¿Quién
piensa en lo que sienten los chicos? Los marginados, nuestros
hijos, los de la calle. Los reclamos son por un futuro mejor,
pero ¿Y el presente?
¿Alguien del gobierno piensa en lo que le estamos haciendo
al futuro del país?. Somos parte de lo que viene ocurriendo
desde años atrás, somos responsables también
de que todo mejore, si lo creemos por un momento, habremos transitado
la mitad del camino. No arrastremos a los chicos a la desesperanza,
luchemos por la educación como base para el anhelado
cambio. ¿Cuántos de nosotros están pensando
en darle explicaciones a los niños?
¿Cuántos de nosotros piensa en los hijos del vecino
como en los propios?
Los chicos; las mayores víctimas. Dejemos de “pasarnos
la pelota”.Sobre los techos de algunas escuelas, blancas
siluetas se recortan contra el cielo. Representan lo más
indefenso y desprotegido. La “asignatura pendiente”
de los Argentinos.
Lo más caro a nuestros sentimientos, no asisten a clase,
trepan al techo y ahí se quedan, esperando.
Solo a la hora del comedor escolar, bajan,... son los chicos
paloma. Así los bautizó una maestra de Ing. Budge,
partido de Lomas de Zamora. En Argentina, hoy, las maestras
cambian sus roles, se encargan de darle a los chicos la comida,
la única que tendrán en el día.
Si los chicos no se alimentan bien, de nada servirá la
mejor escuela, los conocimientos no pueden ser absorbidos por
los chicos “mal comidos”. El daño a sus neuronas
será irreversible.
¿Por qué no bajan del techo a tomar sus clases
normalmente?
Para ellos su entorno y su estímulo son los gritos, que
se vayan todos, los cacerolazos, la desocupación, el
hambre, los insultos contra políticos, policías,
la Corte…la injusticia.
Asistimos hoy a una reconversión del sistema capitalista
internacional, ante la gravedad de su crisis, mediante la implementación
de un modelo neo-liberal en lo económico, y neo-conservador
en lo político y lo cultural.
La consolidación de este modelo a nivel mundial, a partir
quizás de utilizar como estrategia a la llamada globalización,
produce en nuestro país los siguientes efectos:
Penetra todas las relaciones de la sociedad; lo cultural, lo
económico, lo político, lo social, lo individual
y lo colectivo.
Agudiza las condiciones de pobreza de la mayoría de la
población y produce diferencias al interior de la sociedad;
aumentos de los niveles de desocupación y de precarización
laboral.
Fortalece el individualismo y las relaciones competitivas fragmentando
el tejido social; genera procesos de deterioro del medio ambiente,
provocando insustentabilidad ecológica; promueve el consumismo
exacerbado.
La globalización económica
La concentración de las riquezas y distribución
de los costos, deja librado al mercado la solución
de los problemas sociales y económicos.
Por eso es que en nombre del ajuste, el Estado se desinteresaría
de áreas como Salud, Educación y Acción
Social, que quedan a disposición de la ley de la oferta
y la demanda con las que se rige este mercado.
La primera necesidad para la implementación de estas
políticas, fue entonces, el desmantelamiento del “Estado
de Bienestar”, del Estado Educador, lo que significa
una hipoteca de nuestra soberanía en todos los órdenes,
ya que su capacidad de decisión se encuentra absolutamente
atada a las imposiciones de las agencias financieras internacionales,
léase FMI, Banco Mundial, y sus representantes en América
Latina, incluso algunas corporaciones nacionales, quienes
mediante “recomendaciones” de cumplimiento obligatorio
(¿aceptadas de buen grado por nuestros gobernantes
para acceder a los créditos internacionales?) inciden
directamente en las políticas a seguir para solucionar
la crisis.
¿La crisis de nuestro país o la crisis que también
están sufriendo ellos?
La Ley Federal de Educación
La transformación educativa apoyada en la Ley Federal
de Educación y la Ley de Educación Superior,
son en definitiva una consecuencia de todo lo anterior.
Ya nadie discute esta Ley, esta legislación no ha tenido
la base que debe cimentar toda Ley, un diagnóstico
de nuestra realidad concreta, de las necesidades de la población,
de las distintas regiones que conforman nuestro país,
de los conflictos que hoy viven nuestras escuelas, alumnos
y docentes.
¿Quién puede dudar que nuestra educación
necesite una transformación?
Nadie en su sano juicio lo pone en duda, porque nuestra escuela,
hija del Iluminismo de la Revolución Francesa y proyecto
político de la generación del ‘80 , ha
sido muchas veces actualizada, pero su esencia ha permanecido
inalterable, y hoy tiene serias dificultades para dar respuesta
al gran desarrollo alcanzado en el campo de los conocimientos,
a la instantaneidad que se ha logrado en el campo de las comunicaciones
y los nuevos sistemas comunicacionales, la nuevas tecnologías
(microelectrónica y biotecnología) que han incorporado
y transformado al mundo del trabajo, la constitución
de nuevos sujetos sociales etc. La transformación educativa
necesaria parece diferir sustancialmente de ésta, tanto
en los objetivos como en las metodologías.
Los que somos hoy padres, leímos las lecturas de “El
árbol que canta”, “Girasoles”, estudiamos
las ciencias sociales, naturales y las matemáticas
en el “ manual del Alumno Bonaerense”, recitábamos
la oración a la bandera, cantábamos el Himno,
la Marcha de San Lorenzo, y sabíamos por qué
estábamos en la escuela… leíamos…pertenecemos
a la época del bachillerato, el industrial, el comercial
y el polivalente, teníamos un objetivo y sabíamos
para qué. Hoy, esos chicos paloma no saben por qué,
por qué gritamos, por qué nadie se preocupa
de verdad por ellos, nadie les pregunta, por qué.
El futuro de la Argentina es una población de desnutridos,
de marginales, de incomprendidos. Somos el producto de años
de creer que teníamos un rumbo claro, el mejor país,
y fuimos víctimas de la paranoia de quienes aprovecharon
esto. No estábamos tan bien preparados entonces y no
lo estamos hoy, si no nos detenemos un instante. Dejemos de
gritar que todo está perdido, que se vayan ellos, que
no existe la Justicia. Dejemos el insulto por un momento,
paremos con las ollas, los piquetes, los escraches. Ya sabemos
que lo hacemos “por ellos”, por nuestros chicos,
pero por un momento dejemos de hacer todo y hablemos con nuestros
hijos y los del vecino.
Y luego sí, sigamos haciendo.
Pronto veréis lectores,
lucir de las virutas los fulgores
y de las letras apagarse el brillo,
pues solo habrá doctores
de serrucho, de escoplo y de cepillo.
Tapa de CARAS y CARETAS -1938-
La Tapa n°4
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