Charla-Coloquio de Agustín García Calvo contra la central Térmica de Tordesillas(1-junio-2001) A.G.C. es Premio Nacional de Ensayo 1990 y Premio Nacional de Teatro 1999.
" Como suele suceder cada vez que vengo a reuniones de éstas, me temo que todos o casi todos los presentes son más o menos amigos, más o menos rebeldes, más o menos listos; lo cual quiere decir que no hay presencia de verdaderos creyentes, de verdaderos idiotas en número suficiente para que esto se animara un poco. ¿No? Seguro que muchos de vosotros no van a tener muchos ánimos ni para contradecirnos, ni para mantener una viveza un poco dramática en este debate. Pero ¡qué se le va a hacer! Alguna ley económica debe también regir estas asistencias. Ha sido muy raro que alguna vez hayamos logrado tener aquí, en una reunión, algún representante del enemigo, que quiere decir simplemente los creyentes (¿no?), los creyentes, los más fervorosos de los creyentes en el Régimen, y es una rareza que apenas se ha dado y no creo que hoy tengamos la suerte; ojalá me equivoque: ya veremos a ver si salen voces dispuestas a hacer la defensa del Régimen y de esta propuesta en concreto.
Pero, como me temo que no sea así, entonces lo que me va a tocar, más que deciros simple y directamente, o recordaros, algunas de las cuestiones más elementales, es más bien deciros lo que les tenéis que decir a aquéllos con los que alguna vez os tropecéis y que quieran hacer la defensa del Régimen. ¿No? ¡Qué le vamos a hacer! Tiene que ser la cosa así; de manera que en ese sentido procuraré volver sobre alguna de las líneas que alguna vez ya he presentado y algunas nuevas que ahora se me ocurren.
No hay más defensa que el ataque; y, cuando este principio no se entiende bien, uno se arriesga no sólo a perder el tiempo, sino a hacer cosas contraproducentes. Nosotros ¿quienes somos nosotros para defender ni al Duero, ni al agua, ni al aire, ni al clima ni a todas esas cosas que se supone que están por fuera de nosotros, tan fuera como para perderse en lo desconocido? Es efectivamente lo que nos mueve: lo que nos mueve, el deseo, el amor lo desconocido. Pero eso a lo que llamamos, (qué sé yo) naturaleza, por ejemplo, o cualquier cosa así y con un poco más de sacrilegio, agua, aire, río Duero, la infinitud, lo desconocido, aquello que mueve de veras el amor, ¿quién diablos somos nosotros para intentar defender eso?
Para defender esas cosas lo primero que habría que hacer es saberlas, como las saben Ellos, como las saben los representantes del Poder; y saberlas es matarlas, es ir contra su verdad que está justamente en ese desconocimiento, en esa infinitud.
En este sentido, cualquier intento de defensa, que a lo mejor se presenta como tal porque parece más prudente, que incluso puede llamar más a la gente (porque, la gente no, las personas, están muy acostumbradas a esa confusión entre lo positivo y lo negativo; a veces alguno de vosotros se puede llegar a sorprender llamando, diciendo, positivo en lugar de bueno, negativo en lugar de malo, todo al revés, todo al revés como está mandado), pues con ese pretesto con otro se piensa que a lo mejor hay que presentar la cosa como defensa; y no es verdad. Pretender defender esas cosas es contribuir de alguna manera a conocerlas; y no hay más manera de conocimiento que la de la Universidad y la Empresa, la que viene desde Arriba, de forma que es muy difícil defenderse contra ellas.
Y, por supuesto, cuando la gracia de ello es ser sin fin, ser desconocido, estar mucho más allá de nosotros, el comprenderlo, comprenderlo y conocerlo de esa manera, implica de alguna manera atentar contra esa gracia suya. No voy a detenerme más pero insisto en que esa no parece la vía. La única defensa es el ataque.
El ataque, en cambio, puede dirigirse contra lo que se sabe: por tanto, no hay peligro ninguno de hacer mal. El ataque se dirige contra lo que se sabe, contra lo que está realmente establecido, es decir contra la Empresa, contra el Estado, contra el Capital, contra el movimiento del Dinero, todas las cosas sabidas y archisabidas, que gracias a eso forman parte de la Realidad. Y a eso por supuesto cabe lanzarse a decirle no de mil maneras; no con la boca y, si a continuación viene bien, con las manos también; pero sabiendo que no se está atacando más que lo sabido, lo ya conocido, lo hartamente conocido, lo que nos aplasta todos los días, lo que todos los días os difunden, pregonan, imponen por los Medios de Formación de Masas de Individuos, con la Televisión a la cabeza y con la Prensa detrás. De manera que, os invitaría, tal vez cuando entráis en estas lides, a cambiar la línea, sobre todo en el sentido del ataque, de la negación de lo sabido, sin muchas pretensiones de defensa de lo no sabido, de lo que por fortuna sigue estando, a pesar de todo, vivo, el río Duero, el aire, el agua, el cielo, sigue estando todavía vivo, en cuanto a infinito y en cuanto desconocido.
Eso, habría que aprender a decir, se defiende ello solo. Lo que a nosotros nos toca es atacar a quien lo mata, matar a quien lo mata; y atacar a quien lo mata, que es justamente las istituciones bien conocidas, que costituyen, que defienden y sostienen la Realidad. En ese sentido va el resto de lo que os propongo como motivo para discusión ahora, y después por si podéis seguirlo utilizando en otras charlas o debates con otras gentes de las que no han venido.
La cuestión está en esto: sí se mantiene la fe en que lo que es bueno para el Capital puede ser bueno para la gente en alguna medida y que por tanto si se permite el progreso del Capital, el aumento del movimiento del Dinero se está haciendo un bien a las poblaciones, si se sigue creyendo en esto, no hay nada que hacer: os lo digo desde aquí; y cualquier campaña será una distracción, si no se ataca esta fe esencial.
No es verdad: el corazón os lo dice por lo bajo, y si nos dejamos razonar, si se le deja razonar. Pero se cree, sí, se sigue creyendo mayoritariamente, aplastantemente: se sigue confundiendo, bajo nombre de Progreso o hasta de aumento de la vitalidad de la población o cualquier otra tontería por el estilo, se sigue confundiendo lo que es movimiento del Capital y por tanto beneficio también para el Estado, (puesto que en el Régimen del Bienestar no hay separación alguna entre las istituciones del Capital y las del Estado en cualquiera de sus formas) se confunde eso con lo que podría ser de verdad bueno para la gente, bueno para la gente sin precisarlo más, porque los beneficios del Capital si se pueden precisar y contar, (para eso están los números, para eso está la Banca), pero lo que es bueno para la gente, lo que es bueno de verdad eso tiene su gracia en que no se puede contar, no se reduce a números, está ahí pero no se puede contar. Se confunde, se sigue confundiendo, en la fe, en la creencia; y por tanto la primera flecha que os lanzo y que os propongo que lancéis es contra esa Fe: no es así, no es verdad, y no se puede consentir que lo uno se confunda con lo otro.
Tenéis en esta campaña un arma muy poderosa, que es la del suficientemente maduro aburrimiento a que la prédica de esta confusión ha llegado después de muchos años, decenios de progreso progresado: hace falta ser uno muy típicamente idiota para que todavía se le pueda conmover hablándole de aumento de Puestos de Trabajo o de aumentar la vida de una población por medio del establecimiento de industrias o de líneas de carretera y cosas por el estilo. Hace falta ser profundamente idiota; Era mucho más comprensible que vuestros padres o abuelos se lo tragaran: vosotros es ya mucho más imperdonable, vosotros y vuestros contemporáneos aunque nada más sea por eso, por lo harto que se ha empleado, por lo aburrido que suena, cada vez que se dice Creación de Puestos de Trabajo, cada vez que se dice Futuro de Zamora, cada vez que se dice la vida de la población, cada vez que se dicen esas cosas, esos tópicos, suenan tan viejos, tan pesados, tan aburridos que os propongo que esta es la arma más elemental: ¿quién se puede seguir creyendo a estas alturas, en pleno Régimen de Bienestar, después de 30 años de Régimen de Bienestar, sin contar más para atrás, quién se puede seguir creyendo estas paparruchas?. Parece mentira: se siguen creyendo, la mayoría se lo sigue creyendo porque si no no estaríamos aquí, ni estaríamos discutiendo acerca de la central térmica o de cualquier otra cosa; pero esa fe, mayoritaria, de momento al menos, es la que hay que atacar.
No me gusta mucho acudir a la Historia, ni siquiera de buena gana os he contado 30 años desde el establecimiento del Régimen que hoy padecemos, del Régimen del Bienestar; no me hacen gracia esas cosas; porque la Historia y su Cronología forman parte de las prédicas y de las falsedades del Régimen; por lo tanto apenas si se puede acudir a ellas con mucha prevención y sobreentendiendo por lo bajo, que, bueno, que puede ser ilustrativa la comparación de épocas, pero que es mentira, porque época no hay más que la que padecemos, ésta, y en ésta están todas las demás, y las demás están en los libros y en la pantalla de la televisión y así. Pero están aquí, y por tanto, aunque sea de paso, tengo que recordaros que nunca podéis dejar que se os haga creer que vivís en una época: eso os lo hacen todos los días os quieren hacer creer que vivís en una época. Ellos saben que los que viven en las épocas son Cleopatra, Napoleón y Tutankamon, de manera que, si consiguen que os creáis que vivís en una época, pues ya sabéis: los que viven en las épocas son los muertos; y por lo tanto, si llegan a convenceros del todo de eso, el ideal del Régimen está cumplido, ya no hay nada que hacer; no tendríamos que andar luchando. Esta época no es ninguna y en ésta están todas las demás, en parte como imaginaciones históricas, incluso también, por supuesto, imaginaciones de Futuro. Creer, dejarse creer que vivimos en una época es prepararos para esta trampa de que ¡hay que ir con los tiempos! Cuando el Régimen del Bienestar se estableció, hace unos 30 años, te mandaban enseguida a la Edad Media y, si no era bastante te mandaban a la Edad de Piedra, en la medida en que denunciaras alguna de las mentiras del llamado Progreso. Eso es así, hace mucho, pero el tópico sigue valiendo: os mandan ir con los tiempos: si os creéis que estáis en un época y se trata de ir con los tiempos, entonces ya sabéis que no vais a hacer más que lo que ya esta hecho de antemano; porque esa es la condición de lo de ir con los tiempos. Inventar algo, descubrir algo desconocido, implica lo primero negarse al tópico de ir con los tiempos, no creer que haya ningún destino histórico ni ningún futuro. Con esa descreencia, tal vez puede suceder algo, puede hacerse algo: sin ella, claro, cumplir con los planes del Poder y nada más.
Con esas prevenciones, sin embargo, si nos permitimos comparar un poco de los últimos siglos, os daréis cuenta de que parece evidente que esa relación entre los beneficios del Capital y el bien de la gente ha ido cambiando según una línea que si tuviera una pizarra aquí podría dibujar con bastante precisión; ha ido progresando, trasformándose esa relación, entre beneficios del Capital, movimiento del Dinero, Progreso del que venden desde arriba, etcétera y bien para la gente, lo bueno, lo desconocido, un poco en el siguiente sentido: que tenemos que suponer (dejando ya a Tutankamon, y a los faraones y al Imperio Romano que han ido cayendo uno detrás de otro y por lo tanto nos animan mucho con en ese espectáculo que la Historia ofrece), desde que empezó esto de la Ilustración, la Revolución, el Progreso hace un poco más de dos siglos, (yo creo que partiendo desde ahí se puede ir analizando bastante bien). Que cuando empezó a establecerse este Régimen, este modo de dominio que hoy padecemos a pleno, sucedía que para que la Empresa, el Capital, y naturalmente la Administración de los Estados, aconchabada siempre con ellos, pudiera funcionar, tenían que darle bastante cancha todavía a las necesidades y deseos de la gente; esta es la cuestión.
De manera que efectivamente, los telares mecánicos o el ferrocarril por esas épocas, se impusieron desde Arriba porque movían Capital, no cabe duda; pero al mismo tiempo la presencia de malestares ligados con el trabajo mecánico y con el trasporte penoso que repercutían sobre la gente tenían que estar ahí jugando de una manera bastante importante; de manera que se puede decir que, empezando por ahí, la relación entre el beneficio y el movimiento de Capital y los beneficios de veras, respecto al trasporte, respecto al trabajo mecánico, es decir, a supresión del Trabajo, que son los deseos de veras de la gente (disfrutar del viaje, no trabajar, esos son beneficios de verdad no los cuentos de arriba) era relativamente estrecha. Se puede decir que a partir de esa convivencia de intereses luego se fue entrelazando lo uno con el otro; la historia del ferrocarril en estos dos siglos o del resto de las máquinas resulta ilustrativa; pero no olvidéis nunca esto: hay que partir siempre de una oposición nativa, originaria, o sea, originaria, como siempre, desde el comienzo de la Historia, desde la espulsión del Paraíso (no podemos irnos afuera ni más atrás) o desde la confusión de la lengua con los signos de la escritura, desde ese momento hay una oposición neta, primigenia: no puede ser que lo que es bueno para la gente sea bueno para la marcha del Capital, no puede ser: esta guerra es acompañante de la Historia, con esto tenéis que contar para evitar ilusiones.
La contraposición es neta, porque efectivamente lo que se impone desde Arriba, lo que se impone por parte de la Empresa y desde las Istituciones Estatales a su servicio es siempre imposición, es siempre de una manera o de otra sometimiento de lo que puede haber por abajo, y los deseos que pueden nacer de verdad de abajo; los ejemplos que os he citado antes: no trabajar, disfrutar del viaje mientras se va andando; ésos, en la medida que se manifiesten, se manifiestan en contra de esa imposición desde Arriba. De manera que estoy hablando de un momento, que fijo un poco arbitrariamente en eso, hace unos dos siglos, en que esta forma de progreso que hoy padecemos tenía que acudir hasta cierto punto, dar consideración, a lo que se sabía, se sabe siempre, que está latiendo por abajo, a los verdaderos deseos y necesidades de la gente. Bueno, pues os invito a seguir desde ahí hasta hoy, y veréis cómo es fácil comprender que, cada vez más, ha venido sucediendo que, al progresar en el sentido del Capital y del Estado, cada vez la atención a lo que puede ser deseos o bueno para la gente ha ido siendo menor. Es una decisión, una decisión notable, en la cual podéis poner el verdadero esquema de lo que se llama Progreso, esa separación constante; por varios procedimientos, pero el principal, del que todos habéis oído hablar y que sobre todo lo sentís en vuestro corazón en cuanto lo dejéis, es que eso de las necesidades y los deseos, a los que yo he aludido diciendo que no se sabe lo que son, se pueden fácilmente convertir en otras cositas que sí se sabe lo que son; es decir, esas cositas que la televisión vende como deseos de la juventud, esas cositas que desde Arriba se venden como necesidades: de eso se fabrica todos los días, y este truco, que no ha hecho más que avanzar durante estos dos últimos siglos, más de prisa cada vez, este truco es lo que naturalmente al confundir verdaderas necesidades, verdaderos deseos que podía haber, con las necesidades ya fabricadas, ya echadas al mercado desde Arriba, evita que tranquilamente se puedan desentender las Empresas, sus servidores, y los representantes de la Administración de aquello que podía ser necesidad de la gente.
¿ Cómo se pueden acordar del río Duero, del agua, del aire, de vuestros corazones, de lo que deseáis, del no trabajar, de pasárselo bien, cómo se van a acordar de esas cosas, cuando a su lado tenéis la imagen del Progreso que os venden? ¿Qué es eso si al lado tenéis esa imagen que os venden de lo que es la vida de una ciudad como Zamora o como Tordesillas, la vida que consiste simplemente en que haya cada vez más ingerencia de todo tipo de istituciones productoras de nada, para que parezca que se está haciendo mucho, incluidas no sólo las istituciones del trabajo inútil, sino las istituciones de la diversión vacía, que van las unas con las otras, y a eso se llama vida? ¿eh?, ¡vida! Vida quiere decir fabricas de nada y discotecas para matar el tiempo, eso es lo que se llama vida, y os lo han hecho creer: ¿no? Es decir, justamente lo contrario de aquello de más abajo a lo que estoy aludiendo todo el rato.
Y estando presente eso, estando presente la necesidad del Progreso, estando ahí la Banca, el representante mismo del beneficio del Capital, estando las Istituciones del Estado cada vez más íntegramente dedicado al servicio del movimiento del Capital, de forma que no habrá un solo político en el mundo del Bienestar que sea capaz de levantar un dedo contra el Automóvil o contra la Televisión; ni se menciona: ¿cómo se va a levantar un dedo contra el Automóvil, contra la Televisión, contra una Central Térmica?: ¿en nombre de qué?: ¿en nombre de que la gente se lo pase bien, en nombre de algún beneficio? ¡No!, ¡qué me vas a decir!: sí ahí se está jugando justamente el Progreso del Capital y el Progreso del Estado consiguiente, que se supone que son lo que da vida a las poblaciones, lo que es beneficio de la gente.
A esa desproporción hemos llegado ¿no? Y por eso es por lo que al principio os decía que intentar hablar en nombre de las cosas verdaderamente buenas, y por tanto desconocidas, es algo que no se debe hacer, porque con ello se contribuye a convertirlos en los sustitutos que Ellos venden.
Aquí os invito a hablar, por ejemplo, según el esquema que os he presentado o según otros, pero siempre contra lo que se conoce, siempre contra lo establecido, con una confianza ciega en que si se mata al Estado, si se mata al Capital, la vida se encarga de vivir ella sola; no hay cuidado de que haya que ponerle andaderas a la vida, ni al aire, ni al agua, ni a ninguna de las cosas buenas ¿no?: basta con matar a quien lo mata, esa es la única vía esencialmente negativa y por tanto en ese sentido menos engañosa.
Como decía, este esquema que he presentado de la progresiva separación de Capital y bienes a lo largo de, por ejemplo, estos últimos años, con el progresivo establecimiento del dominio del Régimen que hoy padecemos, es uno de los esquemas que aunque desgraciadamente tenga que utilizar una imaginación histórica, la que ellos os venden en la escuela, sin embargo en la medida que no se le preste fe, sino que se le use como ilustración, o más bien como ispiración, ispiración más bien que ilustración, puede servir en esta guerra como sucede con tantos otros esquemas: éste es del que os quería dar ejemplo y es el que más pertenece a nuestro caso.
¿Qué es lo que a la gente de Zamora o de Tordesillas les puede hacer meter, quieren hacérselo meter, una central térmica por ejemplo? La necesidad de que es necesario porque, como nuestro amigo ha dicho, hace falta mucha energía: hace falta mucha electricidad, no damos abasto; y la gente oye eso, y cree que están hablando de las necesidades de ellos y de las conveniencias de ellos, aunque evidentemente ese dispendio fabuloso de energía a la gente no le hace falta para nada, no hace más que estorbarle; pero en cambio, por supuesto, es lo que sostiene en marcha a las istituciones y las empresas de todo tipo, ¿no?.
Eso por un lado, y luego, entrando más ad hominem, creación de Puestos de Trabajo todavía. Se confía en que la gente se va a seguir creyendo eso de que en este mundo estamos para trabajar y que por tanto, si le hablan de puestos de trabajo, le están hablando de un beneficio. Pero, hombre ¿cómo no se levanta el corazón y la razón contra eso? ¿Cómo se puede haber llegado a tragar esa estupidez de que la creación de los puestos de trabajo es el gran beneficio que llueve sobre las poblaciones? Aun en el supuesto que fuera verdad, es decir, realidad, por supuesto, no vale para nada en sí; pero parece que sigue sirviendo como truco para el engaño, hasta eso sigue sirviendo como truco para el engaños una vez que ha llegado a su progreso suficiente esta confusión entre las necesidades del movimiento del Dinero y las necesidades de la gente de abajo; hasta eso puede seguir sirviendo.
Incluso les pueden hacer creer a los hosteleros y a los comerciantes que el tener, por ejemplo, una central térmica va hacer que haya más camiones de traslado de acá para allá: más, en fin, más tráfico: que quiere decir tráfico de Dinero, que es el único tráfico que cuenta de verdad, pero que pueden los comerciantes y hosteleros creer que eso les va a beneficiar; por poner un caso de eso del pueblo, que en verdad es lo que no existe, lo que hay, pero que no existe: por poner una parte que es relativamente existente, he mencionado, después de los funcionarios, a hosteleros y comerciantes.
Se ha visto cuando se estaba años pasados defendiendo el progresivo aumento de automóviles (hasta el punto del ahogo, del desastre, como están llegando, pero todavía hay que seguirlos defendiendo, porque siguen moviendo capital y por tanto siguen moviendo también arcas del Estado) pues se decía que Si se cierra al tráfico la Puerta del Sol, pues entonces nuestros comercios se van a hundir. Es una estupidez: es como si te dicen Si haces peatonal una calle, pues, si no hay autos, pues resulta que no hay tráfico y entonces la compraventa y los comercios no van a marchar bien.
Lo esencial es que esa estupidez ha conseguido arraigar mucho, y los Medios de Formación de Masas procuran que se siga manteniendo esa confusión, y ella se manifiesta en esta cuestión de la central térmica o en cualquier otra que se presente, porque todas son iguales.
Bueno, yo no voy a despreciar la labor de Emilio y sus compañeros ecologistas sacando, estadísticas y todo lo demás; bueno a lo mejor, alguna vez, sirve para algo. No creo que sea lo mejor para convencer a nadie y lanzarlo a la rebelión, pero, bueno, por lo menos, para darles en la cara a algunos de los enemigos, si quieren presentarse, bueno, ¡qué se le va a hacer!, pero cualquier cosa, cualquiera de estas imposiciones, estas trampas que tratan de venderle a la gente todos los días y de más en más repite el mismo esquema, y, por tanto, conviene también, aparte de fijarse en alguno de los resquicios que el caso concreto pueda dejar abiertos, no desentenderse nunca de la actitud general que vale para cualquiera, ¿no?, que es la denuncia de alguna confusión y de alguna mentira como las que he tratado de sacar ante vosotros.
Con esto me callo de momento, de manera que, a partir de aquí, el rato que nos quede, pues cualesquiera, aunque seáis amigos (¡qué se le va a hacer!), me podéis seguir hablando..