Sobre Orwell, Negrín, Broué y Libros de SEPHA.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

14 Octubre 2008

 

          Desde una Fundación como la Andreu Nin, se puede aprender que no siempre resulta fácil delimitar espacios desde el momento en el que desde la derecha se intenta instrumentalizar la denuncia del estalinismo como un añadido más contra el “comunismo”…

 

          Estas notas vienen a cuento por algunos gestos de rechazo a una editorial como Sepha, que dirige desde Málaga, Gonzalo Sichar, del que tuve conocimiento como un editor “oenegero” desde que tuve noticias suyas porque se atrevió a publicar las memorias de un poumista curtido como Francesc de Cabo. Tal epíteto me quedó aclarado cuando al tener entre manos el libro de Francesc (Nuestros años treinta. Recuerdos de un militante del POUM),  pude comprobar que en la contraportada donde se decía “Otros títulos publicados”, aparecían dos firmados con su nombre: Viaje después de la masacre, y Acompañando a Guatemala. Diario de un observador de derechos humanos… La trilogía se cerraba con Comunidades arrasadas, cuyo título habla por sí mismo.  En los tres casos se trataba de narraciones en primera persona sobre los crímenes perpetrados por los “milicos” guatemaltecos, dos trabajos que me perecieron totalmente necesarios al margen de los posibles detalles y/o diferencias que me pudieran ofrecer sus lecturas. Al poco tiempo el concepto se ampliaba cuando compraba de la misma editorial un trabajo del politólogo  francés y miembro del consejo de redacción de la revista Dissidences, Franck Gaudichaud, Operación Cóndor. Notas sobre el terrorismo de Estado en el Cono Sur.

 

            Con estas credenciales, los de la Fundación ayudamos a la distribución del libro de Francesc de Cabo, del que soy testigo de sus paseos editoriales durante años, así como de la suma de negativas. También nos pareció excelente que su relativo éxito abriera las puertas para la edición de la breve biografía que Wilebaldo Solano le dedicó a Andreu Nin, para la edición catalana en el exilio de Els moviments d´ emancipación nacional, que por cierto cuenta ya con una edición catalana (Base, Barcelona, 2008), que incluye el texto de Wilebaldo como epílogo. Luego el esfuerzo en la edición en castellano del libro-testamento de Pierre Broué, Comunistas contra Stalin, nos pareció todo un logro, y así los anunciamos, en mi caso a través de diversos artículos, uno de ellos se puede encontrar en las páginas de Kaosenlared (27-04-2008): Se edita Comunistas contra Stalin, de Pierre Broué… Artículo que fue objeto de una esas encantadoras tentativas de linchamiento moral contra servidor por parte de lo que queda del estalinismo, incluyendo una nota más ponderada firmada por Carlos Gutiérrez en que me decía:  “Bueno Pepe: Seguramente no coincidamos en nuestra valoración del libro, y tenemos bastante diferencias sobre la historia del movimiento obrero y comunista, pero lo de agentes de la CIA y pagados por el capitalismo no me lo creo. De todos (modos) aparecer en editoriales “dudosillas”, siendo muy suave, es “dar cuartos al pregonero”…

 

             No pude contestar a Carlos una nota que agradecía (sobre todo en medio de las otras), y el asunto de la editorial “dudosilla” volvió a plantearse en la medida en que la Sepha fue ampliando su catálogo con títulos valiosos, pero también con otros que ningún amigo podría haber publicado. Me estoy refiriendo a Extranjeros en su país, un alegato contra el nacionalismo catalán de Antonio Robles desde el gran nacionalismo español que como dominante puede reivindicarse defendiendo sus privilegios profundamente establecidos; al indigente, Cara y Cruz. El Che y Fidel, de Tito Drago, pero sobre todo al libro de Ynestrillas, Crónica de un hombre libre… El conocimiento de esta edición dio lugar a que la catalana Virus que hasta entonces había distribuido Sepha en Cataluña, devolviera todo su fondo, y claro está a marcar en no poca medida la promoción del libro de Antonio Liz, Trotsky y su tiempo (1879-1940), que presentamos en Traficantes de Sueños, el mismo Antonio, Jaime Pastor y un servidor, en un acto organizado desde Viento Sur ligando la reedición de la Historia de la revolución rusa con el 90 aniversario. Las noticias de este acto en Barcelona llevaron a Revolta Global a pensar en otro similar, pero no pudo ser por problemas de agendas.

 

             Por aquellos días tuve ocasión de coincidir con Gonzalo cuyo perfil personal se ajustaba a lo de “oenegero”, lo que sirvió para apalabrar mi ensayo sobre La cuestión Orwell (que también sufrió su porción de reproches en el “blog” de Kaos), y para discutirle una línea editorial que, por supuesto, era la suya. Gonzalo parecía obsesionado con su vocación de “independiente”, un criterio que, a mi entender, no tenía porque justificar ediciones semejantes, en especial la de un personaje tan siniestro como Ynestrillas, que de gobernar haría bueno al ejército guatemalteco y arrasaría comunidades y editoriales “rojas” como lo es, al menos en buena parte, Sepha. No hubo manera, tampoco había vuelta atrás, había más proyectos, y el asunto quedó como una mala digestión para los que animamos la Fundación con el esfuerzo militante, y para los autores que no siempre encontramos un espacio editorial tan fácilmente. Ni que decir tiene que entre nosotros, la discusión siguió encendida, hablé con Patric de Virus quien me dijo que no lo entendía, sobre todo porque con la presunta “independencia” lo que se hacía era maltratar un espacio de lectores… Porque, visto desde el “negocio” (el que permite que Gonzalo viva y pueda seguir editando), resultaba que no había la más mínima duda que los lectores de esa cara sucia de la editorial jamás leerán a Francesc de Cabo, Wilebaldo,  Broué, Antonio Liz, o a Antonio Cruz, y que por el otro lado, nuestros amigos sentían sarpullidos cuando descubrían dicha cara sucia. A algunos de ellos les he tenido que ofrecer mi aclaración.

 

             Dicho esto, no creo sin embargo que la cara sucia manche la cara limpia. Sobre esto, alguien que ha escrito sobre Orwell o sobe Andreu Nin y el POUM, sabe lo suyo. El primero, hombre de una evolución compleja, y con parte final (1984), harto controvertida. Los segundos porque su historia es, guste o no, una página de acusación contra el estalinismo y contra el gobierno de Negrín,  una horrible mancha en la historia de la resistencia republicana, y por lo tanto objeto de manipulaciones por parte de la derecha más cínica, y lamentablemente, un nudo oscuro para mucha gente a la que le está costando mucho digerir lo que significó el estalinismo. Pero nuestra idea ha estado siempre clara: no le vamos a dejar Orwell, Trotsky o Nin a la derecha lo mismo que no permitimos las campañas denigratorias del estalinismo.  En esto recuerdo unas líneas de Miguel Romero de un lejano Imprecor en el que dedicamos unas buenas andanadas a la Historia de Mayta, de Mario Vargas Llosa, una suerte de sátira del trotskismo más desenfocado. Miguel venía a  decir –cito de memoria- que solo faltaba que le dejáramos la obra anterior de Mario porque éste se hubiera cambiado de  camisa. Es más, tampoco se le dejábamos a Borges porque el Borges personaje hubiera colaborado con Videla…

 

           Entre nosotros, semejante distinción ya venia  desde Marx si no de antes. Lo habíamos tenido que renovar viendo cine   de John Ford o de Alfred Hitchcock, y lo aprendimos con editoriales tan adictas como lo era Luis de Caralt que, sin embargo, había editado obras como El asunto Tulaev, de Victor Serge, y La noche quedó atrás, de Jan Valtín, un ejercicio que hemos tenido que volver a hacer con el mismo. Victor Serge, publicado en Alfaguara, con un prólogo impresentable de la que fue Susan Sontag, y/o el de Lárina, y de Natalia Ginzburg, editadas por de Circulo de Lectores con el “aval” de Muñoz Molina. Sobre un caso y otro he publicado trabajos y estudios que se han reproducido en las más variadas páginas electrónicas, y fueron de hecho como mi introducción en Kaosenlared…

 

           Todo esto viene a cuent0 por el libro de Antonio Cruz sobre Las víctimas de Negrín, que amplía el catálogo “poumista” de Sepha y que está recibiendo un rechazo por parte de algunas amistades, añadido al que ya le espera de los círculos contrarios a la revolución española… Ahora solamente falta que matemos al doctor Jekyll porque también contenga una parte de Mr. Hyde. Sería como confundir el Sindicato Vertical con los delegados de Comisiones Obreras que trabajaban en su seno, y los ejemplos los podría multiplicar por mil tanto en lo histórico como en lo más personal. Lamento que un editor bienintencionado se anude la cuerda al cuello por editar a unos autores que  escupirían sobre sus peripecias “oenegeras”. Pero de lo bueno o malo que haga Gonzalo como editor, nada tenemos que ver los que hemos publicado en su editorial.