Estamos
aquí, en este panel y en este Seminario del Che para
tratar el tema de las inundaciones que recientemente azotaran
las ciudades de Santa Fe y Recreo y zonas aledañas. Creemos
que el análisis de lo sucedido, de la verdadera tragedia
en la cual nos vimos envueltos, requiere de comprender que deberemos
adentrarnos en algunos aspectos no transitados usualmente en
el debate político, pero que deberemos recorrer si queremos
profundizar en el tema y no contentarnos solo con el anecdotario
-que de por sí es muy rico y jugoso-.
Partimos de la base de que no hay catástrofes naturales.
Para la Naturaleza, una erupción volcánica,
un huracán, una inundación apenas si son episodios
de su propio desenvolvimiento; nosotros, el género
humano, somos casi un accidente. Por eso no podemos hablar
de catástrofe natural; si podemos señalar la
catástrofe política y social a que ha llevado
una forma de contacto y relación con el poder. La matriz
paternalista y populista, con el concomitante desprecio hacia
la acción organizada de los sectores populares de un
lado, y la soberbia por el otro condujeron a que lo que hoy
calificamos como un desastre, sea en realidad la consecuencia
mas o menso lógica de un modo de hacer política.
Entonces, hay que considerar la cuestión desde las
ópticas mas variadas, admitiendo las múltiples
facetas que el asunto ofrece. Por eso, nos permitiremos señalar
solamente algunos de esos aspectos que deberíamos abordar
y trabajar sobre alguno de ellos. Las facetas a tomar serían:
el aspecto humano, el aspecto material, el aspecto ético
y el aspecto político.
En lo humano, es difícil de dimensionar lo que ha
significado esta verdadera tragedia por la que atravesamos
los santafesinos. El agua no solo que nos privó de
muchas de nuestras pertenencias personales, de nuestros hogares,
sino que nos arrancó parte o totalmente, nuestra historia,
nuestra trayectoria, nuestros bagajes personales. ¿Quién
es capaz de devolverme las fotos que perdí, los diplomas
de mi graduación, los dibujitos que hicieron mis hijos
en el jardín de infantes y que habían coloreado
tan candorosamente?. ¿Acaso alguien será capaz
de ello?. ¿A quien le trasmito -y no solo le relato-
lo que sintió y siente cada uno cuando retorna a su
casa y la encuentra dada vuelta, con los libros en la cocina,
la yerba desparramada por todas las habitaciones y ese asqueroso
barro fino que se pegotea en todos lados?; ¿por qué
tengo que tomar el mate cocido en un vaso de plástico
si yo tenía una taza, comer en una fuentecita una comida
que no elegí o ponerme una camisa que no es mi preferida,
sino que es de algún desconocido que solícitamente
la donó?. ¿Cómo transferir esas sensaciones?.
Cuando cualquiera de nosotros ha visto llorar a compañeros
curtidos en la lucha, a militantes políticos y sociales
que se han enfrentado al terror de la dictadura genocida o
confrontan a diario con milicos patoteros o burócratas
cubiertos con pieles que son corazas a prueba de misiles,
el pellejo se te eriza y te quedas mudo: no sabes ni podes
decir nada. Solamente compartir -y de lejos- ese dolor mudo
y sordo, que te aprieta la garganta y te estruja las tripas,
que en el otro (el que sufre) tiene carnadura real. Es difícil
mirar a los ojos de quien perdió todo; hay algo, muy
en su interior, que te dice que ya no mira como antes, que
ya no ríe como antes, que ya no vive como antes.
La otra dimensión, y que viene de la mano de la anterior,
es la material. El agua se llevó todo, decididamente
todo. En muchos casos, no quedaron ni las paredes de las casas,
ni los techos; o si quedaron, tienen tanta humedad en su interior
que seguramente pasarán meses antes de que vuelvan
a estar mas o menos normales. Pero volver a lo que fue mi
casa, y no encontrar casi nada, ni una cucharita para revolver
el azúcar del mate cocido, ni la taza en la que me
gustaba tomarlo, por no hablar ya de la heladera, la cocina,
el tele o el ropero, es duro, muy duro. Yo, que trabajé
toda mi vida, que fui construyendo lenta y concienzudamente
ese pedacito, tengo que vestirme con ropa que no elegí,
tengo que comer comida que no preparé y que no sé
si me va a gustar, tengo que dormir en el suelo sobre un colchón
que vino vaya a saber uno de donde y taparme con una frazada
donada. Tengo que volver a empezar, cuando yo vivo empezando.
Me despojaron de mi condición humana al convertirme
en asalariado o menos aun si soy desocupado, y ahora se me
ha despojado de los pocos bienes materiales que pude haber
ido reuniendo trabajosamente. ¿Quién y como
me resarcirá?. ¿Cómo volver a cuatro
paredes peladas?.
De aquí se deriva la cuestión ética.
Habrá que tener mucha fuerza, mucha decisión,
mucho coraje y valentía, mucha voluntad -aplicada en
los términos guevaristas quizá mas puros- ser
muy tenaces para sobrellevar esta situación tan dramática.
Y habrá que ser verdaderos héroes homéricos,
o super - héroes para poder seguir en la lucha, sin
que las acuciantes necesidades inmediatas nos tapen la perspectiva
de construir una sociedad diferente. Muchas veces me he preguntado
si podemos hacer una reflexión política, un
análisis crítico sin encarar esta dimensión.
Pienso que no. Que todo el plexo de nuestra política,
sostenida en los pilares mas fuertes y sólidos del
verdadero humanismo -y no ese gemir lamentable pequeño-burgués
que se aterra ante momentos límites-, debe estar atravesado
por un profundo y sincero sentimiento de ternura, respeto
y amor.
Y de aquí derivamos a la cuestión política.
Entendemos que una de las cuestionas mas importantes es determinar
las responsabilidades del caso, ya que, además de las
ingentes pérdidas materiales -imposibles de valuar
exactamente-, se han perdido, según los registros oficiales
(de los cuales tenemos todo el derecho a dudar, considerando
las experiencias anteriores), nada mas ni nada menos que 23
vidas. No es nuestra intención abrumar con la cuestión
de las cifras, pero creemos que con solo brindar algunas,
nos podría dar una idea mas acabada de la magnitud
de la tragedia que debimos padecer los habitantes de la capital
provincial y región. Por ejemplo, mas de 25.000 casas
sufrieron daños permanentes o transitorios, lo que
representa casi un 26% de todas las viviendas de la ciudad
de Santa Fe; en ese rubro, podemos agregar que mas de 1300
viviendas son prácticamente irrecuperables (el 5% de
las afectadas) por tratarse de ranchos, casillas u otro tipo
de vivienda, que literalmente desaparecieron. En algunos barrios,
sin embargo, ese incide es superior: por ejemplo en Santa
Rosa de Lima el 15% de las viviendas no existe mas, en Barrio
Chalet, el 24%, en 12 de Octubre, el 11%; en Mosconi, el 16%,
en Barranquitas el 25%. A su vez, mas de 130.000 personas
debieron ser evacuadas o se autoevacuaron porque fueron afectadas
directamente, muchas de las cuales hoy carecen absolutamente
de todo (y cuando digo de todo, es de todo); entre 2000 y
2500 (según datos de APyME Santa Fe) emprendimientos
económicos -desde empresas medianas hasta cuentapropistas-
están en la ruina. Estas solas cifras nos dan una idea
de la magnitud del desastre.
Pero no es nuestro propósito abundar tampoco en los
detalles escabrosos de lo que representó para casi
ese tercio de la población santafesina el transcurrir
de los días, ya que nuestra idea está puesta
en denunciar a los verdaderos responsables de este verdadero
genocidio que se perpetró contra la sociedad civil
de Santa Fe. No vamos a abrumar a nadie con las historias
de que el Estado desertó en la cuestión de ver
cómo se resolvía la situación de tantas
personas -familias y familias- sin nada y que fue la sociedad
civil la que se puso al hombro tal responsabilidad; que a
45 días de transcurridos los hechos, aun hay muchísima
gente durmiendo en carpas, en galpones malolientes y helados,
en escuelas o en sitios que se asemejan mas a campos de concentración
nazis que a otra cosa. Tampoco vamos a precisar como sí
el Estado tuvo y tiene presencia en materia de orden, vigilancia,
control y represión, o en la supuesta reconstrucción
de Santa Fe, abriéndole las puertas a los monopolios
y lobbys para sus pingües negocios.
Es así, como en primer lugar, aparecen como responsables
el gobernador de la provincia, Carlos Alberto Reutemann, su
gabinete y el intendente de la ciudad de Santa Fe, arq. Marcelo
Álvarez. Y así es la cosa: quien fuera el as
de espadas del Fondo Monetario Internacional, el delfín
del menemismo, el adulado por todo el establishment local
y nacional, el reemplazo en las políticas de sumisión
y entrega, es el principal responsable, ya sea en su carácter
de gobernador de la provincia en dos gestiones o como senador
de la nación. En un caso, aplicando a rajatabla todo
lo que el modelo neoliberal le indicaba, y en otro caso levantando
la mano, aprobando cualquiera de todas las leyes que sirvieron
para desmantelar un Estado que cumplía algunas funciones,
aun para la reproducción misma del capital.
Por eso, decimos que Reutemann es responsable material e
ideológico de este drama por el que debemos atravesar.
Pero junto con Reutemann debemos señalar con claridad
meridiana y nitidez que el responsable de todo esto es el
sistema capitalista y el modelo neoliberal que se aplicó
concienzudamente en la Argentina. Fue ése nefasto proyecto
el que desarticuló cualquier sistema de alerta temprana,
ya que desaparecieron empresas u organismos del Estado que
cumplían funciones primordiales, en por ejemplo, la
determinación de las marcas hidrométricas de
los ríos, en este caso el Salado. Empresas como Ferrocarriles
Argentinos o Agua y Energía Eléctrica fueron
hechas trizas y/o vendidas a precio vil, desquiciándose
toda ese complejo sistema que podía avisar a las autoridades
sobre el desempeño de las diversas cuencas y el funcionamiento
de los ríos; es claro, esas labores de monitoreo y
detección, para las empresas privatizadas representan
gastos, y si el objetivo es el lucro, para ellos es pasible
de ser eliminado. Para el Estado, no es un gasto; por lo tanto
existía. De igual manera podemos hablar de Vialidad
Nacional y Provincial, de la Dirección de Hidráulica,
de la Dirección de Obras Portuarias y Vías Navegables,
de la Flota Fluvial del Estado y tantas otros reparticiones
y organismos mas que fueron creados por el esfuerzo y las
energías de generaciones de trabajadores, y que fueron
entregadas, casi alegre e irresponsablemente, a su aniquilamiento.
De allí que digamos que digamos que la responsabilidad
última y mayor recaiga sobre el sistema capitalista
y su versión neoliberal conservadora argentina.
A eso habrá que agregarle una enorme multiplicidad
de factores, entre los que podemos mencionar la desidia, la
corrupción, la necedad, el despropósito, la
torpeza, la insensibilidad, la inoperancia, la ineptitud,
la impericia, la incapacidad y muchas "in" mas,
llevadas a nivel de escándalo y características
criminales, propias de este tipo de administraciones para
los cuales lo mas importantes son los negocios que puedan
producir para sí y para sus amigos, y no las obras
y acciones que necesita verdaderamente el pueblo.
No tenemos dudas en decir que, por ejemplo, la falta de políticas
hídricas de Reutemann es una constante: desde hace
mas de 12 años está presente el mismo equipo
-Morin, Fratti, Balbarrey, De Petris, Berli- y la provincia
se ha visto sacudida por cuestiones tan dolorosas como La
Picasa, Melincué, los Bajos Submeridionales, lo que
sucede actualmente en Villa Constitución, el desmoronamiento
de la ruta N°168 (de Santa Fe a Paraná, con 5 muertes),
la inundación de Cañada de Gómez y la
actual de Santa Fe y zona, aunque se han recibido mas de U$S
350.000.000 para obras, que nunca se hicieron. Demasiadas
cosas para un lapso tan breve.
Esto nos lleva a introducirnos en otras áreas. Es
sabido que el proyecto de la defensa oeste de la ciudad de
Santa Fe fue realizado por la Subgerencia Proyectos Litoral
de Agua y Energía Eléctrica en el Proyecto denominado
Obras de Defensa contra inundaciones y Desagües Pluviales
de la Zona Oeste en 1992 y entregado a la Dirección
Provincial de Hidráulica de nuestra Provincia; en el
mismo se establecía, por ejemplo que "deberá
contemplarse la alternativa de ejecución por tramos,
definiendo los sectores prioritarios", cosa que no se
cumplió, dejando librado al azar la defensa de la ciudad
en un determinado sector, es decir por donde ingresó
el agua a la ciudad, por detrás del hipódromo.
Pero lo mas terrible con todo no solamente que no se haya
realizado una obra calculada y proyectada, que se sabía
que era muy importante para la defensa de la ciudad, sino
también que dicho proyecto fue vendido 2 y 3 veces
a la provincia por cifras millonarias. Por eso hablamos de
corrupción.
El gobernador Reutemann no puede aludir que no estaba en
conocimiento de la situación o que nadie la había
avisado. Esas excusas son tan pueriles que ya se dejaron de
utilizar; tampoco se puede argüir que el no había
antecedentes. Por un lado, sí los había, y por
otro, el desmantelamiento salvaje de los organismos del Estado
encargados de cumplir algunas funciones preventivas e informativas
privaron al mismo, pero particularmente a la población,
de esa información tan valiosa como para evitar lo
que era evitable. Pocos días antes recorrió
el noroeste de la provincia en helicóptero y vio con
sus propios ojos que lo que avanzaba era una enorme masa de
agua, que solamente podía escurrir por la desembocadura
del Salado, que justamente se encuentra al sur de la ciudad.
Y en esto le cabe una responsabilidad a la Universidad: teniendo
una Facultad de Ciencias Hídricas, ¿cómo
no advirtió a quien correspondía acerca de lo
peligroso de la situación?, y si nadie la escuchó,
¿para qué tiene la autoridad académica
y los medios de prensa que posee como para alertar a los vecinos
de lo que se venía?
A todas estas causas habría que agregarle:
· El pésimo uso del suelo, tanto en los ámbitos
rurales como urbanos. Esto nos conduce directamente a la cuestión
de la posesión de la tierra, de cómo en las
ciudades es solo materia prima para los negocios inmobiliarios.
Aquí entra un tema mas que polémico, cual es
el cultivo cada mas extendido de la soja. Sobre el particular
me permito traer un artículo muy interesante, que es
muy ilustrativo sobre el tema y que se titula "INUNDACIONES:
Según el Grupo de Reflexión Rural (GRR), las
inundaciones en la provincia de Buenos Aires fueron resultado
de "un modelo extractivo, casi minero, que expandió
la frontera agropecuaria sojera a zonas del bosque nativo
y saturó los suelos de glifosato poniendo en serios
riesgos su vida microbiana". Según la misma fuente,
las estadísticas demuestran que sobre poco mas de 10.000.000
de hectáreas de cultivos transgénicos se están
aplicando cerca de 80 millones de litros de herbicidas anuales.
"En algunos lugares se ha experimentado la práctica
desaparición de las azotobacter del suelo y la acumulación
de los barbechos, que al no ser procesada la celulosa, tomando
un color muy particular que muestra la interrupción
de los biológicos. Esta conversión del suelo
en substrato similar a cenizas o arena, impide la retención
del agua y provoca el crecimiento de las napas superficiales,
que son las que terminan inundando las zonas bajas"".
Tomado de "Con la soja al cuello", en Revista MARCHA,
La Plata, Febrero de 2003, pgs. 36-39.-
· La deforestación y consiguientemente el sistema
de escurrimiento de las aguas
· La deficiente planificación y construcción
de puentes, caminos, alcantarillas, canales y demás
sistemas viales y de desagües.
· La creciente migración rural, que hace que
las ciudades se tornen inmanejables y millares de nuevos pobladores
deban asentarse en los peores lugares, creándose así
mas y mas villas miserias en sitios absolutamente inapropiados
para la vida
Y por último una pequeña y significativa cuestión.
La inundación se abatió sobre un escenario en
el que ya reinaba la pobreza. No fue la inundación
la que trajo la miseria, sino que la miseria era preexistente
y sobre ella, la inundación lo único que hizo
fue potenciar y multiplicar la misma. Varios miles de planes
sociales de solo 150 Lecops se cobran en Santa Fe; la Unión
Industrial informa que la inundación hizo que se perdieran
unos 1200 puestos de trabajo Según la Encuesta Permanente
de Hogares de Octubre de 2002, el 201% de la población
económicamente activa era desocupada (en mayo de 2002
había sido del 23,4%), y todos sabemos cómo
se realizan esas mediciones, tratando de ocultar lo inocultable
y mintiéndose a sí mismos y al pueblo.
El desinterés y la insensibilidad de las autoridades
a cualquier nivel por las necesidades populares es tremendo
y evidente. Esa es una nítida concepción neoliberal:
que lo resuelva el mercado, que los pobres se arreglen como
puedan. Creyeron quizá que con una mezcla de una dosis
de asistencialismo, un poco de caridad mas otra parte de beneficencia
y una pizca de Cruz Roja todo se solucionaría. Creyeron
que el agua solo llegaría a los barrios mas humildes
del cordón oeste de la ciudad, y que con el clientelismo
de las frazadas, chapas, colchones y algunas cajas de alimentos
secos todo quedará resuelto, conquistándose
además el corazón de la gente. En esa concepción
siniestra se expresa con sencillez meridiana el espíritu
de clase de los sectores dominantes. Eso no sucedió
porque el agua pasó ese límite y se expandió
por toda la ciudad. Barrios que nunca se habían inundado
-de clase media baja e incluso de clase media- llegaron a
tener mas de 2 metros de agua. El agua no perdonó y
puso al desnudo muchas cosas, y sacó a flote mucha
porquería que esta ocultándose detrás
de los pliegues mas recónditos y oscuros del poder,
que entró en una crisis de pánico, cosa que
se tradujo en su inmovilismo y su incapacidad casi absoluta
para reaccionar ante las circunstancias.
Hoy Santa Fe es equiparable a un Irak en escala sudamericana:
está militarizada, virtualmente intervenida y lo que
se viene es el gran negocio de la reconstrucción. Miles
de hombres de las fuerzas federales y del Ejército
van y vienen por la ciudad, haciendo gala de su parafernalia;
los helicópteros militares patrullan la noche santafesina
y rastrillan centímetro a centímetro; esa militarización
vino de la mano de la presencia de los entonces ministros
González García y Alvarez quienes fueron los
que diseñaron los dispositivos de salud y seguridad
respectivamente, cosas a las que hay que sumarles los dineros
enviados por Duhalde en su oportunidad y los acuerdos alcanzados
recientemente con Kirchner: Reutemann perdió su tan
mentada autonomía -la foto con Menem unos días
antes de las elecciones de nada les sirvió- y debió
someterse al poder del duhaldismo, el que cada vez que puede
viene a pasarle las facturas. Finalmente la cuestión
de la reconstrucción: seguro que los grandes pulpos
(Techint, Gualtieri, Benito Roggio, Macri y otros por el estilo)
ya están disputándose la carroña y como
buitres revoloteando alrededor de esta Santa Fe herida para
quedarse con los grandes negocios que implicará reconstruir
y aprovisionar escuelas, redes eléctricas, calles,
caminos, puentes, hospitales y demás instalaciones
destruidas total o parcialmente por el agua.
Pero en definitiva, todo ésto no debería llamarnos
la atención: Santa Fe es la provincia donde aun están
impunes las 8 muertes de diciembre de 2001, donde nadie se
hace cargo de nada, donde la Suprema Corte de Justicia está
compuesta por parientes, amigos y favorecedores, donde se
privatizó el Banco Provincia con un costo económico
y social fabuloso para la Provincia, además de privarnos
de un instrumento financiero genuino; donde Aguas hace lo
que quiere y prácticamente no tiene ningún tipo
de controles; donde rige una nefasta Ley de Lemas amañada
a gusto del poder; donde integrantes de los directorios de
las grandes empresas y bancos como Muniagurria, Fragueyro,
Candioti o Mercier integran el gabinete provincial, donde
el gobernador -en su parquedad- huye enfermándose cada
vez que hay una situación conflictiva, donde la Policía
provincial cada vez se asemeja mas a la tétrica Bonaerense,
donde los casos de "gatillo fácil" aumentan
en flecha año tras año y suben a escala descomunal
considerando la cantidad de crímenes, la población
y la fuerza policial; donde tuvieron su actuación y
tejieron acuerdos y alianzas con el establishment local el
ex - juez Brusa, el ex - arzobispo Storni, el ex - senador
Massat, donde personeros oscuros y tenebrosos del Proceso
ocuparon los cargos de Subsecretaría de Seguridad (Bernhardt
durante la gestión de Obeid y Alvarez durante la de
Reutemann); donde el elefante blanco del reutemanismo -el
Hospital de Niños de Santa Fe- ha sido una de las piezas
mas codiciadas por diversos tipos de negociados, donde la
judicialización y criminalización de la lucha
social alcanza a varios centenares de compañeros, donde
... (y sigue la enumeración)
Hasta aquí, una somera descripción de los que
fue la Santa Fe pre - inundación. ¿Se viene
otra Santa Fe, totalmente distinta?. Nos arriesgamos a decir
que no, pero lo que sí podríamos asegurar es
que están soplando vientos de cambio. Es seguro que
no son los que deseamos desde las fuerzas de izquierda, pero
el reutemanismo -como expresión local del menemismo
entendido como una cultura, como una forma de relacionarse
con el poder- ha entrado en su ocaso. Las elecciones del 27
de abril señalaron algo: ya Reutemann no es patrón
y sota en aquellas zonas donde antes cubría todo el
espacio político.
Si durante la crisis hídrica muchos sectores sociales
recuperaron capacidad de acción, las movilizaciones
populares posteriores empezaron a tomar otro cariz; si en
algún momento inicial solo se movieron quienes antes
lo hacían (los piqueteros, los desocupados, la militancia
política), ya empezaba un proceso asambleario en distintos
barrios y las marchas comenzaban a cercar la Casa de Gobierno,
acostumbrada un poco a la tradicional siesta santafesina.
Algo empezaba a temblar en el subsuelo de esta ciudad, tan
pacata, tan hipócrita, de doble moral burguesa. Quizá
sea algo sordo ese movimiento, algo incoherente, algo que
es difícil de catalogar, pero el movimiento existe.
No son casualidades ni los $1200 a cuenta para los damnificados
ni la boleta sábana -una verdadera aberración
desde la óptica donde se mire- para las próximas
elecciones de setiembre. Por un lado, está la intención
de frenar y dividir al movimiento popular, de atomizarlo y
conducirlo, en la faz legal, al ámbito de lo civil
y no de lo penal. Por otro, está la intención
de que Reutemann, Álvarez y todo su séquito
consigan algunos fueros de manera de quedar inmunes a los
cargos que se les puedan formular.
Lo nuevo que surgió en estos días es que supimos
y pudimos mostrar nuestra capacidad de organizarnos, de autogestionarnos
y de crear embriones de algún grado de construcción
de poder popular. Durante mas de una década quisieron
demostrarnos que no éramos capaces de nada, que resultaba
imposible disponer de nosotros mismos. Sin embargo, en medio
del desastre -¿o como producto de él? - empezaron
a surgir nuevos movimientos con dinámicas muy particulares
y disímiles: asambleas en los barrios, autoconvocatorias,
comisiones. Por eso, desde el movimiento popular -y en particular
desde la izquierda- habrá que tener los oídos
bien despejados, los poros bien abiertos para sintonizar lo
mas correctamente esta circulación desconocida; habrá
que tener mucha imaginación, mucha creatividad para
unir el ancho espacio de la protesta social, protesta social
que no es coherente, que no está cohesionada y con
grados dispares de adhesión, contradictoria, que tiene
diversos objetivos y diversos niveles de conciencia, pero
protesta que se asoma y que cuestiona lo que hasta hace poco
parecía incuestionable. Y habrá que hacerlo
así para darle la perspectiva y la dimensión
política a la que aspiramos; para no contentarnos con
el solo reclamo económico o reivindicativo, sino avanzar
hacia la impugnación a fondo de esta manera de hacer
política y de este sistema político mismo. En
el establishment local ha sonado una voz de alarma, se ha
prendido una luz roja, ya que si antes se hacían toda
clase de maniobras con tal de conservar el poder, hoy se apelará
a cualquier recurso para ello. Por eso, el esquema de poder
local -la Iglesia, el vespertino local, la CGT, la Bolsa de
Comercio y el Gobierno- recurrirá a todo su arsenal
para conservar lo que tenían, o, en el peor de los
casos vender cara su derrota. ¡Ojo¡: esto no significa
que seremos los sectores populares, la izquierda los que podremos
capitalizar todo lo nuevo que está surgiendo; lo que
sí es seguro que estamos transitando un camino que
debíamos recorrer.
El impacto de la inundación ha sido tan grande en
la conciencia social de la población que es imposible
retrotraerse al día 26 de abril. La huella del agua
ha dejado su marca, a veces confusamente y otras veces con
mayor nitidez.
En definitiva, lo que hoy ha quedado demostrado con claridad
meridiana es que este sistema social y este modelo son los
responsables últimos del desastre, que con políticas
como las actuales es imposible que el bienestar sea patrimonio
del pueblo, que así como sucedió lo que sucedió
es tal la destrucción que estos malditos proyectos
han cometido que los hombres y las mujeres comunes, el pueblo,
se halla casi inerme ante el tamaño de lo que se debe
enfrentar.
Ahora bien, cuando decimos capitalismo, queremos decir capitalismo,
cualquiera sea de sus versiones. No hay un capitalismo salvaje
y otro humano; hay simplemente capitalismo, lo que significa
explotación de los seres humanos, depredación
y contaminación del medio ambiente, expoliación
a los pueblos, sometimiento a las naciones, guerras, expansionismo,
marginación y exclusión de los circuitos formales
de educación, trabajo, salud, vivienda, seguridad social,
jubilación de sectores sociales cada vez mas amplios,
concentración de las riquezas en pocas manos, racismo
y otras calamidades mas.
Nos muestra que el capitalismo es inviable para el pueblo,
que solo le acarrea mas dolor y sufrimiento, y que es imprescindible
modificar de raíz este estado de cosas. Por eso, construir
la alternativa política, mas que necesaria, es urgente.
Si no, habrá nuevas AMIAs, nuevos casos María
Soledad, Carrasco o Cabezas, nuevos Ríos Terceros o
cosas por el estilo. En algún lugar dijimos que somos
todos inundados, mas allá de que si nos llegó
el agua o no; también estamos inundados: inundados
de bronca, de dolor, de fervor para que no vuelvan a repetirse
hechos tan terribles como el pasado y para transformar revolucionariamente
la sociedad. Tenemos una responsabilidad sin par, una obligación
ética y política concreta, cual es construir
la herramienta político - social que derrote al capitalismo
y nos brinde los instrumentos para erigir una nueva sociedad,
basada en la solidaridad, el trabajo, el humanismo
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