Recuperar la Historia
(El hombre que detuvo a García Lorca)

por Antonio Cruz González, colaborador de Despage.

Es necesario ponernos al día en lo que a nuestra Historia se refiere. Evidentemente, 40 años de dictadura de los vencedores de una Guerra Civil, más 30 años más de oscurantismo transicional, en el que sólo los más valientes se atrevieron a publicar, en nuestro país, retazos de aquella historia robada por la brutalidad fascista y que tanto tenía que callar, son demasiados años. Recuperar el tiempo perdido, empieza por recuperar las personas desaparecidas. El Régimen sólo aireó, más como Propaganda que como compromiso moral con las familias, los caídos por "Dios y por España", es decir los suyos. Y a ellos y sus descendientes los favoreció con honores, condecoraciones, pensiones, colocaciones (loterías, estancos y puestos de trabajo en Administración y en empresas proclives al Régimen). Existieron los caballeros mutilados (evidentemente, otra vez, los caballeros eran los ganadores) que tenían hasta asientos reservados (con este nombre) en metros, tranvías y autobuses. El resto, es decir los pertenecientes a la República legítima, o no existían, gracias a la feroz represión, o se ocultaban para no sufrir las consecuencias de aquellos que habían prometido no perseguirlos si no había delitos de sangre, y que, una vez más, incumplieron.

Otra forma de ponernos al día, sería demostrar ante Europa, a la que pertenecemos plenamente, que los que atentaron contra ella, es decir nazis y fascistas, han desaparecido del mapa... Aquí se pavonean en ciudades, provincias y municipios, de tener una estatua del dictador, o de sus secuaces, Varela, Yagüe, Millán Astray, y muchos etcéteras. Y existe, para desmontar los argumentos de los vencedores, el gran monumento Nacional-Católico en Cuelgamuros. Tantos crímenes, en guerra y en "paz", y todavía disponen de nombres de calles en las principales ciudades y en las fachadas de múltiples iglesias por todo el territorio.

NO HAY PRESCRIPCIÓN PARA EL GENOCIDIO

Otra forma de recuperación, más política si cabe, pero totalmente necesaria, es disponer de un argumento jurídico, una Ley, que permita declarar la nulidad de los actos cometidos en la Guerra y en la Dictadura sin base alguna de Estado de Derecho. En ello estamos, pero nos tememos que otra vez el miedo y el pasteleo político, impida reconocer lo que el Derecho reconoce, es decir la nulidad de los hechos estimados como genocidio, crímenes de guerra y/o crímenes de lesa humanidad, sin prescripción posible.

Pero aún existe otra forma que no, por dejar para el final, implica menos importancia. Es sacar a la luz los periódicos, legislación, fotografías, filmes, etc. etc., es decir todo documento que pruebe la existencia de los errores cometidos y que llegue a este pueblo español que tan necesitado está de "historias", cuando se aferran como un clavo ardiendo a la TV-Basura, llamada "del corazón", o a los bestsellers violentos, sádicos, o simplemente de un contenido meloso y cursi, que invaden kioscos y librerías.

Es evidente que investigar como ratón de biblioteca en las fuentes dónde se pueda encontrar información veraz que sacar a la luz, y que sustituya los años de censura, dónde la Historia de España terminaba en la Guerra de Independencia, es una buena forma de Recuper la Historia. Esa Historia que acababa en los libros del bachillerato contra el francés invasor en 1808, y los niños de diferentes generaciones no sabíamos que después había existido el fin de la Inquisión, las Constituciones del siglo XIX, una primera República, unas guerras carlistas, de cuya mala ejecución y terminación, todavía colea el conflicto vasco sin cerrar, una pérdida de las últimas colonias, Cuba y Filipinas, y por último y llegado el siglo XX, una neutralidad ante una primera Guerra Mundial, varios golpes de Estado, y que del último de ellos se derivó una Guerra Civil, y una Dictadura de corte fascista, que luego camaleónicamente se convirtió en nacional-católica, para ser reconocida mundialmente, en la guerra fría, como aliada de los que luchaban contra el comunismo en el mundo. Tampoco existió para nosotros los estudiantes, una Segunda Guerra Mundial. Menos mal que gracias al cine pudimos enterarnos del desembarco en Normandía, de los bombardeos de Colonia, de los juicios de Nüremberg, y de muchas otras batallas: Stalingrado, las Ardenas, Pearl Harboor, Midway, etc. etc.

Esos investigadores e historiadores que sacan, con un decidido esfuerzo y una dedicación absoluta, los datos a la luz, son también un paso muy importante para la Recuperación de la Historia. Podríamos citar a muchos, entre ellos un cúmulo de ingleses, americanos, etc., llamados "hispanistas", que han cooperado con su trabajo, serio y bastante eficaz, al desvelamiento de esa doncella que es nuestra Historia reciente.

Toda esta introducción para llegar al libro que quiero comentar. En este caso es de un irlandés de origen, español por méritos y pasaporte, que acaba de publicar una crónica más que aporta luz sobre las lagunas históricas que comentábamos. Ian Gibson es en efecto uno de esos investigadores que más ha estudiado la figura de García Lorca y su entorno. En ese entorno está Machado, Queipo de Llano, Dalí y otros. Ahora acaba de publicarse "El hombre que detuvo a García Lorca. Ramón Ruiz Alonso y la muerte del poeta." (Ed. Aguilar. Madrid. Septiembre 2007). No se trata de una biografía completa de Ruiz Alonso, el "obrero amaestrado" de Gil Robles, como se le denominaba, sino un análisis de su persona y el entorno político y social, en la República y en los días del golpe de Estado y posteriores con la represión feroz que hubo en Granada.

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Portada del libro de Gibson sobre Ramón Ruiz Alonso. Editado por Aguilar en Septiembre de 2007

HIPOCRESÍA FRANQUISTA

Quiero destacar de este libro, una serie de aspectos nuevos en los que hace hincapié Gibson. El primero de ellos es la causa de la detención de Federico García Lorca. El segundo de ellos es la hipocresía del Régimen dictatorial del Caudillo Franco.

Mucho se ha escrito sobre: ¿por qué fue Lorca detenido y fusilado? Siempre sale a vueltas su condición sexual. Sin embargo Gibson, y el que esto escribe está totalmente de acuerdo, señala que la causa fue totalmente política. García Lorca fue un escritor comprometido con la República y con el antifascismo. Participó, y de esto se dá testimonio en el libro, prácticamente hasta unos días antes del 18 de julio, en varios actos de marcado carácter antifascista, participando con firmas, una de las primeras era siempre la suya, con discursos, con escritos. García Lorca tenía muy claro tomar parte siempre en la lucha contra las injusticias, por el bando del débil, del perseguido, del que no se puede defender, por su condición de género, social y política. Así, y esto consta en toda su obra de teatro, la defensa de la mujer, la exaltación de sus derechos, desde Yerma, hasta La Casa de Bernarda Alba, desde Doña Rosita la soltera hasta Bodas de Sangre. En su obra poética, qué decir de la defensa del gitano, siempre perseguido, siempre alerta por ser el más marginado de la sociedad. Y en sus escritos y actuaciones políticas, siempre luchando contra aquellos privilegios por los que, como consecuencia de ellos, era perseguido el campesino y el obrero, desde el analfabetismo del jornalero andaluz hasta el despido injusto del trabajador, desde el fascismo en ese Portugal de Salazar, todavía más largo que el nuestro, y al que Federico se opuso, como bien muestra Gibson, hasta los excesos de la burguesía de Granada, que el conocía tan bien. Su pertenencia y apoyo a los amigos de la URSS o al Socorro Rojo, también indican claramente su militancia y compromiso.

Debemos alejar aquí, todos esos pensamientos blandos e individualistas que achacan a que García Lorca fue perseguido y asesinado, por su condición sexual, o por la envidia del entorno, por ser el chico o el señorito "listo", amigo de socialistas como Fernando de los Ríos y otros. Ni sus amistades, ni su condición sexual, ni siquiera sus poesías contra la Guardia Civil, fueron decisivas de su fin.

GUERRA Y LUCHA DE CLASES

Aunque entre los historiógrafos actuales, hay quién quiere traducir de una manera "ligth" la confrontación histórica, desde el punto de vista sociológico y filosófico, no hay que tener temor al análisis de lo ocurrido. Aquí, hubo en los primeros meses de la Guerra Civil, una auténtica lucha de clases, y si me apuran, más por el bando de los rebeldes, comprometidos en asesinar, según el bando de Mola, al 10% de la población de los pueblos, al entrar en los mismos las tropas africanistas, cayendo en la feroz represión, posterior a las batallas, posterior a la guerra, personas que no habían empuñado un fusil, desde maestros de escuela (uno fue fusilado junto con Federico) hasta sindicalistas, secretarios de Ayuntamiento, diputados, catedráticos (el Régimen se cebó especialmente en los que procedían de la enseñanza, verdadero progreso y piedra de toque de los avances de la República. Piénsese la labor desde las Misiones Pedagógicas, la Institución Libre de Enseñanza, Escuelas de Verano, Bibliotecas en los pueblos con analfabetismo más acusado, etc.) y en general todos los que habían tenido algún cargo, por pequeño que fuese, en las organizaciones republicanas.

Los hechos demuestran, que la persecución franquista duró hasta el lecho de muerte del dictador. Mientras que en el lado republicano, se hizo todo lo posible, desde la constitución de la seguridad jurídica de los Tribunales Populares, en las que intervino el conseller de Justicia de la Generalitat, Andreu Nin, hasta la propia CNT que debido a la gravedad de ciertos casos, incluyendo asesinatos que nada tenían que ver con la guerra, por asuntos de familia, celos, etc., formó grupos para perseguir a los que se extralimitaban. Que yo sepa, y tampoco que sepa Gibson, no hubo patrullas en el bando rebelde, para evitar los asesinatos de falangistas, JAP (las juventudes de Acción Popular de Ruiz Alonso) y Guardia Civil. Éstos, los asesinatos, sin juicio, sólo por mera denuncia, sin comprobar, sin seguridad jurídica, sólo por ejecución de bando de guerra, fueron impulsados y llevados a cabo, con total impunidad.

Y cita Gibson claramente el objeto de la búsqueda de la persona de García Lorca. En la primera visita a la Huerta de San Vicente, domicilio del poeta y de sus padres, se buscó una pretendida radio emisora por la que el poeta trasmitía y recibía las consignas de Moscú. Si en verdad, hubiera sido cierto, aunque no hubiera aparecido la citada radio, se lo hubieran llevado en ese momento. No sólo no era cierto, sino que el motivo parece ser, el llevar el miedo a ciertas familias, comprometidas con la República, pero a las que todavía no se atrevían a detener.

El móvil era político, pero no lo pudieron probar. A la vista de este registro es cuando Federico acude a su amigo poeta Luis Rosales, que al estar integrado en un mundo falangista, le podía servir de protección. La casa de los Rosales estaba en el centro de la ciudad de Granada. Hoy es un hotel, pero en su estructura se conserva de forma similar, tres pisos y un patio andaluz en el interior.

EL ENIGMA DE LA FAMILIA ROSALES

También se han querido indicar los celos que tenía Ruiz Alonso de la Falange, ya que había intentado ser admitido en el partido fascista, pero tuvo la osadía y desfachatez de pedirle a José Antonio un sueldo, como si de un profesional se tratase. No fue admitido, y aunque hizo uso indebido de enseñas, el yugo y las flechas en un mono azul que llevaba, el rencor era grande por haber sido rechazado. De eso a querer implicar a los Rosales, por proteger a García Lorca, no creemos que fuera real, aunque pasara por su cabeza. Enfrentarse a ellos hubiera sido jugarse el tipo, pues en Granada, esta familia de falangistas tenía mucho poder.

Pero sí creemos, por lo que se transparenta en el libro, que Ruiz Alonso y sus amigos (Trescastro, García-Alix, Casas Fernández, los hermanos Roldán) esperaron la oportunidad. Sucedió un día que el gobernador civil, comandante Valdés Guzmán, estaba ausente, de visita al frente, y en casa de los Rosales sólo quedaban las mujeres. Entonces Ruiz Alonso, según relata años más tarde Luis Rosales, y ante más de 100 testigos, pone una denuncia contra García Lorca, y dice que el único responsable es él.
Con esa denuncia, autorizado por Velasco, sustituto de Valdés, se va a casa de los Rosales, casa perfectamente identificada en Granada, y detiene a Federico y lo lleva con fuerte protección policial, según varios testigos, al gobierno civil. En la causa se alude a que es un "rojo" escondido en casa de los Rosales. Jamás surge su condición sexual, jamás surge su condición de poeta de los gitanos, o autor de teatro que escribió contra el caciquismo y el oscurantismo.

Que estaba implícito en las mentes machistas de aquella burguesía, que Lorca había calificado como la peor de España, puede ser. Pero en el juicio de la Historia nos tenemos que atener a los hechos documentados, no a los prejuicios machistas de la sociedad que le rodeaba.

El otro punto muy interesante de este análisis histórico es la hipocresía del Régimen con referencia al fusilamiento de García Lorca. Empecemos por el jefe, por el Caudillo, en entrevista al diario mexicano la Prensa, en noviembre del 37, Franco responde a un cuestionario analizado de antemano. El cinismo de aquellos que fusilaron por Dios y por España, no les dejaba reconocer lo que con tanto orgullo habían presumido los primeros días de guerra. Ahora políticamente después del revuelo mundial de haber fusilado a un poeta, pacifista y de una República legal y legítima, era simplemente haber hecho un mártir de la causa de la izquierda. Había que dar marcha atrás, y como la resurrección no existe, sólo quedaba la mentira, la hipocresía. Así el Caudillo sin inmutarse dice: "ese escritor murió mezclado con los revoltosos"…"Granada estuvo sitiada durante muchos días y la locura de las autoridades republicanas, repartiendo armas a la gente, dio lugar a chispazos…en alguno de los cuales perdió la vida el poeta granadino"…."Queda dicho que no hemos fusilado a ningún poeta".

LA REPRESIÓN EN GRANADA

No se pueden decir más mentiras en tan poco espacio. En Granada no hubo resistencia a la rebelión militar, no se repartieron armas, por expreso deseo del general Campins, gobernador militar, que se fió de las promesas de los militares golpistas, no hubo chispazos. Esta confianza le costó la vida. Trasladado a Sevilla, dio cuenta de él con un piquete de fusilamiento, el general Gonzalo Queipo de Llano, pese a las peticiones de clemencia del propio General Franco, que había sido compañero de clase en la Academia militar de Toledo. Lo único que hubo en Granada fué una gran represión, en la que todos los días se "paseaba" a los integrantes de las listas negras de la ciudad. Uno de ellos Fernández-Montesinos, cuñado de Lorca, alcalde socialista de Granada.

Otro testimonio que llega incluso a insinuar que el motivo de que Lorca fuera a casa de los Rosales, era su cercanía a la Falange, es del cuñadísimo del Caudillo, Serrano Suñer, tampoco tiene desperdicio. Primero, "off de records", le comenta al periodista (Armando Chávez Camacho de El Universal Gráfico de México, 2 de enero de 1948) que "el jefe del grupo que sacó a Lorca de su casa y lo mató fue el diputado derechista y antiguo tipógrafo Ramón Ruiz Alonso."

Cuando el falangista vió su declaración en la prensa, retrocedió y mandó un texto escrito, rectificando: "…siendo el crimen obra de unos "incontrolados"…La Falange representaba entonces… el propósito de conversión y conquista, de asimilación del elemento rojo enemigo".

Más hipocresía, ahora rectifica y el crimen fue obra de incontrolados anónimos y además insinúa que el acoger a Federico era para asimilar al rojo enemigo. ¡Cuánta bondad en los corazones de los que luchaban por Dios y por España, perdonando a todos y sin fusilar a nadie!... ¡Sólo a media España, como Franco confesó en otra entrevista bastante conocida! En lo único que no mintió Serrano Súñer, fue en decir que fue un crimen idiota e injusto y que Lorca era un gran poeta.

Y el tercer testimonio de aquel régimen que se pasaba la pelota de unos a otros, para huir de la quema de la injusticia, es el del propio Ruiz Alonso, primero a Agustín Penón y años después al propio Gibson. Testimonio repetido, con un guión bien aprendido, en el que sólo queda claro que Ruiz Alonso fue a detenerle por orden de Velasco, interino de Valdés, por una denuncia, que no reconoce quién la había firmado, y que no sabía que estaba en casa de los Rosales, que él no sabía de quién era esa casa, y que fueron sólo dos personas, y lo llevaron pacíficamente al Gobierno Civil. El mismo cuenta que cuando se fue a interesar por Lorca, Valdés le dijo, lo mismo que cuenta Luis Rosales, que ya había sido fusilado, cuando en verdad permanecía aún en las dependencias de dicho gobierno.

Ruiz Alonso tan amigo de Trescastro, debía ser el único que no sabía que éste se iba pavoneando de haber participado en el fusilamiento, diciendo: "Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón". Trescastro era compadre de Ruiz Alonso, y estas declaraciones las hizo en el bar Pasaje, conocido como La Pajarera, y se dijo en voz alta para que todos lo oyeran.

Pero una cosa era la chulería de la represión fascista y otra muy distinta la política del régimen. Y éste intentó tapar y matizar su fusilamiento, porque qué se podía decir de un régimen que mataba poetas (Machado, Miguel Hernández, García Lorca) o que los mandaba al exilio (León Felipe, Cernuda, Garfias, Altolaguirre, Bergamín, Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí, Carlota O'Neill y un largo etc.).

Esto son los análisis que Gibson saca a la luz, porque el pueblo que no sabe lo que ha sido no sabe lo qué es. Y es necesario recuperar la Historia para que jamás vuelva a ocurrir. Para que todos lo recuerden y no se cometan los mismo errores o parecidos.

Publicado en El Otro País, edición papel, de Diciembre de 2007.