Derechos para Tod@s 
Número 3 
febrero - marzo - abril 2001


  

 Una cárcel en Guerrero (México)


Raquel Marbán

Mientras estoy sentada ante el ordenador, pienso en que está amaneciendo en estos momentos en México e imágino cómo será un amanecer en una cárcel del Estado de Guerrero. Y cómo se sentirá quien recibió el último año el Premio Internacional de Ecologistas de la Fundación Goldman: Rodolfo Montiel. En la actualidad este hombre está en una habitación de 5 metros cuadrados, privado de libertad, lejos de su población y su familia e injustamente encarcelado. ¿Su delito?: defender el medio ambiente.

Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera fueron detenidos por miembros del 40 batallón de infantería en la Comunidad de Pizotla, en el Estado de Guerrero y, sin motivo aparente, fueron privados de su libertad quienes fueron los fundadores de una Asociación de Ecologistas en el Estado de Guerrero. No sólo fueron detenidos arbitrariamente sino que además fueron torturados hasta que ambos firmaron su propia declaración autoincriminatoria. Me pregunto cómo se sentirá un hombre en el momento en que es torturado y vejado de la manera en que lo fueron ellos, ¿dónde guarda un ser humano su dolor en esos momentos?, ¿y su rabia?, ¿y su impotencia?.

Sin embargo, las injusticias cometidas con estos dos hombres no se acaban aquí. Después de ser encarcelados siguen siendo torturados en la cárcel: les pagaron a otros reclusos para que siguieran maltratandoles.

A pesar de que en México la tortura está prohibida, según el artículo 20-22 de la Constitución y en la Ley Federal que entró en vigor en 1986 para prevenir la tortura y sancionar a quien la ejerza, se siguen cometiendo estos abusos contra los Derechos Humanos, en este caso contra los Derechos de dos personas preocupadas por la defensa de su medio de subsistencia.

Lo más desalentador de esta historia es que estos hombres, que llevan más de un año encarcelados, fueron juzgados y condenados, el pasado 28 de agosto de 2000, con unas penas de 6 años y 8 meses (Rodolfo) y 10 años (Teodoro). Ambos han apelado, con el fin de que se haga justicia.

Pese al grito que estos dos ecologistas siguen haciendo de manera valiente incluso encarcelados, el mundo calla. Y yo no quiero quedarme callada pués quizás el hecho de seguir hablando de su caso, sea la única manera de luchar contra todos aquellos que estás dispuestos a seguir violando los Derechos Humanos con tanta impugnidad.

Mientras están en la cárcel, hay un grupo de hombres que arguyendo la defensa de la nación violan los Derechos Humanos torturando, maltratando física y psicológicamente, sin ser condenados por la sociedad. En este caso los defensores de la nación, tan solo pretenden defender los derechos de una gran multinacional que está más interesada en la madera que puedan obtener que por el medio ambiente y la subsistencia de las personas que viven en él.

Esta situación me apena, avergüenza y hace que me pregunte, ¿cómo podemos quedarnos cruzados de brazos mientras en el mundo hay violadores de los Derechos Humanos, torturadores, que conviven con nosotr@s como sí fueran personas "decentes"?.

El mundo sigue necesitando de gente como Rodolfo y Teodoro, que luche por el medio ambiente, por los derechos humanos, porque el mundo sea de otra manera. Por todo esto desde el otro lado del Océano quiero enviar mi más sincero apoyo y sumo mi humilde grito contra la injusticia: como esa que se está cometiendo contra Rodolfo y Teodoro.