Memoria e Historia.

Antonio Cruz González

Ponencia de Santa Cruz de Moya 2005.

Publicada en las Webs de Alejandría Revolucionaria, Foro por la Memoria y Kaos en la Red, y en las comunicaciones de Cazarabet Mas de las Matas. DESPAGE agradece la colaboración de todos los colegas.


En estos momentos de recuperación de la Memoria Histórica conviene aclarar las diferentes formas de trabajo que se van realizando.

Por recuperar la Memoria, desde nuestro punto de vista, se debe entender que consiste en buscar todo tipo de testimonios, documentos, actitudes, libros, archivos, que enriquezcan el vacío producido por el franquismo que con una capacidad demoledora ocultó toda la verdad de los hechos, que como vamos viendo, son de tal naturaleza que desmontan la bondad oficial en que los voceros del franquismo querían, a toda costa, que se reconociera. Es decir, que aquí había una España en paz, que se desarrollaba, que luchaba en la guerra fría a favor del mundo occidental, permitiendo bases militares del país mas poderoso de la tierra, permitiendo la entrada masiva de extranjeros que visitaban nuestras playas, nuestro sol, permitiendo la salida masiva de españolitos emigrantes, que retornaban sus dineros incrementando el ahorro del estado, y que mediante unas mínimas leyes, Fuero del Trabajo, Fuero de los Españoles, Ley para la Reforma política, que eran papel mojado, que eran declaratorias, pero no exijían su cumplimiento a los poderes fácticos, se daba una mano de pintura; mano de pintura que tapaba los fusilamientos, los campos de concentración, los miles de exilados, los perseguidos en el monte y en el llano, los represaliados en cárceles y comisarías, los trabajos forzados en obras de canales, carreteras, abadías, etc. La ausencia de una democracia plena. La burla con unas elecciones de un tercio del país, o de unos referéndums con más votos que habitantes. Todo ello con la fuerza de la propaganda oficial que encubría que existían los maquis (¡eran bandoleros!), que hubiera huelgas (¡en Asturias hay paz!), las manifestaciones (¡hay policía en la universidad para proteger a los ciudadanos!), el paro (¡era descanso obrero!), etc. etc.

Toda esta mentira oficial en doble sentido: propaganda y ocultación de problemas, hace que con la desaparición oficial del dictador, sea necesario conseguir esos datos.

Ahora bien la recuperación de ciertos datos, no quiere decir recuperación Histórica. Y eso ¿por qué?. Como nos indica Paloma Aguilar Fernández en su excelente libro: "Memoria y olvido de la Guerra Civil española" (Alianza Editorial. Madrid 1.996) : La memoria colectiva no está compuesta sólo de recuerdos sino también de reconstrucciones. Es decir, tenemos que distinguir la memoría, a veces llamada impropiamente histórica, de la propia Historia. Porque hasta que el historiador no comienza a elaborar los datos, estos no serán considerados Historia. Y la elaboración de esos datos por un profesional implica contrastar las fuentes de dónde procede dicha Historia. Algunos estudiosos indican que deben de existir al menos tres fuentes para narrar un solo hecho. Y citando otra vez a Paloma Aguilar: "No se considera memoria histórica todo acontecimiento del pasado que, de una u otra forma, haya quedado registrado en los múltiples recipientes de la memoria, sino sólo aquel que tenga una relevancia inmediata y algún tipo de influencia sobre el presente".

Por eso en el régimen franquista se intenta influir en la memoria social y se utiliza como recurso político de vital importancia para el Régimen la construcción de monumentos, la creación de fiestas nacionales o la celebración de desfiles militares, fijando una determinada memoria en la sociedad.

El franquismo, queriendo desviar sus hechos, inculcó, con todos los medios, un miedo feroz, obsesivo y omnipresente a la repetición de la Guerra Civil, incluso omitiendo en los libros de texto el que existiera. ¡Así no había que dar explicaciones!

Por lo tanto, tenemos una memoria individual, o suma de individualidades, que no podemos llamar histórica y una Historia contrastada, estudiada, conectada con otros hechos, que podemos llamar Memoria Histórica.

Pondremos un ejemplo. Para un habitante de Guernika, llegaron aviones de Franco y bombardearon terriblemente la población, destrozando sus habitantes y sus casas. Para un historiador, los aviones pertenecían a la Legión Cóndor, aliada de Franco, eran del modelo Heinkel o Junker, bombardearon Guernika sabiendo que sólo existía población civil, ensayando una nueva táctica guerrera que luego se continuó en la Guerra Mundial, que consistía en bombardear ciudades para crear el terror y la miseria del bando enemigo. Proseguirá el historiador desvelando la mentira que se quería hacer constar que era la de bombardear objetivos militares, cuando resultó que la única fábrica de armas que había en Guernika no sufrió daños en los bombardeos.

Es decir entre el testimonio ocular del ciudadano y el científico del historiador está la mayor objetividad y el mayor estudio, influyendo la documentación que a lo largo de los tiempos va apareciendo, en los diferentes países, en la desclasificación de los archivos secretos, en otros autores, etc.

Entonces, en este periódo histórico, tenemos que recomponer la Memoria a través de tres veredas: 1) Las mentiras oficiales, 2) Los testimonios orales y 3) Los archivos que poco a poco van apareciendo.

Historiografía franquista.- Lo he llamado las "mentiras oficiales". Se trata de la Historia que nos han contado o que han permitido que nos la cuenten personas que sin estar "en" el franquismo han participado con él. Me permiten que no les haga propaganda y que no cite tal bazofia. Sólo citaré a los que a su vez, verídicos historiadores los han nombrado desenmascarando su propaganda.

Tomamos a Herbert R. Southworth, fallecido en 1999, conocido hispanista que dedicó su vida a investigar sobre la guerra civil española, desmontando la propaganda del regímen del general Franco. Colaboró con Ruedo Ibérico, editando en esa casa "El mito de la Cruzada de Franco" en 1963, "Antifalange" en 1967 y "La destrucción de Guernica" en 1975. También se publicó en 2000, Editorial Crítica, ya en España, "El lavado de cerebro de Francisco Franco".

Este autor es muy respetado por los cronistas del Régimen. Así Paul Preston en el prólogo del último libro citado nos recuerda: "Ricardo de la Cierva consideraba a Southworth como un oponente temible. Se conocieron en Madrid…En el libro titulado "Cien libros básicos sobre la Guerra de España" de 1966, de la Cierva escribió: Southworth es, sin disputa, el gran experto en la bibliografía de nuestra guerra valorada desde el lado republicano…Su biblioteca es la primera del mundo entre las privadas: más de 7.000 títulos. Estoy casi seguro de que se ha leído los 7.000. Y conserva, en (sic) una tremenda memoria fotográfica, todos los datos importantes y todas las relaciones mutuas de estos libros".

Cito a este autor y estos libros porque es precisamente en ellos dónde se ha desmontado de una forma digna, verídica y audaz, las mentiras históricas que nos pretenden justificar un régimen tan sangriento. El libro sobre el lavado de cerebro de Franco se dedica a desmontar, principalmente, los llamados "documentos secretos del complot comunista". Con la existencia de estos documentos, se pretendía justificar el levantamiento militar para salvar la República. En los primeros días de la Guerra tanto Franco como Mola declararon haber conocido de antemano el "complot comunista".

"El alzamiento nacional era necesario con el fin de anticiparse a una dictadura soviética que ya estaba preparada", estas frases las envió el cónsul alemán en Tetuán a su gobierno comunicándoles lo que Franco le había dicho en el comienzo del golpe de Estado).

Sin embargo Ricardo de la Cierva, en "Historia de la Guerra Civil española", ya en 1969, reconoce que el autor de los Documentos, posiblemente de todos (eran tres), fue el escritor Tomás Borrás quién los redactó en su domicilio de Madrid y los distribuyó por los medios falangistas y militares tras reproducirlos con la ayuda de una mecanógrafa que trabajaba precisamente en el Ministerio de la Guerra republicano. (cita de Southworth en pág. 159).

Pero no sólo las mentiras de estos documentos corrieron como la pólvora, sino que además se utilizaron historiadores proclives al Régimen como Bolloten, y otros no tanto, como Hugth Thomas o Madariaga, que difundieron estos documentos con mayores o menores críticas. Las de Bolloten, que aceptaba la tesis de los "documentos" sin poner en duda su autenticidad, si bien él se basaba en que no podía ser cierto lo que allí se decía, debido a un análisis de la política exterior soviética, digamos ¡por reducción al absurdo!, pero sin entrar en lo profundo de la cuestión, si eran rematadamente falsos o no.

Southworth llama a Bolloten enemigo de la República, calificativo que él trataba de ocultar; sin embargo, de la Cierva define a Bolloten en 1980, para disimular, como "el primer historiador de la zona republicana y le alaba por su magistral investigación de la revolución española". Digamos que es hijo adoptivo de la derecha española, como el citado de la Cierva y también Fraga Iribarne, quién por cierto obligado por los libros de Southwort destapando las mentiras franquistas, tuvo que crear una "Sección de Estudios de la Historia de España" para contrarrestar el impacto intelectual y moral que supuso en todo el mundo la publicación del libro "El mito de la Cruzada de Franco", en 1963, del referido autor inglés Southworth.

Bien, como muestra basta un botón, con las referencias citadas y las que actualmente están siendo financiadas por fundaciones y grupos y personas ultraderechistas, en las que, ya sin ningún pudor, se utiliza un lenguaje agresivo contra todo lo republicano, se citan párrafos de revistas, publicaciones y periódicos, que nunca vieron la luz, es evidente que esta parte citada tiene una importancia esencial, pues de lo que se trata es de desmontarla, ya que sirve principalmente como argumento para la política de los vencedores.

Memoria Oral.- Las fuentes orales de los protagonistas de los hechos o de sus familiares y descendientes nos ayudan mucho en la investigación histórica. Digamos que el Historiador, así como todos los investigadores con militancia de recuperación de la Memoria, deben recomponer esos testimonios, ya que muchos de ellos, vienen revestidos de una gran subjetividad, pero que nos son muy valiosos porque añaden lo que no suelen añadir los datos estadísticos, es decir el sentimiento, la humanidad, la fuerza que aporta el testimonio vivido.

Esta Historia Oral, citada por Allan Nevis y por Fernanda Romeu, es imprescindible en nuestra investigación. Nos va a aportar los hechos que faltan, los detalles íntimos, esa vida privada, esa relación individuo-sociedad, que muchos historiadores desprecian por su nimiedad.

Es verdad que en esa Memoria Oral, habrá que tamizar los hechos y los momentos en que los hechos son referidos. Así las mismas personas o grupos de personas, contarán una historia, "su" historia, de una forma u otra, según el momento en que se solicite su testimonio o según las personas que les escuchen. Esto que se viene haciendo desde hace XX siglos, es razón de más para dudar de la entera veracidad de lo que nos narran en el presente. Aquí por lo tanto aparece la figura del investigador.

Éste recopilará los testimonios, los cotejará, contactará con otros investigadores, con Asociaciones, Archivos, o Comunidades, etc., para esclarecer lo más objetivamente posible los hechos históricos.

Porque la Memoria Oral adolece de una verdad subjetiva, pero a veces única y no podemos ni debemos dejar pasar los relatos que nos llegan aún con el riesgo de que no fueran del todo fieles.

Memoria y Memoria Histórica.- Aquí me quiero referir a la conjunción de variables que deben existir al recuperar la Memoria. Observo, primero con entusiasmo, pero también con espíritu crítico, que en estas horas que nos tocan de la Segunda Transición, se habla, se recupera, se escribe sobre hechos que hasta hora no habían salido a la luz. Esa es mi emoción. Pero también se argumentan opciones que siendo reales son incompletas. Esa es mi crítica.

La República, la guerra civil y el franquismo, no se dan en esferas aisladas, en territorios aislados, en personas aisladas. Han tenido unas causas y tienen todavía unas causas y hay que proceder a un análisis concreto si queremos llegar a las últimas consecuencias históricas. Así vemos republicanos sacados de las cunetas y enterrados en cementerios católicos con cura, golpe de hisopo y bandera monárquica cubriendo el féretro. Vemos exhumaciones sin proceder a la denuncia oficial ante una autoridad política o jurídica. Vemos documentos filmícos, orales, escritos, que pasan de puntillas sobre los causantes de tales desmanes. Vemos que se evitan palabras como genocidio, lucha de clases, revolución, reparto de la tierra, asesinato, etc. etc.

También observamos en algunos testigos que confunden personas de una ideología con otra diferente (comunistas con monárquicos). No se le dá importancia a tener una estatua o quitarla, cambiar el nombre de una calle o dejarla. Todo quizás con el miedo a quienes, por otra parte, se dice combatir.

A todos estos hechos yo le llamo Memoria. Es también Memoria. Es correcto abrir una fosa común y querer enterrar a un familiar en un sitio decente, en un cementerio. Es comprensible, después de tanto sufrimiento, no querer recordar que el asesino de mi familia vive en mi mismo pueblo, y le tengo que ver todos los días. Es humano que haya familias, rotas por la represión, que no hayan querido, o hayan temido, hablar durante mucho tiempo. Y ahora dicen algo. Esto es Memoria y esto tiene que irse dando y se está dando.

Pero no es Memoria Histórica. Esos hechos no se dan por odio al vecino, por envidia, por robar o expropiar una finca. Esas son explicaciones individualistas, pero tienen una pátina de temor que no nos aclaran las causas del conflicto.

Por eso tenemos que recuperar la Memoria Histórica. La Historia viene a explicar porque se mató en las cunetas, porqué se acabó de forma planificada y no accidental con maestros, catedráticos, novelistas, poetas, médicos, porqué se terminó con el 10% de las poblaciones dónde entraban los militares rebeldes. Se explica también la razón de crear campos de concentración, de bombardear poblaciones civiles, de refundir a los rivales en el poder creando El Glorioso Movimiento, de ir exultantes bajo el manto de la Iglesia. Todo con un único objetivo histórico: perpetuarse en un poder personal y oligárquico, que demostraba a las claras los programas de la lucha de clases contra el proletariado y el campesinado, utilizando la represión, el miedo, la sumisión, el amiguismo, y la violencia de las armas, basado todo ello en las doctrinas fascistas y nazis.

No hubo ni un solo hecho de la guerra civil y de la represión posterior, represión que llegó hasta la misma cama de muerte del dictador, que no fuera motivado por la explotación del hombre y por la imperiosa necesidad de triunfar sobre las clases desfavorecidas y trabajadoras.

Se puede argumentar que la persecución no fue en todas partes igual. Se persiguió más a los maquis, que a la oposición ciudadana. Se persiguió más al obrero que al universitario. Pero cuando las cosas se encrespaban, morían maquis, obreros y universitarios, y no temblaba la mano del dictador, mientras desayunaba, firmando sentencias de muerte.

Esto lo sabemos por la Memoria Histórica. Suma de hechos ocurridos entre las gentes y su entorno y compendiados por los investigadores, cotejados y narrados.

No quiero terminar con un poso de amargura. La Historia es dolorosa. Curiosamente cualquier otra asignatura, Medicina, Biología, Tecnologías de la Información, de Astronaútica y el Espacio, etc. son prácticas que producen alegrías. El nuevo descubrimiento, es objeto de expansión, se publica, se conceden premios, se puede llegar al Premio Nobel, o a producir grandes beneficios a la Humanidad: la penicilina de Fleming, las células madre actuales, los descubrimientos geográficos de pasados siglos, la llegada a la Luna, la investigación en otros planetas. Sin embargo, en cuanto a la Historia de nuestra República, de nuestra Guerra civil, de la dictadura, cualquier archivo, cualquier descubrimiento nuevo que aportar a los datos existentes produce un desgarramiento, un dolor tremendo. El enfrentamiento con el que se cree ofendido no es nada agradable, porque la Historia la han escrito los vencedores, no se olvide, y lo que nosotros estamos recuperando es Historia de los vencidos y ésto siempre es molesto. Y es molesto, porque se va demostrando en todo lo nuevo que aparece, la mendacidad de lo que nos han explicado o nos han ocultado, y se va ganando en objetividad y esto no interesa a los vencedores. Que lo fueron por un hecho ilícito, ilegal e inmoral. Su patraña de Guerra de Liberación va quedando al descubierto.

Y aún a pesar del dolor nos vamos sintiendo cada vez más satisfechos si logramos entrar en un período de normalización histórico, dónde todo lo ocurrido salga a la luz y nuestras nuevas generaciones puedan evitar que vuelva a ocurrir, conociendo lo que sucedió realmente. Como dijo Fidel: ¡La Historia nos juzgará!

Santa Cruz de Moya, 1 de octubre de 2005.
Antonio Cruz González.
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