Héroes de la II República Española

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PABLO DE LA TORRIENTE BRAU

S. Juan de Puerto Rico 1901- Majadahonda (España) 1936

 

Dibujo de Fernando Briones para Al Ataque.

 

por Antonio Cruz González, para DESPAGE.

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Pablo era hijo de un español nacido en Hermosa, provincia de Santander. Naciendo en Puerto Rico, su familia viajó a Cuba cuando Pablo tuvo cinco años, por lo que siempre se le ha considerado cubano. Allí conoció la dictadura de Batista, que de facto, duró desde 1.934 hasta  enero de 1.959 (revolución de Fidel Castro). Aunque a veces el gobierno estaba nominalmente bajo algún presidente (hasta 7 presidentes-títeres hubo), era el sargento dictador Batista el que dictaba el guión en la sombra . Pablo además de la represión conoció el exilio en Nueva York, desde 1935, por sus actividades contra la dictadura cubana de Machado.

Cuando se conoció la noticia del Golpe de Estado contra la República española hizo gestiones para desplazarse a nuestro país. A través de la revista New Masses de los comunistas norteamericanos y del periódico El Machete, edición del partido comunista mexicano, consiguió la corresponsalía para informar de la guerra de España y trasladarse a los frentes dónde se desarrollaba la misma. A su familia le escribió, después de asistir a un mítin en Union Square (Nueva York) a favor del Frente Popular: "Me voy a España, a la revolución española. A ver un pueblo en lucha. A conocer héroes..." En ese momento desconocía que el héroe iba a ser él. Pablo ya había venido a España de niño, en 1903, es decir con dos años de edad. Le habían traído sus padres para asistir al entierro de su abuelo paterno, Francisco de la Torriente Hernández. Es de suponer que con esa edad, el viaje no quedó en su recuerdo.

Cuando conoció el frente de Somosierra se dió cuenta que escribir sobre la guerra no era suficiente, había que participar más activamente en la lucha por la libertad, desde ese momento luchó con la pluma, como Comisario de Cultura y también con el fusil en las trincheras de la Brigada del Campesino, al que entrevistó y se quedó con sus hombres. Participó en las batallas de Pozuelo, Boadilla del Monte, en la retaguardia en Alcalá de Henares y Majadahonda, dónde murió.

Su actividad de propaganda en el frente consistía en organizar actos políticos para levantar el ánimo de los milicianos, utilizando a veces las naves de las iglesias. Por su condición de escritor había entablado relación con la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Estos eran invitados (entre ellos Antonio Aparicio y Miguel Hernández), a participar en los mítines. A los dos poetas los integró en el Comisariado de la Cultura de la Brigada. Los tres prepararon un periódico de propaganda, Al Ataque, para uso de los milicianos de la brigada. Tambíen se trasmitían las principales noticias de la guerra a través de periódicos murales que estaban a su cargo.

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Cabecera del periódico del frente editado por Torriente, Aparicio y Hernández

En la labor de propaganda destacó las arengas a través de grandes altavoces, que solían ser con una prosa cuidada y no improvisada, que intentaba hacer efecto psicológico no sólo en las propias tropas sino también en las filas fascistas. Miguel Hernández participaba con sus poemas.

De Pablo, nos cuenta Jorge M. Reverte en La Batalla de Madrid, que "era un organizador y trabajador incansable, ...que era escritor y periodista, y además un luchador de primera, ...que no rehuía nunca la primera línea de fuego, a pesar de destacar mucho fisicamente, pues tenía 1m 85cm de estatura, y era muy valiente."

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Pablo de la Torriente Brau. En el centro sobresaliendo a la izquierda, apoyado en un cañón en el frente de Somosierra.              (Gentileza del Centro Cultural Pablo de la Torriente de Cuba)

Su trágica muerte en una batalla en el frente Pozuelo-Majadahonda, el 19 de diciembre de 1936, terminó con la desaparición, por unas horas, de su cuerpo. Efectivamente, otro cubano, Policarpo Candón, que mandaba la Segunda Compañía del primer batallón Móvil, le echa en falta y dirigiéndose a Justino Frutos Redondo, le comenta que hay que buscarle, que tiene que aparecer cuanto antes, por si estando herido se le puede auxiliar. La verdad es que quedó en una zona entre ambas trincheras y no era tan fácil llegar hasta él, y más desconociendo el sitio exacto. Uno autores dicen que pasaron 24 horas sin saber nada de él y que cuando le encontraron, todavía tenía el cuerpo caliente, lo que indicaba a todos luces que no murió enseguida, sino que quedó herido y sin asistencia. Otros autores dicen que tardaron tres días en poder devolver el cadáver a la trinchera. En todo caso, siempre se habla de un joven niño de unos trece años, que el había prohijado, que le llamaba su "ayudante" y que le acompañaba casi siempre en posiciones sin riesgo. Parece ser que fué a buscarle sin permiso y también murió. Quedó su nombre: Pepito, otra víctima inocente del franquismo.

El comandante cubano, Policarpo Candón, tras el rescate por una patrulla, con nocturnidad y mucho riesgo, se hace cargo del cadáver y de la documentación, que el mismo Pablo había enterrado cerca de sí, posiblemente con la intención de que si él caía en manos enemigas, se tardara en identificarle.

Pablo fué trasladado primero a Alcalá de Henares, dónde hubo un homenaje en el que El Campesino destacó su ejemplo y su valor, le condecoró con la insignia de capitán, y su cadáver fue enterrado en el cementerio de Chamartín de la Rosa, Madrid, y luego a petición de su compañera, Teté Casuso, desde La Habana, reclamó su cadáver para darle entierro en la isla. Parece ser que sus restos fueron enviados a Barcelona para embarcarlos rumbo a la isla caribeña; debido al bloqueo del puerto no pudieron salir y fueron enterrados en Montjuic (Barcelona), yendo a parar a una fosa común cuando entraron los franquistas en esa ciudad, sin haber sido localizado aún.

Pasionaria, en sus Memorias, recordaba: "...mi pensamiento no se apartaba de aquellos escritores y artistas que sienten la necesidad de luchar físicamente al lado de sus personajes, no contentándose sólo con escribir sobre ellos.

Asi lo hizo el poeta inglés Byron cuando acudió a luchar y morir al lado de los griegos, que combatían por su liberación nacional, hace más de dos siglos.

Así lo hicieron, solidarios con nuestro pueblo,...el cubano Pablo de la Torriente, ...caído en nuestra tierra." 

Siendo Comisario político de la unidad del Comité de Agitación y Propaganda, con treinta y cuatro años de edad, conoció a Rosario Sánchez Mora, una de las primeras milicianas que participaron en el frente con la brigada del Campesino,  que perdió la mano derecha en unas prácticas con dinamita. Pablo se hizo amigo de Miguel Hernández, quién al conocer a Rosario la dedicó el poema "Rosario Dinamitera". Rosario, que aún vive, y de la que se acaban de publicar unas memorias, tuvo la fortuna de conocer a Pablo de la Torriente y a Miguel Hernández, dos héroes de nuestra República.

Nos cuenta Antonio Aparicio en el nº 1 de Al Ataque: "...vino Torriente a España para enviar desde aquí sus trabajos literarios sobre la guerra civil española. Pero, ya en España, no se limitó a esa labor. Su temperamento de luchador juvenil y apasionado le exigía un trabajo más duro dónde emplear la energía y tesón de su juventud combativa...Los soldados...vieron más de una vez a Torriente fijo en su puesto durante los momentos más encarnizados de la pelea, ayudando con su ejemplo a resistir el empuje enemigo. Eran los días dramáticos en que el peligro sobre Madrid aumentaba por instantes... Era el comisario que necesitaban los luchadores para conservar sus puestos sin vacilar, sin dejarse ganar por titubeos....Alguien me ha dicho que Torriente dejó allí en su Cuba natal (sic) (sin duda desconocía el autor de estas líneas, que Pablo había nacido en Puerto Rico) una mujer compañera de su vida. Cuando la noticia de la muerte cruce con alas negras el mar para clavarse sobre esta mujer y sobre todos los antifascistas cubanos, ella se preguntará ahogada de dolor que cómo pueden caer hombres como el suyo, que tan generosamente llevó siempre su vida y su obra".

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Pablo de la Torriente Brau, a la derecha con su gran estatura en el frente de Somosierra.

(Gentileza del Centro Cultural Pablo de la Torriente de Cuba)

Hemos dejado como postre el Homenaje final que dejó Miguel Hernández y que nosotros transcribimos completo:

ELEGÍA SEGUNDA

(A Pablo de la Torriente, comisario político)

"Me quedaré en España, compañero".

me dijiste con gesto enamorado.

Y al fin sin tu edificio tronante de guerrero

en la hierba de España te has quedado.

 

Nadie llora a tu lado:

desde el soldado al duro comandante,

todos te ven, te cercan y te atienden

con ojos de granito amenazante,

con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.

 

Valentín (*) el volcán, que si llora algún día

será con unas lágrimas de hierro.

se viste emocionado de alegría

para robustecer el río de tu entierro.

 

Como el yunque que pierde su martillo,

Manuel Moral se calla

colérico y sencillo.

 

Y hay muchos capitanes y muchos comisarios

quitándote pedazos de metralla

poniendote trofeos funerarios.

 

Ya no hablarás de vivos y de muertos,

ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida

no te verá en las calles ni en los puertos

pasar como una ráfaga garrida.

 

Pablo de la Torriente,

has quedado en España

y en mi alma caído:

nunca se pondrá el sol sobre tu frente,

heredará tu altura la montaña

y tu valor el toro del bramido.

 

De una forma vestida de preclara

has perdido las plumas y los besos,

con el sol español puesto en la cara

y el de Cuba en los huesos.

 

Pasad ante el cubano generoso,

hombres de su brigada,

con el fusil furioso,

las botas iracundas y la mano crispada.

 

Miradlo sonriendo a los terrones

y exigiendo venganza bajo sus dientes mudos

a nuestros más floridos batallones

y a sus varones como rayos rudos.

 

Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.

No temáis que se extinga su sangre sin objeto,

porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan

aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.

 

(*) Se refiere a Valentín González, El Campesino, jefe de la Brigada primera de choque.

OBRAS.-

Pablo de la Torriente publicó los títulos siguientes: Batey (cuentos), La isla de los 500 asesinatos, Presidio Modelo y Peleando con los milicianos (crónicas y testimonio), Aventuras del soldado desconocido cubano (novela). El formidable epistolario de su exilio ha sido reunido en el volumen titulado Cartas cruzadas. También dejó numerosas cartas que iba enviando desde España. Su labor periodistica estaba siempre acompañada del fervor revolucionario y de formas del lenguaje que llegaban a todas las gentes que las leían. Sus reportajes denunciaban la dictadura de Gerardo Machado y las injusticias de la oligarquía cubana. Los testimonios de la Guerra de España los recogió en el libro citado anteriormente, Peleando con los milicianos, que se editó postumamente.
El Centro Cultural Pablo de la Torriente, de Cuba: http://www.centropablo.cult.cu/main_new.htm

ha publicado, en la colección Palabra de Pablo, de sus Ediciones La Memoria, el volumen titulado Cartas y Crónicas de España, que reúne, por primera vez, las versiones originales de los trabajos escritos por el cronista en España.
Email: vcasaus@cubarte.cult.cu


Agradecemos al Centro Cultural Pablo de la Torriente las facilidades que nos dá permitiendo publicar sus fotos y textos, para difusión de este Héroe de la República Española, tan poco conocido en España. ¡Gracias desde DESPAGE!

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:

Carlos Fonseca. Rosario Dinamitera. Ed. Temas de Hoy. Historia viva. Madrid. 2006.

Gerold Gino Baumann. Los voluntarios latinoamericanos en la Guerra Civil Española. Editorial Guayacán. San José de Costa Rica.1997.

Miguel Hernández. Obra completa. Editorial Zero SA. Biblioteca Promoción del Pueblo. Madrid. 1976.

Dolores Ibárruri. Memorias de Pasionaria (1939-1977). Planeta Espejo de España. Barcelona 1984.

Jorge M. Reverte. La batalla de Madrid. Ed. Planeta Agostini. Barcelona 2005.