ORIENTE
PRÓXIMO
HAY QUE ELABORAR OTRA HOJA DE RUTA
Noam Chomsky (Traducción
de Xavier Nerín)
El proceso de
paz palestino-israelí no ha detenido la construcción de
la barrera que los israelís llaman "alambrada de seguridad"
y los palestinos "muro de separación". Bush y Sharon
mantienen ciertas diferencias sobre su emplazamiento exacto. Pero para
poner el proceso de paz --y la barrera-- en su contexto, es importante
recordar que sin la autorización y el apoyo de EEUU Israel tiene
muy poco que hacer. Y los israelís sensatos lo saben.
En los países árabes y otras partes del mundo existe una
visión muy errónea sobre la subordinación de Washington
a Israel o a su lobi local proisraelí. La idea de que EEUU pudiera
permitir que Israel tomara el mando es un grave error. Las alternativas
de Israel durante los últimos 30 años han reducido considerablemente
sus opciones; y con el rumbo que ha tomado, prácticamente no tiene
otra alternativa que servir de base militar estadounidense en la región
y acatar las exigencias de EEUU.
LAS OPCIONES estaban muy
claras en 1971, cuando Sadat ofreció a Israel un tratado de paz
total a cambio de la retirada israelí del territorio egipcio, aceptando
las propuestas del mediador de la ONU Gunnar Jarring. Israel podía
aceptar la paz y la integración en la región, o insistir
en la confrontación, lo que hacía inevitable la dependencia
de EEUU. Escogió la segunda vía, no por motivos de seguridad,
sino debido a su vocación expansionista. Con Bush-Sharon, las perspectivas
de una solución diplomática han disminuido e Israel ha desarrollado
sus programas de colonización con el apoyo de EEUU. Hoy los asentamientos
israelís controlan el 42% de Cisjordania, según B'Tselem,
organización israelí proderechos humanos. Diseminadas entre
ellos están las áreas palestinas, que "recuerdan a
desagradables regímenes del pasado, como el apartheid de Suráfrica",
dice B'Tselem.
Los planes actuales de Bush manejan dos recursos: la retórica y
la acción. La visión de Bush de un Estado palestino y la
Hoja de ruta de inspiración estadounidense se circunscriben al
ámbito de la retórica. Pero la Hoja de ruta era intencionadamente
vaga sobre cuestiones importantes, como las fronteras. "Sobre el
terreno --dice el periodista israelí Amira Hass--, los hechos están
determinando (y determinarán) el área donde se aplicará
la Hoja de ruta, el área en que se establecerá la entidad
conocida como Estado palestino".
Con el muro y sus otras acciones, Israel socava la posibilidad de llegar
a un acuerdo diplomático de paz y justifica su actuación
en términos de terrorismo palestino, que se ha incrementado, incluyendo
los atentados suicidas contra civiles israelís durante la Intifada
que se declaró en septiembre del 2000. Sin embargo, hasta hace
muy poco, la brutal ocupación militar de Israel ha tenido una respuesta
muy escasa contra este país en el interior de los territorios,
y los crímenes que cometieron las fuerzas ocupantes y los colonos
ilegales suscitaron poca inquietud. Lo mismo sucedió durante los
primeros días de la actual Intifada. Según el Ejército
israelí, durante el primer mes, la proporción de asesinatos
era prácticamente de 20 a 1 (75 palestinos, 4 israelís),
mientras la resistencia estaba confinada en los territorios y raramente
llegaba más allá del lanzamiento de piedras. Sólo
cuando la proporción cambió a 3-1 se suscitó una
enorme indignación por el sufrimiento de los israelís inocentes.
LA REACCIÓN es correcta.
Pero ¿ha sido correcto ignorar el aún mayor sufrimiento
de los palestinos, que se remonta a muchos años atrás, siempre
con el decisivo apoyo de EEUU? La Intifada ha evidenciado los significativos
cambios que se han producido en Israel. La autoridad interna del Ejército
israelí ha alcanzado tales niveles que el periodista Ben Kaspit
describe al país no como "un Estado con un Ejército,
sino como un Ejército con un Estado"; Ejército que
además es prácticamente un apéndice de las fuerzas
militares que dominan el mundo a un nivel sin precedentes, lo que no se
escapa a los habitantes de la región.
Todavía se podría alcanzar una paz justa. Hay muchos ejemplos
de finalización e inversión de conflictos aparentemente
irresolubles, como Irlanda del Norte y Suráfrica.
En el conflicto palestino-israelí, el horror desgarrador de cada
día añade nuevas piedras a los muros de odio, miedo y deseo
ardiente de venganza. Pero nunca es tarde para abrir brecha en dichos
muros. Sólo la gente que sufre el dolor a diario y espera lo peor
para mañana puede abordar con seriedad esta tarea, pero desde el
exterior se puede ayudar considerablemente a allanar el camino, siempre
que haya predisposición a afrontar honestamente los propios cometidos
y responsabilidades; y de acuerdo a ello, elaborar una Hoja de ruta.
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