Estimado amigo Vicenç Navarro:

Después de haber leído su magnífico artículo que aparece en El País Digital titulado "Reconciliación sí, olvido no" tengo el honor de enviarle las más expresivas y fraternales gracias, porque es la primera vez que leo en los medios de comunicación y en boca de un catedrático una manifestación tan neta, realista y detallada, analizando las consecuencias que acarreó nuestra guerra civil de liberación nacional contra el nazifascismo y la sublevación franquista.

Quizá habría que corregir algunas cifras, por ejemplo, que fueron más de 300.000 los asesinatos cometidos por las hordas reaccionarias, ya que no debemos olvidar contabilizar a los caídos en aquellos territorios que desde los primeros días quedaron ocupados por los rebeldes. Allí la represión fue feroz: en cada ciudad, pueblo o aldea que iban invadiendo eliminaron sistemáticamente a todo ser humano que mínimamente olía a izquierdas. Después de anunciar su pírrica victoria y la "paz de los cementerios", en el año 1939 continuaron su sádica limpieza y exterminio hasta el año 1975 con los cinco resistentes antifascistas que ejecutaron el 27 de septiembre en El Goloso, haciendo caso omiso del gran clamor mundial que reclamaba clemencia ante esta burla del respeto a los derechos humanos.

Dice usted que a su regreso a España le sorprendió la ignorancia que detectó en las aulas (precisamente allí donde suponemos deberían tener un mayor conocimiento de la reciente historia de nuestro Pueblo), entonces, ¿que podemos esperar de los demás estratos de la sociedad, que generalmente no tuvieron acceso durante cuarenta años nada más que al repetitivo sonido de las campanas del sistema clerical fascista? Lo más ignominioso y lamentable del problema derivado de nuestra contienda es que aquí, a la muerte del tirano no hubo ningún cambio, se pactó con franquistas y neofranquistas un traspaso de poderes, y aquellos que cogieron las riendas continuaron gestionando la herencia por delegación, sucesivamente, para que nadie pidiese responsabilidades a los autores del golpe militar fascista y sus consecuencias y todo quedase blanqueado y olvidado.

Tengo 75 años y pertenezco al colectivo de víctimas del fascismo. Desde 1939 a 1947 estuve luchando en las guerrillas, logré salvar mi vida y refugiarme con mís compañeros en Francia, donde permanecí exiliado cuarenta años. A mi padre lo asesinaron a palos en el campo de exterminio de Mathaussen y a dos hermanos suyos los fusilaron cuando los fascistas entraron en Santander. A mi familia le confiscaron todos los bienes y les expulsaron del pueblo porque yo estaba en la guerrilla en aquella zona. Y ahora que dicen que estamos en una democracia donde reina la libertad y la justicia, siguen negándonos nuestros derechos, que tenemos adquiridos por nuestra condición de combatientes republicanos a todos los efectos.

Resulta que este gobierno de turno, que se autotitula "de centro", nos dice que no considera oportuno reconocer nuestras peticiones y reivindicaciones. Naturalmente siguen sin condenar el golpe de estado de 1936, pero lo que no deberían olvidar es que tarde o temprano tendrán que salir a la luz pública los archivos de esta etapa histórica, donde cada uno se quedará en el lugar que le corresponda, y que en nuestra organización A.G.E. seguiremos luchando asiduamente, aquí y fuera de nuestras fronteras para que se nos escuche y haga justicia y para desenmascarar a tantos "reconvertidos" que siguen engañando al Pueblo.

Estimado amigo, muchísimas gracias y suscribo textualmente su aportación y contribución a restablecer la realidad histórica que con tanta claridad y dignidad ha manifestado públicamente.

Abrazos antifascistas,

Jesús de Cos Borbolla, ex-guerrillero y representante de A.G.E. en Cantabria.