La crisis de IMPA, según Murúa “Están atacando a un proyecto”

Un enfrentamiento interno llevó a un sector de los trabajadores a tomar la planta y no dejar ingresar al resto de sus compañeros. El tema de la subsistencia es una de las claves y la propuesta del gobierno nacional de solucionar el tema económico a cambio del alejamiento de Murúa, otra. Pero detrás de la crisis también se esconden problemas de funcionamiento y falta de comunicación.

 

IMPA, la nave insignia del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, atraviesa su peor crisis, con consecuencias impredecibles para el proceso de autogestión laboral que creció en la Argentina de los últimos años. La semana pasada, un grupo de trabajadores, mayoritariamente del sector Laminados, tomó la fábrica para exigir un cambio de autoridades. Los atrincherados impidieron el ingreso del resto de sus compañeros y de Eduardo Murúa, presidente del MNER y principal referente de la metalúrgica. Además, pidieron asesoramiento a Luis Caro, presidente del Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas por sus Trabajadores, organización enfrentada de manera visceral con la agrupación comandada por la cooperativa de Almagro.
Desde el viernes, cuando la policía reprimió a los trabajadores que intentaron reingresar a la fábrica, la planta está vallada a lo largo de cien metros. Este domingo a la tarde, 10 personas que quedaron afuera, con cara de haber pasado toda la noche allí, hacían guardia en la esquina de Querandíes y Pringles. A una cuadra, otras veinte revolvían un guiso de campaña que les templaba el ánimo. En la Biblioteca del Tren, ubicada enfrente de la planta, Eduardo Murúa discutía estrategias de acción con otra decena de compañeros. Allí atendió a lavaca para dar su mirada de lo que está ocurriendo.

-¿Cuál es el origen de este conflicto?
-Habíamos tenido un buen momento en el 2002 y el 2003, que significaba no solamente pagar los salarios, sino también afrontar las cuotas concursales, ya que Impa no está expropiada sino en un concurso privado de acreedores. Pero en el 2004 bajó el dólar, también el precio de los productos terminados y aumentaron las materias primas. Las ventajas comparativas que habíamos conseguido a partir de trabajar todo con chatarra, con reciclado, se fueron perdiendo. La chatarra aumentó hasta casi los mismos precios que si le compráramos a Aluar. Eso produjo una baja en la rentabilidad importante. No pudimos mantener el parque de maquinaras por falta de inversión y fuimos perdiendo clientes importantes. De cualquier modo, intentábamos llegar al punto de equilibrio para pagar los salarios y las cuotas concursales. En el 2004 lo logramos, los compañeros ganaron un promedio de 1.000 pesos por mes. Pero los últimos siete meses trabajamos a pérdida, con la expectativa de que íbamos a dar el salto. Pero nunca lo pudimos dar. Nunca pudimos instalarnos en la facturación de 750.000 pesos, como para no perder plata. Eso lleva a que diciembre y enero fuéramos a buscar una salida crediticia de 7 u 8 millones de pesos que le exigíamos al Gobierno para la reconversión tecnológica. Así podríamos atacar el mercado de aerosoles, que permitiría una mejora en la rentabilidad.

-Hasta aquí es una descripción económica, pero los comunicados de los trabajadores que reclaman por reingresar a IMPA hablan de una provocación del Gobierno.
-En ese momento, nosotros nos reunimos con el secretario del Presidente de la Nación, Oscar Parrilli, que nos dice que tiene la voluntad política de ayudar y nos manda a conversar con la presidenta del Banco Nación, Felisa Miccelli. Vamos a hablar con ella, le comentamos la situación, nos dice que había hablado con Parrilli y que veía la posibilidad de una solución. Nos manda a hablar con Banco Nación-Leassing. Después de un mes y medio nos dicen que por el tipo de estructura nuestra no podíamos negociar con ellos, que mejor fuéramos al Banco Nación- Fideicomiso. Vamos durante dos meses, carpeta sobre carpeta, diseño sobre diseño, hasta que en enero dicen que no nos pueden dar crédito porque la reglamentación del Central dice que a las empresas concursadas no se les puede dar créditos. Les decimos que nos estuvieron cargando cuatro meses, porque esto lo sabían desde un principio. Hubiéramos gastado las energías en otras cosas. Hasta viajamos a Uruguay para ver las máquinas necesarias para la reconversión. A partir de ese momento, comienza un plan de lucha de IMPA, con movilizaciones para que aparezca el crédito de otro lado. No podíamos creer que el Estado se declare impotente ante esta realidad: una empresa con 164 trabajadores, con plan de trabajo, con posibilidad de exportar nueve millones de pesos anuales... El Estado tuvo actitudes negativas, nos cambiaban de interlocutores todo los días. Convocamos para una movilización el famoso jueves del canje de la deuda, nos llaman para una reunión 9.30 con Juan Bontempo, secretario privado del Presidente. Le tuvimos que explicar todo de nuevo, qué era Impa, que hacía por el barrio, qué hizo para destruir el proyecto hegemónico de Menem. Después de decir todo esto, nos dice que el Presidente tiene voluntad política de hacer algo por Impa.

-Sin embargo, ese día usted terminó ocupando la Casa Rosada hasta la madrugada.
-Nosotros hasta nos habíamos bajado a pedir un subsidio de 300.000 pesos para hacernos cargo de las cuotas concursales. Estábamos dispuestos a esperar un año para ver cómo instrumentar un fondo de reconversión tecnológica de empresas recuperadas para poder fondearnos de ahí y sacarnos del marco de las reglamentaciones de los bancos. Con esa cifra podíamos mantener los niveles salariales y cumplir con las cuotas concursales. Pero Bontempo nos dice que no tenía la solución ese mismo día. Le pedí que bajara a explicarle a los trabajadoares que había voluntad política de la presidencia de la Nación para ayudar a Impa. ME dijo que no. Entonces le pedí una carta desde la Secretaría, diciendo que inicio las gestiones para otorgar un subsidio. Dice que no. Entonces, le comuniqué que la asamblea había decidido, el día anterior, que si no había solución Eduardo Murúa se tenía que quedar en la Casa Rosada hasta que tuviera un compromiso firme del presidente. Guillermo Robledo dijo que también se quedaba. Eso fue el desencadenante de este conflicto. Ese día tuvieron que ponerle un cordón a los periodistas para que no vengan a hablar con nosotros.

-¿Cómo se llega de esa situación a la ocupación de Impa por una parte de sus trabajadores?
-A partir de ahí se abre una relación muy cínica desde el gobierno con los trabajadores de Impa. Nosotros nos fuimos de la Casa de Gobierno a la una de la mañana con la promesa de que el martes siguiente teníamos una solución. Luego, hubo una reunión donde estuvieron el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, el diputado nacional Francisco “Barba” Gutiérrez y trabajadores de Impa. Ya no fue en la Casa Rosada sino en Jefatura de Gabinete. Nos dijeron que no tenían 300.000 sino 100.000 pesos para darnos. Yo les dije que se los metan en el orto, con cien mil ellos se iban a salvar, iban a poder decir que nos ayudaban, y nosotros nos íbamos a hundir igual porque con esa suma no hacíamos nada. Para eso la bancamos solos, si teníamos que bajar los salarios lo hacíamos.

-Pero aparentemente los trabajadores no estaban tan convencidos de la baja de salarios...
-Se trata de una posición dura, que a veces genera divisiones entre los trabajadores. No es fácil ser autónomo, leal a los principios. Pero eso fue refrendado por los compañeros, independientemente que había algunos que decían: “Agarremos los cien mil y después vemos”. Pero con los cien mil lo único que hacíamos era aliviar la conciencia del Gobierno. En febrero hicimos un plan distinto, me incorporo yo (no estaba activando dentro de la cooperativa porque estaba cumpliendo las funciones de presidente del Movimiento y ayudando a otros compañeros a recuperar empresa, estaba con el conflicto de Gatic) y hago un plan A: seguir manteniendo el concurso abierto, demorar a algunos acreedores y seguir pagando lo que se tenía que pagar sí o sí. EL plan B era la quiebra, sostener salarios, insumos, materias primas y pedir la continuidad con alguna forma creativa. Ahí también habían diferencias con algunos compañeros que decían que los podía afectar personalmente por estar dentro del Consejo. Ganó el plan A. En marzo lo aplicamos y no nos fue mal. Se habló con todos los proveedores que tienen casi 300.000 pesos de cheques rechazados y con todos se arregló. Desde la administración no se había generado ningún vínculo con los proveedores que estábamos jodiendo, así que en marzo comenzamos a contactarnos, explicar la situación, pedir que nos sostengan los insumos, que les pagaríamos con cheques de terceros y efectivo y que tiraran lo rechazado como un crédito hacia adelante para no quebrar. Algunos clientes que fueron beneficiados en 2004 por una mala decisión comercial quedaron afuera. Cambiamos los productos a fabricar y la relación de pesos por kilo de producto terminado creció de 18 a 25 pesos. Eso nos permitió facturar 500.000 pesos con una rentabilidad de 47.000 pesos. Con un costo, bajamos los salarios de 1000 a 800 pesos. Para abril teníamos un plan un poquito mas ambicioso, subiendo los salarios a 900. Pero el 10 de abril tuvimos otro problema: un robo desde adentro. Avisé al conjunto de los trabajadores de por qué cambié a todos los porteros, como avisando que algo está pasando para que no jodan más. Hablamos del tema con el Consejo de Administración. Pero no es fácil. Para un patrón es más sencillo, lo raja a la mierda y ya está. Se siguieron llevando tejos por una puerta de la calle Pringles. Llamamos a los compañeros y surgió un problema que van a tener muchas cooperativas.

-¿Cuál?
-El problema familiar. Cuando el que se manda una cagada es un familiar, para colmo, de alguien que está en el Consejo de Administración.... Nos pedían testigos del robo. Si no hubiese sido familiar, nadie pedía testigos. Pero nadie quiere vigilantear. Yo me hago cargo, no sé qué haría en una situación así. Discutimos si se llamaba a un abogado, se denunciaba. Uno de los que chorrea reconoció que se llevaba las cosas porque tenía problemas con la madre. Entonces, planteo que esto podía servir para dos cosas, para que diciplinar –que todo el mundo supiera que si en IMPA se roba es tipo no entra más-, o para que se busquen recursos afuera para solucionar problemas de los compañeros y que los compañeros implicados paguen el daño ocasionado con trabajo voluntario. Algunos compañeros implicados y sus familiares estuvieron de acuerdo conmigo, pero muchos me dijeron estaba loco. Para mí era importante mostrar que teníamos otra forma de resolución de los problemas sociales. Hoy, esos ocho o nueve que roban están pendiente de un hilo con temor a que los rajen y aprovechan para transformar un hecho delictivo en uno político, aprovechan para decir que se los está persiguiendo. Los que creen que ya están afuera aprovechan ese clima de descontento general y rompen ahí.

-¿Entonces no fue una maniobra del Gobierno?
- Se junta todo. Yo tenía un viaje postergado, por el conflicto de Impa, a Venezuela. Fui a hablar al Congreso Bolivariano sobre las empresas recuperadas, la complementación con las empresas de allá y a buscar algún tipo de acuerdo, sea de ventas o de créditos blandos. Unos días antes, Bontempo nos dice que el Ministerio de Trabajo tiene un programa para empresas recuperadas, que da 50.000 pesos. Yo digo que eso no alcanza, pero que si dan 200 pesos a cada trabajador como compensación del salario no es una mala solución. Como viajaba, les dejé encargado a los compañeros que llevaran los papeles. Va el vicepresidedente, Algañaraz, que está adentro de la fábrica, y Susana Baracetian (la funcionaria a cargo del programa) les dice que es muy posible que salga el crédito, que ellos quieren ayudar, pero que el problema es que Eduardo Murúa está en confrontación con el Ministro de Trabajo. Fue como un mensaje mafioso de parte del Estado contra el trabajador de una cooperativa: “si ustedes no bajan los decibles, no hay subsidio”. Algañaraz se lo creyó y hoy está ahí, adentro de la fábrica, y nosotros afuera.

-¿Qué significa que el vicepresidente de la cooperativa sea uno de los que la está tomando?
-Es inmoral lo que hace el vicepresidente de la cooperativa: el lunes había perdido la asamblea. Tenía que esperar 20 días para hacer la elección, con el voto secreto, directo, de los compañeros. Como no podía ganar la asamblea, quebró el proceso, para parar la fábrica y llevarla a la quiebra. Seguramente están armando otra cooperativa y el vicepresidente querrá ser algo de esa nueva cooperativa. Pero la van a hacer en la casa. Estabamos pidiendo asamblea, la asamblea para elegir autoridades, y no quiso firmar.

¿Algañaraz llamó a Luis Caro?
- No sé si fue él, otro compañero o lo mandó el Gobierno. Lo cierto es que el jueves 14, mientras yo estaba de viaje, aparece en escena. Cobarde. Ni siquiera me llamó para ver qué estaba pasando en Impa, como yo hubiese hecho si algo pasaba en alguna de las empresas de su movimiento. Y se metió en la fábrica, diciendo que viene de parte del gobierno nacional, que si cambia la dirección, él conseguía la plata del Estado. Había que resolver entre jueves y viernes. Prometía que todos los trabajadores pasaran a ganar tres veces más de lo que ganaban. Pero los trabajadores le gritan y se tienen que ir. El viernes siguió rompiendo las bolas.

-¿No hubo una asamblea que lo recibió?
-En una cooperativa, si un sector toma la fábrica es porque es minoritario. Sólo estuvo en la explanada. Hubo chiflidos, gritos y se tuvo que ir. Cuando los trabajadores quisieron ir a una votación, los de Caro se opusieron porque estaban solos.

-Pero alguien le abrió la puerta a Caro en IMPA
-Cómo no van a abrirle la puerta, si hay crisis, si no ven solución, si el gobierno no da la plata y por otro lado te la prometen. Cómo no van a abrir la puerta si hay algunos que chorrearon y temen quedarse afuera. Además, seguramente Caro está poniendo plata, como hace él. Es el Opus Dei, el que fue candidato con Aldo Rico, el que está con todos los gobiernos. Pero nosotros queremos a todas las empresas como si fueran hermanas nuestras, las de Caro y las nuestras. Cuando toquen a una empresa aunque esté Caro, nosotros vamos a estar ahí.

-Sin embargo, están separados
-El proyecto de Impa es mucho más integral. Un proyecto político que implica la destrucción del sistema capitalista, un nuevo modelo de producción, de construir poder social. Una permanente denuncia de que un sistema está acabado y que tiene que nacer otro. Eso no lo hace ninguna de las empresas recuperadas, solo IMPA. Y por eso los ataques. Aquí hay un centro cultural, una cooperativa de educadores con bachillerato para adulto, el centro de salud interno y externo. El proyecto de Impa es mucho más integrador, novedoso y revolucionario y eso es lo que están atacando. El otro es un proceso de puertas adentro. Cada vez que alguien nos pide el lugar, no les preguntamos cómo piensa. En el centro cultural hay de todos los colores, en la cooperativa de trabajadores hay peronistas, marxistas, trotskistas.

-¿Cómo se tomaron todas estas decisiones económicas dentro de Impa?
-Las decisiones más importantes son de las asambleas.

-Una de las críticas que mencionaron algunos de los trabajadores era que no se aplicaba el sistema asambleario
-Cuando estaba yo eran más periódicas. Se hacían cada un mes y medio, dos meses. Los compañeros están bien informados. Nadie puede hacerse el boludo de cuál era la situación, Nosotros hace siete años que estamos acá. Muchos de los compañeros, la mayoría, vienen pensando cuánto van a ganar el mes que viene. Nosotros en la asamblea, al principio, instalábamos toda la agenda política. Porque si arrancábamos con el problema salarial, nos quedábamos después sin gente. Nosotros queríamos que los compañeros comprendan lo que significaban las decisiones políticas gubernamentales, las reglamentaciones del banco central, etcétera. Lamentablemente, muchos compañeros después de siete años, vienen trabajan, averiguan cuanto se llevan y se van. Esta es la realidad de todas las empresas y nosotros nunca nos peleamos con la realidad.

-¿Sintió en algún momento que mantenía legalidad pero que perdió legitimidad?
-Nosotros nunca le dimos tanta importancia al Consejo. Todo el mundo sabe a cuánto se compra, a cuánto se vende. Es verdad que hubo decisiones que tomó el Consejo de Administración que yo, como jefe de asociados, hice caso omiso. Pero nadie me llamó por eso. Por ejemplo, cuando querían decirle a los jubilados que se tenían que ir y me encomendaron la tarea. Yo no lo hice, busqué una situación intermedia: bajarles un poquito el salario para que pudieran compensar con la jubilación pobre que tenían. Esa y alguna otra decisión.

- En programa radial dijo que, con un poco más de democracia, en Impa todo iría mejor. ¿Fue una autocrítica?
-A todo hay que hacerlo con más democracia, aunque se pierda tiempo. Pero ojo, que más democracia significa energía, tiempo y el mercado no tiene democracia, te cambia las reglas todos los días. Si el cliente se cae, hacer asamblea para eso, se complica un poco. Explicar a todos el funcionamiento de una empresa a compañeros que no se quieren capacitar, es un problema. Capacitar a un consejero que tiene abierta la puerta de la administración todos los días pero no se interesa por los números y no quiere informar a los compañeros, es un problema. No sé si fue la democracia, pero sí lo que falló es el tema de la comunicación. Cuando yo estaba en la fábrica, caminaba por todos lados y había comunicación humana. Pero nunca los compañeros del Consejo pudieron acumular toda la información para trasladarla a los demás compañeros.

-¿Cuánto de esta crisis se debe a impericia administrativa?
-El 99 por ciento se debe a factores externos, el un por ciento a cuestiones internas. Se le pueden achacar a los vendedores que hayan buscado más mercados, que no hayan colocado otros productos, que no hayan buscado bajar los costos de financiaciación. Pero el concurso de acreedores, es un socio que se sienta a comer con vos. Son 250.000 pesos al año. Hoy tendríamos una caja de un millón y medio de pesos, estaríamos cagados de risa. Es un concurso que heredamos cuando tomamos la cooperativa. Nosotros no tenemos una sola deuda postconcursal.

-¿Porque renunció Diego Kravetz, abogado de IMPA y legislador porteño?
-Porque el gobierno lo mando a renunciar. Ese mismo día recibió una carta firmada por 90 compañeros de la cooperativa, más siete miembros del Consejo que le pedían que no renunciara. Nos parecía que había trabajado muy bien. Pero renunció igual.

-Aquél día que llegó Caro algunos trabajadores lo increparon y lo acusaron de no estar lo suficientemente presente.
-¿Cuántos compañeros? Somos 164 y hay 20 tipos con 100 o 200 pesos puestos por Caro. Eso los hace capaz de increpar a cualquiera. Están tomados y ni siquiera pueden mirarme a la cara. Esos son los compañeros que están adentro. El juez dijo que tenían que desalojar, pero después se desdijo. ¿Por qué la policía nos pega a nosotros si los usurpadores son ellos? Hasta el secretario de la cooperativa fue detenido por querer entrar...

-¿Cuántos son los que tomaron la planta?
-Veinticinco o treinta. Y si abren la puerta capaz que muchos compañeros van a entrar. No es fácil sostener la lucha desde afuera. Los compañeros prefieren estar ahí. No importa quién gane, ellos quieren preservar el laburo. Hay un grupo de compañeros que tiene un proyecto político y otro que prefieren conservar el laburo a costa de cualquier cosa.



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