Los dueños de los periódicos hicieron hoy malabarismos
para ocultar los hechos fundamentales del golpe de Estado que
hace un año estableció una efímera tiranía
empresarial. Los mismos hampones que entonces se adueñaron
del poder están hoy manejando la Coordinadora Democrática
a las órdenes del narcotraficante Caín Cisneros.
Todavía manejan las mismas mentiras de entonces y continúan
manipulando a la gente para que no se haga preguntas obvias
como:
- Quién se benefició con los manifestantes
muertos
- Porque una asamblea de la Policia Metropolitana exigió
a Alfredo Peña que destituyera a Iván Simonovis
por haber usado a ese cuerpo para asesinar manifestantes y
contratar los francotiradores
- Qué motivo tuvo el gobiernito de Carmona Estanga
para liberar y sacar del país, escondiéndolos
como se les hubiera tragado la tierra, a los francotiradores
capturados por la Casa Militar en el Hotel Ausonia, justo
frente a Miraflores
- Porque los militares golpistas, encabezados por el almirante
Héctor Ramírez Pérez, sabían varias
horas antes del primer disparo que había francotiradores
apostados
El golpe de Estado fue la vergüenza de las emisoras de
radio y televisión. Hampones como Marcel Granier, Gustavo
Cisneros, Omar Camero, Alberto Ravel y su amo, Guillermo Zuloaga,
o la famiglia Petrica se negaron a informar qué pasaba
en Venezuela. Los mismos delincuentes que se llenan la boca
para hablar de libertad de información, son los mismos
que le negaron esa información al país. No sólo
no enviaron a sus reporteros a cubrir lo que sucedía
el 12, 13 y 14 de abril, cuando la nación se echó
a la calle para rescatar la democracia robada por Carmona
Estanga y sus secuaces, sino que censuraron cualquier información
sobre Venezuela en los medios internacionales. Eso sí,
esos criminales se dieron banquete el día 12 pues,
mientras callaban las enormes manifestaciones en Fierte Tiuna,
reprimidas a balazos por la PM del pargócrata Alfredo
Peña, difundían sucesos aberrantes, incitando
a la gente a participar en ellos, como el asalto a la embajada
cubana o los allanamientos contra Ramón Rodríguez
Chacín y Tarek Saab.
Lo que resulta especialmente repulsivo es ver a jerarcas
de la Iglesia protegiendo a los criminales del 11 de abril.
Baltazar Porras, el arzobispo de Mérida enjuiciado
por unas monjas a las que les robó los magros recursos
de su obra social, es la principal tapadera de estos delincuentes,
pues siempre lanza sus mentiras en la dirección opuesta,
acusando al chavismo de crímenes que él sabe
cometieron los opositores. Pero el máximo del cinismo
lo muestra Mikel de Viana, “amigo” del superior
de los jesuitas. Este individuo estuvo en Miraflores congraciándose
y jalando a Carmona, gritando a voz en cuello “vine
a este acto porque yo soy adeco”. Pues esa misma piltrafa
fue donde el drogadicto Mingo a afirmar que acudió
ese día a Palacio para repudiar el fin de la democracia.
Los hay despreciables...
Por cierto, Baltazar Porras vomita su odio cuando afirma
que en su diócesis aumentaron los secuestros y existe
presencia de la guerrilla colombiana. Eso es una simple mentira
y el arzobispo lo sabe. Eso sí, jamás ha abierto
la boca para comentar los asesinatos de dirigentes agrarios
a manos de sicarios contratados por los ganaderos de Mérida
y el sur del Lago, ya que estos le dan dinero al prelado para
callarlo. Y Baltazar Porras hace lo que sea por dinero. Aura
sacra fames...
Esos paramilitares a quienes encubre el arzobispo Porras
asesinaron a dos personas en los últimos días.
Los víctimas de estas autodefensas colombianas contratadas
por ganaderos son Emilio Vergara Díaz y Pablo Guerrero
González. Otra encubridora de estos crímenes
es Liliana Ortega, empleada de Andrés Mata en Cofavic.
Tulio Capriles, capo del diario aragüeño El Siglo,
es otro de esos canallas que van a instancias internacionales
a acusar a su país. Este sujeto acudió a la
SIP para decir que el gobernador Didalco Bolívar lo
persigue, simplemente porque los tribunales investigan los
numerosos robos que realizó en complicidad con otro
narco, Carlos Tablante. Las relaciones entre Capriles y los
carteles colombianos quedaron evidenciados a raíz del
asesinato de Lorena Márquez, esposa de Manasés
Capriles y cuñada de Tulio, en lo que se denominó
“el crimen de El Siglo”.
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