Sección Osobuco Bifes y Picada
La Inundación de Santa Fe trajo algo más que agua
 
   
   
Ponencia presentada en el Seminario de Homenaje al 75º aniversario del nacimiento del Che - Rosario (Argentina)

 

 
   
Por:-Daniel Silber 2003 Argentina
Estamos aquí, en este panel y en este Seminario del Che para tratar el tema de las inundaciones que recientemente azotaran las ciudades de Santa Fe y Recreo y zonas aledañas. Creemos que el análisis de lo sucedido, de la verdadera tragedia en la cual nos vimos envueltos, requiere de comprender que deberemos adentrarnos en algunos aspectos no transitados usualmente en el debate político, pero que deberemos recorrer si queremos profundizar en el tema y no contentarnos solo con el anecdotario -que de por sí es muy rico y jugoso-.

Partimos de la base de que no hay catástrofes naturales. Para la Naturaleza, una erupción volcánica, un huracán, una inundación apenas si son episodios de su propio desenvolvimiento; nosotros, el género humano, somos casi un accidente. Por eso no podemos hablar de catástrofe natural; si podemos señalar la catástrofe política y social a que ha llevado una forma de contacto y relación con el poder. La matriz paternalista y populista, con el concomitante desprecio hacia la acción organizada de los sectores populares de un lado, y la soberbia por el otro condujeron a que lo que hoy calificamos como un desastre, sea en realidad la consecuencia mas o menso lógica de un modo de hacer política. Entonces, hay que considerar la cuestión desde las ópticas mas variadas, admitiendo las múltiples facetas que el asunto ofrece. Por eso, nos permitiremos señalar solamente algunos de esos aspectos que deberíamos abordar y trabajar sobre alguno de ellos. Las facetas a tomar serían: el aspecto humano, el aspecto material, el aspecto ético y el aspecto político.

En lo humano, es difícil de dimensionar lo que ha significado esta verdadera tragedia por la que atravesamos los santafesinos. El agua no solo que nos privó de muchas de nuestras pertenencias personales, de nuestros hogares, sino que nos arrancó parte o totalmente, nuestra historia, nuestra trayectoria, nuestros bagajes personales. ¿Quién es capaz de devolverme las fotos que perdí, los diplomas de mi graduación, los dibujitos que hicieron mis hijos en el jardín de infantes y que habían coloreado tan candorosamente?. ¿Acaso alguien será capaz de ello?. ¿A quien le trasmito -y no solo le relato- lo que sintió y siente cada uno cuando retorna a su casa y la encuentra dada vuelta, con los libros en la cocina, la yerba desparramada por todas las habitaciones y ese asqueroso barro fino que se pegotea en todos lados?; ¿por qué tengo que tomar el mate cocido en un vaso de plástico si yo tenía una taza, comer en una fuentecita una comida que no elegí o ponerme una camisa que no es mi preferida, sino que es de algún desconocido que solícitamente la donó?. ¿Cómo transferir esas sensaciones?. Cuando cualquiera de nosotros ha visto llorar a compañeros curtidos en la lucha, a militantes políticos y sociales que se han enfrentado al terror de la dictadura genocida o confrontan a diario con milicos patoteros o burócratas cubiertos con pieles que son corazas a prueba de misiles, el pellejo se te eriza y te quedas mudo: no sabes ni podes decir nada. Solamente compartir -y de lejos- ese dolor mudo y sordo, que te aprieta la garganta y te estruja las tripas, que en el otro (el que sufre) tiene carnadura real. Es difícil mirar a los ojos de quien perdió todo; hay algo, muy en su interior, que te dice que ya no mira como antes, que ya no ríe como antes, que ya no vive como antes.

La otra dimensión, y que viene de la mano de la anterior, es la material. El agua se llevó todo, decididamente todo. En muchos casos, no quedaron ni las paredes de las casas, ni los techos; o si quedaron, tienen tanta humedad en su interior que seguramente pasarán meses antes de que vuelvan a estar mas o menos normales. Pero volver a lo que fue mi casa, y no encontrar casi nada, ni una cucharita para revolver el azúcar del mate cocido, ni la taza en la que me gustaba tomarlo, por no hablar ya de la heladera, la cocina, el tele o el ropero, es duro, muy duro. Yo, que trabajé toda mi vida, que fui construyendo lenta y concienzudamente ese pedacito, tengo que vestirme con ropa que no elegí, tengo que comer comida que no preparé y que no sé si me va a gustar, tengo que dormir en el suelo sobre un colchón que vino vaya a saber uno de donde y taparme con una frazada donada. Tengo que volver a empezar, cuando yo vivo empezando. Me despojaron de mi condición humana al convertirme en asalariado o menos aun si soy desocupado, y ahora se me ha despojado de los pocos bienes materiales que pude haber ido reuniendo trabajosamente. ¿Quién y como me resarcirá?. ¿Cómo volver a cuatro paredes peladas?.

De aquí se deriva la cuestión ética. Habrá que tener mucha fuerza, mucha decisión, mucho coraje y valentía, mucha voluntad -aplicada en los términos guevaristas quizá mas puros- ser muy tenaces para sobrellevar esta situación tan dramática. Y habrá que ser verdaderos héroes homéricos, o super - héroes para poder seguir en la lucha, sin que las acuciantes necesidades inmediatas nos tapen la perspectiva de construir una sociedad diferente. Muchas veces me he preguntado si podemos hacer una reflexión política, un análisis crítico sin encarar esta dimensión. Pienso que no. Que todo el plexo de nuestra política, sostenida en los pilares mas fuertes y sólidos del verdadero humanismo -y no ese gemir lamentable pequeño-burgués que se aterra ante momentos límites-, debe estar atravesado por un profundo y sincero sentimiento de ternura, respeto y amor.

Y de aquí derivamos a la cuestión política. Entendemos que una de las cuestionas mas importantes es determinar las responsabilidades del caso, ya que, además de las ingentes pérdidas materiales -imposibles de valuar exactamente-, se han perdido, según los registros oficiales (de los cuales tenemos todo el derecho a dudar, considerando las experiencias anteriores), nada mas ni nada menos que 23 vidas. No es nuestra intención abrumar con la cuestión de las cifras, pero creemos que con solo brindar algunas, nos podría dar una idea mas acabada de la magnitud de la tragedia que debimos padecer los habitantes de la capital provincial y región. Por ejemplo, mas de 25.000 casas sufrieron daños permanentes o transitorios, lo que representa casi un 26% de todas las viviendas de la ciudad de Santa Fe; en ese rubro, podemos agregar que mas de 1300 viviendas son prácticamente irrecuperables (el 5% de las afectadas) por tratarse de ranchos, casillas u otro tipo de vivienda, que literalmente desaparecieron. En algunos barrios, sin embargo, ese incide es superior: por ejemplo en Santa Rosa de Lima el 15% de las viviendas no existe mas, en Barrio Chalet, el 24%, en 12 de Octubre, el 11%; en Mosconi, el 16%, en Barranquitas el 25%. A su vez, mas de 130.000 personas debieron ser evacuadas o se autoevacuaron porque fueron afectadas directamente, muchas de las cuales hoy carecen absolutamente de todo (y cuando digo de todo, es de todo); entre 2000 y 2500 (según datos de APyME Santa Fe) emprendimientos económicos -desde empresas medianas hasta cuentapropistas- están en la ruina. Estas solas cifras nos dan una idea de la magnitud del desastre.

Pero no es nuestro propósito abundar tampoco en los detalles escabrosos de lo que representó para casi ese tercio de la población santafesina el transcurrir de los días, ya que nuestra idea está puesta en denunciar a los verdaderos responsables de este verdadero genocidio que se perpetró contra la sociedad civil de Santa Fe. No vamos a abrumar a nadie con las historias de que el Estado desertó en la cuestión de ver cómo se resolvía la situación de tantas personas -familias y familias- sin nada y que fue la sociedad civil la que se puso al hombro tal responsabilidad; que a 45 días de transcurridos los hechos, aun hay muchísima gente durmiendo en carpas, en galpones malolientes y helados, en escuelas o en sitios que se asemejan mas a campos de concentración nazis que a otra cosa. Tampoco vamos a precisar como sí el Estado tuvo y tiene presencia en materia de orden, vigilancia, control y represión, o en la supuesta reconstrucción de Santa Fe, abriéndole las puertas a los monopolios y lobbys para sus pingües negocios.

Es así, como en primer lugar, aparecen como responsables el gobernador de la provincia, Carlos Alberto Reutemann, su gabinete y el intendente de la ciudad de Santa Fe, arq. Marcelo Álvarez. Y así es la cosa: quien fuera el as de espadas del Fondo Monetario Internacional, el delfín del menemismo, el adulado por todo el establishment local y nacional, el reemplazo en las políticas de sumisión y entrega, es el principal responsable, ya sea en su carácter de gobernador de la provincia en dos gestiones o como senador de la nación. En un caso, aplicando a rajatabla todo lo que el modelo neoliberal le indicaba, y en otro caso levantando la mano, aprobando cualquiera de todas las leyes que sirvieron para desmantelar un Estado que cumplía algunas funciones, aun para la reproducción misma del capital.

Por eso, decimos que Reutemann es responsable material e ideológico de este drama por el que debemos atravesar. Pero junto con Reutemann debemos señalar con claridad meridiana y nitidez que el responsable de todo esto es el sistema capitalista y el modelo neoliberal que se aplicó concienzudamente en la Argentina. Fue ése nefasto proyecto el que desarticuló cualquier sistema de alerta temprana, ya que desaparecieron empresas u organismos del Estado que cumplían funciones primordiales, en por ejemplo, la determinación de las marcas hidrométricas de los ríos, en este caso el Salado. Empresas como Ferrocarriles Argentinos o Agua y Energía Eléctrica fueron hechas trizas y/o vendidas a precio vil, desquiciándose toda ese complejo sistema que podía avisar a las autoridades sobre el desempeño de las diversas cuencas y el funcionamiento de los ríos; es claro, esas labores de monitoreo y detección, para las empresas privatizadas representan gastos, y si el objetivo es el lucro, para ellos es pasible de ser eliminado. Para el Estado, no es un gasto; por lo tanto existía. De igual manera podemos hablar de Vialidad Nacional y Provincial, de la Dirección de Hidráulica, de la Dirección de Obras Portuarias y Vías Navegables, de la Flota Fluvial del Estado y tantas otros reparticiones y organismos mas que fueron creados por el esfuerzo y las energías de generaciones de trabajadores, y que fueron entregadas, casi alegre e irresponsablemente, a su aniquilamiento.

De allí que digamos que digamos que la responsabilidad última y mayor recaiga sobre el sistema capitalista y su versión neoliberal conservadora argentina.

A eso habrá que agregarle una enorme multiplicidad de factores, entre los que podemos mencionar la desidia, la corrupción, la necedad, el despropósito, la torpeza, la insensibilidad, la inoperancia, la ineptitud, la impericia, la incapacidad y muchas "in" mas, llevadas a nivel de escándalo y características criminales, propias de este tipo de administraciones para los cuales lo mas importantes son los negocios que puedan producir para sí y para sus amigos, y no las obras y acciones que necesita verdaderamente el pueblo.

No tenemos dudas en decir que, por ejemplo, la falta de políticas hídricas de Reutemann es una constante: desde hace mas de 12 años está presente el mismo equipo -Morin, Fratti, Balbarrey, De Petris, Berli- y la provincia se ha visto sacudida por cuestiones tan dolorosas como La Picasa, Melincué, los Bajos Submeridionales, lo que sucede actualmente en Villa Constitución, el desmoronamiento de la ruta N°168 (de Santa Fe a Paraná, con 5 muertes), la inundación de Cañada de Gómez y la actual de Santa Fe y zona, aunque se han recibido mas de U$S 350.000.000 para obras, que nunca se hicieron. Demasiadas cosas para un lapso tan breve.

Esto nos lleva a introducirnos en otras áreas. Es sabido que el proyecto de la defensa oeste de la ciudad de Santa Fe fue realizado por la Subgerencia Proyectos Litoral de Agua y Energía Eléctrica en el Proyecto denominado Obras de Defensa contra inundaciones y Desagües Pluviales de la Zona Oeste en 1992 y entregado a la Dirección Provincial de Hidráulica de nuestra Provincia; en el mismo se establecía, por ejemplo que "deberá contemplarse la alternativa de ejecución por tramos, definiendo los sectores prioritarios", cosa que no se cumplió, dejando librado al azar la defensa de la ciudad en un determinado sector, es decir por donde ingresó el agua a la ciudad, por detrás del hipódromo. Pero lo mas terrible con todo no solamente que no se haya realizado una obra calculada y proyectada, que se sabía que era muy importante para la defensa de la ciudad, sino también que dicho proyecto fue vendido 2 y 3 veces a la provincia por cifras millonarias. Por eso hablamos de corrupción.

El gobernador Reutemann no puede aludir que no estaba en conocimiento de la situación o que nadie la había avisado. Esas excusas son tan pueriles que ya se dejaron de utilizar; tampoco se puede argüir que el no había antecedentes. Por un lado, sí los había, y por otro, el desmantelamiento salvaje de los organismos del Estado encargados de cumplir algunas funciones preventivas e informativas privaron al mismo, pero particularmente a la población, de esa información tan valiosa como para evitar lo que era evitable. Pocos días antes recorrió el noroeste de la provincia en helicóptero y vio con sus propios ojos que lo que avanzaba era una enorme masa de agua, que solamente podía escurrir por la desembocadura del Salado, que justamente se encuentra al sur de la ciudad. Y en esto le cabe una responsabilidad a la Universidad: teniendo una Facultad de Ciencias Hídricas, ¿cómo no advirtió a quien correspondía acerca de lo peligroso de la situación?, y si nadie la escuchó, ¿para qué tiene la autoridad académica y los medios de prensa que posee como para alertar a los vecinos de lo que se venía?

A todas estas causas habría que agregarle:

· El pésimo uso del suelo, tanto en los ámbitos rurales como urbanos. Esto nos conduce directamente a la cuestión de la posesión de la tierra, de cómo en las ciudades es solo materia prima para los negocios inmobiliarios. Aquí entra un tema mas que polémico, cual es el cultivo cada mas extendido de la soja. Sobre el particular me permito traer un artículo muy interesante, que es muy ilustrativo sobre el tema y que se titula "INUNDACIONES: Según el Grupo de Reflexión Rural (GRR), las inundaciones en la provincia de Buenos Aires fueron resultado de "un modelo extractivo, casi minero, que expandió la frontera agropecuaria sojera a zonas del bosque nativo y saturó los suelos de glifosato poniendo en serios riesgos su vida microbiana". Según la misma fuente, las estadísticas demuestran que sobre poco mas de 10.000.000 de hectáreas de cultivos transgénicos se están aplicando cerca de 80 millones de litros de herbicidas anuales. "En algunos lugares se ha experimentado la práctica desaparición de las azotobacter del suelo y la acumulación de los barbechos, que al no ser procesada la celulosa, tomando un color muy particular que muestra la interrupción de los biológicos. Esta conversión del suelo en substrato similar a cenizas o arena, impide la retención del agua y provoca el crecimiento de las napas superficiales, que son las que terminan inundando las zonas bajas"". Tomado de "Con la soja al cuello", en Revista MARCHA, La Plata, Febrero de 2003, pgs. 36-39.-

· La deforestación y consiguientemente el sistema de escurrimiento de las aguas

· La deficiente planificación y construcción de puentes, caminos, alcantarillas, canales y demás sistemas viales y de desagües.

· La creciente migración rural, que hace que las ciudades se tornen inmanejables y millares de nuevos pobladores deban asentarse en los peores lugares, creándose así mas y mas villas miserias en sitios absolutamente inapropiados para la vida

Y por último una pequeña y significativa cuestión. La inundación se abatió sobre un escenario en el que ya reinaba la pobreza. No fue la inundación la que trajo la miseria, sino que la miseria era preexistente y sobre ella, la inundación lo único que hizo fue potenciar y multiplicar la misma. Varios miles de planes sociales de solo 150 Lecops se cobran en Santa Fe; la Unión Industrial informa que la inundación hizo que se perdieran unos 1200 puestos de trabajo Según la Encuesta Permanente de Hogares de Octubre de 2002, el 201% de la población económicamente activa era desocupada (en mayo de 2002 había sido del 23,4%), y todos sabemos cómo se realizan esas mediciones, tratando de ocultar lo inocultable y mintiéndose a sí mismos y al pueblo.

El desinterés y la insensibilidad de las autoridades a cualquier nivel por las necesidades populares es tremendo y evidente. Esa es una nítida concepción neoliberal: que lo resuelva el mercado, que los pobres se arreglen como puedan. Creyeron quizá que con una mezcla de una dosis de asistencialismo, un poco de caridad mas otra parte de beneficencia y una pizca de Cruz Roja todo se solucionaría. Creyeron que el agua solo llegaría a los barrios mas humildes del cordón oeste de la ciudad, y que con el clientelismo de las frazadas, chapas, colchones y algunas cajas de alimentos secos todo quedará resuelto, conquistándose además el corazón de la gente. En esa concepción siniestra se expresa con sencillez meridiana el espíritu de clase de los sectores dominantes. Eso no sucedió porque el agua pasó ese límite y se expandió por toda la ciudad. Barrios que nunca se habían inundado -de clase media baja e incluso de clase media- llegaron a tener mas de 2 metros de agua. El agua no perdonó y puso al desnudo muchas cosas, y sacó a flote mucha porquería que esta ocultándose detrás de los pliegues mas recónditos y oscuros del poder, que entró en una crisis de pánico, cosa que se tradujo en su inmovilismo y su incapacidad casi absoluta para reaccionar ante las circunstancias.

Hoy Santa Fe es equiparable a un Irak en escala sudamericana: está militarizada, virtualmente intervenida y lo que se viene es el gran negocio de la reconstrucción. Miles de hombres de las fuerzas federales y del Ejército van y vienen por la ciudad, haciendo gala de su parafernalia; los helicópteros militares patrullan la noche santafesina y rastrillan centímetro a centímetro; esa militarización vino de la mano de la presencia de los entonces ministros González García y Alvarez quienes fueron los que diseñaron los dispositivos de salud y seguridad respectivamente, cosas a las que hay que sumarles los dineros enviados por Duhalde en su oportunidad y los acuerdos alcanzados recientemente con Kirchner: Reutemann perdió su tan mentada autonomía -la foto con Menem unos días antes de las elecciones de nada les sirvió- y debió someterse al poder del duhaldismo, el que cada vez que puede viene a pasarle las facturas. Finalmente la cuestión de la reconstrucción: seguro que los grandes pulpos (Techint, Gualtieri, Benito Roggio, Macri y otros por el estilo) ya están disputándose la carroña y como buitres revoloteando alrededor de esta Santa Fe herida para quedarse con los grandes negocios que implicará reconstruir y aprovisionar escuelas, redes eléctricas, calles, caminos, puentes, hospitales y demás instalaciones destruidas total o parcialmente por el agua.

Pero en definitiva, todo ésto no debería llamarnos la atención: Santa Fe es la provincia donde aun están impunes las 8 muertes de diciembre de 2001, donde nadie se hace cargo de nada, donde la Suprema Corte de Justicia está compuesta por parientes, amigos y favorecedores, donde se privatizó el Banco Provincia con un costo económico y social fabuloso para la Provincia, además de privarnos de un instrumento financiero genuino; donde Aguas hace lo que quiere y prácticamente no tiene ningún tipo de controles; donde rige una nefasta Ley de Lemas amañada a gusto del poder; donde integrantes de los directorios de las grandes empresas y bancos como Muniagurria, Fragueyro, Candioti o Mercier integran el gabinete provincial, donde el gobernador -en su parquedad- huye enfermándose cada vez que hay una situación conflictiva, donde la Policía provincial cada vez se asemeja mas a la tétrica Bonaerense, donde los casos de "gatillo fácil" aumentan en flecha año tras año y suben a escala descomunal considerando la cantidad de crímenes, la población y la fuerza policial; donde tuvieron su actuación y tejieron acuerdos y alianzas con el establishment local el ex - juez Brusa, el ex - arzobispo Storni, el ex - senador Massat, donde personeros oscuros y tenebrosos del Proceso ocuparon los cargos de Subsecretaría de Seguridad (Bernhardt durante la gestión de Obeid y Alvarez durante la de Reutemann); donde el elefante blanco del reutemanismo -el Hospital de Niños de Santa Fe- ha sido una de las piezas mas codiciadas por diversos tipos de negociados, donde la judicialización y criminalización de la lucha social alcanza a varios centenares de compañeros, donde ... (y sigue la enumeración)

Hasta aquí, una somera descripción de los que fue la Santa Fe pre - inundación. ¿Se viene otra Santa Fe, totalmente distinta?. Nos arriesgamos a decir que no, pero lo que sí podríamos asegurar es que están soplando vientos de cambio. Es seguro que no son los que deseamos desde las fuerzas de izquierda, pero el reutemanismo -como expresión local del menemismo entendido como una cultura, como una forma de relacionarse con el poder- ha entrado en su ocaso. Las elecciones del 27 de abril señalaron algo: ya Reutemann no es patrón y sota en aquellas zonas donde antes cubría todo el espacio político.

Si durante la crisis hídrica muchos sectores sociales recuperaron capacidad de acción, las movilizaciones populares posteriores empezaron a tomar otro cariz; si en algún momento inicial solo se movieron quienes antes lo hacían (los piqueteros, los desocupados, la militancia política), ya empezaba un proceso asambleario en distintos barrios y las marchas comenzaban a cercar la Casa de Gobierno, acostumbrada un poco a la tradicional siesta santafesina. Algo empezaba a temblar en el subsuelo de esta ciudad, tan pacata, tan hipócrita, de doble moral burguesa. Quizá sea algo sordo ese movimiento, algo incoherente, algo que es difícil de catalogar, pero el movimiento existe. No son casualidades ni los $1200 a cuenta para los damnificados ni la boleta sábana -una verdadera aberración desde la óptica donde se mire- para las próximas elecciones de setiembre. Por un lado, está la intención de frenar y dividir al movimiento popular, de atomizarlo y conducirlo, en la faz legal, al ámbito de lo civil y no de lo penal. Por otro, está la intención de que Reutemann, Álvarez y todo su séquito consigan algunos fueros de manera de quedar inmunes a los cargos que se les puedan formular.

Lo nuevo que surgió en estos días es que supimos y pudimos mostrar nuestra capacidad de organizarnos, de autogestionarnos y de crear embriones de algún grado de construcción de poder popular. Durante mas de una década quisieron demostrarnos que no éramos capaces de nada, que resultaba imposible disponer de nosotros mismos. Sin embargo, en medio del desastre -¿o como producto de él? - empezaron a surgir nuevos movimientos con dinámicas muy particulares y disímiles: asambleas en los barrios, autoconvocatorias, comisiones. Por eso, desde el movimiento popular -y en particular desde la izquierda- habrá que tener los oídos bien despejados, los poros bien abiertos para sintonizar lo mas correctamente esta circulación desconocida; habrá que tener mucha imaginación, mucha creatividad para unir el ancho espacio de la protesta social, protesta social que no es coherente, que no está cohesionada y con grados dispares de adhesión, contradictoria, que tiene diversos objetivos y diversos niveles de conciencia, pero protesta que se asoma y que cuestiona lo que hasta hace poco parecía incuestionable. Y habrá que hacerlo así para darle la perspectiva y la dimensión política a la que aspiramos; para no contentarnos con el solo reclamo económico o reivindicativo, sino avanzar hacia la impugnación a fondo de esta manera de hacer política y de este sistema político mismo. En el establishment local ha sonado una voz de alarma, se ha prendido una luz roja, ya que si antes se hacían toda clase de maniobras con tal de conservar el poder, hoy se apelará a cualquier recurso para ello. Por eso, el esquema de poder local -la Iglesia, el vespertino local, la CGT, la Bolsa de Comercio y el Gobierno- recurrirá a todo su arsenal para conservar lo que tenían, o, en el peor de los casos vender cara su derrota. ¡Ojo¡: esto no significa que seremos los sectores populares, la izquierda los que podremos capitalizar todo lo nuevo que está surgiendo; lo que sí es seguro que estamos transitando un camino que debíamos recorrer.

El impacto de la inundación ha sido tan grande en la conciencia social de la población que es imposible retrotraerse al día 26 de abril. La huella del agua ha dejado su marca, a veces confusamente y otras veces con mayor nitidez.

En definitiva, lo que hoy ha quedado demostrado con claridad meridiana es que este sistema social y este modelo son los responsables últimos del desastre, que con políticas como las actuales es imposible que el bienestar sea patrimonio del pueblo, que así como sucedió lo que sucedió es tal la destrucción que estos malditos proyectos han cometido que los hombres y las mujeres comunes, el pueblo, se halla casi inerme ante el tamaño de lo que se debe enfrentar.

Ahora bien, cuando decimos capitalismo, queremos decir capitalismo, cualquiera sea de sus versiones. No hay un capitalismo salvaje y otro humano; hay simplemente capitalismo, lo que significa explotación de los seres humanos, depredación y contaminación del medio ambiente, expoliación a los pueblos, sometimiento a las naciones, guerras, expansionismo, marginación y exclusión de los circuitos formales de educación, trabajo, salud, vivienda, seguridad social, jubilación de sectores sociales cada vez mas amplios, concentración de las riquezas en pocas manos, racismo y otras calamidades mas.

Nos muestra que el capitalismo es inviable para el pueblo, que solo le acarrea mas dolor y sufrimiento, y que es imprescindible modificar de raíz este estado de cosas. Por eso, construir la alternativa política, mas que necesaria, es urgente. Si no, habrá nuevas AMIAs, nuevos casos María Soledad, Carrasco o Cabezas, nuevos Ríos Terceros o cosas por el estilo. En algún lugar dijimos que somos todos inundados, mas allá de que si nos llegó el agua o no; también estamos inundados: inundados de bronca, de dolor, de fervor para que no vuelvan a repetirse hechos tan terribles como el pasado y para transformar revolucionariamente la sociedad. Tenemos una responsabilidad sin par, una obligación ética y política concreta, cual es construir la herramienta político - social que derrote al capitalismo y nos brinde los instrumentos para erigir una nueva sociedad, basada en la solidaridad, el trabajo, el humanismo

 

 
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