Derechos para Tod@s 
Número 2 
Noviembre - Diciembre 2000



Los dos últimos discos del cantautor-salsero panameño Rubén Blades ("La Rosa de los Vientos" y "Tiempos") fueron premiados con los Grammy (un equivalente a los Oscar, en versión musical) a lo mejor de la música latina. Y en ellos tuvo un papel preponderante el compositor y cantante Rómulo Castro, autor de varios temas en ambos discos y en concreto del tema principal del primero de ellos. Además otro cantante panameño, Luis Arteaga participó vocalmente en algunos de esos temas. Rómulo y Luis, con otros músicos de gran valía (cómo Marco Linares, Germán "Chispa" Lawson, etc.….), conforman "Rómulo Castro y el grupo Tuira", y son los cantautores panameños de mayor proyección. Los dos magníficos discos que tienen editados en el mercado ("Herencia" y "Amor a medias"), demuestran la enorme categoría de su música.
Con ambos conversamos este verano y hemos recogido una de las largas charlas mantenidas con ellos.


ENTREVISTA CON
ROMULO CASTRO Y LUIS ARTEAGA

Txema Abaigar y Eva Fernández


¿Cuales fueron vuestros comienzos musicales y que influencias os marcaron?

Rómulo Castro- Yo me eduqué en Cuba, dónde llegué con mis padres a los dos años y medio (a finales de los años 50). Y musicalmente con la Vieja Trova Santiaguera, con el son tradicional de Santiago y Guantánamo, etc.. Además tuve el privilegio de que mis papás pertenecieron al grupo de intelectuales jovenes cercanos a la constitución de la Nueva Trova, a la que me vinculé muy tempranamente como oyente y donde conocí personalmente a Silvio, Pablo, a Sara González, Noel Nicola, Vicente Felíu, en fin a a todos. Y con ellos y en sus peñas y reuniones de amigos, ya cantaba yo, con 14 años.

Esa experiencia me capacitó mucho y aunque en Cuba apenas compuse un par de canciones antes de venir para acá, todas las experiencias acumuladas las volqué temprano en la lucha nacionalista panameña. Mi papá es panameño, así que estuve siempre cerca de esta realidad.
Así que empecé a componer en serio en el año 1977, muy vinculado a todo el proceso de luchas sociales en Panamá; concretamente en la lucha por la ratificación de los tratados Torrijos-Carter. Mis canciones de aquella época eran bastante panfletarias y de tres acordes; algo pesadas al oírlas ahora. Me tocó vitalmente una transición, pués era demasiado joven para lo que fue en sus orígenes la Nueva Trova y demasiado viejo, en comparación con lo que se hace ahora. Pero fue muy interesante en cualquier caso pués tiene su importancia el ser parte de esa transición cultural y política latinoamericana.

Pienso que las composiciones musicales que hice en los 70 y buena parte de los 80 fueron una preparación fundamental para mi etapa que considero más plena y más completa, que arranca a partir de la invasión yanki de Panamá, en diciembre del 89, en la que produje canciones que se han convertido en una especie de voz de esa generación.

Luis Arteaga- Mis inicios fueron muy distintos. Yo no compongo, canto solamente, y, cuando tenía veintitantos años, conocí una forma de cantar distinta a la de Juan Pardo, Camilo Sesto, los románticos.... Entonces escuché por primera vez a Pablo Milanés, a Basilio, a Serrat, a Mercedes Sosa y me fascinaron. En ese tiempo, a finales de los 80, estaba empezando a activarme politicamente en la Universidad, en plena situación de crisis en el país. Son los últimos años de Noriega, la escusa para desencadenar la invasión, y con toda la lucha popular en las calles. En medio de eso me encontré con esa música que ya tenía casi veinte años, pocos menos que yo. Y en el 87 empecé a interpretar y cantar en público esa música que estaba conociendo.

En ese momento Rómulo no vivía en Panamá. Yo no conocía su trabajo, salvo una canción: "Soberanía", un tema muy importante en los años 70, en plena lucha por los tratados sobre el Canal y que renovó su popularidad a finales de los 80 frente a la invasión de los EE.UU. Rómulo vino de vacaciones y le hablaron de mí, que estaba cantando en un barco, y se acercó y nos conocimos. A partir de ahí me involucré en lo que había sido su trabajo y empecé con el que había sido su grupo, "Liberación". Luego en el 89, poco antes de la invasión, regresa definitivamente y empezamos a trabajar juntos su repertorio como compositor.

¿Veis factible o se os pasó por la cabeza en alguna ocasión la constitución de un movimiento de canción panameña similar a lo que fue la Nueva Trova? Y, ya de paso, podiaís contarnos cuando empezasteis a salir fuera del país y que audiencia tenéis en estos momentos por América Latina y por otras zonas.

R.C.-. Nuestras peñas (reuniones musicales) que ya funcionaban desde antes de la invasión a Panamá, devinieron, y me enorgullece decirlo, en el primer foco de resistencia cultural tras la invasión. Nosotros cantabámos con el país invadido, con toque de queda y la tropa en la calle. La reunión empezaba cuando el toque de queda, de 8 de la noche a 8 de la mañana, en un local ("Groucho", ya inexistente). Y eso se convirtió en la catarsis donde iban a exorcizar demonios ajenos y propios toda la gente de nuestra generación que podía ir y sabía de estos encuentros. De ese decenio datan mis canciones más conocidas. Empezamos entonces a proyectar más internacionalmente nuestro trabajo: estuvimos en bastantes países de América Latina, y fundamos lo que fue el primer Grupo Tuira. De esa época, de flujo de convergencias nacionalistas post-invasión, surge también la primera posibilidad de crear un movimiento que en Panamá no podía ser de Nueva Trova, puesto que no había una masividad de cantantes como en Cuba, por ejemplo. Pero al calor de esas peñas y de la asociación cultural "el Grupo", se llegó a nuclear a 60-70 artistas e intelectuales anti-invasión, pro-Panamá, antirracismo y demás. Sin embargo Panamá empezó a acusar desde el 92-93 un periodo de reflujo social, político, cultural, humano, y así como se constituyó "el Grupo", que en cierta medida nucleó lo que luego fue el proyecto político Papa Egoró, posteriormente se desarticuló. Seguimos la misma gente en determinadas disciplinas artisticas e intelectuales, pero trabajando por separado.

Ha habido muy poca renovación generacional de pensamiento y de acción. Para mi es una gran tristeza el que nos sintamos tan solos 15-20 años después. La mayor alegría que he tenido como compositor, fue escuchar a Pedro Guerra, alguien joven y muy bien encaminado. En Panamá no hay nada en ese sentido. Somos reflejo del tránsito. Oímos lo que esta en el hit-parade de EE.UU. y en Puerto Rico. Son tiempos tristes, pero también de retos y de oportunidades para hacer cosas. Eso es lo que trato de hacer al cien por cien al componer y cantar. Me niego a hacer otra cosa. En estos últimos años, sobre todo a partir de los premios Grammy a los dos últimos discos de Rubén Blades (en que ha habido varias canciones mías), he recibido ofertas más o menos tentadoras, pero no creo que moralmente pudiera aceptar componer de otra forma.

Sobre salidas y promoción exterior en el último tiempo, fuimos a Venezuela, Miami y Puerto Rico con Ruben Blades y, con el Grupo Tuira, a México y Costa Rica. También yo he estado este año en varias presentaciones en Madison y en Chicago, junto con otros artistas centroamericanos. Además acabo de hacer conciertos en Honduras y Washington, y hay bastantes probabilidades de seguir haciendo presentaciones académicas e incluso con algún carácter "comercial" en EE.UU., donde al parecer hay un creciente interés, pués saben que existe un potencial mercado hispano no solamente con reflejo en lo comercial, sino también en lo cultural y social y que disfruta mucho del trabajo que hacemos.

Contadnos sobre la relación con el resto de la música latinoamericana y la situación de la música panameña en estos momentos, ¿que es lo más popular entre los jóvenes?.

R.C.- Yo empecé a hacer música en un momento en que todavía la solidaridad latinoamericana al calor de las luchas sociales era muy intensa. A finales de los 70 y los años 80 por aquí pasaron el uruguayo Alfredo Zitarrosa, de Cuba vinieron Silvio Rodríguez y Sara González, de Nicaragua Luis Enrique, Carlos Mejía Godoy, y el dúo Guardabarranco, Adrián Goizueta de Costa Rica, etc.. Y hubo mucha solidaridad recíproca con movimientos culturales, con frentes de masas vinculados a las guerrillas centroamericanas. Con mucha gente sobre todo de Guatemala y El Salvador. Pero de aquella época de artistas "rojos" apenas queda nada.
Hubo un periodo de reflujo muy grande y ahora empieza a reorganizarse el asunto con un poquito más de interés y de factibilidad, al calor de organizaciones no gubernamentales, instituciones docentes como la Universidad de Wisconsin, etc., lo que ha permitido empezar a darle nuevamente una identidad propia y buscarle salidas vitales (y necesariamente también económicas), a todos los que hoy en día hacemos este tipo de canción.

En Panamá, si quieres vivir de ésto haces "música típica" (que dicen que es música vernácula, pero es una importación de la costa colombiana de cuño bastante reciente) o "reggae" (la versión panameña del rap), que si que tienen interés comercial y apoyo empresarial. Hasta incluso la salsa está ultimamente en baja.

Nosotros, como "Rómulo Castro y el Grupo Tuira", sobrevivimos estos años y hemos hecho dos discos. Tenemos un grupo con gente muy profesional que están metiéndole muchas ganas al Grupo Tuira.

Pero es que el reflujo en el género de Nueva canción es también internacional; quedan algunas vacas sagradas mayores que nosotros pero, ni generacionalmente ni como mercado, se ha ido renovando salvo excepciones como Pedro Guerra que confirma la regla.

L.A.- En Panamá, en general, salvo el rap-"reggae" y la "música típica", el que hace un disco lo saca de su bolsillo, con mayor razón cuando se trata de un trabajo como este. Los dos compactos de Tuira han sido producto de la gestión económica de Rómulo y de la colaboración de gente, como Sergio Camdefort, que tiene un pequeño sello de producción para ayudar a otras corrientes y que tenía un estudio de grabación que durante muchos años fué el principal estudio de audio y vídeo, pero que acaba de cerrar. Del primer disco se vendieron más de 2000 copias y del segundo ya se han vendido más de 1000 que para este tipo de música en Panamá es un logro histórico. Y gracias a gente como ustedes que se llevan copias, han llegado algunos sellos discográficos, pero no ha habido resultado comercial, de momento.

Al hilo de lo que habéis comentado ¿Qué conocimiento tenéis de la música española? ¿que gente ha actúado aquí?

R.C.- Salvo Paco de Lucía, Serrat o Paco Ibáñez, del resto que ha venido de España no merece la pena ni hablar.

Los de la música melódica que llaman, ¿no?

L.A.- Efectivamente: Han venido Perales, Raphael mucho tiempo, Isabel Pantoja, Rocío Jurado, Rocío Durcal, y demás. Julio Iglesias comenzó aquí pero hace tiempo que no viene, es que somos muy pobres ahora para su caché.

¿Existe tradición de musicalizar poetas y escritores panameños, como lo hizo, por ejemplo, Paco Ibáñez en el Estado Español?

R.C.- Más que una tradición yo diría que existe un grupo de amigos, gente un poco mayor que yo, muy vinculados en los años 70 a la izquierda, que hicieron mucho por la música y la poesía en Panamá: Manolo Zárate, hijo de un conocido folklorista, la familia Jorge, Ricardo y Guillermo Ledesma, Luis y Guillermo Franco, Cuqui Mantovani y, ya de otra generación, son los Ortega Santiso. Todos ellos se dedicaron a musicalizar a poetas de inicio de siglo y contemporáneos panameños creando todo un movimiento de rescate de poesía, de música y, de investigación de ritmos autóctonos. Estudiaron el bullerengue en Darién, fueron a la costa de Colón a estudiar el congo y a Bocas del Toro a ver la música de los descendientes anglo-antillanos: el calipso y el palo de mayo. Era gente que con el pequeño espacio que dejó el Torrijismo empezó a recuperar cosas. Incluso mi primera experiencia musical, cuando llegué a Panamá en el 77, fue sumarme al grupo de Ignacio "Cáncer" Ortega Santiso, excelente músico y cantante (actualmente muy enfermo) y musicalizador del poeta Demetrio Corsi y de tantos otros y cultor de una música híbrida caribeña muy interesante.

L.A.- Pero de aquello apenas queda nada. Estas personas que menciona Rómulo, que son los antecedentes de la realidad local, al final como todos los artistas, no importa el género o las motivaciones filosóficas, terminó ganándose la vida de otra forma. La situación del instrumentista de oficio es diferente pués toca en la sinfónica, en la banda, dá clases en el conservatorio o en una escuela como profesor de música, vive y trabaja solamente en la música. Pero no es porque trabaje en una orquesta exitosa o que tenga bastantes conciertos; sino que hoy toca y cobra.

Esa es la gente que tiene más suerte porque finalmente su trabajo gira alrededor de la música. Pero muchos compositores y cantantes tenemos que compartir la música con otros trabajos que nos permitan afrontar con más desahogo nuestras tareas artísticas (por ejemplo yo tengo que trabajar en un canal privado de televisión educativa).

¿Cómo ha influído culturalmente la presencia norteamericana?, ¿con su posterior marcha se ha empezado a romper ese presunto cordón umbilical con la cultura yanki?

L.A.- La presencia cultural norteamericana a través de la industria disquera y de la televisión, y a través de sus tropas en la calle divirtiéndose, comprando y viviendo, formó parte de nuestra vida durante prácticamente un siglo. Que los norteamericanos hayan salido de las bases militares y se hayan marchado no es una razón automática para revertir la situación; son procesos complicados.

Pero hay reductos. Yo creo que todo lo que se refiere a identidad, conciencia y movilización está limitado a reductos que hacen un esfuerzo, que luchan cada uno en su pequeño espacio. Tenemos amigos escritores que siguen esforzándose por hacer su literatura, sin acomodarse. Hay unos cuantos inquietos que han logrado unirse y promover una o dos actividades alternativas anuales, que de pronto traen un grupo de teatro español, por ejemplo La Zaranda, que estuvo aquí hace poco tiempo, o traen un teatristra costarricense el año pasado o se hace un recital y una o dos obras de teatro al año que no son de las fáciles. Todo ello con mucho esfuerzo individual y saliendo del bolsillo de cada uno, pero se hace.

R.C.- Incluso la orquesta sinfónica se plantea hacer trabajos de música tradicional panameña. Los poetas están también bastante organizados, los pintores, oficio más de clase media ilustrada, también tienen una forma de expresión nacional poderosa y un reconocimiento interesante. Bueno, en música nosotros (risas).

Retomando una dolorosa cuestión que aparece regularmente en vuestras respuestas ¿cómo influyó la invasión yanki de diciembre del 89 en la psicología colectiva, modificó en cierto modo la creatividad del pueblo panameño y sus comportamientos como colectivo?.

L.A.- Panamá es República en gran medida debido al apoyo interesado norteamericano. El ejercito colombiano no peleó por Panamá por dos razones: una porque las autoridades locales panameñas soltaron billetes y le compraron y la otra porque estaban las cañoneras gringas en frente y no podían vencerlas. De hecho, y como anécdota histórica, la separación de Panamá de lo que en un principio quiso ser la Gran Colombia se produce tras un segundo rechazo del senado colombiano a un tratado con los EE.UU. para la construcción del canal, y que Colombia lo rechazó porque era lésivo para su soberanía en Panamá. Ese mismo tratado lo agarran los panameños se lo dan a Burnau Varilla, un francés nombrado ministro plenipotenciario ante Washington, y éste le dijo al Secretario de Estado yanki que hiciera las modificaciones que gustara: que si el tratado con Colombia era a 99 años, pués a perpetuidad. Y así se dieron todos los cambios y un tratado mucho más aberrante, apañado por este francés, que para colmo usó el sello de su anillo como señal de compromiso.

Entonces la dependencia de Panamá de los EE.UU. es casi total en los primeros años de la República, aunque dandose un procesos que fueron cambiando la situación. Pero el sistema económico panameño es estrictamente de servicios, vinculado al comercio fluvial y dependiente en gran medida de los EE.UU. Además de que la condición de país de tránsito, de servicio, que es anterior incluso al canal y nuestra situación geográfica nos ha marcado desde tiempos precolombinos. De hecho el canal ya lo quiso hacer Carlos V.

R.C.- La crisis creada por Noriega y económicamente dirigida por EE.UU., fomentó la creatividad del panameño común para sobrevivir, y para la sociedad en su conjunto para reordenarse en la supervivencia. Los primeros meses después del trauma de la invasión, nos hizo reorganizarnos para vivir todavía más pragmáticamente. Pero por razones de reflujo, de ciclos históricos o como quiera llamarse, estamos en un momento de acumulación de fuerzas. Nos hemos ido acomodando a una especie de híbrido que, en términos generales, no quiere presencia militar, pero que suplica la presencia del dólar. Incluso una buena parte de la sociedad urbana preferiría esa presencia militar.

El movimiento nacionalista panameño tiene sus antecedentes en importantes pensadores, aún en época de unión a Colombia y que se expresó más coherentemente décadas después, a raíz del movimiento inquilinario de 1925. Este movimiento ha ido cobrando forma de nación organizándose, a través de toda una serie de acontecimientos que tienen su punto culminante en 1964 (diferendo limítrofe en la zona del canal y estudiantes con banderas panameñas y que fueron asesinados por los yankis), y que llega a su etapa primera de negociación con los tratados Torrijos-Carter, que no fueron los mejores pero si los posibles. De allá para acá, las fuerzas vivas en el poder no han hecho más que decir "esto es lo que hay" y vamos a ver como lo usamos más a favor nuestro.

Pero la desmovilización y el fraccionamiento es total, en el movimiento obrero, en el estudiantil y en el campesino. Asimismo falta una propuesta cultural, hay atomización de los artistas e intelectuales, desinformación total en los medios de comunicación, consumismo, neoglobalización Chicago-boys. Así veo las cosas, pero aún con muchas ganas de seguir con lo que estamos haciendo, creyendo en ello y tratando de hacernos más creativos y eficientes.

L.A.- Cuando hablamos de esto, uno termina sumergiéndose en una visión sombría. Y es que en este marco se ha generado acá una filosofía de lo que llamamos el "juegavivo", un acomódate como puedas sin mayores parámetros éticos sobre lo correcto o lo justo o .... . Y en el último período, con el ataque feroz de lo que llaman neoliberalismo, que no se que tiene de nuevo, aquí la consigna es ganar dinero. El éxito se mide por cuanta plata ganas y ya.

Pero claro, al final la gente acaba descubriendo poco a poco cuál es la verdadera dimensión de las cosas. Por ejemplo, en Panamá se privatizaron la telefónica y la distribución de la energía eléctrica sin mayores protestas. Los sindicatos y trabajadores de estas empresas del estado negociaron sus porcentajes y la cosa pasó sin problemas. Pero cuando la gente empezó a sentir en carne propia que con la privatización se sigue yendo la luz, que el costo de la telefonía aumentó, que el servicio no tiene nada de espectacular, que los beneficios no repercuten en la mayoría, sino en los sectores económicos poderosos, se fue generando una reacción contra esto. Porque lo que venía a continuación era la privatización del agua y sus servicios. Pero entre las luchas sindicales y gremiales y los escritos y comentarios periodísticos y demás, se ha ido generando poco a poco conciencia. Y así la privatización del Instituto de Acueductos y Alcantarillado se paralizó tras una movilización popular muy grande, que no representa el inicio de un proceso orgánico que se traduzca en avances estratégicos. Pero lo cierto es que la gente no quiere privatizar el agua, aunque sea por un mero interés personal.

Existe una gran preocupación por lo que puede suponer el "Plan Colombia" en todo el área, y no sólo en Colombia. Se habla de la posibilidad de una guerra larvada con, incluso, el desplazamiento de muchos de miles de personas (y que, por cierto, muchos de estos desplazados irán hacia Panamá). ¿Creeís que el Plan Colombia puede reactivar el concepto de unidad latinoamericana y hacer frente al gran hermano norteaméricano o va a ser una anécdota más en el camino de América Latina?.

R.C.- Yo cada vez que me acerco a Colombia y conozco más de ella, me doy más cuenta de que nosotros somos colombianos costeños, que tenemos mucho más que ver con Cartagena de Indias que lo que ésta tiene que ver con Bogotá. Culturalmente seguimos siendo muy colombianos, como culturalmente también tenemos que ver con Perú y con Ecuador. Estoy de acuerdo contigo en que lo que pase en Colombia va repercutir directísimamente en Panamá y en forma más grande de lo que los panameños suponemos.

Pero en medio de esta calamidad pienso en si la lucha por parar al imperio en esta nueva invasión de América Latina, tal vez nos empujará a volver a tomar conciencia y pensar un poquito más allá de nuestras propias narices. A entender que nos acercan los mismos temores que tienen Ecuador y otros países de que esto se haga realidad y que nuestros problemas comunes y la hermandad histórica con Colombia, nos hará víctimas también de toda esta situación
.

L.A.- Esto no es exactamente sobre el Plan Colombia pero quizás tenga que ver, puesto que habla de los reductos a los que me he referido antes. Es sobre el caso del seguro social: la dirección de este organismo se elige de una terna que presentan empresarios, trabajadores, etc. Este gobierno tomó una medida un tanto impensable: por primera vez, tras muchos años de reivindicaciones, nombraron como director del seguro social al candidato propuesto por los trabajadores ( Juan Jované). Este, en defensa de los intereses populares, se enfrentó contra el partido del gobierno y los sectores empresariales, que han hecho todo lo posible por echarlo abajo. Pero tiene ahora mismo un perfil público elevadísimo, la gente está con él y no creo que sea fácil sacarlo. Esto permite que los reductos sociales citados se fortalezcan. Hay una gran inquietud entre direcciones políticas y sindicales, intelectuales, universitarios, etc., por encontrar una propuesta de conjunto sobre la base de tareas concretas. De ello se viene hablando en Panamá en los últimos años y ahora empieza a vislumbrarse. Eso a medio plazo puede ayudar aquí a responder al Plan Colombia.

Y, para terminar, queremos saber de vuestros proyectos futuros y que nos comenteís, cruzando los dedos, las maravillas que os van a ocurrir a partir de ahora.

R.C.- Haciendo un ejercicio númerico, las posibilidades de crecimiento de nuestro público en Panamá son limítadas. Somos dos millones y medio de habitantes; es un mercado pequeño y muy saturado, por medios mucho más poderosos que los nuestros. Así que nos hemos preocupado en los últimos 2 años por mantener este público y seguir buscando proyección hacia otros mercados de lengua hispana. Hay un interés creciente entre gente que promueve nuestra música con sus propios recursos en Argentina, Chile, Brasil, Costa Rica, México y en todo el mercado latinoamericano, e incluso en España, donde ha ido llegando puntualmente. En síntesis nuestro futuro es seguir haciendo una música vinculada a nuestra visión del mundo y esforzandonos en proyectarla tan lejos como podamos y buscando otras fuentes de mantenimiento de nuestro trabajo que lo haga factible y producible. En cualquier caso estamos muy contentos con lo que vamos logrando, con discos, composiciones, arreglos, etc..

L.A.- Estamos planteándonos como Grupo Tuira el alternar clásicos de la música popular con nuestra música, para darle una mayor divulgación . Mucha gente ha conocido temas sueltos, "La rosa de los vientos", "Otra canción de amor", y ahora queremos ampliar ese círculo.

R.C.- Para esto tenemos la ventaja de que el Grupo Tuira está integrado por músicos muy buenos y cotizados en el mercado panameño, y suena muy bien. Estamos entusiasmados por reabrirnos un espacio en el mundo nocturno y además en promover nuestro trabajo fuera de Panamá. Y lo vamos a conseguir.