Regalos y propaganda.

 Madrid, 21 Abril 2006. 75 Aniversario. 

Antonio Cruz para Despage.

  Cuando sucumbió el dictador en la cama agobiado por las fuerzas democráticas que intentaban ocupar un lugar en la Historia, servidor, utópicamente pensó que no le iban a caber en casa los libros, carteles, medallas, que se suponía que iban a repartir aquellos partidos del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Que los libros de Pablo Iglesias, Besteiro, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Bakunin, por citar algunos, no se mire la filiación política, porque no va con esa intención, no iban a caber en nuestras bibliotecas. Eso sin contar los periódicos y revistas. También pensó que ahora que los partidos del exilio y la represión salían a la luz, habría llegado el momento de prepararse para cuando nos llamasen, al no disponer de cuadros suficientes técnicamente preparados, como desgraciadamente se demostró.

 El punto y aparte es evidente. Hay que separar lo que se pensó, de lo que ocurrió en la Transición modélica, con más muertos que en el período de la República (sin la Guerra Civil), que tanto se argumentó para dar un Golpe de Estado africanista. Esa Transición que se convirtió en una Amnesia para todo, subiendo el IVA de los libros, en vez de regalarlos, trepando los tecnócratas de nuevo cuño, en que su lucha por la transición fue acceder a los puestos a codazos, en los Ministerios, Delegaciones, Ayuntamientos, etc. etc.

 No estoy diciendo que las víctimas del franquismo tuviéramos derecho a vivir del cuento, sino que hubo muchos que vivieron del cuento, sacándose un carnet, y no eran víctimas, que no es lo mismo.

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Menos mal que el tiempo todo lo cura. Iba yo paseando tranquilamente en el Viernes Santo del 14 de abril de 2006, festividad de Santa República, 75 Aniversario, cuando en una mesa en una calle de un pueblito de Cantabria, cuyo nombre no diré para que no se avergüence nadie, habían puesto tres estupendos compañeros de la izquierda, una mesita llena de libros, pins, agendas, bolígrafos, carteles, etc. Me acerqué para una charleta y para colaborar les pedí el precio de unos libros que tenían, que por cierto eran originales reimpresos en México, con su olor característico a libro viejo, y sus páginas amarillas (ver ilustraciones). Me dijeron que los cogiera y me los llevara, que sólo vendían un pequeño pin con la bandera de la República, a un precio simbólico de 1 €, pero el resto era gratis. Tanta vergüenza me dió que sólo cogí un catálogo de carteles, bien bonito, por cierto. Pero los compañeros nos dieron una agenda de UGT, un bolígrafo de IU, dos libros y el catálogo elegido, y sinceramente me dió reparo seguir cogiendo más cosas. ¡Todo un detalle!. Algo tarde quizás, pero más vale tarde qué nunca.

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En treinta años de Transición, una asociación sindical me había regalado un pito de plástico para una protesta contra un Ministro, socialista por cierto. Un sindicato de muchas campanillas, al que pertenezco, me ha regalado una gorra, dos pitos, unos pins, y en Navidad una agenda. Y por ¡fin! en el 75 aniversario, unos desconocidos aportan algo con mucho cariño y cierta entidad. Gracias compañeros republicanos.

Compañeros, ¡salud y República!