Sección Actualidad Sureña
Escapando a la muerte

Cada vez que manifiestan su reclamo de vida

 
Cuando vimos esta imagen, la fibra más profunda de nuestro ser vibró de impotencia, y un sentimiento diferente nos embargó. Sentimos el momento del “escape”, todos por un segundo fuimos Darío Santillán  
 
foto Pepe Mateos
 

 

 
   
Por:-Clara Britos Agosto de 2002 Bs. As.

Imaginamos el último minuto de su vida, de cara a sus asesinos, escapando a la muerte, no conseguirlo, intentar correr, alejarse, ¿qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar? El último aliento de Darío, en manos de sus verdugos, el cadáver muy cerca de Maxi, la sonrisa escalofriante y estúpida de un policía, los tirones a su cuerpo, ser arrastrado y ahogar un grito, ser filmado y fotografiado hasta que la vida se escurre de nuestro cuerpo y la última imagen es la de tu asesino.
Todos somos un poco Darío. La gente que arrinconada contra las convulsionadas paredes de la estación Avellaneda observaba impávida la escena, día a día escapan a la muerte, desde las sombras de lo permitido, desde las sombras de un sistema que oprime. Los que veíamos mentir a un asesino en la pantalla, frente al televisor, escapamos día a día a la muerte, desde el trabajo que no alcanza, desde la desocupación que margina pero también mata... desde un comedor popular que se desborda de pibes con hambre que escapan a la muerte, como una madre, que por vergüenza no pide y come plástico...
Los miles y miles que intentaron escapar y no lo consiguieron, desde un hospital de niños o ancianos sin medicamentos, sin alimentos.
¿Cómo escapar a tanta muerte?
Los docentes que apenas sobreviven y los alumnos que mueren día a día, tras el desmayo de sus cuerpos y el bostezo del gobierno... Los desocupados que trascienden la frontera de lo inimaginable, escapando, cada vez que manifiestan su reclamo de vida o muerte.
Los que protestamos desde un medio de comunicación, también estamos escapando de la realidad conocida, y en esa tarea, dejamos a un lado a aquellos que desde sus posiciones “funcionales”, ayudan a escapar a la muerte, a políticos sin escrúpulos.
También en su desesperada carrera electoral, intentan escapar a la muerte. Cada candidato, en plena campaña, en realidad buscan no desaparecer de la arena. En un afiebrado combate “cuerpo a cuerpo”con la sociedad, utilizando como arma la mentira, la represión y la desidia política.
Las elecciones parecen ser el “gran escape”, los partidos tradicionales y el oficialismo, se lanzaron a conseguir a como de lugar, acceder al podio aunque el trofeo sea ni más ni menos, que la impunidad...
Para lo cual, el “imaginario popular” es consultado como manual de uso frecuente, las encuestas están a la orden del día y según quién las realice y al servicio de quién, podemos tener un Menem bien posesionado, un De La Sota bien encaminado o un Rodríguez Saá muy feliz... escapando a la muerte de las internas.
Pocas garantías y mucha confusión y virulencia, la sociedad argentina se debate entre la encrucijada del hambre y la inseguridad, inseguridad de llegar a alimentar a la familia, temas candentes que preocupan, los chicos en la calle, la delincuencia y la corrupción en las fuerzas que deberían dar seguridad y protección, policías que asustan. Todos escapan también a la muerte, esa muerte amiga del sistema, que hoy como una enorme olla a presión está a punto de estallar en las narices de los que pregonan que “el sistema solo cierra con represión”.
El desfile de innombrables por televisión, explicando lo que fue, víctimas y victimarios expuestos ante la opinión pública, el increíble debate abierto sobre pena de muerte... ¿Cómo hoy un argentino puede pensar siquiera en una ley como esa?
Con la corrupción enquistada en la policía, con la corrupta justicia, con los corruptos políticos...
Con tanto escapar a la muerte de inocentes que mueren en manos de quienes imparten las leyes.
Todo es parte de esta ruleta rusa que se genera a partir del propio miedo, la señora que no habla con nadie en la calle, la que aterrorizada “enjaula” su casa, la que acude a la empresa de vigilancia, los que le ponemos alarma a la propiedad privada, quizás al intentar escapar a la muerte, nos olvidamos de la vida, de las causas, del amor al prójimo, del que muere en manos de un delincuente, del que mueren en manos de un policía y es inocente, del que muere en manos del gobierno por negligencia de éste, de los que mueren traicionados por su voto. ¿No hay ya demasiadas muertes?
En la Argentina de 2002 ¿será suficiente una elección presidencial para escapar a la muerte?

 
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