Atrás queda la explosión, el llanto, el horror.
Esta imagen pertenece a Hiroshima, pero podría pertenecer
a cualquier país del mundo.
El llanto de un niño, que nos atraviesa el corazón
porque sabemos, somos concientes de no tener respuesta, a
lo que sería tal vez la mayor de las torpezas: la guerra.
La estupidez mayor del ser humano: la intolerancia, que no
tiene país ni fronteras, anida en el egoísmo
y el ansia de poder de cada hombre o mujer. Si nos educamos
en la paz, como único paradigma a compartir universalmente
cediendo lo que se deba ceder y aportando lo que se deba aportar
por una verdadera globalización, la de los derechos
basados en la dignidad de la vida; humanistas, fundamentalistas,
ambientalistas y capitalistas, deberían revisar su
metodología activista, seguramente habría mucho
para corregir. ¿por qué tanta arrogancia?.Para
quienes han dedicado su vida al estudio filosófico
en el ámbito de las relaciones internacionales, el
gran dilema intelectual es, si la “moral” puede
ser aplicada a la política exterior de un país,
cuando se cree que tan solo una escasa minoría de hombres
y mujeres la aplican a su propia vida cotidiana y menos gobiernos
aún, tienen como basamento normas y principios morales,
e incluso generalmente los ciudadanos pretenden que el Estado
cuide de sus intereses sin sentirse atrapado por la rigidez
ética.
Podríamos comprender entonces la actitud estadounidense
y también la de cualquier Nación que en la defensa
de los intereses desarrolle medidas que no se apeguen a normas
básicas de decencia en cuanto a los procedimientos.
El dilucidar si la razón de Estado se debe anteponer
a las reglas de la moral, ha sido preocupación desde
la época de la antigua Grecia. ¿Cómo
funcionaría una política exterior moral?
En el texto de Santo Tomás de Aquino encontramos un
razonamiento ético Judeo-Cristiano, en cuanto a las
Guerras Justas. Pero también tenemos el idealismo de
“hacer el bien” que se ilustra en el discurso
de Woodrow Wilson.
En Occidente, la tradición de la Guerra Justa ha sido
básicamente de carácter religioso: se ha intentado
reflexionar sobre si se podría justificar los asesinatos
que obedecen a causas religiosas o políticas.
Santo Tomás de Aquino. “De la guerra.”
En cuanto si librar una guerra es pecado.
“puesto que el castigo se inflige a causa del pecado.
Ahora bien, todos aquellos que emprendan campañas bélicas
reciben amenaza de castigo por parte de Nuestro Señor,
según San Mateo 26.52: Porque todos los que tomaren
la espada, a espada perecerán. por tanto toda guerra
es ilegítima.
Mi respuesta es; Para que una guerra sea justa, tres son los
elementos indispensables”.
Para Tomás de Aquino, debía existir:
1) la autoridad del soberano.
2) una causa justa.
3) que las partes contendientes mantengan una intención
correcta, que pretendan el progreso del bien, o la invalidación
del mal. Woodrow Wilson a finales de la Segunda Guerra Mundial,
responsabilizó (mediante una teoría), del flagelo
de la guerra, a la política del poder y a los líderes
no democráticos. Para él la guerra es irracional,
puesto que no obedece al interés de la mayoría
y podrían resolverse por medio del uso de la razón.
Wilson afirmaba entonces que debería organizarse una
Liga de las Naciones, que mediara e impidiera la agresión
dando solución pacífica a las querellas.( hoy
Naciones Unidas).
La obra de Gandhi ha ejercido gran influencia en el mundo,
especialmente a través de su ejemplo, en que el método
que se utiliza para alcanzar una meta, produce al mismo tiempo
un efecto sobre el objetivo impuesto.
Generalmente los métodos políticos son violentos,
e inclusive llegan a destruir el valor de la meta original.
No hay términos medios. No puede haber justificación.
Apoyar la violencia significa volverse corrupto, hipócrita
y formar parte del problema. Si la Argentina, frente a los
atentados terroristas perpetrados contra Estados Unidos, cree
que el fin justifica los medios, quedará atrapada en
la torpeza de creer también que los fines inmediatos
son más importantes que el objetivo final. Para Gandhi,
una revolución real no solo debe conseguir independencia
política, sino que además debe engendrar seres
libres de la perversidad de la violencia y el odio.
Para la gran mayoría de los norteamericanos que propiciaron
los movimientos en pos de los derechos civiles y en contra
del conflicto armado
de los ‘60, la no violencia fue la estrategia utilizada
destinada a transformar y deshacer el racismo en el país
y el apoyo a las dictaduras en el exterior.
La profecía de Gandhi parece una advertencia en plena
era nuclear.
¿Puede el Estado servir al individuo?
¿Debe el individuo servir al Estado aún a costa
de perder su vida en un enfrentamiento bélico?. Existe
la posición que afirma que el poder garantizará
la supervivencia. Se necesita una cuota de equilibrio, las
más importantes manifestaciones de equilibrio de poder
se encuentran históricamente, no en el equilibrio de
dos naciones aisladas sino en las relaciones entre una nación
o una alianza de naciones con otra alianza. Tanto los Estados
Unidos como Inglaterra son renuentes a la alianza en tiempos
de paz, no ocurre lo mismo cuando ambas naciones se sienten
amenazadas en su equilibrio de poder. Pueden aumentar su propio
poder; pueden agregar a su propio poder el de otras naciones
o pueden evitar que otras naciones presten su poder al adversario,
desde la primera opción se embarcan en una carrera
armamentista, tras las últimas convocarían a
políticas de alianzas. La posición de Argentina
es “aparentemente” clara con respecto a los Estados
Unidos que busca alianzas y convoca a una guerra.
Desde el campo religioso, y en favor de promulgar una moral
que nadie parece seguir, encontramos la llamada “Guerra
Justa”.
La ideología de la justificación de una guerra
existe, sin embargo si no hiciéramos práctica
de la guerra, la ideología carecería de sentido.
Los presidentes de Estados Unidos se han valido siempre del
idealismo para justificar sus actos, pero actúan en
forma radical, en su política exterior y ante la toma
de medidas contra otras naciones e ideologías, hasta
inducir al conflicto bélico. Existen pugnas internas
y mundiales. La lucha es por el poder. La meta de los pueblos
puede ser la Libertad, un ideal religioso, filosófico
o económico, auspiciado por fuerzas internas o divinas,
pero siempre al entrar en juego la política internacional,
los engranajes se alimentan del objetivo primordial: el poder.
El Terrorismo
Se vale de personas violentas. Los jóvenes son más
insensibles porque el sistema nervioso se va atemperando con
la edad. Es por eso que suelen ser más utilizados en
la formación de grupos terroristas hasta convertirse
en psicópatas.
Si se agrega un fuerte adoctrinamiento ideológico sea
cual fuere, se convierten en individuos que necesitan altos
niveles de estimulación provocados por la violencia.
La ciencia busca hallar causas que expliquen el por qué
de la violencia. Se cree que cualquier persona puede ejercerla
ante ciertas circunstancias extremas.
Lo cierto es que al convocar individuos violentos, bajo un
adoctrinamiento colectivo y utilizándolos para el logro
de un fin, el fin que justificaría todo, hasta la guerra.
El fin siempre es el poder. “Algunos creen que la principal
motivación del terrorismo reside en lo que consideran
una confrontación inevitable entre culturas”,
dijo Clinton. “Muchos piensan que existe un choque inevitable
entre la civilización y los valores occidentales, y
la civilización y los valores islámicos. Esto
es una concepción errada”.Los falsos profetas
suelen utilizar la religión con fines políticos.
Cuando el tema es el terrorismo no debería existir
ninguna línea divisoria entre musulmanes y judíos,
protestantes y católicos. Qué tienen en común
Estados Unidos Y Afganistán, Serbia ,Croacia, Kosovo?.
La búsqueda de un enemigo que pueda justificar el acto
más aberrante que el humano pueda realizar, la violencia
del hombre contra el hombre, por la conquista del poder.
El nuevo enemigo, no es cuestión étnica ni religiosa,
es la intolerancia que rompe con las barreras étnicas,
anida en creyentes de todas las religiones, y existe en Oriente
como en Occidente verdadero enemigo en común, la intolerancia
se la puede erradicar a través del diálogo entre
culturas.
Dijo Picco, quien fuera miembro de la ONU, durante veinte
años:
“Algunos podrán mostrarse escépticos
ante tal emprendimiento idealista, ya que carecen del coraje
y la capacidad para manejarse con ideales en la arena política.
A otros les resultará difícil participar, porque
la estructura interna de la comunidad que lideran no está
preparada para hacerlo. y hay algunos que aún se creen
mejores que otros por derecho de nacimiento. De hecho esas
son las verdaderas razones por las que un diálogo de
civilizaciones es tan esencial.”
LT
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