Derechos para Tod@s 
Número 9 
julio - agosto 2002





Editorial

DEVALUACIÓN DE LAS DEMOCRACIAS "PRIMERMUNDISTAS"

Se incluye en este número de nuestra revista una carta abierta de un inmigrante dirigida al Presidente del Estado Español y unas notas sobre el encierro de los inmigrantes en la Universidad Pablo de Olavide. Y, Por supuesto, más temas de notable interés.

Pero a los artículos comentados los referenciamos particularmente porque bien podrían ser el prólogo a una reflexión que -si buscáramos orientar al lector desde el título- seguramente habría que llamarla algo así como "sobre el proceso de vaciamiento de las llamadas democracias desarrolladas".

Muchas veces, sobre todo para quienes han inmigrado bien buscando salvar sus vidas atenazadas por las persecuciones políticas o bien tras el sueño de un trabajo y un trozo de pan para los familiares que no existían en los lugares de origen, estas democracias de por aquí se presentan como las "ventajas del primer mundo".

La realidad, tan empecinada ella en desmentir ciertos tópicos, nos muestra que no es tan así.

Y no hablamos sólo de la subordinación de la política a los mercados, ese particular eufemismo con que se designa el secuestro de la voluntad ciudadana por parte del capital concentrado (¿cuántas veces hemos leído que "a los mercados no les han sentado bien los resultados de tal o cual elección?) y las grandes corporaciones económicas, cada vez más corporaciones, cada vez más transnacionales, cada vez más decisoras reales y finales de los procesos sociales y políticos.

Pero no queremos hablar aquí de la lógica socialmente devastadora del neoliberalismo que vende al mercado y su capacidad de asignación "racional" de recursos como principio más eficaz de ordenar el conjunto de las relaciones sociales (falsa racionalidad por otra parte, vistos los desequilibrios crecientes que tanto a nivel local como planetario está introduciendo esta lógica de mercado).

Queremos más bien desde esta líneas introductorias, traer a colación las fascistización de las relaciones cotidianas, de la perversión que se está institucionalmente volcando en las formas de percibir al/la otr@, al/la ciudadan@ de aquí o de allá.

En el fondo, la involución valórica: la afirmación del poder del sistema a través de la inoculación de valores pre-democráticos. Valores individualistas al extremo, insolidarios, inhumanos, conservadores aunque en muchos casos (cuando implican a los sectores sociales más vulnerables de las sociedades del primer mundo) sean simplemente conservadores de su precariedad y escasez frente a las miserias de otr@s que aun menos tienen. Pero sobre todo, valores que implican la negación de la democracia en cuanto creación de un espacio social que dignifique la vida, no de unos pocos sino de tod@s.

La alienación del poder y, de alguna manera, la impotencia de la izquierda social y política por romperla, muchas veces pasa por la incapacidad de vincular los grandes temas sociales a la vida cotidiana de las personas de "a pie", del/la ciudadan@ concret@, el/la que compra en la tienda del barrio o toma su caña en el bar de la esquina.

En este caso concreto, lo que se tratamos de expresar es que, si las formas de organización social no sirven para generar esos sentimientos básicos de solidaridad que exige cualquier convivencia ciudadana, ocurren varias cosas: para empezar, estaremos haciendo verdad el poema de viejo Bertold Brecht (hoy no vienen por tí pero descuida, ya lo harán). Y lo peor es que estamos asistiendo al vaciamiento valórico de la democracia en cuanto espacio social de realización de los individuos.

Muchos secuestros ocurren en el mundo, es cierto. Pero que al menos que no nos secuestren las palabras, llamando democracia a esta involución social des-valorizada que nada tiene que ver con aquella etimología hecha de "demos/pueblo" y "cracia/gobierno" que nos enseñaban, hace tiempo en los colegios.