EL GRAN COMBATE
BUROCRACIA VERSUS DEMOCRACIA PROLETARIA EN LA UNIÓN SOVIÉTICA (I)
José André Lôpez Gonçâlez
Miembro de la Secção em Português del Marxists Internet Archive
Miembro del Steering Committee del Marxists Internet Archive
Grupo
de Guardias Rojos chequeando pases en el Smolni en Octubre de 1917
BREVE NOTA INTRODUCTORIA
Este pequeño ensayo se acabó de escribir el 24 de julio de 2001 como prólogo a la traducción al gallego-portugués para el Marxists Internet Archive del libro de León Trotsky La Revolución desfigurada. Esta obra, publicada el 25 de octubre de 2007 en su sección portuguesa (véase: A Revolução Desfigurada. A Falsificação Estalinista da História), venía a llenar una injustificable laguna que obligaba colmar para la cabal comprensión del conjunto de la obra literaria de Lev Davidovitch Bronstein y, en particular, de uno de sus libros mayores, La Revolución Traicionada.
Quien estas líneas firma pertenece a la dirección del Marxists Internet Archive, un
titánico proyecto que un conjunto de marxistas de diversas latitudes del globo nos hemos
impuesto en voluntaria tarea: dar a conocer en más de cuarenta lenguas y en todos los
rincones del planeta la comprensión y edición no sectaria del armónico continente de
conocimiento abierto por Karl Marx. Animamos desde aquí a quienes quieran aportar su
grano o montón de arena para levantar este edificio a ponerse en contacto con cualquier
voluntario o administrador de sección en las direcciones de correo que aparecen en:
Steering Committee). Infelizmente muchas son las tareas y pocos los brazos para
efectuarlas.
Perdonen los pacientes lectores esta mínima digresión sobre el Marxists Internet Archive
y volvamos a lo que este prólogo se proponía. Este servidor trataba mediante este
prólogo de encuadrar los debates producidos en la cúpula del Partido Comunista
(Bolchevique) Ruso, para mostrar a los lectores y estudiosos marxistas de la lusofonía el
rudo y desigual combate que Trotsky llevó con una tenacidad, inteligencia y valentía
pocas veces igualado en la historia, encabezando la oposición unificada y
bolchevique-leninista e intentando frenar, dentro de una aplastante desigualdad de
fuerzas, la feroz tenaza que amenazaba cortar los vínculos entre la dirección comunista
y las masas. El gran revolucionario ruso se propuso, con energía, valentía y claridad
sin igual en aquella altura, hacer comprender que en una sociedad atrasada y cercada los
gérmenes de la deformación burocrática son, hasta cierto punto, inevitables, pero que
se podía y, sobre todo y ante todo, se debía impedir con todas las fuerzas que estas
deformaciones se precipitasen en una terrible y sangrienta degeneración.
Su desesperado grito fue dirigido a una vanguardia ciega ante el peligro de degeneración.
Propuso alto y claro que con la intervención directa de los trabajadores en la
administración del Estado, el fortalecimiento tanto cualitativo como cuantitativo de la
clase de los proletarios y la extensión de la revolución a nuevos países, era posible
detener el deslizamiento hacia el oscuro pozo del terror y la ignominia. La sistemática
lógica interna de su intervención no dejaba lugar a ningún margen de duda: si una nueva
vanguardia llegaba al poder con otra ya instalada, el agotamiento físico y moral de la
nueva sería infinitamente menor que la antecesora y podría ponerse a la cabeza del
conjunto del movimiento universal que, a su vez, daría un renovado impulso al proceso
revolucionario universal.
Desgraciadamente, el atonal oído revolucionario de la mayoría de los dirigentes
bolcheviques no supo captar la finura del acorde. Luego habría llegar la negra sombra, el
hielo cayendo sobre la primavera de los pueblos y un asesino piolet sobre una de las
cabezas más lúcidas del marxismo y aún de todo el siglo XX.
Dentro de lo posible he tratado de dirigir las citas hacia archivos publicados en el
Marxists Internet Archive en su sección en español. Si alguna obra no ha sido aún
publicada dentro de la sección en castellano, he pretendido ligar la cita bien en alguna
lengua occidental cercana, bien francés, italiano, catalán o portugués, bien hacia
alguna otra cuyo estudio es, más o menos, masivo en el Estado Español: inglés o
alemán. En el caso de no estar disponible dentro de esta enciclopedia, he buscado citar
las obras cuyo acceso ofrezca menor dificultad al lector.
Por fin - sepan perdonar los amables lectores tan larga perorata- me resta dar las gracias
al camarada Antonov, por abrirme desinteresadamente las puertas de este hermosa página.
Los marxistas no estamos en condiciones de escoger el campo de intervención ideológico
(jamás en realidad hemos estado en tales condiciones) y en demasiadas ocasiones hemos
tenido que batallar contra las ideas del enemigo de clase en lugares que nos situaban en
posiciones harto desventajosas.
Naturalmente somos de la opinión de que para un marxista no existen lugares
"incómodos" en el frente de combate por ganar las masas. La "crítica
crítica" no se establece - y estimo que jamás se ha establecido- desde los
prestigiosos lugares académicos, sino desde la "crítica práctica", esto es,
luchando por desplazar y eliminar esos mismos lugares prestigiosos y académicos atacando
el idealismo en los lugares y campos que señorea, esto es, superándolos. Téngase
presente, la producción de cualquier marxista, si es consecuente, no se dirige, aún
más, no puede dirigirse a una búsqueda de la Verdad (con mayúsculas), espantajo
ideológico que embota la Necesidad (también con mayúsculas) de la conquista de la
conciencia de las masas.
Despage es, tengo la total certeza, un espacio donde la posición de clase en filosofía e
historia se defiende ampliándola, extendiéndola, dándole potencialidad de arraigo en
las masas, un combate por la historia que diría el gran historiador francés Lucien
Febvre. Por todo ello, muchas gracias, camarada Antonov.
Quisiera, así mismo, agradecer al camarada Antonio Liz (desde ha luengos años hemos
combatido codo con codo por llevar las ideas de Marx y de sus sucesores allí donde nos ha
sido posible) por los incansables debates y discusiones. Sin ningún rubor puedo afirmar
que he aprendido más en todas esas discusiones, tildadas por algunas buenas almas de
sofísticas, que en muchos de los reputados y famosos manuales de filosofía e historia.
Fue en su acogedora morada donde nos enteramos de la irreparable pérdida para el
Movimiento Comunista Internacional de la camarada Celia Hart Santamaría. Aquel luctuoso 8
de septiembre de 2008 quedará para siempre clavado en nuestro corazón como un clavo de
agudo dolor imposible de arrancar. Y en aquella cálida hospitalidad, tras una
enriquecedora discusión sobre qué era la burocracia con los dos entrañables Antonios y
fue en su humilde hogar, tras un emocionado obituario a la inteligente y tenaz camarada
cubana escrito por Antonio Liz, que nació la idea de publicar esta serie.
Por último, también, quisiera agradecer al camarada José Gutiérrez Álvarez, el diario
ánimo transmitido desde Despage, Rebelión, Espai Marx, Kaos en la Red y tantos otros
espacios de libertad. La lección de que los marxistas, los revolucionarios, los
comunistas, debemos recuperar la historia para eslabonarnos con la lucha de clases a
través de una lucha prolongada es un legado que sería criminal despilfarrar.
Desde que cayó en mis jóvenes manos de la década de los sublevados setenta una
apasionada biografía de Trotsky publicada en la editorial Dopesa , ya estimaba al
camarada Pepe. Aún no podía ponerle rostro y voz pero ya lo sentía cercano; ahora con
mayor razón.
A todos ellos les debo el descubrimiento de que no era un espíritu quase-solitario en el
mundo cuando me imaginaba ser uno de los últimos ejemplares de una especie apaleada tras
el naufragio (sepan perdonar los lectores el torpe parafraseo de Sempre en Galiza de aquel
artista, escritor, pensador y sobre todo hombre genial que respondía al nombre civil de
Afonso Rodríguez Castelão). Estos camaradas -y otros que no nombro pero que son-
aportaron toda la calidez, toda la generosidad, toda la grandeza que tan pálidamente he
puesto en este esfuerzo de comprensión y explicación; la responsabilidad por los errores
y vacilaciones de este escrito son achacables solamente a este humilde emborronador de
folios.
PROMOCIÓN Y FRACASO DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO EN EUROPA DE 1918 - 1923
La revolución internacional que tanto esperaban los trabajadores de Rusia y anhelantes aguardaban los dirigentes bolcheviques estalló, ciertamente, en Alemania en 1918 , en Hungría, en marzo de 1919 , en la República de Baviera en abril de 1919 . La impetuosa ola revolucionaria llegó a Italia cuando en abril de 1920 los obreros del norte de la península ocuparon las fábricas y en Gran Bretaña los obreros establecieron la "Triple Alianza", en tanto en el Estado Español las simpatías por la Revolución de Octubre crecían tanto, que en el P.S.O.E. hasta un Julián Besteiro, dirigente de la ala derecha del partido, no ocultaba sus simpatías bolcheviques y de igual forma se hacía sentir su poderosa atracción en la anarcosindicalista CNT . Holanda se vio bajo la amenaza de una huelga general y poderosas corrientes favorables a la revolución atravesaron Bulgaria, Checoslovaquia, Finlandia, Polonia, etc.
No obstante, esta poderosa ola fue decreciendo hasta la casi total disipación entre otras
causas por:
1.- La intervención de las potencias imperialistas en los procesos revolucionarios, tal
Hungría.
2.- La deriva de la socialdemocracia internacional hacia el campo de la
contrarrevolución, no dudando, como en Alemania, en desatar una espantosa y sangrienta
violencia por medio de los Cuerpos Francos de Cazadores Voluntarios (Freikorps), directos
antecesores del núcleo de las bandas nazis y de los "affreux" que, colocados en
las manos del canciller Gustav Noske, no vacilaron en asesinar centenares de trabajadores,
entre ellos los máximos dirigentes de la revolución, Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y
Leo Jogiches .
3.- La burguesía, aterrorizada ante el espectro de la revolución, hizo importantes
concesiones al movimiento obrero como la jornada de ocho horas y el sufragio universal.
4.- Los partidos comunistas, demasiado jóvenes, cometieron innumerables errores
izquierdistas y derechistas al carecer de la suficiente madurez.
El baño de sangre con el que fueron aplastados los levantamientos proletarios trabó
durante un tiempo el movimiento hasta contemplar la arribada del fascismo al poder en
Italia en 1922. Mientras, en Alemania, el Partido Comunista pudo reforzarse. Hacia 1923
este país estaba atravesado por una nueva situación revolucionaria: huelga general que
derrumbó al gobierno Cuno, inflación galopante, ocupación de la cuenca del Ruhr por los
ejércitos francés y belga y constitución de gobiernos de coalición de socialistas de
izquierda y comunistas en Sajonia y Turingia. Mal aconsejada por la Internacional
Comunista, se produce el fracaso en la organización del alzamiento obrero y el gran
capital pudo estabilizar la situación reconduciendo al poder una coalición burguesa.
Terminaba así la crisis revolucionaria de la posguerra.
LAS PREMISAS OBJETIVAS DEL ASCENSO DE LA BUROCRACIA
Las condiciones que habían convertido la Rusia zarista en el eslabón débil de la cadena imperialista se tornaron, después de las derrotas del proletariado en Europa, en cláusulas que ponían seriamente en causa su existencia.
Fue el encadenamiento de las derrotas obreras en países claves de Europa y una Rusia de
los Soviets atormentada por una cruel guerra civil que desembocó en una desastrosa
situación económica las que dieron origen a la aparición de la burocratización y donde
los zigzags que se hicieron notar constituyeron la resultante del conjunto de fuerzas
colocadas en acción en una política cada vez más alejada de los principios que habían
animado la revolución .
Las circunstancias tan adversas con las que los revolucionarios tuvieron que encarar la
construcción del primer Estado proletario duradero únicamente podían ser solucionadas
en el terreno de la lucha de clases internacional mediante dos medidas: romper el
aislamiento que amenazada con ahogar a la joven República mediante una estrategia
revolucionaria llevada a cabo por la Internacional Comunista y esclarecer la incógnita
entre un mercado capitalista en el campo y la apropiación colectiva de los principales
medios de producción en las ciudades.
Se torna necesario señalar que los procesos que dieron lugar al nacimiento de la
burocracia no son debidos a una traición deliberada de los dirigentes de la URSS, ni a
una mala voluntad, ni a una lucha desaforada por el poder en el primer Estado obrero. Un
análisis en esa vía sería un cuerpo extraño al marxismo. El filósofo húngaro György
Lukács con su formidable inteligencia, no pudo escapar del enredo idealista al ocuparse
del fenómeno estaliniano cuando indicó que:
"con Stalin no fue de ningún modo una cuestión de errores aislados y casuales, como
muchos quisieron creer durante mucho tiempo. Más bien, fue una cuestión de un sistema
erróneo de percepciones gradualmente acrecentado".
Habría, primeramente, que explicar cuales fueron las razones de ese sistema
"erróneo", cual su articulación con el desarrollo histórico-económico
soviético y universal y porqué la urdimbre de todo el tejido social de la Unión
Soviética durante tanto años soportó tal peso de conceptos falsos (al margen de que
más de doce millones de víctimas no constituyen un desacierto de manera alguna, mas con
total seguridad, un horrendo crimen).
La tesis del pensador húngaro explica, mejor que cualquier otra, las excusas con las que
justificar la dictadura burocrática y su propia responsabilidad en la capitulación
frente al estalinismo.
Es demasiado arriesgado, y así y todo bastante incompatible con el marxismo, explicar por
vía psicológica, subjetiva, el "culto a la personalidad" y sería de agradecer
que los analistas afectos al psicologismo explicasen los razonamientos por lo que tanto
bajo Stalin como en las épocas post-Stalin los cimientos de la degeneración
subsistieron.
La desfiguración burocrática y el fenómeno estalinista están insertados, más bien, en
las contradicciones que toda sociedad en transición tiene por obligación superar en
momentos de aislamiento temporal y con un nivel de desarrollo relativo muy inferior al
alcanzado por las grandes potencias imperialistas.
En multitud de ocasiones Marx explicó que el haz de fenómenos visibles e invisibles que
integran la universalidad conforma un conjunto estructurado por una lógica interna de las
contradicciones en su conjunto y el movimiento de estas contradicciones en su totalidad.
Esto es para la esfera histórica: el funcionamiento de las sociedades se desenreda al
margen de las elecciones particulares, de los desiderátum, filias o fobias de los
individuos que componen esa sociedad:
"en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a
una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de
estas relaciones necesarias de producción forma la estructura económica de la sociedad,
la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia social" y Engels, por su parte,
apuntó:
"si se quiere investigar las fuerzas motrices que - consciente o inconscientemente, y
con harta frecuencia inconscientemente - están detrás de estos móviles por los que
actúan los hombres en la historia y que constituyen los verdaderos resortes supremos e la
historia, no habría que fijarse tanto en los móviles de hombres aislados, por muy
relevantes que ellos sean, como en aquellos que mueven a grandes masas, a pueblos en
bloque, y, dentro de cada pueblo, a clases enteras"
Razón que no inutiliza el rol de la personalidad en los procesos históricos. Para el
marxismo el papel que juegan en la marcha de una situación determinada los individuos
sobresalientes puede ser, y múltiples veces es, indispensable, toda vez que no sólo
reflejan las causas accidentales, sino las causas principales que enlazan los modos de
actuar y los ritmos de transcursos no visibles prima facie. Ahora bien, ni siquiera esas
"grandes personalidades" pueden actuar aisladamente al margen de los grupos, de
las clases y tensiones sociales, en cuanto los individuos son necesariamente tributarios
de las ideas y de la historia recibidos y del ambiente que los circunda. Lenin consideró
que "las acciones de las "personas vivientes" en el seno de cada una de
esas formaciones económico-sociales, acciones infinitamente diversas y, al parecer, no
susceptibles de sistematización, fueron generalizadas y traducidas en acciones de grupos
de individuos, que se distinguían entre sí por el papel que desempeñaban en el sistema
de las relaciones de producción, por las condiciones de producción y, consiguientemente,
por las condiciones de vida y por los intereses que esas condiciones determinaban: en una
palabra, fueron traducidas a las acciones de las clases, cuya lucha determinaba el
desarrollo de la sociedad" y otra vez Engels, en carta a W. Borgius de 25 de enero de
1894:
"Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la
República francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no
hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho
de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc. , este
hombre ha surgido."
La burguesía rusa, presionada por el proletariado e incapaz de desembarazarse de la
autocracia estaba encajada entre la revolución socialista o la reacción monárquica . No
había ya lugar en el mundo para un desarrollo capitalista tipo americano, ni alemán, ni
francés, ni tan siquiera después de una revolución burguesa radical. Una Rusia
capitalista sería, más allá de sus esfuerzos, una Rusia atrasada y bárbara. El
proletariado, entonces, se vio empujado a realizar la revolución democrático-burguesa
convirtiéndola en revolución obrera, esto es, los proletarios tuvieron que hacer
simultáneamente dos tareas: acabar con el régimen feudal aliándose con el campesinado
para efectuar con él y a su favor la revolución democrático-burguesa que la burguesía
había sido incapaz de llevar a cabo y, a la vez, su misma revolución proletaria. Solo
llevando hasta el final la revolución democrático-burguesa con el apoyo de la inmensa
mayoría de las masas labradoras, el proletariado podría garantizar la sobrevivencia de
su revolución. Enredado en este doble problema es donde se puede comprender la porfía de
los principales dirigentes de la Revolución de Octubre, en primer lugar y
fundamentalmente Lenin, en la imprescindible ligazón con el campesinado, como,
efectivamente, aconteció y no dejó de señalar Trotsky en su magna obra Historia de la
Revolución Rusa . Ora, con la distribución de la tierra a los campesinos el proletariado
ocasionaba el desarrollo de la propiedad privada, esto es, las relaciones capitalistas en
el campo. Rosa Luxemburgo lo indicará con singular firmeza:
"la consigna de ocupación y reparto inmediato de las tierras entre los campesinos,
lanzada por los bolcheviques, tenía que conseguir el resultado contrario. Esta consigna
no solamente no es una medida socialista, sino que es su opuesto, y levanta dificultades
insuperables ante el objetivo de transformar las relaciones agrarias en un sentido
socialista".
Todo esto es bien cierto, mas también hay que indicar que en aquel momento el argumento
de Rosa Luxemburgo era unilateral cuando veía solamente contradicciones insolubles, es
decir, sólo imposibilidades, en la reflexión sobre la red de la situación real. Las
leyes de la dialéctica muestran a este respecto que, en el conocimiento de la totalidad
concreta es donde hay que engastar la comprensión general. Alzar el pensamiento de lo
concreto (la acción permanente del pensamiento hacia aproximaciones del mundo concreto) y
de lo abstracto hacia lo concreto con un plan general claro. He aquí la notable solución
colocada por Lenin . La brillante revolucionaria polaca no supo ver que la táctica
leninista no venía a significar un fin, sino antes el ineludible paso en ese enredo
peculiar para conducir las masas en dirección al socialismo.
Por otra parte, sería radicalmente injusto acreditar en Lenin el pensamiento privativo de
los eseristas. La Ley sobre la socialización de la tierra de 19 de febrero de 1918
certificaba la abolición de la propiedad privada y la entrega de las tierras y ganado
privados para una agricultura colectivizada:
"La explotación de las tierras tiene por objeto desarrollar las explotaciones
agrícolas colectivas - más ventajosas desde el punto de vista de la economía del
trabajo y de los productos - en atención a la absorción de las explotaciones
individuales, con motivo de asegurar la transición hacia la economía socialista".
Las circunstancias históricas derivaron por otro derrotero: "ya en 1905 Lenin había
hecho la observación de que el campesinado apoyaría la revolución en tanto que ésta
les proporcionara tierra, pero que los estratos ricos se pasarían inevitablemente a la
oposición tan pronto como la revolución comenzara a atacar la propiedad privada" .
Los labradores esperaban desde hacía demasiado tiempo poder acceder a la propiedad
individual y Lenin no podía transgredir, sin poner en grave peligro la revolución, esta
reivindicación. "-recordando a este propósito una reflexión de Lukács- más que
una medida deseada por los bolcheviques, era un dato de hecho, que en la Rusia
revolucionaria los campesinos habían impuesto a los mismos bolcheviques." . Por eso
es que Lenin escribe:
"Esta idea no es nuestra; no estamos de acuerdo con esta consigna, pero acreditamos
que nuestro deber es aplicarla precisamente porque es la reivindicación de la inmensa
mayoría de los campesinos. Ideas y reivindicaciones de la mayoría de los trabajadores
tienen que ser abandonadas por ellos mismos; no se podría ni ´anularlas´ni ´saltar por
encima de ellas´. Nosotros, los bolcheviques, ayudaremos a los labradores a abandonar las
consignas burguesas, para pasar lo antes posible y con la máxima facilidad hacia las
consignas socialistas".
En el proceso histórico de la agricultura en el imperio zarista, la modernización de la
estructura agraria no se produjo en el sentido capitalista. Fue el asedio a la fortaleza
de las rentas del campesinado, por causa de las presiones fiscales par cubrir las
importaciones industriales, que coadyuvó el resurgimiento de formas de trabajo
dependientes, tal como las prestaciones personales, periclitadas ya en la mayor parte de
los países capitalistas. Por otra parte, el adelanto de los pagos de redención por el
Estado había permitido una gran acumulación de tierras, pero impidieron los procesos de
capitalización y modernización de los campos. Los planes industrializadotes del último
decenio del siglo XIX por parte de los diferentes gobiernos de los zares no hicieron sino
consolidar esta situación que lastraba enormemente la productividad y que, a su vez,
obligaba a un incremento de la superficie cultivada. Alrededor de 1913 la agricultura
ocupaba más del 80% de la fuerza de trabajo disponible en tanto el conjunto de bienes
entregados a la economía total no alcanzaba el 50%. He aquí la situación que se
encuentra la formación social rusa en el momento que el proletariado accede al poder en
1917.
En una sociedad capitalista desarrollada la perecuación de las tasas medias de ganancia
entre capitales juega contra la agricultura en razón de una más débil composición
orgánica, favoreciendo la acumulación de capital industrial. En un determinado punto,
que variará conforme determinados factores históricos de acumulación, la transferencia
deberá suponer que la producción en el campo, apta por un nivel de desarrollo idóneo
para generar alimentos suficientes con los que alimentar las clases urbanas además de un
stock de reposición para mantener el circuito, libere mano de obra con destino a la
industria. Paralelamente, el crecimiento industrial abastecerá de aparejos para
satisfacer los requerimientos labradores.
La situación en la Rusia revolucionaria, debilitada por la guerra mundial y devastada por
una terrible guerra civil, sólo cumplía, bien que a medias, la condición de alimentar
las ciudades . La perecuación de la tasa de ganancia jugaba a favor de la agricultura y
la acumulación era superior a la industrial estatalizada.
Asentado el poder soviético sobre una bomba interna solo le cabía esperar que la
revolución, en un corto espacio temporal, triunfase en alguno de los países capitalistas
desarrollados, empujando la balanza del peso social a favor de los obreros en la atrasada
Rusia y favoreciendo a la vez el desenredo de los procesos embrollados en el interior de
la revolución.