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Número 8 
abril - mayo - junio 2002




PERÚ
CAJAMARCA UN HITO HISTORICO Y COLONIAL

Esteban Galera


Cajamarca sigue guardando hoy en día las esencias de los lugares profundamente peruanos. La vida de esta ciudad ha cambiado poco desde su esplendoroso pasado colonial. Apartada de las rutas turísticas trilladas, el viajero encontrará en Cajamarca la extraordinaria sensación agradable que provocan las ciudades en las que son posible palpar la historia simplemente deambulando por sus calles. Parece como si la historia estuviera reflejada en los muros de las casas, en el transitar cotidiano de sus habitantes indígenas o criollos, en los claustros de las magnificas iglesias y conventos o en la vida de los mercados en los que no faltan los "shamanes" ni las figuras eternas de los quincalleros, las floristas, vendedores de llamas, campesinos con productos de sus huertos y todo el encanto que ofrece la vida en directo que caracteriza a los mercados precolombinos.

El turismo y el progreso no han afectado a la vida de Cajamarca y en el trato con la gente siempre encontraremos una predisposición abierta y sincera. En el casco urbano aparecen multitud de rincones tan evocadores que inspiran un viaje a épocas del pasado cargadas de historia o de connotaciones románticas.

Cajamarca fué muchos siglos atrás un importante núcleo de población, debido en gran parte al lugar geográfico que ocupa. Un amplio valle situado a 2.750 metros sobre el nivel del mar, con un clima benévolo y suave, rodeado de colinas y montañas donde los Andes han perdido las alturas rigurosas para convertirse en acogedoras tierras. Desde épocas precerámicas sucesivos pueblos serranos ocuparon este valle dejando huellas de su paso a lo largo de los períodos históricos que fueron creando una característica cultura local cajamarqueña que se desarrolla bajo la influencia de la poderosa cultura Chavin.

Con la llegada de los incas, durante la expansión del imperio de Tahuantisuyu, Cajamarca experimentó un gran auge y tuvo una semblanza de ciudad importante en la que se levantaron grandes palacios y templos. Además esta ciudad constituye una clave decisiva, no tan solo para la historia de Perú, sino tambien para toda América Latina por los excepcionales hechos que aquí acontecieron y que fueron protagonizados por el emperador inca Atahualpa y el español Francisco Pizarro.

Con la llegada de los conquistadores españoles Cajamarca cambió completamente su fisonomía, manteniendo su rango de ciudad importante. Surgió una nueva ciudad colonial con nuevos palacios y templos, nobles edificios y bellas casas populares que son hoy testigos de la puajanza económica que mantuvo la ciudad como gran centro comercial de la Sierra Norte peruana. Así ha llegado hasta nuestros días, acrisolando el encanto que gozan las ciudades que respiran su historia en el pulso de su presente, sin artificios, fuera de las vitrinas de los museos. Sin duda Cajamarca es la población andina más representativa del país inmediatamante después de Cuzco.

LA HISTORICA ENCRUCIJADA DE CAJAMARCA

Los incas incluyeron Cajamarca en su imperio hacia el año 1.460 sin encontrar resistencia en las culturas asentadas en esta región. Pronto la ciudad se convirtió en una importante colonia inca en la mitad del camino que a través de los pasillos andinos construyeron los incas para comunicar Quito y Cuzco. Durante las guerras intestinas que enfrentaron a Huascar contra Atahualpa, este recaló con su ejercito en Cajamarca para celebrar aquí la victoria sobre su hermano, esto sucedía en 1.532, año en el que los españoles ya se encontraban campeando en tierras peruanas.

Francisco Pizarro llegó a la ciudad inca con un pequeño ejército de 160 hombres de los que algo más de sesenta montaban caballos, portaban tambien algunas pequeñas piezas de artillería. Pizarro encontró Cajamarca vacía pues la mayor parte de la población se encontraba celebrando festejos alrrededor de Atahualpa en el lugar conocido como Los Baños del Inca , donde fluyen aguas termales, situado a unos seis kilómetros de la ciudad.

El emperador inca infravaloró la presencia del reducido grupo de españoles frente a sus más de 50.000 guerreros y decidió asistir a una entrevista convocada por Pizarro acompañado por un séquito de unas 5.000 personas desarmadas.

Cuando Atahualpa llegó al centro de Cajamarca el día 16 de Noviembre para entrevistarse con Pizzarro en la Plaza Central de la ciudad se encontró con que un fraile español, Vicente Valverde, le requirió que reconociera la soberanía de los reyes de Castilla y que abrazara la fe católica, dándole una biblia para que jurase sobre ella su compromiso. Atahualpa arrojó el libro a los pies de Valverde y este ferozmente comenzó a clamar venganza. Los españoles empezaron a disparar cañonazos y cargaron con la caballería contra el séquito inca cuyas únicas armas eran unas pocas "macas" y ondas. Los quechuas impresionados por las armas de fuego y los jinetes, de los que pensaban que formaban junto con el caballo un solo ser, huyeron aterrorizados.

Aprovechando la confusión, Pizarro se avalanzó sobre los porteadores de Atahualpa dándolos muerte y apresando al monarca de los incas .La breve batalla degeneró en una matanza en la que murieron alrededor de unos 8.000 quechuas. Atahualpa fue recluido en la Kallanka, construcción tradicional inca para celebrar asambleas comunitarias y que ha pasado a la historia bajo el nombre del Cuarto del Rescate.

Atahualpa ofreció a Pizarro un pacto en el que se comprometía a llenar la estancia donde se encontraba prisionero de una tercera parte de oro y dos de palta, regalando este tesoro al capitán español a cambio de su libertad. Los españoles aceptaron la propuesta aún cuando ya tenían decidido incumplir su parte del pacto, ya que Pizarro tenía muy claro que con el inca en su poder se garantizaba el control sobre la mitad septentrional del Tahuantisuyu que era fiel a Atahualpa, pero además esto le permitía dominar el sur del imperio inca cuyos habitantes consideraban a Atahualpa como un enemigo después de la derrota de su jefe Huascar.

El tesoro comenzó a llegar lentamente a Cajamarca y a finales de Junio de 1.533 ya se había recaudado completamente 6.000 kg. de oro y 12.000 de plata con lo que el rey inca pagó su rescate. El oro y la plata fueron fundidos para transformarlos en moneda española y el botín resultante fue repartido el 18 de Julio de 1.533.

A pesar de ello, el pacto fue traicionado por los españoles y Atahualpa condenado a la hoguera. Esta forma de morir dio lugar a un último pacto porque al inca le horrorizaba la idea de ser quemado ante el temor que ello le impidiera resucitar en su segunda vida, logrando evitar la hoguera a cambio de abrazar la fe cristiana antes de morir. Atahualpa fue ejecutado el 29 de Agosto de 1.533, pero ya el curso de la historia de América había cambiado desde la decisiva fecha del 16 de Noviembre de 1.532 a partir de la cual nunca jamás se sentaría en un trono un soberano indígena.

DESCUBRIENDO LA CIUDAD DE CAJAMARCA

Llegamos a Cajamarca cuando se celebraba una de las fiestas religiosas criollas más arraigada en todo Perú. "El Cristo de los Milagros". Por esta razón encontramos la ciudad engalanada y con aire festivo. Las calles que ha de recorrer la procesión con la imagen del Cristo se encontraban con los suelos decorados de alfombras hechas de tierra pintada de colores formando dibujos de flores, este detalle añadía una intensa policromía a la ciudad. Esta fiesta presenta todos los rasgos "naïf" que caracterizan a los eventos de este tipo en América Latina. Hasta pudimos ver la representación de una crucifixión interpretada por los jóvenes alumnos de un instituto de enseñanza.

Paralelamente a la fiesta criolla un grupo de indígenas ataviados con sus vestimentas festivas y con altos sombreros de rafia sobre la cabeza celebraban su particular jornada en las puertas de la Catedral. Bailaban animadamente danzas marcadas por el ritmo del tambor y de largas flautas que hacían sonar los músicos del grupo. Algunos hombres y mujeres portaban en la mano unas especies de custodias de plata con flores, completando el cuadro de esta especie de celebración sincrética a medio camino entre los rituales autóctonos y los cristianos.

Según íbamos encontrando por las calles diversos aspectos de las celebraciones, al mismo tiempo descubríamos el pulso vital de la ciudad. Desembocamos en las calles por las que se extiende el mercado que rebosaban de gente y nos dejamos mansamente engullir por la riada humana para entrar a formar parte de un espectáculo variopinto, repleto de personajes interesantes. Alcanzamos la espaciosa Plaza de Armas que a cualquier hora del día presenta un ambiente muy animado que protagonizan los vecinos de la ciudad que han elegido este lugar como sitio predilecto para congregarse a charlar o simplemente a distraerse plácidamente sentados en los bancos de los jardines centrales. El centro está adornado con una hermosa fuente construida en 1.692 para conmemorar el bicentenario del descubrimiento de Cristobal Colón.

Pero lo que da a la Plaza de Armas su aspecto monumental es la presencia de dos grandes y bellísimas templos situados uno frente al otro con una majestuosa solemnidad. Son las iglesias de San Francisco y La Catedral que datan ambas de la misma fecha, finales del siglo XVII.

La Catedral, aún inconclusa hoy en día, presenta una soberbia fachada profusamente labrada con elementos ornamentales barrocos y platerescos. Las mismas características son las del templo de San Francisco que cuenta con una capilla adosada renacentista y un acogedor claustro que alberga un interesante museo en el que destaca, además de una serie de finas tallas, una exquisita colección de pinturas pertenecientes a las escuelas cuzqueña y quiteña.

Tomando desde la Plaza de Armas la empinadísima calle que asciende hacia el cerro de Santa Apolonia. Durante el camino encontramos un sabroso ambiente colonial propiciado por el estilo arquitectónico de las antiguas casas dotadas de grandes portalones de piedra y balconadas de madera. Atravesamos una pequeña plazuela en la que se encuentra la formidable iglesia de Belén.

La Iglesia de Belén tuvo su origen en el siglo XVII, tiene una fabulosa fachada dominada por el estilo barroco que se explaya en ella profusamente. Contemporáneo a la iglesia es el dispensario contiguo que se construyó para uso exclusivo de mujeres y que contaba con 32 celdas para las enfermas que eran cuidadas por las monjas. Actualmente el dispensario se ha convertido en un museo con varias salas dedicadas a la historia de la medicina que fue practicada en este edificio, a la arqueología local y a la etnología indígena. La Iglesia tiene una cúpula extraordinaria, un púlpito notable finamente tallado en madera y algunas imágenes de gran calidad artística.

Continuamos ascendiendo por la calle de Belén ganando cada vez más altura sobre la ciudad, sobre todo después de superar la vertiginosa escalera que nos eleva hasta una pequeña ermita a los pies del cerro, entre jardines agradables. Desde aquí obtenemos una vista bellísima de la ciudad y su entorno natural, pero un poco más arriba, en lo más alto del cerro hay un resalte rocoso donde se encuentran algunos vestigios arqueológicos de origen preincaícos. Hay piedras labradas relacionadas con el Horizonte Chavin y otras muy posteriores de origen inca. Las tallas más famosas son un conjunto de asientos dispuestos alrededor de un trono que situado en lo más alto del resalte, este era el lugar desde donde el emperador inca acompañado por los nobles contemplaba Cajamarca y su hermoso valle.

Uno de los lugares imprescindibles de visitar en Cajamarca es el Cuarto del rescate y no precisamente por la espectacularidad del lugar sino por la emoción que puede llegar a sentirse entre unas piedras que fueron testigos del acontecimiento que cambió el curso de la historia de América latina. En este pequeño habitáculo, el único edificio inca que quedó en pie en Cajamarca, fue como ya hemos dicho donde estuvo preso Atahaulpa y que mandó llenar de un fabulosos tesoro a cambio de su libertad. Todavía puede observarse en una de sus paredes la señal hasta donde estuvo llena la estancia de oro y plata. A la entrada de este histórico sitio se pueden leer párrafos esculpidos en piedra de los relatos de prestigiosos cronistas españoles que relatan las circunstancias del apresamiento y muerte del último emperador inca. Dos cuadros colgados del muro ofrecen imágenes sobre los mismos hechos.

Dejando aparte la nostalgia de la historia indígena de Cajamarca, el urbanismo colonial no se cansa de mostrar nobles y blasonadas casas de los siglos XVI, XVII y XVIII en los que destacan los bellos balcones y graciosas ventanas talladas en piedra. Al acceder al interior de estas casas encontraremos acogedores patios porticados y con galería decorados con fuentes y detalles escultóricos. Aalguno de estos edificios hoy son estupendos hostales donde terminar relajadamente en un ambiente propicio después de haber caminado las evocadoras calles y rincones de Cajamarca.

En las proximidades de la ciudad, a tan solo 6 km., se encuentran Los Baños del Inca. Actualmente es uno de los balnearios más famosos de Perú. De la época en la que celebró aquí Atahualpa la victoria sobre su hermano Huascar, solo queda una antigua piscina inca. El verdadero interés de este lugar radica en las prodigiosas fuentes termales cuyas aguas medicinales surgen de un curso volcánico a una temperatura de 74º centígrados. Están distribuidas por un buen número de pozas individuales y una piscina grande colectiva donde los visitantes toman los terapeuticos baños.

En los alrededores de Cajamarca existen diversos lugares con sobrado interés. Uno de ellos es la necrópolis preincaica conocida como las Ventanillas de Otuzco, donde hay cientos de nichos excavados en la pared rocosa de una colina y se encuentran en un extraordinario estado de conservación. Sobre las funciones de estas construcciones los arqueólogos han llegado a diferentes conclusiones y algunos consideran que las ventanillas jamás fueron sepulcros debido al pequeño tamaño de algunas. Cumbre Mayo es otro lugar interesante en el que se encuentra una magnífica obra de ingeniería preinca para canalizar el agua. En las proximidades de las canalizaciones hay cuevas con curiosos petroglifos.

Cajamarca es un estupendo lugar de partida para una gran caminata andina de 120 km. que a lo largo de cuatro jornadas lleva a través de soberbios parajes andinos e interesantes poblaciones como San Pablo y Tembladera hasta un emblemático lugar arqueológico llamado Kuntur Wari. Por el camino se encuentran restos de la cultura Chavin. Kuntur Wari es un centro ceremonial perteneciente al Horizonte Chavin ubicado sobre un monte llamado Cerro Copa, su estructura piramidal se alza sobre unas plataformas superpuestas. En el conjunto destacan las esculturas realizadas en monolitos o estelas mostrando la iconografía del hombre-felino.

Definitivamente, Cajamarca, indígena, colonial, andina, histórica y artística es uno de los lugares que ofrece reunidos las mejores cosas de un país.