NEGRÍN: puntos oscuros.

 

Con la aparición del libro de Ricardo Miralles sobre "Juan Negrín. La República en guerra" (1) se pretende una actualización de la figura del que fue Presidente del Consejo de Ministros en la 2ª República Española. Miralles investiga y hace hincapié en aclarar las acusaciones principales que se hicieron en contra de Negrín y que son más conocidas: 1) Colaboración y amparo de los comunistas, 2) División del Partido Socialista Obrero Español y 3) Financiación a través del oro del Banco de España y de otros créditos de la economía de guerra y del exilio posterior.

Creemos que a la luz de los archivos consultados por el autor, así como el acceso a diálogos y conversaciones con personas del entorno de Negrín, se puede observar un acercamiento a su figura histórica dando luz a aquellas partes que se conocían poco o nada.

Pero el hecho de esta aproximación no quiere decir que no queden puntos en la vida del biografiado, así como en la exposición del autor del libro que deberían haber sido expuestos con más claridad.

Para nosotros, con los datos históricos que poseemos, que quizás sean inferiores a los del autor, no podemos admitir que no salgan a la luz los siguientes sucesos:

1) Disolución del POUM y detención de sus miembros. 2) Detención, secuestro, tortura y asesinato de Andreu Nin. 3) Financiación de algunas partidas contables mediante crédito de la Unión Soviética, que se hacen constar en la biografía, que no aparecen justificadas en ningún lugar.

Bien es cierto que el autor al estudiar y exponer la figura de Negrín, intenta ser objetivo y presentarlo como historiador y no como hagiógrafo. Ignoramos por qué no entra a valorar de lleno los puntos antes expuestos.

Intentando que se debatan estos puntos, tenemos que aportar con relación al primero, que Negrín, el 16 de junio de 1937, no debió disolver un partido político con la sola presión de los comunistas. Las fuerzas que operaban en la República con orden directa desde Moscú, desde el 28 de diciembre de 1936, en que se acordó por mandato de Stalin, la persecución del POUM, no era solamente el PCE, que fue correa de transmisión en muchos casos, pero no el brazo ejecutor. En el libro se indica las divergencias de Negrín con embajadores, asesores y enviados directos de Moscú. Sin embargo, en el momento de la toma de posesión de la presidencia de Gobierno, no tuvo el valor, o le importó muy poco, personal y políticamente, descalificar a un partido que había participado en el Frente Popular.

Miralles, pasando de puntillas, y por referencias en los anexos, ya que podríamos comentar que no indica referencia bibliográfica seria sobre este tema del POUM, viene a decir que el POUM era un partido bolchevique que pretendía hacer la Revolución. Si esta es toda la explicación que nos da el autor, la justificación para Negrín es lamentable. Porque ese objetivo, lo tenía desde la izquierda caballerista del PSOE, hasta la CNT-FAI, pasando (teóricamente claro está) por el PCE. La diferencia entre unos y otros podría ser cuestión de estrategia y de tiempo, pero todos se ilusionaban con ser revolucionarios y de atacar el fascismo como revolucionarios que eran.

Si por ese objetivo, un partido minoritario, de implantación casi única en Catalunya y Aragón, fue condenado, esa condena es políticamente impresentable, como mas impresentable fue, intentar justificarla como partido que ayudaba a los fascistas o que tenía tendencias filofascistas.

Además si se optaba por la ilegalización motivada por los sucesos de mayo del 1937 en Barcelona, Negrín hubiera tenido que ilegalizar a la FAI y a la CNT, compañeros con el POUM, en los sucesos catalanes. Pero a tanto, Negrín no se atrevió. Pensar a estas alturas por un historiador como Miralles, que un partido de 40.000 militantes podía tomar el palacio de Invierno, por muchas veces que lo dijera Nin, o por muchas veces que se publicase en la Batalla, es un cuento de hadas, sin justificación histórica posible.

Lo diremos una vez más, el POUM fue perseguido por Stalin, porque fue el único partido que se atrevió a publicar desde un primer momento, en sus publicaciones, los procesos de Moscú contra los bolcheviques, llevados a cabo bajo la recomendación directa del camarada Stalin. Esto no se perdonó.

También Miralles, para asentar sus tesis cita a Elorza y Bizcarrondo, condenando a NIN y al POUM, por tener como único objetivo reproducir la experiencia bolchevique del 1917, considerando a la República como obstáculo a la Revolución. Bien, insistimos que de los componentes del Frente Popular, todos los partidos y sindicatos representantes de la clase obrera, querían (teóricamente al menos) hacer la Revolución. Y presentar este principio no quiere decir hacerlo. De hecho, Guillamón (2) autor serio en el estudio sobre el trosquismo español, nos dice que "mayo del 37 no encontró una dirección revolucionaria capaz de trasformar la insurrección espontánea en una revolución, como no la había hallado tampoco en julio del 36. Ni en julio ni en mayo se planteó la toma del poder por la clase obrera. …los comités obreros se limitaron a ejercer un poder "local"…y …Mayo del 37, como julio del 36 fue una revolución sin partidos revolucionarios".

Así mismo en carta citada de Van a Naville (2) se dice "los 40.000 miembros del POUM (si la cifra es exacta) no pueden asegurar por sí solos la victoria del proletariado…" "Y para obtener la victoria (el POUM) es necesaria la política de Lenin no la Martov".

Aunque discutibles todas estas apreciaciones, estamos ante un partido revolucionario que por sí solo, ni siquiera en coalición con la CNT-FAI, teniendo las armas en la mano, pudo hacer la Revolución, ¿Cómo resistir las acusaciones cuando sólo eran discursos en el periódico La Batalla?.

La persecución del POUM fue de hecho, dice Miralles, una liquidación política (el 7 de marzo de 1937, el Secretariado de la Comitern llamaba a la liquidación: "El PCE debe conseguir del gobierno y de las masas que esta organización sea liquidada"), pero también lo fue penal, tras la detención de sus principales dirigentes se intentó una nueva versión de los procesos de Moscú, salvo que la rectitud de ciertos jueces impidió el asesinato a través de un simulacro de juicios (3), condenándolos por atentados contra el orden público y la legalidad vigente, pero no por los delitos de traición ni de inteligencia contra el enemigo (1), y por último también fue una liquidación física: más conocido la de Nin, pero también Kart Landau, los troskystas Hans David Freund, Edwin Wolf y Carrasco, y los anarquistas Camilo Berneri, Francesco Barbieri y otros menos conocidos. Se persiguió a los Amigos de Durruti y a la Sección bolchevique-leninista (2).

Y todo esto amparado por Negrín con una política de "reconstrucción del Estado y (con la intención de) restaurar su autoridad". Miralles debía de haber tratado con más detalle este primer punto, ya que si el POUM quería ir (según su afirmación) a la conquista absoluta del poder mediante la creación de un Frente Obrero Revolucionario, ¿adónde quería ir el PCE? Y ¿adónde Negrín?. Cuando los argumentos no resisten la parte contraria, es mejor no utilizarlos.

Con relación al segundo punto, detención de Andreu Nin el 16 de junio de 1937, y posterior secuestro el 21 de junio de la prisión de Alcalá de Henares (Madrid), Negrín demostró (1) "que estaba dispuesto a echar tierra sobre el asunto al aceptar la versión fantástica de que Nin había sido raptado por agentes de la GESTAPO. Pero es evidente que Negrín supo enseguida lo sucedido".

Según cita Miralles, del relato de Jesús Hernández: "Negrín me mandó llamar muy contrariado para decirme: ¿Qué han hecho ustedes con Nin?." "Con evidente enojo, relata Hernández; me explicó que le había informado el ministro de la Gobernación de toda una serie de tropelías cometidas en Barcelona por la policía soviética, que actuaba como en territorio propio, sin tomarse la molestia de advertir siquiera por delicadeza a las autoridades españolas de las detenciones de ciudadanos españoles; que a estos detenidos se les trasladaba de un lado a otro sin mandamiento ni exhorto judicial alguno y que se les encerraba en prisiones particulares, ajenas al control de las autoridades legales…No sabía que contestarle. Podría decirle que pensaba como él…que también yo me preguntaba dónde estaba Nin y que aborrecía a Orlov y a su pandilla policíaca. Pero no me decidí. Veía venir la tormenta sobre nuestro partido (el PCE) y me dispuse a defenderlo aunque en aquel caso la defensa del partido llevaba implícita la defensa de un posible crimen".

Irujo informó: "Nin fue arrebatado por la Columna Internacional General Orloff" (sic) (1).

Y para colmar el vaso, en el consejo de ministros de 25 de octubre, a la protesta de Irujo de que "Nin no ha aparecido", Negrín responde: "¿Qué importa? Es uno más".

Al menos en este punto, Miralles afirma: "es innegable que el asesinato de Nin fue un crimen atroz y que la decisión de Negrín de tapar el asunto lo inculpa sin duda alguna".

El hecho de seguir después algún relato de Gorkin y de Bolloten, oscurece el tema. Es en estos momentos dónde Miralles debía haber utilizado fuentes más amplias y sin duda más veraces.

El tercer punto oscuro es parte de la financiación que utilizó Negrín, y que lo mismo para nosotros, que para Miralles, no está clara. Nos referimos al crédito solicitado a Moscú de 60 millones de dólares, en septiembre de 1938, por el embajador en París, Marcelino Pascua. Stalin aceptó conceder el crédito a la República, pero, cita Miralles, no existiendo ya oro como aval que lo garantizase, lo más probable es que la garantía exigida fueran las cuentas abiertas en la Banque Comercial pour l'Èurope du Nord, de París, y en el Moscow Narodny Bank Ltd. de Londres. Teniendo en cuenta que el suministro de armas siguió en la segunda mitad del 38, realizándose posiblemente con este crédito, la pregunta es ¿se consumió entero el préstamo? ¿Desaparecieron por completo las divisas republicanas generadas por la venta del oro al Banco del Estado soviético y trasferidas a esas dos ciudades dónde eran acreditadas en las cuentas del Ministerio de Hacienda de la República española?. Miralles contesta: "secreto absoluto".

A nosotros nos cabe indagar, históricamente hablando, ¿es que no es posible conocer las cuentas del Gobierno de la República?. Se supone que un Gobierno va dejando un reguero de documentos, avales, contabilidades, etc. que evita el total desconocimiento de estas partidas. Por otro lado el partido del Gobierno de la República con Negrín, en este caso el PSOE, es posible que cuente con algún indicio, dónde poder averiguar este tercer punto oscuro.

Confiamos que la Historia, con mayúscula, se vaya despejando, y que gracias a investigadores, políticos e instituciones, podamos encontrar los datos para que la República española recupere el lugar completo en la Historia.

Antonio Cruz González

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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:

(1).- Juan Negrín. La República en guerra. Ricardo Miralles. Temas de hoy. Madrid 2003.

(2).- Documentación histórica del trosquismo español (1936- 1948). Agustín Guillamón. Ediciones de la Torre. Madrid. 1996.

(3).- Experiencias de la Revolución. Ignacio Iglesias. Laertes y Fundación Andreu Nin. Madrid 2002.