Conferencia de Luis Arancibia Tapia. Economista y director de Entreculturas. Con motivo de la presentación de la RCADE (Red Ciudadana para la Abolición de la Deuda Externa) en Zamora.
Buenas noches.
Últimamente -me refiero en los últimos años- se habla mucho de solidaridad. Es una palabra que se ha puesto un poquito de moda, ¿no? por lo menos en los medios de comunicación nos empiezan a bombardear con la solidaridad y cada vez que asistimos a un tipo de catástrofe, de tragedia en algún lugar del mundo, se pide nuestra solidaridad y además, luego, cuando hay alguna reacción normalmente generosa y espontánea por parte de los ciudadanos, se nos levanta el auto orgullo diciendo que somos muy solidarios. Es una palabra bastante extendida, bastante utilizada ahora ¿ no?. De deuda externa se habla mucho menos y eso que en los últimos dos o tres años se ha empezado a hablar algo más de deuda, la gente que lleva más tiempo siguiendo la cuestión de la deuda explica como entre el año 82 y el año 85 la deuda fue el problema de moda de la economía internacional y luego pasó a un olvido total, no porque se hubiera solucionado el problema, sino por algunas cosas que luego veremos.
En los últimos dos o tres años se ha vuelto a hablar un poco de deuda a raíz de las movilizaciones que en España y en el resto del mundo han tenido lugar para reclamar la atención sobre este problema pero desde luego muchísimo menos que de solidaridad, una cosa infinitamente menos y casi en ningún caso se habla de solidaridad vinculada con deuda.
Yo quisiera que empezáramos un poco, empezar la intervención resaltando la idea de que el tipo de solidaridad por el que creo que debemos apostar es un tipo de solidaridad que exige hablar mucho de deuda externa, que es un tipo de solidaridad menos epidérmica, menos puntual, menos superficial, menos indolora de lo que se nos presenta habitualmente y que en cambio exige abordar cuestiones estructurales, cuestiones quizás poco gratas, compromisos duraderos, como el tema de la deuda externa y por lo tanto yo creo que hablar de deuda, reflexionar sobre deuda y movilizarse en torno a la deuda es una de las mejores maneras de construir solidaridad verdaderamente, pero bueno de todo esto supongo que mis compañeros de mesa van a hablar y mejor que yo, a mi me han pedido que haga un poco la parte más técnica de la cuestión de la deuda, espero que pueda ser algo no demasiado aburrido y que quizás a los menos iniciados en la materia de la deuda les permita tener algunas reflexiones claras. Ese es un poquito el objetivo.
Empiezo diciendo las seis ideas que voy a intentar expresar a lo largo de la intervención, son seis ideas sencillas que quizás a los que más sepan les resulten un poco obvias, me disculpáis en ese caso.
La primera idea es el reconocimiento de que la deuda externa constituye uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico y social de los países del sur y en general diríamos para la lucha contra la pobreza. La deuda externa es uno de los principales obstáculos en la lucha por la erradicación de la pobreza en el mundo.
La segunda idea es que la responsabilidad en el problema de la deuda externa está muy compartida entre acreedores y deudores, entre países ricos y países pobres, o más concretamente hablando, entre gobernantes de países ricos y gobernantes de países pobres. Es una responsabilidad ampliamente compartida y no como muchas veces se nos presenta como una exclusiva responsabilidad de aquellos que se han malendeudado.
La tercera idea es la constatación de que el problema de la deuda se ha ido agravando en los últimos 20 años, que este deterioro del problema de la deuda está estrechamente ligado al crecimiento de las desigualdades y de la pobreza que se ha producido en nuestro mundo y que este deterioro del problema de la deuda si prosigue como lo ha hecho en los últimos veinte años va a generar unas tensiones probablemente insostenibles en términos sociales, económicos y ambientales.
La cuarta idea es constatar también que las soluciones propuestas no han sido capaces de resolver, en absoluto, el problema de la deuda. Llevamos 15 años planteando soluciones al problema de la deuda que no han servido para solucionarlo e incluso en algunos casos ha servido para agravarlo.
La quinta idea es el reconocimiento de que España, con un problema internacional y que no nos afecta sólo a nosotros, pero en el cual como país acreedor medio y que tenemos una posición relativamente importante, ha mantenido siempre una posición en el tema de la deuda una posición que sólo se puede calificar de reactiva y pasiva, es decir, no ha tomado nunca una iniciativa importante y más bien lo que ha hecho es cumplir puntualmente, en ocasiones más menos que más con los compromisos que internacionalmente se iban adoptando que obligaban a todos países.
La sexta idea es el reconocimiento de que el problema de la deuda, es sobre todo, un problema de voluntad política, es mucho más un problema que exige voluntad política que soluciones técnicas. La solución al problema de la deuda no pasa por encontrar soluciones técnicas sino por encontrar voluntad política y en ese sentido, trabajar por solucionar el problema de la deuda obliga a aportar voluntad política, mucho más que poner en marcha sofisticados mecanismos técnicos que si bien son necesarios, en general, están suficientemente desarrollados ya.
Son seis ideas sencillas: la deuda es un obstáculo fundamental para lograr el desarrollo, la responsabilidad está muy compartida entre acreedores y deudores, el problema de la deuda se ha ido deteriorando y agravando en los últimos años, las propuestas no han servido sino que más bien han complicado aún más, el papel pasivo y reactivo de España y la constatación de que la deuda es, sobre todo, un problema que exige para su solución más voluntad política que soluciones técnicas.
Algunas reflexiones deprisa para cada una de estas cuestiones.
.- La deuda es un obstáculo fundamental,
uno de los principales obstáculos en la lucha contra la pobreza.
Voy a dar sólo dos datos que me parecen muy gráficos y que en
si mismos explican el asunto sin necesidad de ir más
allá. En 1986 la deuda
externa de los países del tercer mundo era de, más o menos, 1,1
billones de dólares. En 1996, diez años después había pasado
a 2 billones de dólares, casi se había duplicado, de 1,1 a 2
billones de dólares en diez años, en medio qué paso, pues en
medio pasó que los países del tercer mundo pagaron 1,6 billones
de dólares, en concepto de lo que se llama servicio de la deuda,
es decir, devoluciones de capital más intereses, es
decir, en este caso las matemáticas parecen no funcionar muy
bien. Al principio yo debo 1,1 billón de dólares, a lo largo de
diez años yo pago 1.6 y al final resulta que debo 2
billones.
Estas son las cifras de la evolución de la deuda en los últimos diez años y esto ¿a qué coste?. Voy a poner el ejemplo de dos países africanos muy endeudados y muy pobres y otros cuarenta y tantos países que hay y que comparten esta categoría: Uno es Etiopía que es uno de los países más pobres del mundo, con un conflicto bélico con Eritrea y que está afectando a una parte importante de la población, pues Etiopía paga cuatro veces más en devolución de la deuda de lo que gasta en salud. Etiopía tiene que pagar cuatro veces más en deuda que en salud. Estamos hablando de Etiopía un país donde cada año mueren 10.000 niños por diarrea, una enfermedad perfectamente curable en cualquier país desarrollado, pero donde se gasta cuatro veces menos en salud que en el pago del servicio de la deuda.
Otro país es Mozambique que gasta el doble en el pago de la deuda de lo que gasta en educación y salud juntos, sumando su gasto en educación y salud juntos, es la mitad de lo que gasta en el servicio de la deuda. Estamos hablando de Mozambique un país con el 70 % de analfabetismo y donde uno de cada cuatro niños menores de cinco años muere por enfermedades que se consideran perfectamente curables en un país desarrollado económicamente. Por lo tanto no hace falta explicar mucho más para constatar que efectivamente la deuda es uno de los principales problemas para erradicar la pobreza.
.- El reconocimiento de que este
problema no ha sido generado exclusivamente por los países
endeudados, por los llamados países del tercer mundo,
por los gobiernos del tercer mundo, sino que las autoridades, los
gobiernos, las instituciones internacionales de los
países ricos también tenemos una cuota de responsabilidad en
esa cuestión. Sería larga de explicar la historia de
cómo se ha gestado el problema de la deuda, pero básicamente se
podría resumir en que en los años setenta en el mundo y
fundamentalmente motivado por el alza del precio del petróleo
sobra el dinero, los bancos se encuentran con muchísimo dinero
que no saben dónde colocar porque los mercados tradicionales
están en franca recesión, son los años setenta y tantos en
Europa, con el paro disparado, con la recesión económica
disparada y donde a los bancos, diciéndolo en lenguaje sencillo
les sobra el dinero, y de pronto aparecen los países del tercer
mundo y dicen "nosotros estamos aquí y estamos dispuestos a
pedir crédito", y piden crédito y lo malgastan, pero los
acreedores que dan crédito saben a quien se lo están dando, en
la mayor parte de los casos actúan con una responsabilidad que
podríamos calificar de bajísimo, y por lo tanto asumen una
responsabilidad muy significativa. Lo que sucede después es que
a principios de los años ochenta cambian completamente las
condiciones y una deuda que se había contraído en condiciones
muy ventajosas para los países del tercer mundo pasa a ser
directamente una deuda impagable para la mayoría de ellos y es
cuando en el año 82 México dice "no puedo pagar" y
una serie de países importantes le siguen y estalla lo que se
llama el fenómeno de la deuda. Sería largo de explicar
repito pero creo que es indudable en lo que sucede en cualquier
tipo de contrato, que cuando las cosas no funcionan bien,
la responsabilidad está compartida y es difícil echársela
sólo a una parte.
.- El problema de la deuda se ha ido
agravando, y este agravamiento, este deterioro del problema de la
deuda está muy relacionado con el deterioro de las condiciones
de vida de una parte importante de nuestro mundo, con el aumento
de las desigualdades, y con el hecho de que aún hoy sigue
habiendo 1500 millones de personas viviendo en pobreza absoluta,
3.000 millones de personas viviendo directamente en pobreza y la
deuda tiene una responsabilidad directa en todo esto. Desde el
punto de vista económico la deuda externa genera una presión
enorme sobre los países endeudados, un país endeudado es un
país que si quiere salir adelante tiene que hacer lo que el FMI
y el BM digan que hay que hacer, es un país que está
completamente condicionado a la renegociación del crédito, al
acceso a un nuevo crédito y es un país que si va al mercado
internacional de capitales a que alguien le financie no va a
obtener absolutamente nada. Vosotros imaginaros un país como
Sierra Leona intentando que los bancos comerciales inviertan
dinero en él, pues es prácticamente imposible y sólo puede
venir a partir del crédito que le den estas instituciones y
estas instituciones sólo dan dinero cuando se aplican programas
y políticas de ajuste muy estrictos, políticas y programas de
ajustes que hemos visto a lo largo de los años 80 y primera
mitad de los 90 las consecuencias sociales enormes que han
generado.
En segundo lugar la deuda detrae recursos para gastos sociales en los propios países, la prioridad número uno es pagar la deuda, para pagar la deuda se sacrifican gastos en cualquier otra cosa, particularmente en los gastos que más fácilmente hay recortes, salud, educación y cualquier tipo de gastos sociales, antes os he dado algún dato de Etiopía y Mozambique, pero vamos en general Africa gasta hasta cuatro veces más en el pago de la deuda de lo que gasta en salud, por lo tanto dicho eso, está dicho todo. Podríamos hablar de más consecuencias que para la gente pobre de los países del tercer mundo tiene la deuda, baste señalar estas dos: la enorme condicionalidad derivada por las políticas de ajuste y descenso de los gastos sociales como consecuencia de la priorización absoluta del pago de la deuda.
.- Las soluciones adoptadas no han servido
para gran cosa, desde el año 85 se puso en marcha el primer
programa de solución al problema de la deuda, Plan Baker, Plan
Baker II, el plan Beibi, la iniciativa para los países pobres
altamente endeudados en el año 96 y más recientemente en el
año 99, esta misma iniciativa reforzada en lo que se ha llamado
en las siglas en inglés la Iniciativa ¿HEAPI2? . La realidad
son los datos que antes decíamos se ha multiplicado por
dos la deuda externa a pesar de que se ha hecho un pago, se ha
hecho un esfuerzo enorme en los países del tercer mundo. No es
casualidad. En general, a partir del año 82 que estalla la
crisis de la deuda cuando México dice que no puede pagar
las soluciones en el primer momento tenían un objetivo muy
claro: evitar que el problema de la deuda en el tercer mundo
repercutiera en los propios países del norte con que nos
encontramos en el año 82 cuando México, Brasil, Indonesia
y otra serie de países dicen no puedo pagar que
sobre todo los bancos americanos tienen puesto un importante
porcentaje de sus créditos en esos países y que si no
cobran hay un riesgo real de que el sistema bancario
norteamericano haga un crack. Por lo tanto, el primer objetivo es
evitar que el problema de la deuda repercuta en los países
acreedores. ¿Esto cómo se hace? Pues se hace aplicando una
serie de medidas, renegociando, provisionando fondos,
nacionalizando la deuda externa, es decir, a veces la deuda
había sido contraída por entidades privadas, obliga a que los
gobiernos y por tanto todos los ciudadanos se comprometan a pagar
en el caso de que la entidad privada de turno no pueda pagar. A
partir del año 86 la deuda deja de ser un problema para los
países del Norte: los bancos han, lo que se llama técnicamente,
provisionado esas deudas, lo que cobren fantástico y si no
cobran ningún banco va a quebrar. El objetivo a partir de
entonces pasa por poner en marcha soluciones que garanticen que
se va a cobrar la deuda, ya no importa que sea más tarde, antes
o después, pero que se va a cobrar. Sólo recientemente a partir
del año 99, lo que se llama esta iniciativa para los países
pobres altamente endeudados reforzada, hay un cambio de
mentalidad que es un avance muy importante y es el avance más
importante que han tenido las movilizaciones internacionales y es
un reconocimiento de los organismos financieros
internacionales y de los gobernantes de los países más
ricos de que la deuda es impagable, de que la deuda de los
países más pobres y altamente endeudados del mundo, de los 41
países es impagable y que sencillamente hay una parte que hay
que perdonarla. Eso hasta ahora no se había reconocido
nunca. Se consideraba que era cuestión de más o menos
tiempo, pero que se podría pagar. Este es un avance muy notable;
el problema es que no se actúa en consecuencia. Es impagable
pero Una cantidad muy pequeña solo a 41 países que acaban
siendo 33 y en un plazo de tiempo relativamente largo que en
muchos casos no será menor de 6 años y de aquí a seis años ya
sabemos lo que puede pasar.
Dos referencias últimas:
una España, España ha tenido casi siempre una posición pasiva y reactiva. Se echa completamente de menos pero no es solo cuestión de este gobierno es desde siempre una actitud más firme más decidida por parte del gobierno español en favor de la condonación de la deuda. Más bien la sensación es que en este caso y vista la movilización tan importante que ha habido en España sobre esta cuestión, una vez más los gobernantes parece que van por detrás de la sensibilidad de los ciudadanos. Para que os hagáis una idea la condonación de la deuda de los países más pobres y altamente endeudados tendría un coste en libros de 280.000 millones de pesetas para España. Real, podemos estar hablando del 10 ó 15% de esa cifra.
Desde luego estamos hablando de muchísimo menos del déficit de un año de Televisión Española. Si consideramos el 10% con dos o tres equipos de fútbol ya tenemos el valor real de la condonación de la deuda de los 41 países altamente endeudados.
La última idea, ya como conclusión, es el reconocimiento de que el problema de la deuda no es un problema técnico sino de voluntad política. No es un problema de articular las medidas técnicas que existen de condonación, conversión, compra de deuda o cualquier otra fórmula que se puede poner en marcha. Es un problema que exige voluntad política y para mover voluntades políticas tiene que haber gente dispuesta a movilizarse y pelear por este asunto que en definitiva como decíamos al principio no es más que pelear por una solidaridad real y efectiva.
Muchas gracias.