El embajador de Estados Unidos, al prohibir votar por el
líder cocalero boliviano Evo Morales, lo convirtió
en el diputado más votado (85 por ciento) y el primero
en La Paz, Cochabamba y otras importantes capitales, e hizo
de un pequeño grupo sindical campesino el eje de un
frente de los indígenas, los sindicatos, la izquierda,
los nacionalistas antimperialistas, transformando además
un problema hasta entonces sobre todo étnico-cultural
en una ola de fondo político-social que eleva al plano
político nacional la construcción de poderes
desde abajo opuestos al del débil Estado boliviano.
Ahora, al prohibir nuevamente que el Parlamento de Bolivia
dé la mayoría a Evo, hace el vacío en
torno a Goni Sánchez de Losada, el candidato del histórico
y corrupto MNR y candidato de la embajada yanqui, ya que nadie
aceptará "quemarse" vendiéndole sus
diputados. De modo que, si Goni fuese presidente legal por
tener la primera mayoría, sería un mandatario
ilegítimo y un procónsul de Estados Unidos,
mientras Evo Morales, aunque no fuese elegido, sería
el presidente legítimo.
Goni tendría el palacio, Evo las calles, las carreteras,
los campos, los lugares de estudio y de trabajo. Y su programa
de restatización de las empresas fundamentales, de
no pago de la deuda externa, de transformaciones sociales
y política profundas daría la base a un frente
activo quechua-aymara-guaraní y de los mestizos en
torno a un partido -el Movimiento al Socialismo- nacido de
movimientos, nada institucional, anticapitalista. Dado que
Bolivia tiene fronteras con Brasil, con Argentina, con Chile
y con Perú y pertenece al arco andino, al igual que
Ecuador y Colombia, ambos con fuertes movimientos sociales
de diferente tipo pero todos enfrentados a los planes de Estados
Unidos, es evidente el efecto que la chispa boliviana podría
tener en la pólvora seca de toda América del
Sur. Sobre todo porque el programa de Evo es el mismo que
anima a las asambleas populares y piquetes de Argentina y
que podría dar la base del programa común de
un frente popular y social alternativo en torno a una candidatura
Elisa Carrió-Luis Zamora, construida con el apoyo de
un sector del peronismo nacionalista que quiere cerrarle el
camino al retorno de Carlos Menem, como hombre de Washington
y aplicador de las recetas de los patrones de Rudiger Dornbush,
el que pregona la necesidad de una dictadura en Argentina.
En especial porque Luiz Inacio da Silva, Lula, enfrenta
la misma presión internacional que se opuso a Evo Morales
y acaba de declarar que tratará de crear estrechos
lazos con Argentina y no hará la política entreguista
de Fernando Henrique Cardozo. Particularmente porque en Uruguay
es fortísima la presión para imponer elecciones
generales inmediatas y acabar con la política neoliberal.
Especialmente porque todo el sur de Perú, limítrofe
con Bolivia, se levantó contra la privatización
de la energía eléctrica, la impidió,
y pide ahora otra política económica, y porque
en Chile mismo hay señales de reanimación de
la oposición social a la alianza entre el gobierno
y la extrema derecha.
La brutalidad y el descaro de la intervención de la
embajada estadunidense en Bolivia -y antes en Caracas- expresan
que los que tienen todos los lazos posibles con el establishment
se sienten débiles y desesperados ante la profunda
crisis de dominación que existe en todos los países
suramericanos, donde las mayorías, por lo menos de
quienes se mueven y pesan en la lucha, están buscando
una alternativa social anticapitalista. Lo menos que se puede
decir es que, como sucedió en cada gran crisis mundial,
crece el nacionalismo antimperialista, se debilitan las oligarquías
terratenientes-financieras ligadas al imperialismo, se abren
grietas en el personal político, aparecen nuevos movimientos
sociales, nuevos líderes, progresos programáticos.
Así fue en la crisis de los años 30 con el cardenismo,
el frente popular chileno, los nacionalismos antimperialistas,
la creación de sindicatos de masa y así está
sucediendo ahora. Los planes de aplicación del ALCA
y de destrucción del Mercosur y la política
imperial de Bush tienen plomo en el ala. Las embajadas son
descaradas y brutales porque, a pesar del dinero y de la amenaza
de las armas, tienen miedo y no controlan los procesos locales.
Es más, su veto a Morales, por ejemplo, refuerza a
la izquierda incluso entre los (pocos) que votaron por el
MNR creyendo todavía en las tradiciones nacionalistas
de la revolución de julio de 1952.
La clave para dar un mayor eco aún a la victoria de
Evo Morales está en Argentina: es necesario crear allí
de inmediato un frente político opuesto a la candidatura
de Menem o a la del gobierno peronista, que es el del FMI.
Eso daría fuerte apoyo a una posible victoria de Lula
en Brasil, y a una victoria del Frente Amplio en Uruguay y
frenaría, tanto en Argentina como en Brasil o en toda
la región, a quienes buscan una vía conciliadora
intermedia entre la alternativa a la política del capital
financiero, a costa de una ruptura con el FMI y la continuidad
de la política neocolonial actual, destructora de los
países donde se aplica.
galmeyra@jornada.com.mx
Guillermo Almeyra La Jornada, México, 14-07.02
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