para presentar una especie de paraíso donde hay bólidos que circulan sin tropezarse, sin atascarse unos con otros que saben a dónde pueden ir: es la contradicción de lo que tenéis todos los día delante de las narices. Es para lo que sirven esas fantasias.

Público.- En mi cole estamos haciendo unos dibujos y redacciones sobre "La ciudad sin mi coche" y la profesora nos ha dicho si estamos a favor del coche, y todos en mi colegio han dicho que, si pudieramos los destruiríamos todos.

Agustín. ¿Cómo se llamaba lo que os proponía?

Publico.-La ciudad sin mi coche

Agustín. Seguramente hay algún maestro o maestra que se ha colado por ahí, que conserva el sentido común.

Público.- Es que el viernes es el Día sin coches

Agustín.Ya, pero aún así, aun concediendo que esté promovido por motivos de actualidad, es muy de agradecer ese maestro o maestra.

Público.- De las ventajas que J.R. ha dicho del coche lo que más me ha chocado es lo de que "el coche me da libertad" y "con mi coche en esta Zamora suelo llegar adonde yo quiero". Alguna vez he cogido prestado un coche y he tenido que dar 18 vueltas para encontrar un sitio donde aparcar. Para tener un coche, tengo que empeñarme 36 meses, y esperar que recibo a recibo no suba para no quedarme más empeñada, tener que comprar o alquilar una plaza de garaje; además, que el coche se devalúa a una velocidad espantosa y al final tengo que comprarme otro coche. Puede ser muy cómodo para alguna gente que el coche le saque desde la puerta de su casa a la puerta de su trabajo pero eso no es libertad. Mi libertad es que yo pueda hacer con mi tiempo, con mi ciudad, lo que yo quiera, que yo pueda caminar sin tener que preocuparme; que para ese señor que va en su coche yo no soy una persona: soy un estorbo, soy un estorbo en su camino cuando quiere pasar, y tú ves en el coche a toda esa gente que está parada, esperando que pasen todos esos estorbos. El coche te deshumaniza; eso no me hace libre.

JR.- Vamos a ver: si en Zamora tenemos 10.000 coches, si sólo anduvieses por Zamora con un coche que fuese el tuyo, tendrías libertad para ir a todos los sitios; pero es que los diez mil señores que también tienen coche piensan lo mismo, que tienen la misma libertad. Aquí, en una capital pequeña , andando tenemos libertad, andando cien metros, un kilómetro, dos, más no; pero si nos queremos desplazar a Salamanca, no podemos ir andando. {Varias voces del público desaprueban esta afirmación.-Nos han quitado el ferrocarril Vía de la Plata. Nos han condenado a no tener ferrocarril.Se lo ha absorbido el coche. El automovil es lo que está absorbiendo a todo.}

Agustín. Perdona, pero has dicho una cosa muy bonita y muy clara y que responde a la cuestión esencial. Si hubiera un coche que fuera el mío, entonces yo ganaría libertad con mi coche, pero, como los diez mil son como yo, entonces resulta que el conjunto de las libertades viene a dar esa esclavitud que dice ella, que podría seguir enumerando maldiciones del coche. Imagináos que se compra un coche para andar por Madrid, que, después de todas las pestes que ella ha dicho, el martirio costante de tener que buscar dónde aparcarlo, y que si tenía libertad para llegar a un sitio en media hora, como después tiene que emplear a lo mejor 3/4 de hora en buscarle acomodo y otra media hora para irlo a buscar, resulta que se le ha ido toda la ventaja del auto; se le ha ido a hacer puñetas. Pero, de la manera más inmediata; ésa es la realidad: lo otro, lo que tú has dicho, es el ideal: si hubiera uno..., incluso, como tú decías, si hubiera pocos..., pero es que no puede ser: es que el Régimen, (y esto es importante respecto a la cuestión de libertad,) el Régimen que hoy padecemos está fundado en la fe en el individuo precisamente, la fe en que cada uno sabe lo que quiere, sabe adónde va, sabe lo que le gusta, sabe lo que opina, y en eso está fundada la Democracia. Se confía en que, como cada uno es normalmente idiota, si se consiguen grandes conjuntos de cada unos, donde cada uno esprese lo que le gusta, lo que quiere, adónde va, se va a conseguir una idiocia mayoritaria, que es lo que tenemos; el Régimen está en eso, y de las cosas que os he enumerado, el gran Poder está en la cantidad de gente que obedece, que se lo ha comprado, que lo cambia, que tiene un puesto de trabajo ligado con el automóvil: esto abarca a la inmensa mayoría de la población; y esa inmensa mayoría no está hecha de ninguna masa informe: está hecha de individuos que cada uno cree que sabe adónde va y que tiene su libertad propia. Ése es el engaño que no podemos perdernos. Un tren, una cosa donde tienes que ir con la gente, aunque sea en primera, y sobre todo si es en tercera, que tienes que ir con la gente, mezclado, ir a la estación para montarte y luego bajarte, eso no, no eso no: lo que hace falta es un chisme verdaderamente mío, donde mi libertad se manifieste, es decir, que sea yo el que lo pongo en marcha, yo el que decido a qué sitio voy a ir, cuándo me voy a parar en un recodo turístico para contemplar el paisaje, como me dicen los prospectos de propaganda del Automóvil, cuánto puedo emplear en llegar a este sitio o al otro: este cálculo imbécil del Individuo es el fundamento del Poder, este cálculo, esta creencia imbécil: sin esto no habría Poder, el Poder del Capital y del Estado está justamente en esta creencia en la libertad.

Público.- ¿Quién se antepone a eso, al Capital?

Agustín.- Todo lo que estoy diciendo: la vida, el placer, la gente.

Público.-La conciencia de cada cual.

Agustín.- No, no: la vida, el placer, la gente, la comunidad. Nada de eso: la conciencia de cada cual está al servicio del Poder; eso es lo que estaba diciendo.

Público.-En una ciudad como Zamora no hace falta coche para ir a trabajar. Pero hay quien vive en Zamora y tiene que ir a trabajar a 14 km y necesita coche.

Agustín.- Es que a nadie se nos oculta este truco, (es que no se cansaría uno de enumerar los trucos que esta imposición de los medios de trasporte inútiles se busca), es que, efectivamente, es que, si hubiera una ciudad, como eran las viejas ciudades... Para trabajar en Zamora evidentemente, no hace falta más que andar; pero es que se crean esos famosos Puestos de Trabajo, se crean preferentemente en tales sitios que no tienes más remedio que ir y venir con auto: ésa es la cuestión. Tenéis los conglomerados urbanos rodeados de ciudades llamadas ciudades satélites, (dormitorios, dice el público) que te obligan, (-este es el gran hallazgo, el gran progreso de la lucha de clases-) te obligan a que el trabajador normal, aquel por el que Sacco y Vanzett murieron solicitando la semana de 5 días, ése trabaja mucho más que su abuelo, porque, efectivamente, en el tajo trabajará las 7 horas, pero tiene que ir y venir, y eso es un trabajo; tiene que tirarse 2 ó 3 horas yendo y viniendo una o dos veces al día al puesto de trabajo. Eso es otro de los grandes trucos...

Publico.- Yo quería hacer notar la perversidad que tienen los anuncios de vehículos en la television, en el cine, cuando la imagen que te dan es de libertad entre comillas, con unos coches que circulan por carreteras que sólo va un vehículo, por cascos antiguos idílicos donde no aparece ningún coche más, con una música cadencial muy suave, una gente superfeliz dentro, cuando esas imagenes son absolutamente imposibles hoy día de encontrar ni en las carreteras ni en las ciudades. Es decir, para venderte el vehículo te dan una imagen que ya es absolutamente imposible de encontrar en las carreteras y en las ciudades.

Agustín. Sí; incluso puedes añadir las imagenes que antes recordábamos, las imagenes espaciales donde se circula bien; porque el progreso este del Estado y del Capital, por supuesto, consiste por un lado en hacerte creer en una necesidad en el sentido que he dicho: es que era fatal, como se ha demostrado; como es así, es que tenía que ser así. Ése el gran argumento; pero después, no puede vivir sin un ideal de Futuro, y esas imágenes en que por fin, algún día, los autos, aunque sea por el espacio, circulen bien, ésas te las tienen que meter por todas partes: tienes que creer que, de alguna manera, este caos, esta imposición de medios de trasporte inútiles, puede ir a algún buen sitio; que algún día se va a mejorar, algun día va a haber grandes espacios, como esas carreteras que dices, o, si no, las carreteras del cielo, por donde ya, cada uno con su bólido, puedan libremente, ejercitando su libertad a pleno, trasladarse de un lado para otro.

Público.- Antes has aparcado el tema de los accidentes; a mí me gustaría volver a él, porque creo que 6.000 muertos y 140.000 heridos al año son motivos suficientes para que las Autoridades se planteen el problema y se les ablande el corazón. Este tipo de movilidad nos conduce al caos.

JR.-En cuanto a los muertos, es porque está muy masificado el automóvil, hay muchos automóviles; todo el mundo piensa que tiene las mismas ventajas, la misma libertad: al haber tantos automóviles, es inevitable que haya accidentes. Pero la mayoría de los accidentes, según estadísticas, es porque no se cumplen las normas: si todo el mundo cumpliera las normas, bajarían los accidentes.

Agustín.- Eso es lo que creían los taxistas hace 20 años: ahora ya nadie cree semejante paparrucha, ahora casi nadie cree eso. Además, los coches tienen que ser cada vez más, porque si no, el Capital no se mueve. De manera que ¡fuera ilusiones!: tienen que ser más y más. Tienen que venderse más y más y más y más.

Público.-En España no se puede circular a más de 120 km/h. Los coches raro es el que no tiene, por velocidad punta, a 150. Se vende un coche que va a 200. Tal y como está el Estado de tiquismiquis en relación a que este o aquel producto puede producir alguna enfermedad y se lanzan y lo prohíben enseguida, bueno, pues hay coches que pueden ir a 200; que hay 6.000 muertos al año; pero no se hace nada contra eso.

JR.- Está prohibido ir a más de 120 km/h.

Agustín.- Se sabe bien por qué tienen que venderse coches de 250 km/h. Realmente, todo el mundo sabe que un coche en la mayoría de los casos suele andar a 7 km/h en sitios como Madrid, o sea, lo más, lo más, a la velocidad de un peatón a paso rápido: ésa es la velocidad real, pero tienen que venderse coches con velocidad de 200 porque eso forma parte de la idea: es que "velocidad 200" se realice o no se realice, da igual, vende el Auto; vende, lo mismo que la potencia; la potencia y la velocidad venden el Auto; así que su función la cumplen en la idea, la cumplen en la propaganda misma del producto.

JR. Una persona que sea responsable igual puede ir a 7 km o podrá ir a 120. Otra cosa es que vaya contra el sistema.

Agustín..- ¿Cómo contra el sistema? ¿de qué manera?

JR.- Contra las normas de circulación.

Agustín..- ¿Y entonces?

Jr. Tiene su libertad, pero le van a sancionar porque está prohibido.

Público.- Normalmente, los fines de seman los jóvenes cogen su coche y se van a las discotecas que, normalmente, están en las afueras de las ciudades. Cuando se celebra un bautizo, se bebe; cuando se celebra una boda, se bebe; o sea que es una norma social lo de beber para celebrar. ¿Qué ocurre? Las estadísiticas te demuestran que muchos accidentes son por embriaguez. ¿Qué libertad te da el coche?

JR.- Si van cinco en un coche, pues, con que no beba uno...

Público.- Y entonces ¿qué hago? Cuento las estrellas para la próxima semana...

JR.- Yo, desde luego, si ponen una discoteca debajo de mi casa, protesto. La forma de que estemos tan a gusto en casa es que pongan las discotecas fuera del casco urbano.

Agustín..- ¿No protestas por el ruido de los camiones que nuestro amigo conmemoraba? Ése te parece más dulce que el ruido de la discoteca

Publico.- Respecto a los accidentes de coches, decías que son inevitables: todo el mundo lo sabe, pero ¿qué clase de cosa es un accidente que no solo es inevitable, sino que además se sabe más o menos cuántos va a haber al año. ¿Es eso un accidente? Es como decir que son accidentes los muertos de la guerra.

Agustín.-Lo mismo que los muertos de la guerra: en los regímenes anteriores se mandaba a morir a la gente en el frente; ahora no se lleva: se les manda ir a morir en la autopista. Más o menos, es lo mismo y en proporciones semejantes.

J.R.-En la carretera morimos más a gusto.

Agustín.- ¿Más que el de un héroe que agarra su bandera y muere por la Patria?

J.R..-En la carretera vamos más a gusto con el coche, y no pensamos en eso. Si nos mandan a la guerra, sabemos que nos mandan a morir.

Agustín.- Hay mucha gente que sí que va a la carretera pensando, cosciente o subcocientemente en la estadística que le han metido; sabe en qué ruleta rusa se ha metido: "Yo me meto aquí, y sé que tengo un 95 % de posibilidades de salir vivo"; y se mete.

[Observación final de Agustín].- Yo no es que no quiera que en esta lucha se mencione la contaminación y los accidentes: lo que deseo es que esto no distraiga; porque estas formas de muerte no son más que las más aparentes, las más superficiales; no hay que olvidar que el daño del Automóvil llega mucho más hondo, como hemos tratado de ver. Hasta podría estimarse como rebabas de la obra o florituras esto de las víctimas del auto y de la contaminación: aunque no las hubiera, el Automóvil sería siempre un medio de trasporte inadecuado, inútil, erróneo, un error con el que cargamos hace ya cien años. Simplemente, hay que ver las cosas más a fondo.

Público.-El automóvil está claro que es un juguete más de la industría económica mundial para la esplotación de muchos países. Todos sabemos que el automóvil no es más que la punta del iceberg que mantiene una industria caótica, que nos va a hacer empobrecer en general. Desde hace más de cien años estamos dando vueltas a un desarrollo equivocado, en que el ser humano no es el centro, sino un objeto. En cuanto a la libertad de que hablaba JR, pues sí: nos da una libertad de tiempo económico, un tiempo que sólo se está midiendo desde el punto de vista de la productividad: ésa es la libertad que nos da el automóvil. Los medios de trasporte alternativos, los hay, ha habido y se pueden desarrollar más. Las ciudades y las industrias están montados en torno al automóvil y no en torno al ser humano y coartando las alternativas.

Agustín.- Bien, no creas que todo el mundo lo siente tan claro: JR y algunos de los presentes, pues no, no lo ven tan claro: no es tan evidente, perdona. Únicamente, en tu alegato te invitaría a prescindir del término "ser humano", porque el ser humano es el comprador de auto. En cuanto a las alternativas, yo a lo mejor peco de exagerado, pero creo que tengo que exagerar: la única alternativa es que no haiga autos; quiero decir que al que no confía en el pueblo, a lo que nos queda de pueblo, al que no confía en que, si se le deja suelto a este rebaño, él sabe no sólo por dónde ir a pacer, sino inventar máquinas que le sirvan de verdad para algo, que le quiten de trabajar, que le permitan vivir, al que no confía en que hay recursos por lo bajo, al que no confíe en que no hace falta, no sólo no hace falta sino que es improcedente, no hay alternativas que valgan, nosotros no estamos hechos para fabricar aquí otro mundo.

Público.- Sobre las alternativas, yo estoy de acuerdo en que la única alternativa es que no haya coches. Hoy en día todo el mundo se compra un coche; luego, en cualquier ciudad mediana hay un estraño follón inmobiliario que hace que la gente se tenga que comprar una casa muy lejos de donde va a trabajar y donde van a ir los niños al colegio, en fin muy lejos de todo. Entonces, si la gente se sigue comprando coche, va ir a parar a uno de estos sitios que necesitan coche, y ya ni Dios va a poder arreglar eso. O sea que lo primero sería, en la medida de lo posible, no comprar coche ninguno. Y eso no es ningún sacrificio, ni es por la idea de "no al coche". Es que el coche es malo en si. Se va mal, y la prueba de que se va a mal, y no bien como dicen los anuncios, es que, si se fuera bien, uno no tendría prisa por llegar, y en coche siempre quieres llegar, y, cuando le hacen parar por cualquier cosa, por una obra o el tio de adelante le hace ir a diez km menos de su velocidad de crucero, la gente se encabrona porque no le permite ir a la velocidad que desea. Eso es una prueba de que no se va bien.

Agustín.-Llegar cuanto antes, es lo que introduce la perversión también en el ferrocarril, como aquí otras veces hemos discutido, la imposición del llegar como el único motivo. El ferrocarril era bueno, entre otras cosas, aparte de ser útil, porque el rato que ibas en el tren se vivía, te lo pasabas más o menos bien; y la llegada ¿preocupaba?; pues sí, porque sabías que tenías que ir a un sitio; pero, entre tanto, te lo pasabas bien. Con los medios de progreso, se acabó: el rato que estás, no vives: vas a ese sitio, todo el rato vas a ese sitio, y cuanto antes, como dices: ya se sabe adónde vas al fin.

[se acaba la cinta]