Diputado Pcia. de Bs. As. MST-Izquierda Unida
Luego de más de una década de funcionar como
negocio privado, el ferrocarril está en estado de colapso.
Distintos grupos empresarios han hecho fabulosas ganancias
mientras se han levantado miles de kilómetros de vías,
los que viajan en tren lo hacen cada vez peor y el Estado
entrega fortunas como subsidios a las privatizadas. El gobierno
y algunos candidatos del PJ parecen ahora descubrir lo que
hace ya mucho tiempo millones sabíamos: toda la privatización
del tren es un fracaso por que constituye una monumental estafa,
que pagamos millones con hambre, pobreza y desocupación.
La privatización fue hecha, cuando en la mayor parte
del mundo los trenes siguen siendo estatales (Francia, Alemania,
Brasil, México, etc). Se decía que el ferrocarril
estatal daba una pérdida diaria de 1 millón
de dólares, pero actualmente, a través de subsidios
públicos, la erogación pública es de
2 y hasta 3 veces más. En 1998 los subsidios anuales
alcanzaron la suma de 614 millones de dólares. Así,
los "empresarios del tren", hicieron fortunas, quedándose
con un mercado de 450 millones de usuarios y el usufructo
del transporte de cargas para sus productos. Las ganancias
diarias de la explotación del sistema asciende a $
533.000 ó $ 370 por minuto, a lo que hay que agregar
ingresos por 30 millones por la explotación comercial
de locales en los andenes. Con 15 días de facturación
se pagan los gastos operativos, sueldos e impuestos, y los
15 restantes son ganancias netas, que se obtuvieron también
atropellando los derechos laborales de los trabajadores del
ferrocarril. Más de 80.000 ferroviarios fueron cesanteados,
lo cual fue financiado por por el Banco Mundial que prestó
700 millones de dólares para pagar indemnizaciones,
aumentando de esa forma la deuda externa. Los trabajadores
ferroviarios han tenido que soportar todo tipo de atropellos
mediante cambios arbitrarios de lugares de trabajo, despidos,
liquidación de conquistas laborales con convenios por
empresa, flexibilización laboral, tercerizaciones,
etc. Y hay una complicidad vergonzosa de los dirigentes sindicales,
alguno de ellos convertidos en empresarios del ferrocarril
quienes se asociaron a las privatizadas e hicieron la vista
gorda ante los atropellos patronales.
Las privatizadas levantaron la mayor parte de los servicios
que cubrían el país. En 1988 había 35.746
km. de vías como red operable, en 1998 quedaron sólo
11.677 km, o sea 24.069 km. menos. Levantaron el 66% de las
vías, y hoy se transporta por tren sólo el 6%
de la carga total del país. Así, sin poner un
peso, llevándose ganancias fabulosas mientras perpetraban
este desastre, los empresarios han cobrado como premio, fortunas
en carácter de subsidio estatal. Como ejemplo más
escandaloso basta citar el Decreto de Emergencia Ferroviaria
de diciembre del 2002, del gobierno de Duhalde, el mismo que
dice no tener plata para salud y educación, quien les
paga medio millón de pesos por día a las empresas
privatizadas para que sigan destruyendo el ferrocarril.
La privatización significó el golpe mortal
para pequeños productores alejados de las grandes urbes
que no pudieron soportar el aumento del costo del transporte
automotor, y para las economías regionales y provinciales.
Con la concesión del tren también fueron beneficiadas
las patronales del transporte automotor a quien se les transfirieron
millones de personas y cargas que antes eran trasladadas por
ferrocarril. Entre los años 1992 y 2000 las tarifas
de los trenes urbanos aumentaron entre un 50 y 70%. En ese
mismo período la inflación fue de sólo
el 11,6%, mientras el salario real bajó desde 1994
entre un 16 y 25 %. Ese aumento de tarifas no se trasuntó
en ninguna mejora, sino en lo mínimo e indispensable
para que el tren siguiera rodando y los empresarios facturando,
mientras creció la inseguridad en los andenes. En el
Belgrano Sur hay un promedio de 30 a 50 arrebatos o robos
por día, en todas las líneas han ocurrido ya
varios resonantes casos de muertes por robo, que incluyen
a trabajadores y a usuarios. En todas las renegociaciones
contractuales se han reducido frecuencias, vagones y trenes
mínimos. Además, se han reducido las plantillas
de banderilleros, guardas y guardabarreras. Con el cierre
de talleres, y la falta de mantenimiento en los trenes, a
nadie extrañaría hoy que en cualquier momento
se produjera un terrible accidente.
El gobierno plantea que con "transparencia" y "control"
de las privatizadas se puede salir adelante. La realidad ha
demostrado todo lo contrario. Los organismos del Estado supuestamente
tienen la obligación de evitar abusos de las privatizadas
y velar por los intereses de los usuarios. Pero los funcionarios
de la CNRT (Comisión Nacional de Regulación
del Transporte), lejos de cumplir ese rol, han sido acusados
de hechos de corrupción y connivencia con las concesionarias,
en una clara actitud de complicidad para encubrir y facilitar
la enajenación del patrimonio nacional.
Frente a este desastroso panorama, se ha instalado ahora
un debate nacional acerca de cual es la solución para
sacar al ferrocarril de este colapso. Desde la Comision Nacional
Salvemos al Tren (CNST) hemos planteado que el único
camino para salvar el tren, es el de la reestatización
de todo el sistema ferroviario, para que el Estado Nacional
se haga cargo de su explotación, inversión y
desarrollo bajo estricto control de sus trabajadores y organizaciones
de usuarios. Es necesario rescindir los contratos con las
empresas privatizadas, sin ningun tipo de indemnización,
dado el incumplimiento de parte de las mismas. A su vez, los
empresarios deben resarcir al Estado por daños y perjuicios
ocasionados al país, y se debe enjuiciar y trabar embargo
de quienes llevaron al colapso un servicio escencial para
la Nación, y a los funcionarios políticos que
fueron participes de esta monumental estafa.
No pretendemos volver al mismo funcionamiento de los ferrocarriles
previo a las privatizaciones. Cuando era una empresa estatal,
funcionarios, empresarios, militares y políticos del
PJ y la UCR, lo fueron vaciando poniendo "ñoquis",
endeudándolo injustificadamente, a fin de justificar
su posterior entrega. Esta vez la reestatización debe
contemplar su puesta en funcionamiento bajo estricto control
y administración por parte de los trabajadores ferroviarios,
entre ellos obreros, técnicos, empleados, profesionales,
todos ellos altamente calificados, formados en décadas
de trabajo, a los cuales hay que reincorporar en forma inmediata.
Ellos, junto a las organizaciones de usuarios, son los únicos
interesados y con capacidad para sacar el servicio adelante.
Hay ejemplos internacionales y nacionales de que se puede
reestatizar. En Gran Bretaña, en 1996, el gobierno
inglés privatizó su sistema ferroviario. En
5 años se demostraró el rol nefasto de la privatización.
El 7 de octubre de 2000 Inglaterra reestatizó el sistema
ante el clamor popular después que se produjeran terribles
accidentes. En Argentina ya hay ejemplos de que se pueden
anular estos contratos leoninos. La empresa Aguas de Aconquija
de Tucumán fue provincializada; en 1999 se anuló
la concesión con Siemens para la confección
de los DNI; Azurix, empresa de agua bonaerense, volvió
a manos del estado provincial, en medio del escándalo
de Enron, su dueño. Yacimientos Carboníferos
de Río Turbio (YCRT), concesionada en 1994, se convertió
en la primer empresa nacional privatizada que volvió
a manos del Estado Nacional.
Argentina se fue hundiendo fruto de modelos económicos
al servicio de las multinacionales, grandes banqueros y organismos
financieros internacionales. Los dirigentes del PJ, la UCR
y el Frepaso, bajo las órdenes del FMI, hundieron al
país, entregaron los recursos naturales y los servicios,
destruyeron la educación y la salud, y han creado una
desocupación nunca vista, dejando a más de la
mitad del país en la pobreza. El tren le ha seguido
el mismo camino. No habrá recuperación del ferrocarril
de la mano de quienes lo hundieron, la restatización
solo es posible con un gobierno de los que nunca gobernaron,
los trabajadores el pueblo y la izquierda. Volver a levantar
los ferrocarriles, es empezar a ponernos de pie para lograr
una Segunda y definitiva Independencia Nacional. Debemos Salvar
al Tren. Solo así el ferrocarril será la locomotora
que empuje la producción, la economía y a nuestro
país a un futuro distinto para las presentes y futuras
generaciones.
Fuentes:
Comisión Nacional de Regulación del Transporte
(CNRT)
Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles
Argentinos y Administración de Puertos (APDFA)
Reestatización para Salvar al Tren. Publicación
de las Seccionales Opositoras. Bs. As. Jul. 2002
Diputado Daniel Campos - Izquierda Unida
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