La política española: entre las esquelas y el confort.

Agustín Velloso, profesor de la UNED.

15 Diciembre 2006


En el verano y otoño de 2006 han aparecido en los principales
periódicos nacionales esquelas que recuerdan a los muertos de la guerra civil
española. Ésta comenzó hace 70 años, duró tres y dio paso a la dictadura
de los vencedores que se alargó casi 40, hasta la llegada de la
democracia, pero parece que algunas fueron escritas en 1936.

Se publican de los dos bandos, aunque son más numerosas las de
familiares de los franquistas. Esto no significa que se acuerden de sus muertos más
que los deudos de los republicanos de los suyos, sino que siguen la
piadosa tradición de avisar del fallecimiento de un familiar -en este caso
de recordarlo-, mediante un texto dentro de un marco negro que suele
incluir nombre, edad, profesión, fecha y causa del deceso, nombre de los
familiares que deja, etc.

Las esquelas de los republicanos, que no tienen la cruz que identifica
a las franquistas, presentan textos más breves y menos puntillosos que
éstas. ¿Es para llevar la contraria a los católicos? El precio de
publicación de cada una, unos 300 euros la más pequeña (7 x 10
centímetros) y alrededor de 3000 euros (10 x 15) o más si es más grande,
sugiere otra explicación. Si el poder económico condiciona ideología
política, educación, vivienda y casi todo lo demás en la vida, también
afecta a las honras fúnebres y las esquelas en la muerte.

No es de extrañar, por tanto, que los hermanos de "Antonio Castillo
Zarzalejo, teniente médico del ejército, (que) fue asesinado el día 7 de
septiembre de 1936 por las tropas franquistas en Mérida", añadan
únicamente a estos datos que "tus hermanos no te olvidan".

Sin embargo, los familiares de Gerardo Perales de Salazar, hacen saber
que era el "excelentísimo señor presidente del tribunal superior de Burgos
(que fue) asesinado en la madrugada del 14 de septiembre de 1936 por la
barbarie marxista, que dejó viuda durante más de 50 años a su esposa por
la cobarde acción de los viles asesinos."

Los detalles sobre el tipo de muerte también diferencian a unas
esquelas de otras. Las franquistas no escatiman explicaciones: "D. Anacleto Álvarez
Moya, mártir de la guerra civil, que dio su vida por Dios y por España el
22 de septiembre de 1936, (fue) sacado de la Checa de Campillo y
encontrado mutilado y torturado en la calle de San Rafael por los esbirros
comunistas, (quienes) intentaron arrebatarle la vida pero le otorgaron la
vida eterna." En otras ocasiones, el lugar de los esbirros lo ocupan
hordas rojas, hordas marxistas, Comités Revolucionarios de los Rojos, el
terror revolucionario de la II República o el terror rojo del Frente
Popular y, más escuetamente, los rojos.

Tapias de cementerios, checas, cuestas y caminos, son los lugares
habituales donde tenía lugar, casi siempre durante el anochecer o la
madrugada, el "martirio", "tortura", "mutilación" y "asesinato sin juicio"
de los franquistas.

Por su parte, los parientes de "Don Manuel López Ávila, ingeniero
militar, (recuerdan que) fue asesinado el 12 de septiembre de 1936 por las tropas
franquistas de Málaga". Habitualmente, los republicanos, en la memoria de
sus descendientes, eran asesinados por esas tropas o simplemente
asesinados. Sin embargo, alguno hay que recuerda que su pariente fue
"asesinado por los genocidas golpistas en Sevilla por permanecer leal al
Gobierno legítimo de la II República Española. Sus hijos, nietos y
bisnietos no lo olvidarán nunca".

Salta a la vista que la filiación política tiene un enorme peso en el
recuerdo de los franquistas, algo llamativo si se tiene en cuenta que la
esquela es principalmente una tradición religiosa que consiste en avisar
de una muerte y del entierro y funeral del finado.

Hay familiares que no se privan de recordar al gobierno del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE), que su esquela "es memoria histórica" y
los hay que en la suya "reivindican la memoria histórica" de su familiar
"vilmente asesinado". Hay otros que dedican la suya a la "recuperación de
la memoria histórica de Alberto Montes Redondo, (quien) a los 32 años de
edad murió por Dios y por España, sacado de la checa de la cueva Pájara de
Valladolid, para ser vilmente asesinado por las hordas marxistas en el
camino del pinar, el día 20 de septiembre de 1936 (y) ruegan una oración
por él y por todos los españoles que creyeron y creen en los valores
eternos de Dios, Patria, Justicia y Libertad."

Un paso más allá lo da un deudo que al habitual recuerdo del
fallecimiento de su familiar bajo la tortura y el terror de los rojos, añade la
siguiente reivindicación: "nos esforzamos en perdonar, mas no
consentiremos, está claro, que en este momento algunos rojos -así se
define ZP- (en referencia al presidente del gobierno, Sr. Zapatero) puedan
alterar o cercenar la memoria histórica con la cínica excusa de
recuperarla".

Los familiares se refieren con estas palabras a la ley sobre el
"Reconocimiento y ampliación de derechos y establecimiento de medidas a
favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra
civil y la dictadura", conocida también como "Ley de la Memoria Histórica"
(LMH), aprobada en julio de 2006 por el Parlamento español. Aprovechar una
esquela para dar un golpe al gobierno del PSOE que patrocina la ley,
utilizando además el nombre de ésta y al abrigo de que 2006 ha sido
declarado Año de la Recuperación de la Memoria Histórica, es quizás una
forma de amortizar el gasto de publicación de la esquela y al tiempo
ahorrarse el escribir un artículo de opinión al respecto.

Lo más destacado es que esta afirmación política no se refiere
exclusivamente al pasado sino que se aplica sobre todo al presente. En el
lado franquista hay familias que a la habitual petición de una oración por
el alma del fallecido añaden otra "por la paz de España", tal vez para
conjurar una nueva guerra civil que imaginan a punto de comenzar. Otras
piden una oración para que "las circunstancias que propiciaron este crimen
no vuelvan nunca a repetirse", como si los 70 años transcurridos no
hubiesen cambiado nada en el país.

La derecha, representada por el Partido Popular (PP) no tiene ninguna
razón para pensar que el PSOE planea quedarse en el poder mediante una
dictadura como la que ella misma ejerció al precio de una represión
interior y aislamiento exterior altísimos. Al margen de la política de
partidos, la derecha debería reconocer que las nuevas generaciones tienen
mucha menos afición por sus valores y símbolos relativos a dios, patria,
autoridad, ejército y familia, que por los de individualismo, tolerancia,
desarrollo económico y realización personal. Entonces ¿por qué mantener
viva la idea de las dos españas, del peligro de la guerra? El recurso al
pasado desde ese punto de vista no resulta atractivo a las jóvenes
generaciones, acudan a votar o no, pero aún atrae algunos votos de los más
mayores.

Por su parte, los herederos de los republicanos prefieren dedicar su
recuerdo a "rendir el homenaje que, tras tantos años de impuesto silencio
e ignominia, tiene aún pendiente un hombre bueno". Otros señalan que "el
recuerdo de tu vida y de tu muerte siempre estuvo presente en la memoria
de nuestra familia y nuestra admiración y respeto continuarán vivos en
nuestra memoria siempre."

Un lector de esquelas franquistas podría pensar que el presidente del
gobierno participó en la guerra civil, pero lo cierto es que no había
nacido y ni siquiera vivió la post-guerra. La mayoría de los testigos no
viven hoy para contarlo y no se puede decir de los sobrevivientes que
participen en la vida política actual. Sus hijos, sin embargo, vivieron la
post-guerra y la dictadura, por lo que su biografía está unida de forma
inseparable a ambas y han tenido un papel en su evolución.

Son éstos los que han publicado las esquelas, así que se puede decir
que hasta que no desaparezca su generación, no habrá sido borrado del recuerdo
emocional la guerra civil. Esto se aprecia a través de las firmas de
algunas esquelas franquistas: "sus hijos, nietos, bisnietos y
tataranietos, con el dolor renovado, ruegan un recuerdo y una oración por
su alma". Para los nacidos tras la dictadura, los que tienen 30 años y
menos, sobre todo los adolescentes, la guerra civil es como mucho una
guerra que hicieron los abuelos y no hay datos que hagan pensar que se
vaya a cambiar esa percepción. Es muy dudoso que esos mismos nietos y los
que vienen detrás firmen nuevas esquelas de ese tipo.

Se comprende que desde un punto de vista personal alguien decida
permanecer emocionalmente en un tiempo pasado que le fue mejor -y que
además ajuste su pensamiento y su acción a sus emociones. Lo que hay tras
las esquelas en realidad es una afirmación política personal que se suma a
la estrategia de la derecha de mantener las espadas en alto contra la
izquierda, aunque actualmente parece que en sentido metafórico. En España,
el principal partido de la derecha no es únicamente el representante del
sector conservador de la población, como el principal partido de la
izquierda lo es del sector progresista, sino que es también el heredero
del franquismo. Cabría esperar que el principal partido de izquierda fuese
el heredero de la república, pero su nombre confunde, en realidad está
mucho más lejos de seguir su modelo que la derecha el suyo propio.

A pesar de esto, los franquistas aún podrían pensar que la LMH estaba
destinada a ocuparse definitivamente de lo acaecido en 1936 y años
posteriores. Algunos podrían, quizás, temer por acciones y medidas que les
condujesen a enfrentarse a la verdad, la justicia, las reparaciones, pero
no hay nada de esto en la ley. Organizaciones de derechos humanos, grupos
políticos a la izquierda del PSOE, asociaciones y familiares de víctimas
critican la ley y al gobierno porque las víctimas del franquismo no
reciben reparación, las injusticias no son expuestas ni enmendadas y la
versión de la historia de los vencedores se mantiene sin contestación.

Las peticiones que presentan al gobierno del PSOE son tantas y de
tanto alcance que parecen demandas a un gobierno del PP: la formación de una
comisión de la verdad, la no prescripción de delitos contra la humanidad,
indemnización y reparación a víctimas y perseguidos, anulación de
sentencias de tribunales de excepción franquistas, petición de
reconocimiento de los hechos y de perdón por parte del Estado, eliminación
de los símbolos franquistas de lugares públicos, etc.

Sin embargo, no es la derecha la que gobierna y el año 2006 dista más
de medio siglo de 1936. Parece que el PSOE ha mordido el anzuelo lanzado por
el PP con la carnaza de la guerra civil. Si es así, entonces lo ha mordido
a gusto, porque no es realmente el "peligro" de exponer ante la sociedad
actual los hechos sucedidos ¡hace 70 años! y provocar con ello nuevos
enfrentamientos lo que explica una ley considerada insuficiente y hasta
engañosa, sino la falta de voluntad política del partido gobernante de
llevar a cabo una tarea que se presenta laboriosa, áspera y poco rentable
electoralmente.

Esta extraña situación en la que la derecha en la oposición mantiene
desafiante sus actitudes franquistas, incluso mediante esquelas, y la
izquierda gobernante rehuye de sus convicciones, se entiende por la atonía
moral y política imperante, que es nacional y no sólo de un partido. Esto
lo saben los dirigentes del PSOE y es lo que les permite no enfrentarse al
pasado como cabría esperar. Muchos de sus votantes se consideran de
izquierdas, aunque de nuevo -igual que ocurre con el nombre del partido
más votado- esta consideración es equívoca.

Los ideales de izquierda que les unen no son los de hace 70 años
porque la sociedad española hoy es muy diferente a la de principios del siglo pasado
y las circunstancias también. Por ello, emplear tiempo y energías en
enmendar -vale decir subsanar y rectificar- un pasado que unos añoran y a
otros muchos no les preocupa, es del todo anti-económico. Resulta más
rentable esperar a que el olvido se afiance un poco más entre la
población, sobre todo si ser de izquierdas es cada día más y más cómodo.