Derechos para Tod@s 
Número 13
marzo 2003. Especial guerra Iraq




...ILUSOS!
(ALGUNAS REFLEXIONES A PROPOSITO DE LA GUERRA DE IRAK)

 

Ciudadano Josep, en G3 Revista de crítica social

INTRODUCCION

Debería rectificar el subtitulado. Es evidente que no se trata de una guerra. Tampoco lo fue la de Afganistán ni la de los Balcanes aunque se definieron como tales enmascaradas bajo la apariencia de guerra “antiterrorista" o “humanitaria". Por primera vez en la Historia se planea una guerra (un saqueo) donde en el primer acto de la contienda se exige el desarme incondicional del ejército enemigo. Donde el segundo acto será, si no se aviene a ello, el bombardeo con toneladas de bombas y misiles lanzados desde centenares de kilómetros de distancia, es decir, sin defensa posible. Antes, las llamadas e-bombas o bombas eléctricas ya habrían anulado completamente toda la tecnología civil y militar de Irak. El tercer acto será el de la rendición. En el supuesto caso de que las tropas de invasión encontraran resistencia y la rendición se prolongara, un bombardeo con artefactos atómicos (mini-bomba atómica) acabaría rápidamente con la contienda.

Debería rectificar también el subtitulado porque no se trata de una guerra específica contra Irak. Es solo un nuevo escenario de confrontación de una guerra mucho más global que va a desenvolverse en otros territorios durante un espacio de tiempo prolongado. Bush la llamó “la guerra duradera". A los ciudadanos del mundo que anhelamos la paz no nos puede cegar la vana ilusión de detener una guerra que ya nos ha sido declarada. En las guerras de facto declaradas solo existe la derrota o la victoria.

Afganistán fue sin duda el primer escenario abiertamente manifiesto de esta guerra, que como un fantasmagórico circo ambulante, irá desplazándose a otros lugares del Planeta. Yugoslavia fue su preludio. Pero esta declaración de guerra global ya fue decidida y minuciosamente planificada mucho antes. Tras la caída del muro finalizaron los años en los que la disputa del mundo entre las dos grandes potencias mundiales (que bajo la amenaza de la autodestrucción mutua estuvieron obligadas a coexistir) fue la que determinó, condicionó o postergó cualquier contienda. Solo cuando se derrumbó el enemigo soviético que litigaba por el dominio del mundo se pudo dar la orden de partida de las legiones para su conquista. Solo entonces el nuevo Imperio pudo lanzar un ultimátum a los antiguos aliados protegidos y amparados por los EEUU (que servían de contención fronteriza con la URSS): asentir y participar con él en las expediciones de conquista y saqueo o atenerse a las consecuencias. Unirse al Imperio o enfrentarse con él.

La rendición de los vencidos (los desarmados) es siempre incondicional y en términos extremadamente claros: la vida (bajo condiciones de sumisión) o la muerte (sin el menor atisbo de escrúpulos ni piedad). Se vuelve a practicar la misma y la única ley que ha regido en todas las sociedades humanas: la ley de la fuerza.

No existe otra ley.

La Humanidad que necesita establecer un nuevo orden social acorde con sus necesidades de supervivencia y progreso deberá tomar nota de ello. Los desfiles festivos y carnavalescos nunca han acabado con los tiranos. Los cantos pacíficos nunca han vencido a las acciones de los criminales. Sin acabar con ellos, sin derrotar a las fuerzas que defienden las distintas formas de propiedad en la que sustentan su ladronicio, nunca estaremos en condiciones de construir una sociedad en la que el conocimiento humano pueda anteponer la cordura, la colaboración, la solidaridad, el apoyo mutuo a la lucha violenta y fratricida de las épocas del pasado.

Que los ilusos de buena voluntad reflexionen. Puede ayudarles a ello la lectura del libro del filósofo alemán Günther Anders, pacifista hasta sus 85 años y que hoy aboga por la acción incluso violenta si no hay otra alternativa. En el libro "Estado de sitio o legítima defensa", escribe:

"De todas maneras considero ineludible que a todos aquellos que tienen el poder y nos (un nos millones de veces) amenazan, los asustemos. No nos queda otro camino que contestar a sus amenazas con amenazas y hacer inefectivos a todos aquellos políticos que con toda irresponsabilidad y por intereses egoístas llevan al mundo a la muerte. Ojalá que la amenaza en sí pueda ya de por sí asustarlos". Y más adelante a proposito de las manifestaciones y actos de protesta pacíficos….". No son acciones serias, sólo son "happenings". No son acciones, son apariencias. Una cosa es aparentar y otra es ser. Los que hicimos esas acciones creímos haber traspasado la frontera de la mera teoría, pero éramos sólo actores, en el sentido teatral. Hacíamos teatro por miedo a actuar verdaderamente. Teatro y no- violencia son parientes muy cercanos".

En una gran alarde de cinismo algunos caciques europeos creen que es posible el saqueo (y el reparto del saqueo) previa la rendición, sin necesidad del segundo acto. ¡¡¡Es innecesario!!!, exclaman. Podemos repartirnos pacíficamente el botín. Pero Bush decidió tomar en sus manos el liderazgo del saqueo y ser él el repartidor: “Quien parte y reparte se queda con la mejor parte" dice el refrán popular. Él es el Cesar del nuevo Imperio sobre la Tierra. Se terminaron los saqueos “por libre". Se terminaron las expediciones de centenares de pequeños piratas y filibusteros cada uno por su cuenta. Ahora una única y gran barcaza liderará la piratería global.

En un gran alarde de cinismo los viejos mercaderes europeos siguen pensando que con dinero pueden seguir comprando el petróleo en manos de tiranos sin importarles su ralea, de la misma manera que con el dinero compraron parlamentos, jueces, políticos o periodistas. Siguen sin comprender que en este periodo de colapso capitalista, la diosa- fuerza pisoteará al dios-dinero.

Pero estas situaciones no son hechos casuales ni excepcionales. Estamos, otra vez, en momentos históricos cruciales pero repetidos centenares de veces.

EL IMPERIO DE BUSH O EL IMPERIO DE LA HUMANIDAD

Resulta cada vez una tarea más difícil, ante unos acontecimientos que se precipitan con rapidez, cerrar los ojos a la realidad. Son tiempos en los que se desmoronan los viejos ideales y preceptos filosóficos en los que se sustentaron las sociedades democráticas regidas por el dios dinero. Es el fin de las antiguas ideologías y de la política palaciega en las manos del poder. Los hechos se desarrollan implacables y como en otros periodos de crisis anunciadores de grandes cambios, la acción desmorona los grandes principios y la fuerza vence al derecho y a la justicia . Las charlatanerías moralistas y sensibleras son acalladas por la fuerza de las legiones imperiales. Solamente la acción decidida de los pueblos podría cambiar el rumbo de la Historia en otro sentido. Porque, no seamos ilusos, la Historia no se puede detener. La irreversible unificación del mundo frente a las viejas separaciones y parcelaciones territoriales lo hará el Imperio de la Humanidad o el Imperio de los poderosos que consigan adueñarse para su provecho privado hasta del último rincón del Planeta. Lo hará la Humanidad despojándose de sus respectivos poderes tiranos, aboliendo las fronteras y las naciones, aunando sus esfuerzos, juntando medios y recursos patrimoniales a favor de la vida... o por el contrario lo hará un Cesar todopoderoso que impondrá su Ley y su Fuerza a un mundo sometido. El camino que conduce a Alejandro, a Napoleón, al César.... es un camino que tarde o temprano toda cultura dominante está dispuesta a recorrer. Poco importan los Lula, Chirac, Simeón de Bulgaria, Juan Carlos I, Mohamed de Marruecos, la reina de Inglaterra, Sadam, o el propio Bush. La historia de las ambiciones privadas por el dominio del mundo desembocan en el advenimiento del Imperio.

Es en este sentido que los hechos avanzan implacablemente.

El camino emprendido por el Imperio Bush representa una gran derrota y un gran sufrimiento para la Humanidad. Es un camino estéril y condenado al fracaso. Nunca será capaz de contener la rebeldía y las ansias de libertad, paz y bienestar de los seres humanos. El camino hacia el Imperio de la Humanidad sobre la Tierra no se podrá detener.

El “modelo de progreso" que Bush pretende imponer a la Humanidad, terminando definitivamente con otros “modelos" que la Historia demostró caducos, está inevitablemente condenado al fracaso. Solamente la utilización colectiva (no privada) de los recursos de la Tierra puede representar una esperanza. Ningún cambio en la forma de apropiación (sea privada, estatal, de grupo, o imperial) de los recursos supone la más mínima brizna de cambio para los ciudadanos del mundo.

Solamente un nuevo “modelo de progreso" impuesto por la Humanidad para su bienestar colectivo basado en la declaración patrimonial de las riquezas de la Tierra representa una esperanza.

Pero quienes se opongan al camino de Bush intentando mantener sociedades divididas y enfrentadas, sustentadas en el “libre derecho a la propiedad de unos" en donde esta legalizado de facto el derecho al robo, al saqueo, a la corrupción o a la especulación de auténticas dinastías territoriales , endogámicas y mafiosas (tanto bajo formas democráticas como dictatoriales) representan también un gran desastre para la Humanidad. Este periodo histórico ya lo hicimos y se demostró como el causante de grandes guerras y luchas fratricidas que solamente beneficiaron a los poderosos que aumentaron y concentraron su poder. La primera y la segunda Guerra Mundial decidieron en manos de que potencias capitalistas se realizaría el reparto del mundo. El derrumbe de la URSS y la actual guerra de Bush deciden la potencia hegemónica que terminará este proceso.

Pero quienes se opongan al camino de Bush intentando defender los antiguos principios de la no injerencia y la libre determinación de los pueblos, proponen también un gran engaño a la Humanidad. Tales derechos hace mucho tiempo que fueron en la práctica abolidos. Auténticos gestores o administradores (capataces) de los intereses de las grandes compañías transnacionales han sido colocados o derrocados en cualquier país del mundo, sin importar la forma que tomara el Estado. Se apoyaron tanto reyezuelos como dictaduras militares, mafias de la droga, repúblicas bananeras, jeques feudales, líderes religiosos o democracias representativas. Los más antiguos y acabados regímenes parlamentaristas fueron sin duda alguna los que protagonizaron sin el menor escrúpulo las mayores atrocidades intervencionistas. Se intervino militarmente en centenares de ocasiones. Se armaron a grupos guerrilleros, a mafias locales o se pagaron a auténticos ejércitos de mercenarios. La no injerencia nunca fue respetada. Trabajo sucio decidido y organizado “por hombres con frac" desde los salones palaciegos, castillos o capillas vaticanas. Los Parlamentos asintieron y aplaudieron siempre las decisiones de los “salvadores" de la patria.

La Sociedad de las Naciones ya había proclamado en su carta fundacional (artículo 22): “En aquellas colonias y territorios que, como una consecuencia de la última guerra ?se refieren a la Gran Guerra-, han dejado de estar bajo la soberanía de los Estados que los gobernaban ?se refieren a los Estados perdedores- , y que se hallan habitados por pueblos incapaces de subsistir aún por sí mismos, será aplicado el principio de que bienestar y desarrollo constituye un depósito sagrado confiado a la civilización. El mejor método de llevar a la práctica este principio consiste en confiar la tutela de aquellos pueblos a las naciones adelantadas que, por razón de sus recursos, su experiencia y su posición geográfica, pueden cubrir mejor esta responsabilidad".

La Sociedad de las Naciones abrió un nuevo periodo donde se volverían a dirimir cuales serían las “naciones adelantadas" que llevarían a cabo este principio. La Segunda Guerra Mundial lo dilucidó. La Organización de las Naciones Unidas (con el derecho a veto de las potencias ganadoras) fue el nuevo marco en el que este “sagrado principio" rigió el orden internacional.

Un nuevo marco internacional debe conducir, en el siglo XXI, a un nuevo orden internacional donde ya no existen en la práctica potencias ganadoras en disputa. La Organización de las Naciones Unidas ya no juega este papel. El acta de su defunción la firmará Bush o la firmaremos los ciudadanos del mundo.

El peligro de una guerra entre las grandes potencias se terminó con la caída de la URSS. Persistir en esta contienda sería volver al pasado. Bush propone con claridad meridiana que los EEUU lideren definitivamente este proceso. Por esto insiste en la caducidad de la vieja Europa de las Naciones. Las guerras territoriales “privadas" han acabado aunque los soberanos franceses insistan en sus intentos de hegemonía africana (aún en competencia con otros miembros de la Unión Europea) o los soberanos alemanes vuelvan a repetir sus intentos de expansión hacia el Este (en los antiguos territorios de la URSS o con pactos con Rusia).

Es absolutamente ilusorio oponerse al Imperio Bush proponiendo el retorno a la sociedad de las Naciones o de las alianzas entre naciones.

La creación y consolidación de unas alianzas entre poderes económicos, aún inscritos en marcos nacionales, confrontados con el Imperio representaría una nueva vuelta atrás en la Historia y un nuevo periodo de penurias y sufrimiento para la Humanidad. Nada de esto sería posible sin un nuevo renacer del “patriotismo nacional-chovinista" (como ocurrió en los momentos que precedieron a las guerras mundiales) ni tampoco sin un inmenso rearme disuasorio (como también ocurrió entonces cuando todas las fuerzas políticas europeas, incluidos socialistas y socialdemócratas, votaron a favor del incremento de los presupuestos para la guerra). Porque solamente una gran fuerza de destrucción disuasoria enfrentada con la del Imperio podría hacer retornar a una situación de coexistencia o equilibrio.

Es impensable que las economías europeas (en pleno proceso de modernización tecnológica) resistieran el retorno a una economía de guerra. Por esto Aznar, Berlusconi y Blair, administradores de las economías europeas más débiles y con menor capacidad de conquistar nuevos mercados (Gran Bretaña, Italia y España son los países de la Unión Europea con mayor deficit comercial, frente a Alemania y Francia que tienen superavits), han optado abiertamente por Bush (Estados Unidos es el pais con el mayor deficit comercial entre los países capitalistas desarrollados). Por esto también Chirac y Schröder que son teóricamente los mas fervientes defensores no solamente de la Unión Europea sino de la construcción de una fuerza militar europea (al margen de la OTAN), se ven obligados a no poder emprender tal camino de confrontación: necesitan destinar grandes sumas de dinero para innovar sus sistemas de producción y para hacer frente a un desempleo cuyas prestaciones son cada día mas difíciles de asumir. Los Pactos de Estabilidad y Crecimiento europeos se verían absolutamente resquebrajados si estos países entraran en la dinámica de una economía de guerra.

Cualquier intento en este sentido sería una gran derrota para los ciudadanos europeos. Esta no sería tampoco nuestra guerra.

EL MONOPOLIO DE LA FUERZA

La inmensa superioridad militar del Imperio es resolutoria. También lo es su proceso hacia la exclusiva monopolización de las armas de destrucción. Este, es un objetivo añadido a la guerra por los recursos petroleros del Oriente Medio que el Imperio no se cansa en repetir con absoluto cinismo: "Nadie puede tener en sus manos ningún artefacto destructivo que nos pueda amenazar ni puede estar en disponibilidad tecnológica de obtenerlo". Esto significa simplemente que están dispuestos a hacer retroceder a la prehistoria a cualquier pueblo de la Tierra a la menor sospecha de resistencia o amenaza disuasoria.

El desarme del mundo ha empezado con los más débiles. Seguirán otros y terminarán los propios amigos y aliados. Nunca el mundo estará tan tajantemente obligado (por la fuerza) a la firma de cualquier tratado de prohibición de armas de destrucción tanto nucleares, químicas como biológicas. !Todos menos el Imperio, claro¡

Solamente el Imperio de los ciudadanos del mundo puede hacer efectivo el desarme total, el desmantelamiento de cualquier artefacto de destrucción y la abolición de los ejércitos.

El camino emprendido para obligar al desarme (y la rendición) del mundo ha empezado al unísono de su saqueo. Nunca la ciudad y el territorio de Roma (el corazón del Imperio) fue una potencia productora. En términos económicos actuales diríamos que fue un Imperio terriblemente endeudado, importador de la práctica totalidad de lo que se consumía, con un enorme déficit comercial. Fue únicamente exportador de las legiones. La fuerza de las legiones fue la única organización práctica del poder romano. En el corazón del Imperio todo fue esplendor: pan y circo, pensadores, artistas, poetas, constructores... y ciudadanos libres. La fuerza de las legiones fue tan grande que el propio Senado romano (cuna de las enfervorizadas discusiones políticas y filosóficas) sucumbió ante su poder. Pero Roma se desmoronó cuando no pudo sostener tal inmensa fuerza militar desplegada por todo el vasto territorio sometido cuando fue pasto de continuadas sublevaciones y levantamientos, cuando sus propios ciudadanos no pudieron soportar por más tiempo las imposiciones de un estado permanente de guerra. Este también será el final del Imperio Bush.

Pero el monopolio de las armas de destrucción, que pretenden, es un objetivo tan absolutamente imprescindible como inalcanzable. La Historia es tremendamente tozuda y su camino no se puede detener: el conocimiento humano sigue siendo el motor de los grandes cambios sociales que se avecinan.

Por primera vez en la Historia se desmorona como un castillo de naipes la ley que parecía inmutable a lo largo de los siglos: La violencia organizada, el uso indiscriminado de la fuerza de destrucción siempre ha sido monopolio del poder. La propiedad exclusiva sobre los medios e ingenios militares, sobre las técnicas de armamento y sobre los conocimientos científicos puestos al servicio de la maquinaria de guerra es el contenido universal del poder del que realmente emana toda autoridad para someter a los pueblos.

Tal propiedad determina el saqueo y la apropiación de las otras propiedades (los hombres, las tierras, los recursos, las máquinas, etc) y la sumisión (por actos de fuerza) de los hombres. Tal propiedad hace posible que pueda luego sustentarse un Estado de Derecho que legalice y perpetué esta apropiación. Cuando este Estado de Derecho desfallece, tal propiedad permite imponer otro Estado de Derecho diferente más acorde con las necesidades del poder.

Esta propiedad no puede ser compartida. Ha de monopolizarse. Lo enseña el propio Bush en las academias militares norteamericanas: ...“Cuando se extiendan las armas nucleares, químicas y biológicas junto con otras tecnologías de misiles, cuando esto ocurra, incluso estados débiles y grupos pequeños pueden lograr un poder catastrófico para atacar grandes países... Tenemos que combatir al enemigo, destrozar sus planes y enfrentarnos a las peores amenazas antes de que surjan".

Pero ¿cómo se puede impedir que el conocimiento humano (capaz de protagonizar los grandes avances que necesita la humanidad ) circule sin fronteras ni ataduras? ¿cómo se puede evitar que tales conocimientos que pueden ser constructivos, favorables para la vida, solucionadores de problemas vitales que podrían hacer generalizable una vida digna para todos, no sean usados negativamente por los hombres desahuciados, llenos de odio y de desesperanza que les ha conducido a un orden social que aniquila con sus guerras a millones de seres humanos, que produce éxodos interminables, miserias, hambrunas, destrucción y los empuja irremisiblemente a un mundo absolutamente empobrecido?

¿Van a poder bloquear las redes informáticas? ¿Van a poder destruir todos los laboratorios que pueden producir vacunas? ¿Van a poder ilegalizar a las comunidades científicas? ¿Van a poder controlar a todos los laboratorios químicos, biológicos, tecnológicos...? ¿Van a poder suprimir a todos los centros de investigación de los centros de enseñanza, de las universidades...? ¿Van a poder declarar un peligro social a las matemáticas, los logaritmos, la física, los pentagramas, ...? ¿Van a poder esconder las aportaciones de Einstein? ¿Van a poder instaurar, en definitiva, una nueva ordenanza imperial que dicte: “PROHIBIDA LA CIENCIA, ES PROPIEDAD PRIVADA DEL PODER"?

Su intento fracasará. Los grandes avances en el conocimiento humano, LA CIENCIA, han desbaratado la que parecía intocable ley que determinó las anteriores sociedades humanas. El poder ya no puede monopolizar el uso de la fuerza (los conocimiento científicos puestos al servicio de la maquinaria de guerra). Sus guerras para impedirlo serán en vano.

Los hombres de ciencia, los investigadores, los estudiantes, los ciudadanos que apostamos por la sociedad del conocimiento NECESITAMOS la libre circulación de la información científica y su utilización colectiva. Necesitamos acabar definitivamente con el secretismo que lleva implícita la apropiación privada de la Ciencia. El libre acceso a la información es el único medio posible para que millones de personas que hacen un mismo trabajo puedan desarrollarlo con rapidez y efectividad. El uso colectivo y práctico de la Ciencia está en completa oposición con la vieja sociedad del dinero en donde el dominio político del poder antepone el beneficio privado a la resolución científica de los problemas que acucian a la Humanidad. Necesitamos dar a la Ciencia un uso social constructivo, de progreso y de bienestar, NO BÉLICO.

Seremos los ciudadanos del mundo que apostamos por la CIENCIA quienes desarmaremos el mundo de los poderosos. Solamente el Imperio de la Humanidad podrá decidir que el conocimiento humano sea utilizado a favor de la vida y no como arma de destrucción al servicio de intereses privados.

La moderna civilización de Avicena, de Averroes, de Algazel alcanzó un nivel de conocimientos quirúrgicos y farmacológicos que Europa no conocería hasta casi el siglo XV. El conocimiento empírico de ciertas enfermedades parasitarias mortales les condujo a prohibir la carne de cerdo. Allá en donde se extendió la civilización musulmana sus pobladores no enfermaron mientras la de los atrasados reinos cristianos, tanto nobles como villanos, estuvieron expuestos a la enfermedad. Cuando en occidente la Ciencia descubrió que la enfermedad parasitaria estaba producida por la ingestión de carne infestada por la triquina y conseguimos descubrirla en la carne de cerdo pudimos seguir comiendo esta animal sin riesgos de contraer la enfermedad. El mundo musulmán en decadencia siguió aferrado a los poderes religiosos y continuó prohibiendo la carne de cerdo.

Hoy tanto los ciudadanos del mundo musulmán como del occidental estamos expuestos a la encefalopatía ovina, bovina o caprina. Ellos no han conseguido alcanzar las condiciones tecnológicas necesarias para hacer frente a las investigaciones para prevenirla. La enfermedad afectará a muchos de sus pobladores. En el mundo occidental el dominio político ya antepuso el beneficio privado a la seguridad alimentaria de sus ciudadanos. La enfermedad también nos seguirá afectando.

Cada vez más la quiebra entre el mundo del dinero y la sociedad científica es mas evidente. A los ciudadanos no nos queda otra posibilidad de elección porque las posibilidades de nuestra supervivencia apremian la inevitable decisión: la vida o la barbarie. La vida para el conjunto de la colectividad humana o la vida solo para un cada vez más pequeño grupo de individuos que privatizarán para su exclusivo beneficio los grandes logros científicos que estamos ya en condiciones de alcanzar.

LA PAZ NO PUEDE SER SOLO UNA ILUSION

Nunca, en ningún otro periodo histórico el deseo de paz ha estado en el corazón de tantos y tantos millones de personas. Nunca tampoco, la capacidad y la decisión destructiva ha estado tan evidente en la mente enfermiza de los poderosos que quieren dirigir el mundo.

Pero la guerra hace tiempo que está en marcha y no se constata ningún hecho que nos permita esperar que vaya a detenerse.

Cuando unos criminales armados declaran la guerra a la Humanidad solo cabe la lucha o la rendición. La victoria o la derrota. No es entonces momento de cantos poéticos ni de recitales pacifistas.

Si no los vencemos, si no los apartamos del mando de nuestras sociedades, ellos HARAN LA GUERRA AUN EN CONTRA DE NUESTRA VOLUNTAD. No es cierto que ellos no pueden actuar sin nuestro consentimiento. El poder nunca en ningún periodo histórico ha pedido permiso a los pueblos para someterlos.

Cualquier ilusión de paz si no nos enfrentamos con esta realidad será en vano.

Los ciudadanos argentinos han contribuido a la lucha de los ciudadanos del mundo con una gran aportación: ¡QUE SE VAYAN TODOS¡

Pero, deberíamos para hacer real y práctica esta aportación añadir una pequeño apéndice: ¡OBLIGARLOS A QUE SE VAYAN TODOS¡ ¡ECHARLOS A TODOS¡

Nosotros no podemos colaborar en dilucidar si el petróleo es de Sadam y sus secuaces, si es de Bush, o si lo deben repartir la EXON y la TotalFina. Nuestra única esperanza está en que el petróleo como fuente energética hoy por hoy imprescindible para el desarrollo de nuestras sociedades, sea utilizada bajo criterios de progreso general y en beneficio del conjunto de la Humanidad. La decisión de su extracción, conducción y explotación debe estar en manos del Imperio de los ciudadanos del mundo.

De tal manera hemos de declararlo y de tal manera hemos de proponerlo a los ciudadanos irakíes en cuyo territorio la madre naturaleza lo situó. De tal manera hemos de declarar los mares y océanos, los cielos, los cereales del territorio argentino, el cobre chileno, los fosfatos del magreb, el gas natural argelino, las bananas canarias, los cítricos californianos, el agua del Golán, o el coltán del Congo...

Cuanto más tardemos en DESILUSIONARNOS, más guerras, más hambrunas, más muertes y más destrucciones... veremos impasibles adueñarse de nuestras sociedades.

Cuanto más tardemos en sustituir la criminal política palaciega del poder por la GRAN POLÍTICA de los ciudadanos, la cínica ética y moral del poder por la sencilla y humana ética y moral de los ciudadanos, más barbarie imperará en nuestras vidas. Cuanto mas tiempo tardemos en declarar los recursos de la Tierra como PATRIMONIO COLECTIVO, en abolir el sistema de patentes y en hacer LEY la libre circulación del saber, mas tiempo retrasaremos nuestro futuro.

No es tiempo del fin de la política, ni del fin de las ideologías ni del fin de la Historia. Son los primeros balbuceos de un nuevo camino y los principios de una nueva Historia.

PACIFISMO O REBELDIA.-

En las ultimas semanas los acontecimientos se han encargado de resolver de una manera extraordinariamente clara, cuestiones que eran objeto de discusiones y tomas de posición enfrentadas, tanto en los ámbitos políticos e intelectuales como en la sociedad en general. Con el fracaso del intento de construir el socialismo en la Unión Soviética el movimiento obrero revolucionario y aun el simplemente sindicalista, entraron en una desmovilización generalizada. Su lugar fue ocupado por toda una serie de organizaciones, dedicada cada una de ellas, a desarrollar la conciencia ciudadana contra los estragos que una desenfrenada liberalización de la economía empezaban a producir. Movimientos ecologistas, conservacionistas, anti-armamentistas, antiatómicos…, todos ellos participaron de la utopía de poder cambiar la dirección y el rumbo de un sistema, que por su propia naturaleza, no puede más que huir hacia delante engullendo y destruyendo todos los recursos del planeta para satisfacer el ansia de acumulación de riquezas de un puñado de grandes propietarios.

Hoy, todas las cuestiones vuelven a quedar reducidas al viejo dilema que quedó planteado justo al acabar la primera Guerra Mundial en una Europa cubierta de cadáveres: O construimos una sociedad basada en principios de colaboración, igualdad y solidaridad, o continuamos de la mano del Capital hasta la barbarie.

La segunda guerra mundial fue otro gran paso hacia esta barbarie apocalíptica anunciada por numerosos pensadores de todos los países y de todas las culturas. Vivimos nuevos y más terribles horrores: el Holocausto de millones de seres humanos por condiciones de raza, el genocidio y la exterminación de pueblos enteros, el horror atómico experimentado por primera vez en Hiroshima y Nagasaki. Pruebas irrefutables del cáncer que prospera en las entrañas de un sistema Capitalista que solo tiene por única ley el Beneficio Privado.

La Paz Capitalista impuesta por la primera democracia del mundo arrasó entre otros países a Vietnam en el sudeste asiático, Guatemala en Centro América, Yugoslavia en los Balcanes europeos, Afganistán en el medio Oriente y se dispone una vez más ha hacerlo hoy, con Iraq en el próximo Oriente.

Nunca las voces, millones y millones de voces que gritaron y clamaron por la paz en todo el mundo pudieron detener los horrores de las democracias capitalistas, ni los horrores de las democracias ni los de las dictaduras y tiranías capitalistas. Solo una vez pudo detenerse la masacre y fue en Vietnam no sin antes haber asistido a la barbarie del Napalm sobre las aldeas y a la fumigación de campos y selvas. Y no fueron las manifestaciones pacifistas, ni los happenings, ni las fiestas de beneficencia los que pararon la guerra. Fueron las deserciones en masa de la juventud estadounidense que se negó a servir al ejercito de la democracia y que desobedeció a los gobernantes de su democracia. Esa fue la primera gran lección de la historia moderna de la barbarie.

De nuevo, ante el genocidio preparado por un puñado de democracias capitalistas, inmensas mayorías de ciudadanos en todos los países del mundo hacen oír sus voces por la paz y contra la guerra. Pero sus voces, una vez más no serán escuchadas.

Triste paradoja para la democracia cuando se olvida que por encima del concepto de Democracia se sitúa el concepto de Capitalismo.

Triste papel el de los Sindicatos Democráticos de Trabajadores que se oponen a la guerra con pegatinas en las solapas o con 15 minutos de paro laboral.

Triste posición la de los Partidos Democráticos que bajan la cabeza impotentes en los Parlamentos traicionando el sentir de los ciudadanos y temerosos de perder sus privilegios. ¿Si en una cuestión tan vital como la guerra y la paz temen imponer el sentir del pueblo, para que sirven?.

Si algo debemos aprender de nuestras propias experiencias es que la lucha por la paz es incompatible con el pacifismo resignado, con la esperanza de que nuestras voces serán escuchadas, con la falsa ilusión de que después de la tragedia todo mejorará.

Aunque llamemos democracia a este sistema que en 1986, 'Año de la Paz' de las Naciones Unidas, se gastó en armamentismo 900 mil millones de dólares. Eso significa que por minuto se gastan 1,7 millones para armas y equipos militares y represivos. Eso significa que este sistema democrático ocupa en las fábricas de armas de todo el mundo a más de 100 millones de personas". Eso significa que este sistema democratico está permanente preparandose para la guerra, no para la Paz.

Y frente a los hechos, no hay otra alternativa más que nuestra firme voluntad a rebelarnos y desobedecer a unos poderes que ven en la vida humana, solo y nada mas, que un negocio.

Los ilusos son los que ante los hechos prefieren cerrar los ojos y soñar "que otro mundo es posible" sin hacer nada por alumbrarlo.