Derechos para Tod@s 
Número 6 
octubre - noviembre - diciembre 2001



  

EMIGRACIÓN/INMIGRACIÓN MARROQUÍ

 

Sonia Prieto, de Derechos para Tod@s


El hecho de que en el Estado Español la inmigración marroquí sea un fenómeno reciente hace pensar a muchos que este proceso es característico de los últimos veinte e, incluso, diez años. Pero esto no es, ni de muy lejos, así. La inmigración ya existía en tiempos de los Protectorados Francés y Español, cuando habitantes de la depauperizada norte de Marruecos acudían como temporeros a trabajar en los terrenos de los colonos franceses en Argelia.

Durante los años 60 a 80 se produjo un estancamiento de la emigración internacional como consecuencia del cierre de fonteras de los países de la CEE tras 1974. Quizás la opinión generalizada que vé la inmigración marroquí como un fenómeno tardío se deba al gran empuje que sufrió la emigración internacional en Marruecos tras el año 1984 (es curioso observar como en la prensa, para referirse a la masiva salida de emigrantes/llegada a España de inmigrantes, se emplean siempre términos relacionados con el agua; oleadas, mareas, flujos,…). Por primera vez en la historia de Marruecos la población en ámbito urbano es superior a la población en el ámbito rural, sin que urbanización equivalga a modernización. Pero la emigración internacional no es sino un eslabón más en la cadena migratoria, que sucede a una primera etapa histórica de éxodo rural fruto de la suma de la pobreza y el exceso demográfico. Así, el excesivo endeudamiento de los agricultores está considerado como uno de los principales obstáculos al desarrollo del sector agrícola en Marruecos. Según un estudio publicado este año en la prensa marroquí aunque los rendimientos aumentasen en un 50% sumando los costes de producción, los intereses de los préstamos y las necesidades de consumo del agricultor el excedente por hectárea tras pagar la deuda sería de 550 DH (unas 9500 ptas). Tampoco debemos olvidar que la emigración externa se ve alentada desde el propio gobierno marroquí como medida de reajuste poblacional, eludiendo así la necesidad de llevar a cabo mejoras sociales en el país.

Podría hablarse también de otras dos etapas paralelas en la emigración marroquí. La primera se caracterizó por la dificultad para la obtención del pasaporte, mientras que la etapa actual se caracteriza por los impedimentos para lograr el visado.

Si bien la emigración marroquí responde masivamente a factores económicos (teoría clásica de las migraciones), tampoco deben soslayarse otras motivaciones, como la falta de fe en un sistema caracterizado por la corrupción y por la ausencia (o, si se prefiere, precariedad) de las libertades individuales y de los derechos. Y no puede dejar de mencionarse, aunque el porcentaje del total de emigrantes que obedece a esta motivación sea ínfimo, la componente de "aventura": personas que tenían trabajos que les permitían vivir de forma más o menos digna y deciden dejarlo todo ante la "promesa europea". Según fuentes estatales (¿luego cuál será el alcance real?) el paro afecta al 20´1% de la población activa marroquí, siendo mayor este porcentaje en zonas urbanas y entre los sectores más jóvenes, mujeres y titulados universitarios. Mézclese todo ello y se entenderá por qué en unas encuestas el 70% de los jóvenes marroquíes afirmó que le gustaría emigrar.

La emigración marroquí ha sufrido cambios en estos últimos años, cambios que afectan principalmente al alcance del movimiento migratorio. En un principio, las migraciones tenían su origen en dos marcos geográficos muy concretos: al norte, el Rif y, al Sur, el Sus (zonas a las que se sumó posteriormente la región de los oasis). Actualmente la emigración afecta a todo el territorio nacional, hasta el punto de que las remesas o cantidades aportadas por los emigrantes superan a los principales ingresos estatales: fosfatos, pesca y turismo. Otro cambio es el que se refiere a los países de destino. A los tradicionales destinos migratorios (Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y Suiza) se sumaron en los años 80 dos nuevos países: Italia y España. Aunque si parece mantenerse constante el vínculo entre región de origen y de destino, con pequeñas variantes. De este modo, hay una fuerte presencia rifeña en Alemania, Holanda y Bélgica (en menor medida, en Canadá) y del sur del Atlas Medio en Italia. Teniendo en cuenta la facilidad lingüística que supone, las personas provenientes de territorios bajo el antiguo Protectorado Francés están instalados preferentemente en Francia; igual ocurre con aquellos que proceden de zonas bajo el antiguo Protectorado Español, que optan por España. Lógicamente, esto son sólo consideraciones generales, ya que el emigrante acudirá allí donde exista mayor oferta laboral, sin tener en cuenta barreras lingüísticas y mayores o menores diferencias culturales.