Wilebaldo o la lucha por la memoria del POUM.
Pepe
Gutierrez-Alvarez
14 Septiembre
2010.
El martes día
7 de mayo falleció Wilebaldo Solano, principal dirigente de las Juventudes Comunistas
Ibéricas durante la guerra civil, secretario general del POUM en el exilio, y alma
mater de la Fundación Andreu Nin.
Wilebaldo
había cumplido 94 años en junio, y ha muerto poco antes de las Jornadas de
conmemoración del 75 aniversario de la creación del POUM, de manera que las Jornadas que
a tal efecto se celebrarán en Barcelona a principios de octubre serán también escenario
de un homenaje a su trayectoria.
Curiosamente,
la última acción militante fue a principio de mayo del presente año, con ocasión de la
inauguración de la Biblioteca Andreu Nin, en Barcelona, situada donde estuvo la sede del partido durante la guerra
civil; un partido, fundado en 1935 e ilegalizado en junio de 1937
Wile escribió
antes de morir sendos prólogos, uno en Destino de
una revolución, de su amigo Victor Serge, y otro para la biografía de Joaquín
Maurín: Desde Huesca a Nueva York. La revolución
interrumpida, un trabajo de Alfonso
Claverías, que está a punto de llegar a las librerías, y sobre el que volveremos en su
momento.
En estas
jornadas se hablará de un partido que fue doblemente olvidado, y se hará especial
hincapié en el papel capital de las mujeres que militaron en su seno, de las que se
podía decir que fueron triplemente olvidadas, e intervendrán mujeres poumistas como Mª
Teresa Carbonell, compañera de Wilebaldo durante muchos años, y sin la cual, Wile no
habría sido lo que fue, y también Teresa Rebull, militante, la avia de la
Nova Canço, amén de otras amigas nuestras
Se podría
decir que las Jornadas tratan del legado del POUM, pero subraya sus
limitaciones y contradicciones en el ámbito del feminismo, algo que ya, durante la
revolución, algunas de sus mujeres más lúcidas, como Maria Teresa García, Katia Landau
o Carlota Durany, ya empezaron a vislumbrar críticamente, cuestionándose el papel
subalterno que la vida les asignaba.
Tal como
indicamos más arriba, Wilebaldo Solano fue el último secretario general del POUM, la
cabeza más visible de la tentativa de recomposición que se dio en la segunda mitad de
los años setenta, amén del militante más entusiasta de la FAN (Fundación Andreu Nin)
En larga trayectoria militante, Wilebaldo mostró su naturaleza extraordinaria, afable y
dialogante con militantes de todos los colores de la izquierda, lo que seguramente explica
la extrema variedad de los asistentes a su último adiós que tuvo lugar el pasado jueves,
en una hora mala para la gente que trabaja (sobre todo para los jóvenes sin apenas
derechos), y que resultó un acto digno de su memoria y a la altura de las circunstancias.
Allí
estábamos amigos y amigas del POUM, militantes de varias generaciones, incluyendo algunos
de los últimos poumistas como Moratalla, familiares de Miquel Gayolá que acompañaron al
compañero Miquel Pedrola, el autor de Historias
de la historia de Barcelona, y uno de los historiadores jóvenes que han promovido
toda la movida por la memoria de este joven combatiente de la Barceloneta,
muerto en las trincheras, y al que el barrio le dedicó una de sus calles, una calle que ahora se recupera junto con la memoria
revolucionaria, especialmente fuerte por entonces en esta barriada marinera y proletaria. Hubo una nutrida representación de antiguos
militantes del POUM (el pequeño, poumito, según Wilebaldo), de Acción Comunista, OIC
Vinieron delegaciones de la FAN, Zaragoza, Valencia, y sobre todo de Madrid, en nombre de la cual, Enrique del Olmo, su
presidente, tomó la palabra para hablarnos de
las últimas cartas que le escribió Wilebaldo, y en las que expresaba su indignación
ante la importancia de la izquierda frente a los renovados ataques del capitalismo sin
freno. Hicieron acto de presencia representantes de grupos marxistas como En Lucha, POR
(que dedico una atención especial en apoyo de
Mª Teresa que hay que agradecer), POSI, Izquierda Anticapitalista y Revolta Global que
aportó un hermoso ramo de rosas. Se hizo
notar un grupo socialista presidido por el senador Isidro Molas, de EUiA a través de la persona de Jordi Miralles.
Pudimos conversar con el amigo Ramón Franqueza del PSUC viu, que traía su propia
condolencia. Mariá Delás que condujo el acto leyó diversas salutaciones. Todo tuvo un
aire de improvisión muy propio, pero todo resultó muy emotivo y sincero.
Gracias a la
tecnología moderna pudimos escuchar algunos fragmentos de Wilebaldo extraídos del
documental de Jordi Gordon, Doblemente olvidados, que también estuvo presente, luego habló Pelai
Pagès, quien junto con Jaime Pastor, ha ofrecido diversas evocaciones sobre Wilebaldo en
la prensa (Público, El País, La Vanguardia), en todos los cuales, se hacía el natural
hincapié a su defensa del socialismo y su
anticapitalismo sin fisuras. Pelai es, junto con el compañero germano, Reiner Tosstorff, la primera autoridad académica sobre el historial
del POUM, y que trataba a Wilebaldo desde principios de los años setenta. El lector
encontrará algunos de sus trabajos publicados sobre Solano en al Web de la FAN, y entre
Pelai y Enrique, a mí me tocó decir cuatro cosas, de esas que nunca salen tan bien como uno quisiera. Sobre
Solano ya he escrito algunos artículos en los últimos tiempos, y aparecerán otros, una
bastante extenso lo será en un próximo número de la
revista Viento Sur, mi revista. Revolta Global e IA estuvieron
ampliamente representados
Básicamente, a mi entender se trataba de describir a un
personaje que, con todas las contradicciones que se quieran, y Wilebaldo tuvo más de una
y de dos, nadie le podría negar su constancia militante, más larga que la mayoría de
las vidas de mucha gente. Una militancia coherente, sin espacio para el puesto
institucional ni para el halago de los poderes públicos. Su biografía atraviesa la
crisis española de los años treinta (1934, 1936, 1937, 1939), la Resistencia francesa,
el exilio hasta finales de los setenta
Su labor será constante, desde 1936 ocupará
una responsabilidad central que nunca dejará, anima La
Batalla y Tribuna Socialista, y actúa como
unificador mediando entre bloquistas y trotskistas durante muchos
años. Está claro que su principal objetivo, la reconstrucción militante del POUM, no
tuvo lugar, no superó la división de épocas y de generaciones, y de la mayoría que
llamamos a su puerta. Pasando luego a otras formaciones, en algunos casos a la LCR.
Uno de ellos,
Marti Caussa, nos decía en la Universitat de Estiu, que los del grupo Comunismo
tuvieron muy en cuenta la historia del POUM
Eso fue cierto, pero lo fue en segundo
grado. Nuestra mirada estaba en el mayo
francés, en la Liga de Krivine y Bensaïd, y en relación a la guerra y la revolución,
Trotsky nos resultó mucho más poderoso y convincente. Sin embargo, en este último
extremo, nuestra perspectiva cambió claramente en los años ochenta causando el escándalo de los que eran más
trotskistas que Trotsky. Esto quedó evidente en nuestra prensa, sobre todo en el momento
de las conmemoraciones del medio siglo de la República, la comuna de Asturias, la
revolución, la guerra, el mayo del 37. Sin quitarle la razón al abuelo en
algunos temas importantes, considerábamos que el POUM era nuestro partido.
Este cambio fue posible, a mi entender, por
las reflexiones derivadas de nuestra propia experiencia (la revolución era un camino
mucho más empinado de lo que creíamos), claro está, de las lecturas y estudios que nos
ayudaron a situarnos mejor en lo que había de específico en la crisis española, pero
sobre todo fue por el trato prolongado y las discusiones fraternales con Juan Andrade, Mª
Teresa García, Quique Rodríguez, y claro está, Wilebaldo Solano.
Esa nueva
perspectiva era también deudora de una nueva valoración de nuestra memoria
revolucionaria, pero la misma generación que no dudó en crear partidos o grupos nuevos,
comenzó a plantearse ya a toro pasado-, si no habría sido mucho más inteligente
haber reconstruido el POUM, un partido revolucionario que conjugaba una buena diversidad
de tendencias. El debate ya estaba fuera de lugar, pero la historia nos entraba de nuevo
en la segunda mitad de los noventa, tiempo después de que la FAN hubiera dejado de
funcionar en Barcelona. Fue entonces Wilebaldo el que reapareció para reñirnos por
nuestros pesimismos, ofreciendo su entusiasmo y sus reflexiones por todo lo que el POUM
estaba significando después de las películas, Tierra
y Libertad, y Operació Nikolai; finalmente publicó el libro del que venía
hablando desde que lo conocí, sobre la historia del POUM. Hablaba con entusiasmo de la
huelga general francesa del 95, de la evolución de sectores de la Izquierda, de Arlette y
de la LCR, y trabajó sin descanso para transmitir un legado que, aunque no consiguió
tener soporte organizativo, si era ahora asumido desde una nueva óptica por parte de las
nuevas generaciones. Desde entonces, el historial del POUM ha aparecido en todo tipo de
actividades, debates y ediciones, en muchos casos desde la discrepancia (pienso en los
libros de autores como Antonio Elorza o Ferran Gallego), lo cual siempre será mejor que
la ignorancia, como llegó a ser propio en la larga postguerra, cuando la crisis española
de los años treinta fue vista como un mero prólogo de la II Guerra Mundial.
Wilebaldo
decía que el POUM estaría presente mientras él estuviera vivo. Quizás por eso ha
vivido más y más intensamente que la mayoría de los mortales, la mayoría desprovisto
de una pasión como la suya. La misma pasión que le llevó a sobrellevar tragedias
colectivas y personales, y a mantener a pesar de todas las adversidades una llama
encendida que ahora se ha apagado. Pero creo que esa llama está presente entre muchos jóvenes actuales que miran
hacia aquel pequeño David que se enfrentó al estalinismo en sus años más mórbidos, y
del cual hay mucha memoria para recuperar y defender.