Derechos para Tod@s 
Número 3 
febrero - marzo - abril 2001


  

FELIZ PREOCUPANTE 2001


Mesa Cívica por los Derechos Sociales de Catalunya


Comienzo del año 2001, de siglo y de milenio. La MESA CIVICA POR LOS DERECHOS SOCIALES quisiera desear un muy buen año, siglo y milenio a toda la ciudadanía de Catalunya y del mundo entero, pero ¿podemos?, ¿es posible ser tan frívolos como para esperar un buen año con lo que está cayendo en este país?

Es como si el volcán de la realidad oculta hubiera entrado en actividad. Hay momentos en que da la impresión que los cielos se abren para verter problemas y más problemas sobre una ciudadanía cada vez más atónita e impotente:

· no se sabe qué se puede comer sin incurrir en riesgos desconocidos para la salud- vacas locas, alimentos transgénicos-,
· algunos de los soldados que fueron a Kosovo y Bosnia, han muerto de extrañas enfermedades en proporciones muy superiores a lo que habría que esperar de su edad y los que están bien temen por lo que les pueda suceder en su futuro. Hay razones para pensar que la población civil de estas zonas está sufriendo las mismas consecuencias, aunque desgraciadamente nos preocupan menos,
· los etarras siguen matando brutal e irracionalmente, y el gobierno y el mayor partido de la oposición empeñados en que no van a negociar no ya con ellos sino ni siquiera con los representantes de una parte importante del pueblo vasco, se lo pida quien se lo pida,
· unos inmigrantes sin papeles son destrozados en un paso a nivel sin guarda y se desvela la terrible suerte que corren muchos inmigrantes en nuestro país (como si ya la mayoría de nosotros no lo supiéramos), y cómo nuestra brillante agricultura de exportación se nutre de sueldos y condiciones de vida de miseria,
· nadie entiende muchas de las decisiones de la justicia- resulta que nadie tiene la culpa por lo de Doñana pero meten en la cárcel a la gente que debe cinco mil pesetas o pinta una pared-; mientras las libertades públicas se van restringiendo de múltiples maneras,
· disminuye el paro pero porque aumentan los contratos temporales,
· son legión el número de mujeres maltratadas y asesinadas; numerosos los inmigrantes que viven en la calle,
· los precios suben oficialmente el 4% pero la tarjeta t-mes del transporte público el 5,4% y la bombona de butano e1 15% ... La mayoría de salarios sólo subirán entre el 2-3%, con lo que 4 millones de trabajadores somos más pobres que el año pasado. Mientras tanto los beneficios de las empresas aumentan el 29% y los de los bancos el 10%
· Gibraltar es de los ingleses pero los peligros del submarino averiado que está allí acechan sobre todo a los propios gibraltareños y a los andaluces a los que nadie ha consultado... Mientras se renegocia tranquilamente el uso de las bases de Rota por los estadounidenses y sus armas nucleares....

Y así muchas más cosas. En nuestras sociedades hay siempre muchos problemas, pero ¿qué está pasando ahora que parece que todos se intensifican y aparecen juntos?

Asistimos impotentes a una sensación, a una realidad, de graves problemas, caos y desconcierto. Nos sentimos inermes frente a estos problemas. Nos desbordan, no vemos vías de solución, ni siquiera de información fidedigna.

Tenemos la impresión de estar manejados por un conjunto de fuerzas poderosas y desconocidas; de estar dirigidos por un sistema político en el que todos sus componentes institucionales están sólo preocupados por su propia reproducción; de estar gobernados (a nivel estatal y autonómico) por partidos que pese a atribuirse constantemente carta de demócratas, demuestran un grave desprecio por la opinión pública, ignorando sistemáticamente la capacidad que ésta tiene de captar los problemas y su interés por enfrentarlos con apoyo de una información transparente y veraz. La información rigurosa a la que tenemos derecho está siendo reemplazada por versiones tardías, irónicas, por la transferencia de responsabilidades a otros agentes del sistema, cuando no por el silencio o la mentira. Con la muy generosa colaboración de los medios de comunicación creadores de opinión. Lo único que se les ocurre a nuestros dirigentes es querer 'tranquilizarnos' e hilvanan mentiras sobre mentiras que absolutamente nadie cree. El resultado no puede ser otro que la creciente pérdida de valores y una crisis de credibilidad ante toda interpretación oficial de la realidad. Y el pueblo, siempre ingenioso, recurre a hacer chistes para ocultar su angustia.

Lo que sucede ahora no es ni casualidad, ni mala suerte, sino el resultado, más pronto o más tarde inevitable de todo un sistema económico y social que sólo tiene como objetivo ganar dinero para el mundo de los negocios. Cuando toda la actividad de un país, del mundo, se orienta básicamente a obtener un beneficio económico para unos pocos, y una gran parte de la población acepta estos planteamientos y los integra en sus comportamientos esperando favorecerse de ellos, este es el resultado. Cuando, amparándose en la crisis que se inició en los últimos sesenta primero, y en la competitividad mundial y la globalización después, se han ido tomando medidas tras medidas, en Catalunya, en España, en la Comunidad Europea, en el mundo, que han supuesto el deterioro de todo lo que supone el bienestar popular no se puede esperar otra cosa. Es el resultado normal de este sistema capitalista globalizado en el que vivimos. Hay momentos en los que puede parecer que el sistema funciona bien, son las apariencias, pero a plazo medio, aparece lo que hay tras ellas, su verdadera cara.

La situación actual es el resultado coherente de decisiones tomadas durante muchos años. Cuando España se integra en la OTAN, cuando no se resiste a que los soldados participen en guerras que se han forzado artificialmente, a que en ellas se usen armas químicas y nucleares, aunque sean 'empobrecidas', es lógico (aunque terrible) que los participantes mueran, como antes lo hacían en el campo de batalla; cuando se eliminan guardas en los pasos a nivel para que la Renfe ahorre en trabajadores, cuando se da de comer a los animales la harina hecha con restos de animales muertos para obtener más beneficios y además se eliminan controles sanitarios para que no haya déficit público y se puedan bajar los impuestos, cuando se considera que los problemas se resuelven sólo con la policía y no es necesario negociar, cuando a los inmigrantes se les quiere utilizar como trabajo que abarate todos los salarios pero no se les quiere legalizar (¡cómo si ser trabajador legal fuese una maravilla!), cuando se privatizan las empresas públicas para que haya más 'competitividad' y ganen millones Repsol, Telefónica y tantas otras... cuando... tantas cosas, no se está haciendo nada más que poniendo las primeras piedras de los desastres posteriores. Aceptar este sistema basado en el beneficio privado es aceptar que todos estos desastres y muchos otros tengan lugar. Tenemos más cosas para comprar, hasta más dinero para comprarlas, pero ¿qué calidad de vida tenemos? ¿En qué sociedad vivimos?

Y nosotros, ¿qué hacemos? A corto plazo no podemos hacer gran cosa, más que ser abiertamente críticos de esta situación, explicarla, rebelarnos intelectualmente, resistir. Desde la recuperación del sentido común y la dignidad como ciudadanas/os que nos permite juzgar cuales son nuestras necesidades reales y como somos tratados, tenemos que resolvernos a tomar posiciones más activas. No vale pensar en Santa Bárbara sólo cuando truena. En este sistema truena siempre. Así que hay que decidirse a crear y articular grupos de presión activos frente a las injusticias, absurdos y aberraciones de las que somos testigo y cuyas consecuencias sufrimos. Cada una/o donde le parezca pero es necesario organizarnos colectivamente para enfrentarnos junto con otras gentes, de nuestro país y de otros, a un sistema que siempre ha sido injusto pero que cada día es más absurdo e irracional