¿Alguien quiere separarse de Argentina? Un reportaje
de Larry Rohter, corresponsal del New York Times en Buenos
Aires, en el que afirma que existen serias pretensiones secesionistas
en la Patagonia provocó airadas reacciones de políticos
y catedráticos argentinos, quienes negaron esa versión
y advirtieron que la nota entrañaba oscuras intenciones
de Washington. La Patagonia, una región de casi 790
mil kilómetros cuadrados (similar en extensión
a Turquía) ubicada en el extremo austral del continente,
está integrada por las provincias de Neuquén,
Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra de Fuego y es
vital para el país, pues abarca poco menos de la mitad
del territorio argentino, gran parte de sus reservas de agua
potable, una importante infraestructura hidroeléctrica
y el 80 por ciento del petróleo y el gas natural.
En el reportaje, titulado "Algunos en Argentina ven la
secesión como una respuesta a la crisis económica",
Rohter afirma que con la profundización de la esta
situación, se ha incrementado el interés de
los patagónicos de separarse de la República.
Advierte que "la autonomía política, la
integración regional y hasta la secesión son
abiertamente discutidas como posibles soluciones". Sostiene
que la independencia haría de la Patagonia "un
país escasamente poblado (menos del 5 por ciento de
los 37 millones de argentinos viven allí) pero muy
próspero". Señala que tradicionalmente,
el resentimiento hacia el gobierno federal es especialmente
fuerte en esa región, "que se ve a sí misma
como una hijastra descuidada por el resto del país".
Hasta los años cincuenta, fue administrado como un
territorio federal; sus residentes no podían elegir
a sus propios gobernadores y legisladores
El reportero estima que "mucho del deseo de un cambio
en las relaciones con el resto de Argentina ha sido provocado
por la reciente propuesta del gobierno de Eduardo Duhalde
de fusionar las dos provincias ubicadas más al norte
de la Patagonia, Neuquén y Río Negro".
Y ejemplifica: "Como una señal del severo colapso
económico del país, la localidad de Carmen de
Patagones, el condado más sureño de la quebrada
provincia de Buenos Aires, está buscando terminar esa
afiliación para unirse a la nueva provincia".
Según la propuesta gubernamental, la unión de
dos o más provincias, que estaría sujeta a un
plebiscito, es una medida para reducir la burocracia y el
gasto. Pero, Rother subraya, "como la revista Parlamentaria
advirtió recientemente: 'Hay también sectores
que advierten sobre la posibilidad de que ciertas provincias
se estén agrupando como un primer paso hacia una posible
independencia de Argentina'".
Rother da algunos ejemplos de la supuesta intención
secesionista en la región. Así, cita al director
del programa de estudios regionales de la Universidad de Comahue,
Gerardo Mario de Jong: "Lo que está ganando espacio
es una búsqueda de soluciones. La gente se está
cuestionando el concepto de un único centro de poder
nacional al que muchos de nosotros culpamos por nuestros problemas".
En el artículo se destaca que en una encuesta elaborada
en mayo pasado, el 53 por ciento de la gente dijo que quería
una Patagonia independiente; el sentimiento por la separación
fue más fuerte entre la gente joven, el grupo con el
mayor nivel de desempleo, de los cuales 78 por ciento dijeron
que apoyarían una secesión. Elfo Kruteler, un
profesor de francés y artista, habría explicado
al periodista los motivos en los que se apoya una presunta
iniciativa independentista: "Si comparamos el área
norte del Río Colorado con el área hacia el
sur, veremos que ya tenemos dos países separados. Se
llevan todo de aquí, nuestro petróleo y gas,
madera y minerales, y no nos dan nada a cambio excepto problemas".
Señala que como en el resto de la Argentina, la mayoría
de los residentes de la Patagonia son de ascendencia española
o italiana.
Pero en esta región, hay un mayor porcentaje de europeos
de otros orígenes, yugoslavos, galeses, alemanes y
franceses. Jorge Sobisch, el gobernador de Neuquén,
tiene ascendencia croata. Y explica: "No es claro si
esto es un factor importante, pero los habitantes de la Patagonia
se consideran a sí mismos diferentes de los demás
argentinos por la topografía de la región, su
lejanía y por el hecho de que la mayor parte de la
inmigración comenzó a principios del siglo pasado".
Pero el diario Río Negro se abocó a verificar
la información del reportaje del New York Times y encontró
testimonios que contradecían al corresponsal estadunidense,
además de que en las provincias australes parece no
haber indicios de algún movimiento separatista. El
gobernador Sobisch aseguró que la independencia de
la Patagonia del resto del país "no existe en
mi cabeza, ni en la de ningún argentino. De hecho,
la secesión está en las antípodas de
la integración". Si bien consideró que
es necesario negociar una nueva relación entre la provincia
y el gobierno central, "nadie está hablando de
eso (la secesión)".
En el Congreso, diputados y senadores de la región
negaron categóricamente que semejantes intenciones
estuvieran en los planes de los gobiernos y los ciudadanos
patagónicos.
Por su parte, el profesor De Jong desmintió las declaraciones
suyas que publicó el diario estadunidense y atribuyó
ese artículo a "una intencionalidad del Departamento
de Estado para quedarse con las riquezas naturales de la región".
Explicó que "lo que yo le dije al periodista estadounidense
es que los localismos no deben ser interpretados como una
tendencia, si él insistía en presentarla como
me dijo a mí e hizo, es algo que obedece a alguna intencionalidad
que habría que analizar de dónde viene".
El catedrático agregó que le parecía,
"al menos, sospechoso el artículo de Rother, pues
yo no dije lo qu! e escribió, lo que si dije es que
hay dos provincias que están proyectando fusionarse
y que hay un federalismo en el país que viene desde
nuestros propios orígenes".
De Jong se quejó porque "se utilizaron sus declaraciones
para forzar esa idea". Por lo pronto, apuntó,
lo cierto es que "existen denuncias justamente sobre
esta intencionalidad del Departamento de Estado con respecto
a favorecer las integraciones regionales a los efectos de
un mejor manejo del mundo, que de alguna manera contribuye
al desarrollo de los países".
El diario estadunidense no ha hecho ninguna aclaración
respecto a los desmentidos de De Jong y de los funcionarios
patagónicos.
Pero la acusación sobre las intenciones de Estados
Unidos sobre la Patagonia no es nueva. De hecho, analistas
señalan que los rumores sobre secesión, los
proyecto de unir dos o más provincias en una sola y
la compra de grandes extensiones de tierra en Argentina y
Chile por magnates estadounidenses están relacionados
con un plan impulsado por el Departamento de Estado para desestabilizar
la región, aprovechando el caos en Argentina.
El tema de la adquisición de terrenos en los países
del sur del continente por parte de magnates estadunidenses
es algo que preocupa a las autoridades de los gobiernos de
la región, pues esta tendencia ha sido especialmente
intensa en los últimos años. En 1998, el multimillonario
Douglas Tompkins compró unas 330 mil hectáreas
de la provincia de Palena, ubicada en la décima región
de la Patagonia chilena, y 146 mil 925 hectáreas en
Santa Cruz, Argentina. Y hay más: la compañía
de ropa Benetton, dueña de más de dos millones
de acres de estancias con ovejas en la Patagonia es el mayor
terrateniente de la región, y otros extranjeros como
el multimillonario Ted Turner, han comprado extensos ranchos
y complejos de deportes invernales. En respuesta a esa fiebre
mercantil, varios legisladores argentinos presentaron el año
pasado una propuesta de ley para detener la venta de tierras
privadas y fiscales a extranjeros, por considerar que esas
operaciones atentan contra la soberanía nacional.
Los parlamentarios acudieron al doctor Juan Enríquez,
del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos
de la Universidad de Harvard, para fundamentar su iniciativa.
Enriquez, de origen mexicano, les presentó un informe
al respecto y aseguró que, "en el futuro, la fragmentación
territorial cumplirá una función destacada para
el reordenamiento global, en cuyo marco es posible que surjan
nuevos países en América Latina: en Chile, Argentina
y Brasil específicamente".
El especialista en temas geopolíticos explicó
que existen "afinidades preocupantes" entre la adquisición
de tierras en Chile y Argentina con otras operaciones en el
continente que fragmentaron a varios países, por ejemplo,
"las tierras de Tompkins están bajo régimen
de las leyes de Impuesto y Renta de los Estados Unidos, y
no bajo la legislación chilena y argentina"
Así, explica el académico, "las concesiones
madereras otorgadas por Guatemala al Reino Unido en las costas
del Mar Caribe condujeron a la independencia de la Honduras
Británica en 1981, un proceso que acabó convirtiendo
este territorio guatemalteco en la nación independiente
de Belice. Definitivamente la fragmentación encargada
a la iniciativa privada, como en el caso de Belice, se ajusta
perfectamente al proceso que vive hoy la Patagonia. De hecho,
no es un secreto que Tompkins tiene fuertes vínculos
con el Departamento de Estado tal como los tuvieron en su
momento los magnates de la industria maderera (con el Reino
Unido)".
Para Domingo Schiavoni, ex diputado provincial del Partido
Justicialista (PJ), las negociaciones entre los gobiernos
de Río Negro y Neuquén, por una parte, y de
Salta, Jujuy y Tucumán, por otra, para conformar dos
provincias y ahorrar gastos administrativos, no son iniciativas
de austeridad para acotar el gasto político.
"Hay que descubrir en ello la punta de un iceberg perverso
que reconoce otros antecedentes", señaló
Schiavoni y citó a un renombrado geoestratega árabe,
quien en un programa de TVE, de España, denunció
que "ya circulan en oficinas estatales de los Estados
Unidos mapas del Brasil, donde no figuran ni su parte de la
Amazonia ni las ricas y fértiles tierras del Pantanal".
En cuanto a Argentina, el ex legislador advierte tajantemente
que, uniendo todas las partes, ese proyecto de regionalización
no es otra cosa que un intento "obsceno" de desmembrar
el país y destruir su identidad. Y Explica: "Si
esas regiones alcanzaran autonomía administrativa podría
darse el caso de que renegociaran unilateralmente sus respectivas
cuotas de la deuda externa, concesionando servicios públicos
esenciales a compañías extranjeras, entregando
territorio a empresas vicarias del imperio y liquidando su
patrimonio, sin participación alguna de la nación
Argentina.
"En ese dibujo arbitrario y diseñado por la extranjería
y sus socios locales, figura desde hace varios años
la intención de anexar Santiago del Estero a San Luis
y Córdoba, desmembrando el noroeste argentino",
concluye el ex legislador.
Los dirigentes del Sindicato Unificado de los Trabajadores
de la Educación Fueguina advierten que un signo de
las "malas intenciones de los norteamericanos" es
el decreto firmado en 2001 por Carlos Manfredotti, gobernador
de Tierra de Fuego, la provincia más austral de Argentina,
para ceder tierras en el centro de la región para la
instalación de una base estadounidense que realizará
"estudios nucleares con fines pacíficos".
El sindicato asegura que, posteriormente, los estadounidenses
establecerán instalaciones de misiles en esa base,
"como una cabeza de playa para controlar la región".
La estrategia estadounidense estaría vinculada a la
creación del Area de Libre Comercio de las Américas
(ALCA) y "el desmembramiento del país".
Quienes advierten de esta "jugada" de Washington
alertan que las intenciones van más allá de
una división territorial. Heinz Dieterich, periodista
experto en geopolítica, señala en un artículo
publicado en el diario digital Unilatina 21 que el objetivo,
en el mediano y largo plazo, de esa política de Washington
es "garantizar Estados sumisos y controlables en la región".
La estrategia contempla, en el corto plazo, "asegurar
el fracaso del Mercosur, impedir el triunfo del Partido de
los Trabajadores en Brasil, derrocar a Hugo Chávez
en Venezuela, ampliar el Plan Colombia a los países
vecinos e imponer el ALCA", asegura Dieterich.
Ante señalamientos como el de este periodista de izquierda,
la derecha reacciona con escepticismo y considera que hablar
de imperialismo en estos tiempos suena anticuado y es un delirio
más que un análisis serio.
Sin embargo, la abierta intervención de las representaciones
diplomáticas de Estados Unidos en la crisis que derivó
en el efímero golpe contra Chávez, en la promoción
del componente militar del Plan Colombia en los países
del Cono Sur y en los recientes comicios presidenciales de
Bolivia -donde el embajador llamó abiertamente a la
población a no votar por el candidato cocalero Evo
Morales-, así como las presiones en el mercado bursátil
de Brasil ante el avance electoral de Lula, el candidato más
fuerte de la izquierda, no parecen coincidencias inofensivas.
Que el diario más influyente de Estados Unidos plantee
el tema de la secesión en la Patagonia sin que exista
un verdadero debate en la región, también da
que pensar.
(De Ciberoamerica en Rebelión)
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