Sección El Poder Hacer Política
De espaldas al Poder
 
   
   

 

 
   
Por:-Clara Britos abril de 2002 Argentina
¦La historia de la humanidad registra momentos decisivos en que ciertas ideas adquieren fuerza material por su encarnación en la conciencia colectiva. Esas ideas no trasgreden el curso de la historia: aparentemente como resultado de ese mismo curso, la aceleran y modifican. Las teorías intelectuales de las que hablaba Esteban Echeverría en el siglo XIX, constituyen siempre el protoplasma de una concepción del mundo, erguidas triunfalmente sobre un régimen social caduco no obstante los cercos que vagamente pretendan sofocarlas, y esas ideas como altura representativa de algo nuevo, se traducen en fenómenos de percusión sobre el alma nacional, teorías intelectuales como un hecho colectivo, en un mundo de inconclusas órbitas volcado hacia nuevos desarrollos sociales.
El pueblo siempre sufre los cambios ¿y qué han hecho nuestros gobiernos, nuestros sabios, por su bienestar y educación? Hoy un nuevo movimiento de “ideas” surge. Muchos se sorprenden ante exclamaciones como “desintegración del Estado”, “gobierno de los trabajadores”.
Hablamos con Daniel Pizarro, de la Mesa Nacional del Bloque FTC, Frente de Trabajadores Combativo en la ciudad de Glew. Se nuclean al bloque de piqueteros, desocupados, docentes, Asamblea de Parque Centenario, sindicalistas y desocupados de la provincia de Neuquén.
¿Concretamente qué cambio quieren, cuál es el reclamo?
Si el Estado actual no garantiza las necesidades básicas, educación, trabajo, salud, el Estado debe ser transformado. Básicamente esa es la idea. No está escrito cómo, con qué mecanismos, pero se tiene claro que no se quiere “negociar” con los políticos de ningún partido tradicional, ni funcionarios actuales. Son “clasistas”, entre ellos y el gobierno no hay diálogo sino “reclamo”. Creen en la legitimidad de las asambleas que representan a los trabajadores, entendiendo como trabajadores al obrero, intelectuales, productores, etc.
Ante el municipio de Alte. Brown piden que se declare la “emergencia social”, rebaja de alquileres, de luz, que cesen los despidos, los desalojos, etc.
Aparentemente, en la superficie estamos viendo un gran movimiento revolucionario de “ideas viejas”, fuera de uso, las ideas de bienestar, de equidad social. Y es verdad, asusta la frase “desintegrar las instituciones”.
Aclara Pizarro: “Hay hambre, no hay trabajo, las instituciones son políticas y no cumplen con su función, olvidan el artículo 14 bis de la Constitución, olvidan garantizar el derecho al trabajo”.
En las Asambleas se debate, hay propuestas, proyectos. Pero no se hace futurología.
No queda claro el cómo, con las Asambleas, ni el cuándo, que se espera, a partir del próximo Congreso Nacional de Asambleas para mayo.
Mientras los funcionarios (incluido el senador Duhalde, presidente interino de la Argentina) pagan por mejorar su imagen, pagan por asesoramiento de prensa, por mejorar su credibilidad frente a las masas, y al primer mundo, de espaldas a éstos, modificando las conciencias y liberándolas de la pesada rutina colonial, es decir, elevando las masas a condición eminente de pueblo (y a ello tiende el discurso famoso, prólogo y fundamento de nuestra pedagogía política en cuyo abandono una vez más se descubre el desalentado rostro de la revolución productiva) se reúnen con la preocupación de salvar al país del desastre.
Pizarro concluye: “Lo primero es satisfacer las necesidades de alimentos, después el trabajo, pero también es importante la educación, es la base.”
Los intereses confluyen desde diferentes ópticas. No creen en la “conciliación” , no creen ni escuchan a los que gobiernan. En lo profundo, la incertidumbre, la confusión, el esfuerzo del ejercicio político de ponerse de acuerdo. Las Asambleas, como células parlamentarias, que reniegan de toda la enorme estructura burocrática del Estado, que llevó años construir, y hoy, despreciada por la sociedad hay quienes quieren una nueva revolución de Mayo, pero lejos de líderes mediáticos, partenalistas, militares o civiles.
Y recordando una vez más a Echeverría: “Nada más útil que la historia, no hay moralidad política ni patriotismo verdadero en los actos de los hombres que no han comprendido el pensamiento de Mayo.” Se sabe muy bien que sin una teoría sustentadora perdurable nada hace el hombre. “No hay salud -escribe- no hay porvenir feliz, ni progreso sólido para estos países sin esta condición, la educación del pueblo, encaminada a la Democracia.” (Mayo y la enseñanza popular. Esteban Echeverría).

La Tapa n°5




 

 
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