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Número 11
noviembre - diciembre 2002




PENÍNSULA DE YUCATÁN, MEXICO
CHICHEN-ITZA: DONDE LAS PIEDRAS HABLAN


Esteban Galera

LAS CIUDADES MAYAS DE YUCATÁN

La Península de Yucatán es un poderoso brazo de tierra situado entre los grandiosos golfos de México y de Honduras. Hoy en día es un foco de atracción turística y viajera de primer orden por poseer en sus territorios algunas de las mejores ciudades coloniales de Centroamérica, magníficas playas abiertas al Mar Caribe y un elenco de vestigios arqueológicos precolombinos de los mejores conservados de América latina.

Pero hace muchos siglos esta península mexicana estuvo habitada por una de las civilizaciones más poderosa y desarrollada de las que existían entonces. Los Mayas vivieron en Yucatán levantando desde los duros suelos bellas ciudades repletas de hermosos palacios y templos. Labraron las piedras de los muros en los edificios para expresar en ellos a través de símbolos muchos de los contenidos esenciales de su pensamiento religioso, político o social. Gracias a estos hermosos relieves grabados en las calizas hoy podemos conocer algo sobre una mágica civilización que se extinguió dejando para la historia un legado de belleza, de sabias leyendas y de grandes enigmas.

Las ciudades mayas del Yucatán constituyen un inapreciable documento esculpido en sus piedras que nos habla de muchas cosas importantes, entre otras sobre los grandes movimientos migratorios que se produjeron desde el exterior del área maya, así como también los flujos migratorios interiores. Ello queda reflejado en las formas arquitectónicas y estilísticas de ciudades como Chichen-Itzá, donde las ideas del mundo externo al maya, como fue el caso de las influencias mexicanas se desarrollan vigorosamente durante el periodo Posclásico.

Las tierras del Yucatán están llenas de muestras y elementos que demuestran la fuerte personalidad de las culturas que en ellas se desarrollaron, las construcciones que estas levantaron son de una singularidad que las diferencia definitivamente de los estilos mayas que surgen en las selvas tropicales del Petén. Influye rotundamente en este fenómeno, a parte de concepciones socio-culturales-religiosas, las condiciones climáticas y orográficas. Un clima mucho más seco que el de la selva tropical y un suelo poco montañoso con vegetación que no sobrepasa los 15 metros de altura.

La posibilidad de disfrutar de grandes espacios abiertos se manifiesta en la amplitud de las ciudades del Yucatán y la presencia de capas freáticas con abundante agua abiertas al exterior gracias a la existencia de los "cenotes", auténticos depósitos gigantes de agua, permitieron que las edificaciones de las ciudades se realizaran de nuevas maneras.

De esta forma florecieron en la Península de Yucatán, entre las cuencas de los ríos Bee, Chenes y Puuc tres grandes centros civilizatorios mayas que ya nacieron marcando perfiles diferenciados con los del resto del mundo maya. Pero estos perfiles se desbordaron con la llegada de los toltecas, procedentes de México, y de estas simbiosis surgió una cultura que tiene en Chichen-Itzá su máximo y más preciado legado a la humanidad.

ITZAES Y TOLTECAS

La historia de Chichen-Itzá está ligada a la de estos dos pueblos que durante muchos años han absorbido la atención de algunos estudiosos y expertos que fueron estableciendo hipótesis sobre el origen de estas culturas. Según algunos los Itzaes no fueron mayas y jamás hablaron bien la lengua maya, se establecieron en Chichen-Itzá y más tarde fueron conquistados por un gran líder mexicano llamado Kukulcan, quien dotó a esta cultura de la religión, la arquitectura y otras ciencias. Pero en realidad poco se sabía sobre quienes eran los itzaes y quien Kukulcan.

Kukulcan, cuyo nombre significa "serpiente emplumada", (Kukul es la pluma del quetzal, el emblemático pájaro centroamericano y "can" quiere decir serpiente), es la figura maya que corresponde con Quetzalcoatl el dios de las culturas mexicanas (el nombre mexicano de serpiente es "coatí"). Según la leyenda Quetzalcoatl se convirtió en el dios del planeta Venus después de exiliarse de la ciudad de Tula, de la que fue jefe, por culpa de la traición de su rival el dios Tezacatlipoc. Algunas versiones dicen que el exilio le llevó a través de Veracruz o Tabasco, después se echó al mar en una balsa y desapareció. Otras versiones cuentan que Quetalzoacatí hizo una hoguera para quemarse en ella durante el periodo durante el cual Venus es invisible, apareciendo ocho días después convertido en el planeta Venus. El exilio del dios acompañado por guerreros toltecas fue decisivo para la historia de Chichen-Itzá. El otro gran enigma, además de la identidad de Kukulcan es la identidad de los Itzacs, que podían ser tanto mayas como toltecas.

Los códices mayas conocidos como Chilam Balam, escritos por los sacerdotes o sabios son una fuente inapreciable para establecer hipótesis más definitivas. Estos libros contienen la historia de la llegada de los itzaes a Pole, un pequeño puedo del Yucatán, situado al noreste y desde aquí navegando llegaron a la isla de Cozumel. Los Chilam Balam no nombran en absoluto a Kukulcan, aportando un dato decisivo, la llegada de los Jtzae independientemente del jefe mexicano. Otro dato importante es que los Itzaes aparecen como un pueblo marinero, puesto que llegaron por mar abierto hasta un punto bastante alejado de su origen. De los únicos que se tiene conocimientos sobre sus pericias como expertos navegantes son de los mayas chontales, mientras que los toltecas solo controlaban la navegación de los nos, pero como en tantas otras ocasiones las piedras también hablan de la historia y ellas corroboran los argumentos derivados de Chilam Balam, pues algunas pinturas murales de Chichen-Itzá muestran guerreros cruzando el mar en canoas, dirigiéndose hacia una población costera.

Los Arqueólogos e historiadores considerando todos estos elementos han llegado a pensar mayoritariamente que la tesis más aceptable es que los Itzaes fueron mayas chontales procedentes del otro extremo del Golfo de México, cuyas tierras habían sido invadidas por mexicanos, sometiéndoles con dureza, por lo que algunos contingentes de itzaes emigraron para instalarse en Chichen-Itzá durante el periodo maya Clásico (entre el 250 al 900 D. de C.), antes de que llegara a aquellas tierras el culto a la "Serpiente Emplumada".

Sin embargo, los itzaes, aún siendo de origen maya, sus manifestaciones creativas artísticas ya fueron diferentes de la ortodoxia maya conocida hasta ese momento, como lo demuestra el interior del "Castillo" de Chichen-Itzá que no es de puro estilo maya, pero tampoco presenta influencia tolteca relacionada con el culto mexicano de la "Serpiente Emplumada".

Más tarde llegó Kukulcan al frente de sus guerreros toltecas, posiblemente procedentes de Tula, la capital de este pueblo, y ambos grupos se fusionaron y mestizaron como demuestra la fuerte influencia tolteca en la cultura Itzá, patente en esta parte de Yucatán. Pero de esta simbiosis la cultura nueva o transformada que surgió estuvo marcada profundamente por la huella tolteca en sus manifestaciones más importantes como la religión, la política y organización social, el arte, etc.

Hubo un Chichen-Itzá de origen maya con personalidad propia, llegaron los mexicanos toltecas con una gran capacidad militar para imponer sus criterios y surgió una interesante mezcla para combinar y crear algo con tanta fuerza y belleza que estalló esplendorosamente en una ciudad rebosante de matices, un verdadero documento esculpido en piedra. Esto fue Chichen-Itzá, joya que representa el bautizo y el crecimiento del periodo Posclásico de Yucatán y de mesoamérica.

CHICHEN-ITZA: UNA CIUDAD DE LEYENDA

Chichen-Itzá debe su renombre por representar la síntesis de elementos arquitectónicos y artísticos mayas y toltecas. La antigüedad del asentamiento permitió que se edificara en la ciudad durante la última etapa del periodo Clásico, con anterioridad a las aportaciones toltecas que fueron muy abundantes en el Posclásico. En la epoca antigua se configuraron los edificios de la denominada cultura "Puuc", como ejemplo está el edificio de La Iglesia, con sus cresterías voladas apoyadas en la fachada principal, que es típica del estilo puuc. También el templo de las Tres Arquitrabes, situado en la parte más antigua de la ciudad es un bello ejemplo puuc, adornado elegantemente con junquillos y celosías.

La llegada de los toltecas alteró todos los cánones expresivos dc la arquitectura maya. Sin embargo, no es extraño observar que cuando la población sometida posee una tradición cultural más antigua, elaborada y refinada que la de los dominadores, la simbiosis de ambas culturas produce resultados muy originales.

Un ejemplo de los extraordinarios resultados que se obtuvieron de la feliz síntesis lo constituye el magnifico edificio conocido como El Caracol que fue un observatorio astronómico, cuenta con una escalera interior de caracol a la que debe el nombre. Su forma es completamente ajena a los conceptos puramente mayas, siendo los elementos toltecas numerosos; decoraciones de serpientes emplumadas y cabezas de guerreros que adornan las escaleras de acceso y la plataforma superior del edificio. Son típicamente maya la bóveda y los mascarones de Chac (dios del agua), así como la depurada técnica de la unión entre las piedras del edificio.

Los toltecas una vez que se establecieron en Cichen-itzá se dedicaron a ampliar la ciudad para convertirla en uno de los centros mayor de su época. El perfil indiscutible de los toltecas se muestra en el trazado urbano, donde las construcciones ya no se agrupan alrededor de una plaza central, sino que se alzan en el centro de grandes explanadas orientadas como en las grandes altiplanicies mexicanas. Y los edificios que antes de la llegada de los toltecas mostraban la preocupación maya por los interiores son transformados por los toltecas mediante la construcción dc espectaculares columnatas para disponer espacios donde pudieran reunirse los jefes de las órdenes militares, reflejando de esta manera un nuevo equilibrio político marcado por el aumento de poder del estamento militar característico del periodo Posclásico. Los toltecas descubrieron que utilizando la columna como estructura de sostén y eliminando el travesaño único conseguirían ampliar los espacios cubiertos.

El Templo de los Guerreros o de las Mil Columnas es la muestra más completa y conseguida de esta nueva modalidad arquitectónica y que debe su grandiosa apariencia al conjunto de columnatas que se extendían en la base del cuerpo piramidal, sugiriendo la idea de que un ejercito de piedra quiere ascender hacia lo alto. Los pilares de las columnas están formados por secciones cuadradas superpuestas y presentan grabadas en las cuatro caras imágenes de guerreros. También son de estilo tolteca las columnas con forma de serpiente emplumada que sostienen el pórtico de entrada al templo, así como también todo el repertorio ornamental basado en la expresión de figuras de águilas y jaguares.

Destaca la gran estatua conocida como el Chac.Mool que representa un hombre sentado con las piernas dobladas y la cabeza vuelta hacia un lado, cuyas manos sostienen un plato apoyado sobre el vientre para recoger las ofrendas de los sacrificios. El mismo nombre de Chac-Mool significa `jaguar rojo".

Uno de los edificios más antiguos maya-toltecas de Cichen-Itzá es el imponente Templo de Kukulcan, conocido también como el del "Castillo" que fue como lo llamaron los españoles cuando instalaron en él el cuartel general durante la época de la conquista del Yucatán. Por supuesto que observando este bellísimo edificio nos daremos cuenta que es el exponente más relevante de la fusión de las dos culturas de Chichen-Itzá.

El primer elemento de la espectacularidad del Castillo es su posición solitaria, aislado del resto de las construcciones de la ciudad, ocupando el centro de una vasta explanada sobre la que se alza en un basamento piramidal de nueve escalones, la longitud de la base es de 55 metros, con una altura total de 24 metros. Por cada cara presenta escalinatas de 91 peldaños. Sus nueve terrazas se corresponden con la mitología de las nueve regiones del mundo subterráneo, en la que creen los mayas, y el número de peldaños de las cuatro escalinatas, sumadas al del único escalón de acceso al templo corresponden con los trescientos sesenta y cinco días del calendario solar. Se ha querido ver en el Castillo una fusión de elementos simbólicos mayas y toltecas. De hecho durante el solsticio de verano la sombra del sol coincide con las esquinas de las escaleras de tal manera que estas cobran el aspecto de semientes que ascienden hacia la entrada del templo.

Pero la fusión de elementos mayas con toltecas va mucho más allá: la estructura del templo con cubierta de bóveda es inequívocamente maya, mientras que el jaguar de piedra pintado en rojo que presenta adosado la pared del fondo del templo y las serpientes emplumadas representadas en las dos rampas que flanquean la escalinata de la fachada principal de la pirámide es evidentemente tolteca.

Hay edificios en Chichen-Jtzá que son exclusivamente representativos del estilo tolteca, como es el caso de la plataforma de los cráneos o el Tzompantli, donde se supone que se clavaban y enterraban las cabezas de las víctimas sacrificadas, los capitanes del equipo perdedor en el juego de pelota, al que eran tan aficionados en Chichen-Itzá, donde este juego alcanzó el mayor relieve social. En Chichen-Itzá existieron nueve canchas de juego de pelota, la mayor de las cuales tiene 168 metros de longitud, siendo la mayor de Mesoamérica. La planta de la cancha tiene forma de T y en el recinto hay frisos esculpidos en los que pueden verse escenas del juego en bajorrelieve. El tema tolteca de la semiente emplumada resalta en los arcos donde se marcaban los tantos o goles en el partido que sobresalen de las paredes del campo de juego.

No sería completo ni justo hablar de Chichen-Itzá sin hacer una referencia a los "cenotes" a los que la ciudad debe su nombre. Estos pozos naturales además de haber hecho posible el abastecimiento de agua para la ciudad ha sido también una fuente inapreciable para obtener información sobre la historia de estas culturas. En particular, el que es conocido como "el Cenote sagrado" debido al hecho de que a este pozo se arrojaba a las víctimas de los sacrificios así como también objetos de diferente tipo que cuando han sido encontradas las diferentes prospecciones arqueológicas han permitido enriquecer el panorama sobre los conocimientos, técnicas, materiales y temas decorativos de los pueblos que habitaron Yucatán y en particular la soberbia ciudad histórica y monumental de Chichen-ltzá.