En
la muerte de Abel Paz
Pepe
Gutiérrez-Álvarez
Abril
2009
Más
allá de las discrepancias -que haberlas las habían-, Abel Paz siempre se mostró
dispuesto a colaborar en cuantos actos y actividades le pidió
Personaje e historiador de la estirpe de José Peirats o Eduardo Pons Prades, el
almeriense (Almería, 1921) afincado en Cataluña, Diego Camacho, mucho más conocido como
Abel Paz, acaba de fallecer. Activista precoz, escritor anarquista desde la propia
experiencia autoemancipadora, xarnego afincando en Barcelona desde
1929, entre 1932 y 1935 asiste a la escuela racionalista «Natura», en la barriada
del Clot, un auténtico «vivero» libertario y militante; junto con su amigo Federico,
crea Arcos una revista de la adolescencia que empuja, Los Quijotes del Ideal.
En 1935 comienza a trabajar como aprendiz en una fábrica textil y se afilia a
En 1942 se integró en la guerrilla anarquista contra el régimen militar-fascista. Fue
detenido en diciembre del mismo año y encarcelado durante diez años. Retorna a Francia
hasta que en 1977 vuelve a España de nuevo para desplegar una enorme actividad como
historiador y propagandista, y manteniéndose al margen del conflicto entre cenetistas y
cegetistas, siempre situado en su propia onda, inquieto e imprevisible, crítico y
autocrítico. Como articulista ha escrito en numerosas revistas y periódicos
anarquistas, y toma parte en toda clase de conferencias y debates.
Su obra más conocida es la documentada biografía de Durruti, "El proletariado en
armas" (Bruguera, Barcelona, 1978; reeditado en 1996 por
Otras obras suyas son: "España, paradigma de una revolución. 19 de julio de
1936" (Ed. AIT, Tolouse, prefacio de Federica Montseny), "CNT (1939-1951)",
prefacio de F. Montseny (Editorial Hacer, 1982), "Crónicas de
Su autobiografía en cuatro volúmenes, Al pie del muro, Entre la niebla, Chumberas y
alacranes, y Viaje al pasado (1936-1939), han sido editados por la fundación Anselmo
Lorenzo (Madrid, 2002). En el libro de Josep Lluis Martin Ramos & Gabriel Pernau, Les
veus de la presó. Histories viscudas por 36 lluitadors antifranquistes (Edhasa/
Con él muere todo un símbolo de militante autodidacta, de historiador apasionado pero
con un indiscutible afán de investigador, de filiación inequívoca, y por lo tanto
abierta y radicalmente honesta: nunca escondió sus posiciones. El anarquismo le venía
como un guante para lo bueno (la intensidad militante, el amor por la historia social, por
el debate, por el historial de hombres como Durruti), y para lo malo, Abel se fue haciendo
cada vez más cerrado en sus posiciones. Estaba en otra dimensión, y había que darle la
razón o dejarlo pasar. Sin embargo, lo que queda son sus libros, en su mayor parte
editados o reeditados por Virus.