Derechos para Tod@s 
Número 7
enero - febrero - marzo 2002



  

KALLAWAYAS: MÉDICOS DE LOS ANDES

Esteban Galera


Muchos tenemos noticias de las prácticas actuales de medicina naturalista o tradicional que ejercen los chamanes de las diferentes etnias y comunidades indígenas, especialmente en los países andinos. Sin lugar a dudas esta forma de ejercer la medicina goza hoy en día de una importancia y prestigio enormes, tanto por su extensión geográfica en el subcontinente latinoamericano como por los resultados extraordinarios e indiscutibles de las terapias empleadas bajo las pautas de esta filosofía médica.

Cuando llegaron a tierras indígenas los conquistadores españoles se encontraron con pueblos que poseían conocimientos muy avanzados en botánica y farmacopea, pero no tan solo practicaban la medicina preventiva, también tenían medios y técnicas quirúrgicas que les permitía la práctica de la cirugía incluso en casos muy delicados que exigían operaciones complicadas y difíciles aún hoy en día. Pueden servir como ejemplo entre muchos las técnicas curativas de los mayas o de los incas que practicaban difíciles trepanaciones craneales.

Los conquistadores omitieron y trataron de reprimir estos conocimientos que identificaron con la brujería en el afán de imponer su propio orden cultural, incluida la medicina occidental que ya jamás dejó de practicarse hasta nuestros días como la medicina oficial de la sociedad criolla. Pero a pesar de estos hechos los propios criollos ocultamente nunca dejaron de acudir a los chamanes para buscar solución a muchas dolencias que padecían y que la medicina occidental no resolvía convenientemente.
A la hora de hablar de las terapias basadas en la medicina tradicional indígena hay que tener en cuenta un factor de capital importancia y es que esta se desdobla en dos aspectos que a la vez son inseparables. Se trata de una medicina que considera la enfermedad desde el punto de vista físico y espiritual a la vez, aplicando soluciones en ambas direcciones. Para los chamanes el paciente es un sujeto anímico en primer tiempo que debe tener el espíritu asistido y preparado para hacer abandonar el mal del cuerpo. Tal vez en este término es donde la medicina occidental tenga su gran laguna por ignorar durante mucho tiempo en la historia la importancia de la sicología o del estado de la mente cuando se trata a un ser humano para curarle una enfermedad, considerando exclusivamente el aspecto físico para aplicar remedios rápidos que retornen al paciente de la manera más efectiva y económica al mercado productivo. En este sentido es conocida la carencia de la asistencia psicológica en los sistemas sanitarios actuales.

Pero ahora no vamos a hablar del chamanismo en su vertiente mágico-religiosa o médica en general. Me gustaría dedicar especialmente estas líneas a unos seres extraordinarios que pertenecen al gran pueblo aymara, y que practican su milenaria ciencia sobre la medicina natural o tradicional de tal manera que constituyen un ejemplo maravilloso de solidaridad y eficacia. Se trata de los Kallawayas.

Como Kallawayas son conocidos algunos "chamanes" que viven especialmente en los entornos altiplánicos del Lago Titicaca, de cuyas profundas y frías aguas surgieron algunas de las mejores culturas amerindias; la tarea de estos magníficos hombres aymaras que han heredado lo mejor de su antigua y rica civilización, destacan entre sus conocimientos heredados el de la farmacia natural, que desarrollaron especialmente para beneficiar a cuantas personas que necesitaran de su ciencia. Los kallawayas ejercen su ciencia no tan solo en sus comunidades de origen sino que peregrinan durante largo tiempo, en ocasiones, por otras comunidades para que mucha más gente pueda acogerse a los beneficios de estos conocimientos médicos, curando enfermedades y asistiendo con sus consejos otros problemas de índole espiritual o social. La asistencia que realizan los kallawayas está impregnada de solidaridad pues sus servicios son prestados gratuitamente, recibiendo a cambio nada más que cobijo y alimentos.

En la región antiguamente conocida como el Kollasuyu, la tierra de la medicina, las prácticas tradicionales todavía tienen mucho más vigencia que la medicina occidental. El 70% de los bolivianos, especialmente en las áreas rurales, primero buscan al "curandero" y toman la medicina occidental como último recurso. Esto se debe a varias causas: la medicina occidental, incluyendo sus remedios es cara, los médicos solo hablan en castellano y en general tienen poco respeto por la cultura indígena.

El origen de estos médicos ambulantes se sitúa en seis pequeñas localidades de noroeste del lago Titicaca, pero se desconocen las causas que lo alumbraron. Algunas teorías sostienen que son descendientes de la cultura Tiwanakota; otros, que fueron enviados por los incas a esta región en calidad de colonizadores y otros explican simplemente que desarrollaron sus conocimientos en los dos o tres últimos siglos.

Los viajes continuos que los kallawayas han hecho por Sudamérica les ha dado acceso al conocimiento de un número enorme de hierbas. Se estima que cada uno de ellos tiene información sobre 300 hierbas y que los más capacitados conocen el uso de hasta 600 hierbas. En total han acumulado conocimientos sobre unas 1.000 hierbas. Además estos continuos desplazamientos hacia nuevos territorios les ha servido para tener una idea mucho más amplia y universal de la diversidad cultural amerindia, encontrando con ello los lazos comunes que las unen entre sí y utilizando estos factores culturales para mejorar la aplicación y los resultados de sus conocimientos médicos.

Los kallawayas siempre han reconocido las limitaciones de sus habilidades curativas, ellos nunca tratan de curar enfermedades hereditarias ni enfermedades terminales. Tienen su propio lenguaje derivado del quechua, conservándolo impecablemente a pesar de que el propio quechua corre peligro por la disminución de parlantes

Los conocimientos de los kallawayas se transmiten de padres a hijos a través de generaciones, aunque también se pasan a otros aprendices que carecen de antecedentes familiares. En principio cada aprendiz tenía que estudiar entre ocho y diez años y hacer valer sus conocimientos ante un tribunal o consejo comunitario. Después, una vez iniciados, viajaban durante temporadas largas para recoger hierbas y curar a sus primeros enfermos, el resto del año cultivaban la tierra. Tradicionalmente no se permite a las mujeres ser kallawayas en el sentido más amplio pero juegan un papel importante en la recolección de las hierbas, ejerciendo como comadronas o parteras y asistiendo a las mujeres como curanderas en todos los asuntos relacionados con el sistema reproductivo, embarazos y abortos.

Durante la década de los cincuenta la tradición kallawaya atravesó uno de los peores momentos de su historia, entrando en trance de desaparecer. Pero afortunadamente en la actualidad, tras un período de renovado interés por la medicina natural ha recibido apoyos que han permitido la supervivencia de la antigua ciencia y su adaptación a las nuevas circunstancias sociales que la obligan a jugar un papel junto a la medicina occidental en los sistemas de asistencia sanitaria a las comunidades indígenes del medio andino. Para asegurar una buena preparación de los aspirantes a kallawaya así como la continuidad de la tradición se han establecido escuelas en los pueblos bolivianos de Curva y Chavaya.

Una institución tan importante como es la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha empezado a fomentar recientemente la medicina natural a nivel mundial como reconocimiento oficial de esta práctica básica para la salud. Pero oscurantistas los hay en todas las trincheras y aún muchos médicos asocian la medicina tradicional con la brujería negándose a reconocer su contribución a la farmacopea como una ciencia herbolaria bien desarrollada y estudiada.

Juan Villa un conocido y antiguo kallawaya que vive en La Paz y que cuenta con más de cincuenta años de experiencia recogiendo hierbas y curando enfermos dice que no existe ninguna brujería.-" nosotros aprendemos sobre las hierbas desde los siete años, el lugar donde crecen, la manera de recolectarlas, como conservarlas y el lugar donde hacerlo. Sabemos curar enfermedades comunes pero importantes como el reumatismo, males de vesícula, diarreas y enfermedades del viento y de los relámpagos".

En Bolivia cada pueblo o comunidad tiene un herbolario y saben que plantas o hierbas se pueden usar con propósitos médicos. La medicina tradicional es parte integral de la cultura y responde a sus valores o creencias, aunque con el paso del tiempo ciertos elementos de la medicina occidental se han ido incorporando.

La medicina tradicional toma en cuenta la percepción que el paciente tiene de su enfermedad y considera importante el estado anímico al escoger el remedio. Muchos seguidores de la medicina occidental están dispuestos a reconocer que el 25 o el 30 por ciento de las hierbas utilizadas en la medicina tradicional son tan efectivas como los fármacos, pero la mayoría no comprende el uso del ritual, la magia y los amuletos en el repertorio del kallawaya. Estos últimos, por otra parte, sostienen que muchas veces las enfermedades del cuerpo tienen su origen en el alma y en la salida del "ajayu" o fuerza de la vida del cuerpo. La tarea del kallawaya es convencer al "ajayu" de que regrese al cuerpo y restaure el equilibrio de cuerpo-mente-psiquis. De igual importancia es el equilibrio entre la persona, el mundo natural y el mundo sobrenatural. La filosofía médica de los aymaras está basada en infundir la confianza al paciente estableciendo un diálogo profundo con él para ablandar la resistencia sicológica y purificarle.

Otro kallawaya, el doctor Walter Alvarez dice: "el hombre es un producto de lo que come, si la persona sabe lo que tiene que comer no tendrá parásitos, no tendrá diarreas, tenemos la suerte de contar con plantas que son alimentos y medicinas a la vez, la coca fue el primer anestésico descubierto y los soldados de la guerra del Chaco sobrevivieron gracias a que masticaban las hojas de coca; nuestra planta Andrés Huaylla (así conocida en recuerdo a su descubridor) contiene antibióticos y de la tierra fermentada extraemos la terramicina".

La medicina tradicional tiene mucho que aportar y enseñar a la medicina occidental, que frecuentemente está deshumanizada. El énfasis que los kallawayas ponen en el equilibrio psíquico-biológico-social entre el paciente y el doctor/curandero puede llegar a desarrollar una medicina que realmente se vincule a las necesidades y realidades de las mujeres y hombres de los Andes.