Sección Opinión
Hambre y sed de Justicia
 
   
   
Cuando el hambre golpea las puertas, no se fija en que estomago se aloja. No importa si es de Tucumán, Corrientes o Buenos Aires, San Isidro, La Matanza, Lomas o Esteban Echeverría

 

 
   
Por:-Hugo E. Moreno 2003 Buenos Aires

ESTEBAN ECHEVERRIA- . Seguramente el segundo cordón bonaerense es uno de los sectores más castigados por la pobreza y es precisamente allí donde se ubica el distrito que dividió la gobernación de Duhalde en 1985, y que es conducido por Alberto Groppi desde entonces.
Echeverría, con 250.000 habitantes, es uno de los distritos que compone ese segundo cordón del conurbano y padece uno de los índices más destacados de la pobreza. Mientras que el 56,6 por ciento de los hogares del Gran Buenos Aires son pobres, de los cuales el 26% viven en la indigencia; la situación es mucho más crítica en las áreas más periféricas del conurbano, donde el 73,7% de los hogares con menores son pobres y el 37,2% indigentes. El crecimiento de la indigencia fue muy desigual dentro del Gran Buenos Aires: el 33,4% de los habitantes de las áreas más periféricas del conurbano vive en la indigencia.


Vulnerabilidad social
Falta de trabajo, ausencia de una buena alimentación, caracterizaron dos hechos alarmantes en el distrito de Groppi: una mujer embarazada de 6 meses con un peso de 50 kilos y otra con lágrimas en los ojos y con su hijo en brazos, de once años y 27 kilos de peso, son una de las fotos más alarmantes del desamparo social. Escenas escalofriantes, que mueven a la solidaridad y al deseo de pedir a gritos justicia.
Saber que en el 20 por ciento de los hogares pobres ninguno de sus miembros trabaja, que en más de la mitad de los hogares pobres los miembros que trabajan no tienen protección laboral.; o que tres de cada cuatro hogares pobres no tiene ningún trabajador con cobertura social, es también un dato de la realidad bonaerense.
Sin embargo, frente a estos hechos, de cara a esta situación; se obtiene como resultado agónico la responsabilidad de la conducción municipal. Los fríos números de verano de un nuevo presupuesto municipal o de las estadísticas oficiales, ponen en relieve la cruel realidad de cientos de personas que viven en Esteban Echeverría con ciudades alegremente rebautizadas: Ciudad de los Jardines, para Luis Guillón; o la Ciudad de los Arboles como indican algunos cárteles en Monte Grande. Mientras que nada se dice de 9 de Abril, en donde el 40 por ciento de la población de esa localidad vive en asentamientos; o bien, mucho se dijo, a partir del caso Peralta, de la inseguridad que reina en El Jagüel, y que nada parece cambiar.


Números fríos para
una sopa caliente
Estadísticas y Presupuesto. Ambos datos oficiales. Números fríos que se reflejan en el espejo de la realidad social. Las estadísticas son datos que surgen del relevamiento del Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales dependiente de la Presidencia de la Nación. El Presupuesto Municipal, como herramienta política de gobierno, marca tendencias de una gestión progresista o conservadora; con sensibilidad social o rasgos individualistas.
Con la demora de un mes, por una prórroga solicitada por el Ejecutivo municipal, el intendente Groppi envío el Presupuesto para el 2003 al Cuerpo Deliberativo, dando inicio a la última pulseada del año: su aprobación, que estará sujeta a la decisión de los obedientes debidos del Concejo Deliberante.
Una aprobación que pende de un hilo, ya que de los 49 millones de pesos proyectados para el año entrante, la asignación de gastos es preocupante. 85 funcionarios políticos, una planta de personal que manifiesta una erogación superior a los 24 millones, una empresa recolectora de residuos que se lleva más de 5 millones al año, una Dirección de Cultura y Comunicación que prevé gastos para el próximo año electoral cercanos a los 2 millones de pesos, la Secretaría de Gobierno, la cartera política por excelencia de cualquier gobierno tiene asignado 6,7 millones y un intendente que, junto a su esposa y Secretaria de Desarrollo Social, cobrarían cerca de 15 mil pesos mensuales, con gastos de representación y tiempo pleno mediante; mientras que de las arcas del tesoro municipal habría cerca de 550.000 pesos anuales para gastos alimentarios y ayuda social directa.
Dos versiones de la realidad.: una, la del hambre y la otra, la del buen comer.
(Agencia DM/Com)

 

 
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