RECUPERAR LA HISTORIA.

 

Estos comentarios son a propósito del documental La Mala Muerte, exhibido ayer, 7 de julio de 2005, en la Filmoteca de Madrid, en abierto y dirigido por Fidel  Cordero y   José Manuel Martín. La película de una hora y tres cuartos de duración, está realizada como tantos otros documentales de este tipo, es decir con entrevistas a los testigos orales, a Asociaciones,  a Historiadores, a Periodistas-Escritores. Los autores al comienzo agradecieron a los promotores la subvención que ha permitido realizar este documento. Y en verdad, eso si que se nota. La longitud del metraje, el doblaje, la limpieza del sonido, es decir la técnica avanzada, no desmerece y aún mejora otros documentales vistos, en los que el sonido directo o la rapidez de las secuencias, posiblemente por la pobreza de medios, no permitían explayarse más.

 Pero la técnica no es todo. El documento trata mayoritariamente de la apertura de las fosas de fusilados por los franquistas en las carreteras, sin juicio, sin justificación, de Castilla y León, (entonces se llamaba Castilla La Vieja). Las imágenes del hallazgo de las víctimas, a medida que los colaboradores de las distintas Asociaciones van trabajando, son impresionantes. Estas imágenes se apoyan con los comentarios variados de historiadores, responsables de las asociaciones, de algún alcalde, de algún escritor.

 Al afrontar la recuperación de la Memoria Histórica, no hay que olvidar el apellido, es decir lo de “Histórica”. Es verdad que en el documento se habla de fascistas, de víctmas, de malos y buenos (quizás esto en demasía, repetido 2 ó 3 veces), de envidias, de mal-quereres. Justificamos estas expresiones en las gentes llanas del pueblo o pueblos, familiares de los desaparecidos buscados. Creo injustificable que esto no se desarrolle por los responsables de las búsquedas, por los responsables de Universidades y de estamentos, municipios, comunidades, etc. Y lo creo injustificable, porque así, el producto final, el documento, que se queja del miedo que hay a reflotar la Memoria, cae en el mismo error, en el miedo a ser político, en el miedo a ser claros, a reflejar una postura política. No se atreve a hacer un análisis histórico serio de lo que ocurrió y por qué ocurrió. Sólo escuché y en no más de 20 segundos, a Jose María Pedreño, que no vuelve a salir más en el documento, responsable principal del Foro por la Memoria, decir con una lucidez manifiesta algo parecido a: “Lo que ocurrió en los pueblos fue consecuencia de la lucha de clases”. Ni más ni menos, ni menos ni más.

 Buscar rencillas, envidias, la borrachera de los falangistas que iban a realizar las sacas, o lo malvado que era el terrateniente, sólo sirve para elevar el tinte dramático. Lo que realmente, históricamente, existió es que en España en el 1936, había dos clases enfrentadas, en ebullición. La clase oligárquica asociada con el fascismo, los militares rebeldes africanistas y la iglesia oficial, y, por otro lado, los obreros, intelectuales y campesinos. Y una República, república de trabajadores, como se reconocía en la Constitución de 1931, que intentaba democráticamente, mediante la Ley Agraria, las leyes de laicidad, de la enseñanza, de la expulsión de congregaciones religiosas asociadas a la oligarquía, etc. elevar el nivel cultural del país, huyendo de la miseria campesina, fomentada por terratenientes y caciques. Y un proletariado, que desde 1917, miraba a unos países que habían conseguido extirpar las oligarquías clásicas, creando unos estados socialistas. Pero sólo por pensar que la Revolución era la solución, la Revolución no llega. De hecho el Partido Comunista durante la guerra civil se arrimó a la democracia tradicional buscando el ganar la guerra, y apartándose de quienes (anarquistas, socialistas de izquierda y poumistas) querían llegar antes a los cambios, vía colectivizaciones.

Primero Mola, y después Franco lo vieron claro. El peligro era la otra clase y quienes la amparaban. Estos últimos, poetas, novelistas, autores teatrales, maestros, catedráticos, había que eliminarlos sin piedad. A los más incultos, a los analfabetos, también, pero eran menos peligrosos. ¿Por qué eran menos peligrosos? Porque dónde se llevó a cabo la mayor represión, sin juicios, con listas negras, con sacas de las cárceles, con campos de concentración, no había ya guerra. La mayor represión del 36 y 37 se llevó a cabo en zonas como Castilla la Vieja (la nacional, que se había unido desde el primer momento), Galicia, y Extremadura y Andalucía Occidental, que resistieron muy poco. Es decir dónde no hubo frentes. Salvo Badajoz, que resistió, pero luego al acabar la resistencia la masacre fue peor, 3.000 muertos en 24 horas, ¡más que Pinochet, en toda su dictadura, en que se estiman 3.000 desaparecidos!. Entonces, el por qué está claro, la clase diferente, y la estrategia, fomentar el terror. Mola hablaba que el 10% de la población de cada pueblo había que fusilarla, para causar el terror en el resto, y para no dejar enemigos atrás. Pero si no se conseguía matar al que se buscaba, maestro, secretario del ayuntamiento, lider sindicalista de la UGT, CNT, militantes de partidos, desde republicanos hasta comunistas, o simplemente ateos, señalados por los curas, entonces para llegar a esas cifras, (producto de listas negras, en poder de la Guardia Civil, el falangista de turno, el cura párroco, el terrateniente…) se echaba mano de familiares, amigos o conocidos de los buscados. Hay que fijarse muy bien en lo dicho, quiénes buscaban, la clase explotadora, oligárquica, y quienes vivían de ella, y a quiénes se buscaba, a los campesinos, trabajadores, e intelectuales que no tragaban con la explotación de los primeros. La historia de la humanidad, es la historia de la lucha de clases, decía Marx y decía verdad. Lo único que cambia es el modo de exponerlo.

 Decía Emilio Silva en una de las intervenciones de la película, que habían optado por enseñar los restos machacados por las balas, cabeza con tiros en la nuca, etc., para ofrecer un testimonio a la Memoria. Estoy de acuerdo, pero llego a más lejos. ¿Por qué se pega un tiro en la nuca?. Y ésta es la contestación que el documento no dá. ¿La envidia?. He conocido en mi vida varios pueblos, con gente muy envidiosa y no he visto nunca que fueran pegando tiros en la nuca a la gente. ¿El ser malqueridos?. La misma respuesta anterior. Ni siquiera por la carencia de armas. Cuántas veces con una escopeta de caza o un cuchillo se puede matar a un vecino. Sin embargo no se suele hacer. Luego no parece que las rencillas ciudadanas sean el motivo. El odio, pues sólo el odio, tampoco. Durante toda la dictadura se ha odiado a Franco y su camarilla y no ha sido suficiente para echarlo. El motivo real y verdadero, el motivo histórico, era que una clase, la clase explotada, había tomado conciencia de sí misma. Estaba acabándose el caciquismo, estaba acabándose la superstición religiosa, estaba acabándose la explotación de los hombres del campo y de la fábrica. Es decir la clase explotada había dicho basta. Y si se hubiera ganado la guerra al fascismo, hubiera sido como en Francia cuando se ganó al nazismo, o en Italia o Gran Bretaña. Una subida espectacular en el nivel cultural, humano, una subida en el nivel económico y un nivel democrático saliéndose de las manos del fascismo oligárquico. Los ricos y poderosos tenían que hacer muchas concesiones, y no estaban dispuestos a hacerlas. Esa es la causa y no otra, de los tiros en la nuca. Cuanto antes y con total impunidad. Y esto llega hasta hoy. Por eso se rasgan las vestiduras cuando abríamos una fosa y por eso debemos decir por qué la abrimos: es decir las  causas políticas para conocer y difundir la verdad Histórica. No la Memoria, sino la Memoria Histórica.

 Y en el documental no se mencionan partidos, no se mencionan apenas nombres, no se hace referencia histórica, sino social y familiar. Es más cuando se habla de un comunista, primero se dice que era de uno de los partidos ”monárquicos”, confundiéndolo todo. Es decir se pasa de puntillas por el fondo de la cuestión. El documento recoge el entierro de víctimas en un cementerio acompañados por ¡el cura!. Habría que haber dicho: los mismos que los mataron, vienen ahora a enterrarlos. ¡Por favor!. ¡Qué respeto a los muertos, muertos ateos, muertos comunistas, muertos anarquistas, muertos socialistas, de UGT, de FAI, de CNT, de POUM, de izquierda republicana, de otros pequeños partidos laicos y ateos.!. Esto hay que decirlo por que quién vé el documento y no lo ha vivido, ni siquiera la dictadura (la sala estaba llena de jóvenes de menos de 30 años), no sabe lo que representaba un cura en un pueblo en el 1936.

 Por ello por lo que calla el documento, más que por lo que muestra, es por lo que está sin maquillar. Es como una cerveza sin alcohol, o una cola sin cafeína, ligth. Por eso no salí satisfecho. Lo mejor, y tiene muchas cosas buenas, la participación de jóvenes, en las entrevistas, en los actos, en la dirección del documental, y en la sala. Que yo recuerde es la primera vez que veo un documental de este tipo comprando entrada en taquilla. Lo normal ha sido verlo en actos restringidos o en cadenas nocturnas y lejanas de TV, sin avisar. Quiero animar a los creadores, dicéndoles que estamos a su lado y que en la tarea de recuperación tienen que contarnos con todo detalle lo que ha pasado en este país, durante tantos años de silencio y de derrota.

 No sé si he sido un poco duro en mis apreciaciones críticas, pero en Historia, hay que ser claro y el no serlo da sensación de miedo, de complicidad con el vencedor, de falta de profundidad, y hay que elevar el testimonio de los caídos, de las víctimas, por encima del entorno social y familiar y dejar constancia política, que precisamente por ello cayeron, sin olvidar que detrás de cada acto político hay una persona y un testimonio humano. Los que cayeron fusilados, o sufrimos cárcel y/o exilio, lo fuimos por nuestras ideas, por republicanos, por ser del otro lado, contra el que se levantaron los rebeldes precisamente por eso, por ser republicanos, y esto hay que hacerlo constar en paredes, monolitos, lápidas, tumbas, monumentos, para honor y memoria histórica de los que en el futuro pasen y lo vean.

No fueron rencillas que terminaron con ajustes de cuentas. Se mató hasta la extenuación. Un tal periodista, que participa en el documental, hablaba de hasta 300.000 represariados, no sólo fusilados, sino fallecidos en campos y hospitales por enfermedades derivadas de la guerra, entre ellas por hambre, derivado de la persecución fascista.

Por eso, cuando veo una lápida con un NO OS OLVIDAMOS y un cura echando un responso, pienso, “¿Qué burla es esta?”. No os olvidamos ¡por haber sido asesinados, por ser injustamente tratados, por defender la libertad y la justicia, por haber estado del lado de la II República!. Y esto hay que decirlo si se quiere recuperar la Historia.

 Antonio Cruz González

DESPAGE. Desaparecidos de la guerra y el exilio republicano. www.nodo50.org/despage

7 Julio 2005.