El extraño caso Oscar Pérez Solís
Pepe Gutiérrez-Álvarez
Febrero 2007
Nacido en Asturias, en 1882, su nombre figura en la historia del socialismo y aunque
sea con letras torcidas en la del comunismo español. Pérez Solís, ex-capitán de
artillería, miembro destacado del PSOE, representante del sector "tercerista"
que desde 1921, fue uno de los más importantes dirigentes del PCE, convertido finalmente
al integrismo católico y franquista. Un buen escritor de la estirpe de Pío Baroja
habría encontrado en su vida material para un turbulenta novela.
Oscar pasó su infancia en El Ferrol, antes de que su familia se trasladara a Valladolid.
Ingresó en la academia de Artillería de Segovia y en 1902 se graduó de teniente. Unos
años después fue destinado a Las Palmas, en donde permaneció durante un año y medio.
Allí, un soldado sevillano de la batería en la que estaba destinado, Juan Salvador, le
introdujo en las ideas anarquistas, y llegó a colaborar con un grupo ácrata llamado
"Luz y Progreso" hasta el momento del atentado de Mateo Morral contra la
comitiva real, en la madrileña calle Mayor.
Cuando llegó en 1908 a Valladolid, las lecturas de los autores libertarios las canalizó
hacia el socialismo, ingresando en la agrupación local en abril de 1910, con el
pseudónimo de Juan Salvador. Su militancia socialista fue -naturalmente- mal vista por su
familia y por los círculos castrenses que no se entendían como alguien de su
"rango" pudiera hacer semejantes opciones Después de participar en algunas de
las giras organizadas en el verano de 1910 en solidaridad activa con la huelga minera
vizcaína, fue ascendido a capitán en 1911, aunque se le recomendó que pidiera un
traslado a Cartagena. Entonces pidió abandonar el servicio activo y pasó a la situación
"de reemplazo", continuando en la capital castellana.
Su siguiente paso fue pedir la separación definitiva del ejército en junio de 1913,
decisión que resultó precipitada por su participación destacada en unos incidentes
ocurridos en el ayuntamiento cuando el concejal Remigio Cabello, dirigente socialista
local, abofeteó a otro compañero de corporación, lo que le significó a Solís un
expediente que fue archivado tras su abandono de la carrera militar. A partir de entonces
su militancia se intensificó. Participó en un acto público en la población vizcaína
de Valmaseda y, poco después, se hizo cargo de la dirección de ¡Adelante!, el
periódico que editaban el PSOE y la UGT de Valladolid. Además, desde 1914, hasta 1917,
fue edil y diputado provincial.
Abandonó dichos cargos en discrepancias con la dirección socialista nacional en protesta
por la actitud del PSOE en relación a la huelga general de 1917 en la capital del
Pisuerga. Procesado por estos hechos, fue condenado a la pena de destierro; se refugió en
Lisboa, en donde permaneció unos meses, antes de regresar a Valladolid. Perteneciente al
ala izquierdista del socialismo coqueteó con el regionalismo que, impulsado por los
catalanistas, comenzaba a despertar en diversas regiones españolas. Así, Oscar asistió
a la reunión "castellanista" que se celebró en Salamanca con la asistencia,
entre otros, de Unamuno y viajó a Cataluña para entrevistarse con Cambó.
En 1920, a consecuencia de su participación en el mitin que intentó reconducir las
protestas contra el alza del precio del pan, durante las que fue detenido, procesado y
condenado de nuevo a destierro. Esta vez por diez años. Entonces, Solís se instaló en
Bilbao. Allí, en diciembre, fue candidato a diputado nacional por Valmaseda. Fue una
reñida votación durante la que se produjeron diversos incidentes. Por ellos fue detenido
y encarcelado en la prisión bilbaína de Larrinaga hasta marzo de 1921.
En Bilbao, Oscar había establecido contactos con los incipientes grupos comunistas a los
que se había acercado. En abril, como delegado de la agrupación bilbaína, acudió al
congreso que el PSOE celebró en Madrid. En él (ya en el congreso de 1919 había
propuesto la fusión de la segunda y tercera Internacional), protagonizó unas vibrantes
intervenciones en defensa de la integración del partido en la internacional comunista. Al
ser rechazada la propuesta, junto a otros dirigentes socialistas, encabezaron una
posterior escisión de la que nació el PCOE, partido que terminó fusionándose con el
otro partido comunista existente -el creado desde el ala radical de las juventudes
socialistas- ese mismo año. Solís se convirtió en uno de sus más importantes
dirigentes.
Fue nombrado redactor del periódico La Bandera Roja y miembro del comité central del
nuevo PCE. Durante los años de la dictadura de Primo, sus colaboraciones en el periódico
madrileño La Antorcha, intentaron reconducir a la CNT hacia posiciones cercanas al
marxismo ruso. Durante los años siguientes, hasta su viaje a Rusia en la primavera de
1924, fue detenido en diversas ocasiones, acusado de participar en atentados ocurridos en
Bilbao, y fue uno de los más importantes propagandistas comunistas interviniendo en
diversas giras de mítines y dando conferencias en instituciones culturales como el Ateneo
de Madrid. Partió para el exilio tras el golpe de Primo de Rivera. Encarcelado en Bilbao
durante el segundo semestre de 1923, regresó a Valladolid en enero de 1924. Allí le
esperaba un nuevo juicio por sus artículos contra la sentencia a un militante comunista
vizcaíno. Para evitar regresar a la prisión huyó a Francia, a París, en donde estuvo
hasta su salida hacia Moscú para asistir al congreso de la Komintern. Después regresó a
la capital gala hasta que, a fines de 1924 regresó a España acogiéndose a una
amnistía.
La trayectoria posterior de Oscar Pérez Solís fue tan agitada como lo había sido hasta
entonces. Recién regresado de Francia, fue de nuevo detenido y encarcelado, en Barcelona,
hasta el verano de 1927. Unos meses después anunció públicamente que abandonaba el PCE
y retomaba su fe católica. Era el resultado del trabajo que en la prisión habían
realizado los sacerdotes Chalbaud, jesuita, y Gafo, dominico. El primero, por indicación
de una hermana de Solís le había visitado ya durante el tiempo que pasó en 1923 en la
cárcel de Bilbao. El segundo, lo hizo en Barcelona. Tras el abandono del comunismo
regresó a Valladolid, se hizo seguidor de los sindicatos católicos que animaba el cura
Gafo y comenzó a trabajar en la delegación de la CAMPSA. Dios y los negocios de la misma
mano.
Durante la IIª República se fue acercando hasta la extrema derecha. Finalmente ingresó
en Falange Española y participó en la sublevación de julio de 1936 en Oviedo. Sobre
ello publicó un libro prologado por el general Antonio Aranda en 1942 en Valladolid.
Según testimonio de Juan Andrade, durante la guerra civil, Pérez Solís contribuyó a
salvar a los antiguos camaradas que pudo. Por ejemplo, según Juan Andrade se interesó
vivamente por la suerte de Joaquín Maurín. Una historia llena de luces y sombras que
espera la lupa de un buen biógrafo. Luego, su pista se pierde. Menos mal.