Ecuador.
Razones de un movimiento indígena
La espontaneidad, frescura y fuerza del movimiento indígena
ecuatoriano ha asombrado al mundo, pues aunque ha sido manipulado en
la última insurgencia ecuatoriana, ello no quiere decir que la
autenticidad de sus raíces no sea una realidad. Ecuador y su
indigenismo son un caso único y el más avanzado en toda
Sudamérica, y sólo tiene parangón con los casos
de Chiapas y de Guatemala en Centroamérica. Por diversas causas
en Perú no existe un grado tan desarrollado del movimiento indígena,
el caso de Sendero Luminoso ha sido incluso un revulsivo. Tampoco en
Bolivia puede hablarse hoy en día de una organización
política de los indígenas, aunque sí existe una
conciencia de identidad cultural.]
Ecuador reúne unas condiciones especiales originadas en la
historia y en sus tierras que explican las razones que han motivado un
grado tan alto de estima de sus identidades culturales por parte de los
indígenas ecuatorianos.
Un abanico étnico y cultural tan grande como el de Ecuador
es difícil de encontrar. Para hablar de este país hay que
poner en primer término su condición multicultural. Actualmente
en Ecuador tienen que convivir una gran pluralidad de culturas de diferente
origen, a lo que hay que añadir la riqueza del mestizaje. Pero esto
es difícil, pues es una lamentable realidad la existencia del racismo
y de los nacionalismos feudales de vía estrecha que dificultan enormemente
la búsqueda de soluciones para superar la crisis ecuatoriana.
Los indígenas, que estaban allí antes de que nadie
llegara, han logrado grandes avances en cuestiones de reconocimiento de
sus culturas, como es el caso de la educación bilingüe para
los niños indígenas, pero todavía no han conseguido
el reconocimiento del quichua como lengua oficial de Ecuador a la par que
el castellano. Pero en materia de progreso social los indígenas
viven en condiciones lacerantes en muchos casos y a pesar de que existen
leyes que ordenan y reconocen algunas de sus tierras, éstas son
vulneradas frecuentemente, como es el caso de las comunidades indígenas
del Oriente amazónico, debido a las actividades madereras o petrolíferas.
Además, en el caso del Oriente el impacto ecológico
y cultural que provocaron las prospecciones y extracciones del oro negro
han afectado gravemente a los indígenas. Aparecieron enfermedades
nuevas que padecieron principalmente los niños, y en el terreno
cultural el contacto agresivo ha supuesto en muchas comunidades efectos
de quiebra social y psicológica para los indígenas.
Los indígenas que emigraron a las grandes ciudades o al extranjero
fueron en un alto porcentaje a engrosar la bolsa de la marginalidad, el
alcoholismo (una de las principales lacras que les afecta), la mendicidad,
el paro, o a ocupar las tareas laborales más bajas y en régimen
de esclavizo. Como estos acuciasteis problemas son comunes para todos los
pueblos indígenas que cohabitan en Ecuador y además poseen
una sólida idea de su identidad cultural frente a la sociedad criolla,
tambien se ha visto favorecido el desarrollo de su organización
política.
De norte a sur y de este a oeste el territorio de la República
de Ecuador recoge una multitud de pueblos amerindios herederos de antiquísimas
y desarrolladas culturas preincaicas que mantienen hoy en día vivas
sus tradiciones.
En la costa norte vive la población negra de origen africano
que fueron traídos como esclavos para trabajar en las plantaciones
en la época de la colonia. Los primeros llegaron de la mano de Alvarado
desde Guatemala durante los tiempos de la conquista del reino de Quito.
A lo largo de la costa y su interior hay comunidades Tsachiles, Awa,
Montubias, Chachis y Manteñas. En la región de La Sierra,
extendiéndose a lo largo del "Callejón Andino" se desarrollaron
una serie de pueblos cuyo referente histórico más reciente
se remonta al período de Integración Regional y de la formación
de los Señoríos Étnicos en torno al liderazgo de los
Caciques o Curacas. Estamos hablando de un amplio periodo que abarca desde
el 800 A. de C. al 1480 D. de C. Aquí cultivan las tierras y son
malpagados sus productos una serie de magníficos pueblos quichuas
como los Caras, Caranquis, Otavalos, Natabuelas, Puruahuas, Cañaris,
Salasacas, Saraguros, etc. Dejándonos caer desde la cordillera andina
a través de la impresionante "Ceja de la Selva" llegaremos al Oriente
amazónico donde subsisten un gran elenco de culturas selvícolas
como los quichuas del oriente, los Secoyas, Sionas, Cofanes, algún
pequeño grupo de los antiquísimos Záparos, Shuares
y Ashuare (grupos del tronco jíbaro), y los legendarios Huaoranis,
entre los que todavía existe un minúsculo grupo apenas contactado
y que mantiene una actitud guerrera frente a las invasiones de sus territorios:
los Tagahelis o "patas coloradas".
Teniendo en cuenta este plantel étnico podemos hacernos una
idea de la importancia de las culturas indígenas en la realidad
de Ecuador, añadiendo como dato que la población indígena
pura se sitúa en un 36% sobre el total de habitantes de este país.
Paseo por la historia de las luchas indígenas
La primera gran invasión cultural y militar a la que tienen
que enfrentarse los indígenas del actual Ecuador fue la de los Incas
que eran quechuas (distinguir de los quichuas de Ecuador) del sur de Perú.
Al contrario que los pueblos preincas de Perú, que fueron
totalmente absorbidos por los incas, los ecuatorianos les opusieron una
feroz resistencia, y aunque fueron derrotados militarmente, se mantuvieron
siempre rebeldes guardando sus tradiciones culturales. Además, el
hecho de que la penetración del Tawantisuyu en Ecuador se diera
en el último periodo del expansionismo inca contribuyó a
la supervivencia de las culturas autóctonas ecuatorianas.
Sirve de ejemplo saber que algunos pueblos ecuatorianos de los más
organizados como los Cañaris lucharon al lado de las fuerzas de
Belalcazar, Almagro y Alvarado en la conquista del reino de Quito con el
objetivo de sacudirse el yugo inca. Más tarde los españoles
impusieron su conquista y cultura de la manera que es conocida por la historia
y sus interpretaciones. Los indígenas vivieron también esta
opresión, pero el espíritu rebelde se mantuvo intacto de
nuevo gracias al apego a su identidad amerindia.
Antes del final del imperio colonial español ya se tuvo noticia
de lo que puede llamarse un levantamiento indígena en Ecuador, que
se concentraron entre 1.765 y 1.803 por causa de la reivindicación
de la autonomía de sus tierras, y ya en aquella época fueron
aplastados a sangre y fuego. Vuelve a haber otro importante brote en 1.871
pero en él los indígenas perdieron la iniciativa con la constitución
del Estado criollo, refugiándose en la estructura comunal más
radical para sobrevivir. Durante el siglo XIX surgen pequeños conflictos
locales y parece que hay un largo período de recesión en
las luchas indígenas. De nuevo surge un movimiento importante en
el siglo XX, sobre todo durante los años 20; es el tiempo de los
"huasipungueros" de las haciendas que lucharon contra los abusos en la
relación patrón-huasipungo. Sobre estos hechos existe un
bello relato literario llamado Huasipungo, del soberbio escritor ecuatoriano
Jorge Icaza.
A partir de 1950 el movimiento indígena pasa abiertamente
a reclamar las tierras. Las luchas indígenas ya no han parado desde
entonces en Ecuador y el cariz que cobraron ha sido de una profundidad
asombrosa. En realidad, lo que los indígenas reclamaron durante
este largo periodo de 1950 a 1980 eran sus territorios étnicos para
rehacer los lazos de la identidad indígena.
Desde 1980 asistimos a una revitalización étnica en
el Ecuador y a un proceso de organización intenso fortaleciéndose
las estructuras comunales, llegando a convertirse en el sector más
organizado de la sociedad civil. Es el periodo de consolidación
de la CONAIE que recoge gran parte de las mejores cosechas sembradas por
el movimiento indígena ecuatoriano a lo largo de su historia.
Y llegamos a los alzamientos más recientes de 1990 y 1992
(quinientos años de resistencia). El 18 de Mayo de 1990, doscientos
indígenas tomaron la magnífica iglesia colonial de Santo
Domingo en Quito, exigiendo al gobierno el cumplimiento de un pliego con
16 puntos reivindicativos lanzados por la CONAIE. El gobierno reaccionó
bloqueando a los insurrectos pero se topó con una gran reacción
de la sociedad civil blanco-mestiza apoyando los hechos. El conflicto tomó
cuerpo escalonadamente y desembocó en la convocatoria de un levantamiento
nacional en los primeros días de Junio en el que participaron cientos
de miles de indígenas. Se bloquearon vías, se tomaron calles
y plazas, el país quedó aislado y la policía quedó
desbordada por los acontecimientos. Hubo un muerto, varios heridos y decenas
de encarcelados y una desproporcionada actuación del ejército,
pero se abría por primera vez la vía de diálogo para
debatir el problema indígena con interlocutores organizados que
mostraban disciplina, fuerza y capacidad movilizadora no tan solo de indígenas
sino también de fuerzas sociales progresistas y demócratas
de la sociedad en general.
Los indígenas, visceralmente vinculados a la tierra "Pachamama",
se distribuyen geográficamente en Ecuador como lo han estado desde
épocas inmemoriales, y la gran lucha que mantienen es la de disponer
libremente de las tierras que habitaron y cultivaron antes de que llegara
el primer colono invasor.
Realidad actual de los indígenas ecuatorianos
Hay tres grandes grupos de pueblos indígenas que se corresponden
con las tres realidades geográficas que componen Ecuador: Oriente
amazónico, la Sierra Central y la Costa Occidental. Los habitantes
históricos de estas tres regiones no han vivido aislados ente ellos,
pues desde siempre se relacionaron comercialmente (el comercio de la concha
marina spondylus, fenómeno decisivo en el desarrollo de las culturas
amerindias), sin embargo las especificidades tan marcadas y diferentes
de sus formas de vida relacionadas con el medio habitado han hecho y aún
hoy hacen que sus intereses y necesidades no sean las mismas. Las raíces
culturales son la última razón para que los pueblos indígenas
no sean jamás un bloque social monolítico capaz de generar
un Estado o Nación, y solamente la violencia y la explotación
que los colonos han ejercido a lo largo de la historia ha sembrado el germen
de una cierta unidad de los diferentes indígenas ecuatorianos.
El Oriente amazónico está ocupado por la infinita masa
verde que forman los bosques húmedos tropicales y drenado por una
poderosa red hidrográfica tributaria de grandes ríos como
el Agracio, el Pastaba y sobre todo el Napo, arteria principal del Amazonas.
Es el hábitat de numerosas culturas selvícolas, mucha de
ellas ya desaparecidas. Pero en la actualidad sobreviven todavía
pueblos indígenas, poco numerosos lamentablemente, que tratan de
defender su sistema de vida en la tierra que habitaron sus antepasados
conservando su lengua de origen. En el norte de la región amazónica
hay comunidades secoyas, cofanes, y sionas; en el centro destacan principalmente
los huaroranis, existiendo todavía un pequeño grupo de ellos,
los tagaeri, que mantienen una actitud guerrera con los que penetran en
sus tierras sin ser de su gusto y utilizan cotidianamente arco, lanza y
cervatana con saetas impregnadas en "curare". En el sur habitan los shuares
y los ashuares, pertenecientes al tronco jíbaro. Por todo el territorio
de Oriente se extienden mayoritariamente los quichuas amazónicos
cuyo origen está en las corrientes migratorias de quichuas andinos
hacia la Amazonía y en la mezcla de estos con antiguos pueblos selvícolas
como los quijos y los canelos.
Economía de la zona
La economía de los pueblos de Oriente estuvo siempre basada
en actividades cazadoras-recolectoras y en la agricultura de pequeños
cultivos e itinerante. La agresión que ha sufrido la selva ha impactado
brutalmente todos los órdenes de vida de los habitantes autóctonos,
la desforestación provocada por las compañías madereras
y petrolíferas y la tala para convertir tierras en pastizales han
supuesto una merma importante de la caza, pesca y de la productividad de
la tierra.
Teniendo en cuenta que las tierras más fértiles se
dan sólo en un margen de 10 a 15 km. de las orillas de los ríos,
son suelos aluviales de gran importancia porque de ellos depende la agricultura.
El inmenso interior amazónico posee suelos de gran acidez, pobres
en nitrógeno, fósforo, potasa y calcio y son poco aptos para
la agricultura. La extracciones petrolíferas han generado contaminación
en muchos de estos suelos pero tambien en los ríos, desencadenando
enfermedades nuevas ante las cuales los indígenas son indefensos.
A este cuadro hay que añadir la quiebra social y cultural que toda
esta situación ha provocado, originando emigraciones hacia la ciudad,
abandono de sistemas tradicionales de vida con la incorporación
de indígenas al mercado laboral, esclavista muchas veces, de las
compañías madereras y petroleras.
Actualmente los pueblos indígenas de la Amazonía ecuatoriana
pescan y cultivan para sobrevivir, vendiendo pequeños excedentes
en los mercados a precios bajísimos. Sus principales carencias son
la falta absoluta de infraestructuras sanitarias e higiénicas, la
inexistencia de agua potable, el déficit de la escolarización,
etc. Las posiblidades de comunicación son díficiles, tan
solo las comunidades que viven en la periferia de la selva son accesibles
a través de pistas infernales que en numerosas ocasiones quedan
intransitables por corrimientos de tierra, derrumbes, cortes ocasionados
por tormentas torrenciales y demás maravillas de la naturaleza brava
y hostil. Las otras vías de comunicación son los ríos
por los que viajan navegando en frágiles piraguas de tronco vacío
hasta los lugares más aislados.
Algunos indígenas como actividad productiva extra se dedican
a la extracción de algunos exiguos miligramos de oro en las orillas
de los ríos, por los que obtienen un ridículo pago cuando
logran venderlo. Otros se han incorporado a la creciente industria del
turismo trabajando como guías, piragüistas, cocineros o porteadores
de las excursiones organizadas por las agencias de viaje. En algunas comunidades
más concienciadas se han creado áreas de ecoturismo para
potenciar la participación directa de los indígenas en este
mercado en auge. Estas iniciativas son muy interesantes si se desarrollan,
pues permitiría que parte de los ingresos del turismo revertieran
directamente en proyectos de desarrollo para estas comunidades, al mismo
tiempo que supondría un freno a la destrucción de la biodiversidad
amazónica, fomentando el conservacionismo de los atractivos naturales
como polo de actividad económica.
Los indígenas del Oriente, menos organizados políticamente
para defender sus intereses que los de La Sierra, afortunadamente cuentan
con algunas organizaciones estructuradas. En el sur tiene importancia la
OPIP (Organización de Pueblos Indígenas del Pastaza) y en
el resto del territorios y en el norte funciona la FOIN (Federación
de Organizaciones Indígenas del Napo), ambas relacionadas con la
poderosa CONAIE.
El centro de Ecuador está ocupado de Norte a Sur por el "Callejón
Andino" con sus dos formidables cordilleras enfrentadas, la oriental y
la occidental, en medio de las cuales surgen fértiles valles, únicos
entre los países andinos. Ello se debe a la proximidad de las dos
cordilleras que permite un drenaje de aguas procedente de los deshielos
que forman multitud de arroyos, ríos y torrenteras que se deslizan
por las laderas de las montañas para regar abundantemente el fondo
de los valles. También existen las abundantes y grandes bolsas de
agua que son los numerosos sistemas lacustres de los Andes ecuatorianos.
La Sierra, que es como se llama esta región, está habitada
por los pueblos quichuas. Todos ellos heredaron su actual cultura y organización
social del período histórico conocido como de Integración
Regional o de los Señoríos Étnicos (800 a 1480 D.de
C). Su vertebración se articula en la comunidad liderada por el
señor "cacique" o "curaca", figuras que conservan hoy en día
intactos sus atributos.
El "Callejón Andino" ha sido el escenario principal de la
historia de Ecuador. Fue primero donde se asentaron los incas en sus expansiones
imperiales y más tarde donde camparon los conquistadores españoles
en busca del inca para destruirle. También fue en este lugar donde
surgieron las principales ciudades incas que serían luego las grandes
ciudades coloniales españolas: Cuenca, Riobamba, Ambato, Latacunga,
Quito, Ibarra…
En la actualidad los pueblos indígenas de mayor envergadura
y tradición son: en el norte los caranquis, caras, natabuelas y
sobre todo los otavalos, sin olvidarnos de la comunidad de origen africano
compuesta por 700.000 personas; hacia el centro de La Sierra habitan las
comunidades indígenas de Cotopaxi, Pichincha, los salasacas y los
míticos puruhauas que ocupan los territorios comprendidos entre
los volcanes Cotopaxi, Tungurahua, Altar y Chimborazo especialmente; en
el sur destacan los cañaris, una de las más avanzadas culturas
quichuas, que viven en la provincia de Azuay, y los saraguros que habitan
en las proximidades de Loja. Todos ellos viven dependiendo de una escasa
ganadería y principalmente de la agricultura de subsistencia, cuya
especie reina es el maíz en sus diferentes especies. Tambien se
cultivan tubérculos, especialmente patatas, cereales, hortalizas
y legumbres. El principal problema de los indígenas campesinos es
que las tierras más fértiles y fáciles de cultivar,
que son las de los valles planos y grandes del fondo del "Callejón"
se las han arrebatado los latifundistas criollos. Mientras que las tierras
repartidas a los indígenas son pequeñas parcelas que cuelgan
de las verticales laderas de la montaña, y que sufren lógicamente
derrumbes y aluviones, además ser trabajadas con métodos
que apenas han variado desde el siglo VI A.de C. Basta con viajar a través
de la Sierra para percatarse de una sangrante realidad de discriminación
entre el mundo poderoso del criollo rico y la insultante pobreza que rodea
a los indígenas. Los problemas de carencias graves siguen siendo
los mismos, falta de higiene, salud, escolaridad, tecnología etc.
La escasa producción que los campesinos obtienen de sus exiguas
parcelas es vendida en la intensa vida de los coloristas mercados indígenas,
pero los precios que muchas veces imponen los compradores hace que los
campesinos sólo obtengan unos "sucrecitos" insuficientes para comprar
los otros bienes que necesitan.
Pero los pueblos indígenas de La Sierra han sido el alma y
corazón de la CONAIE y su movilización es absoluta cada vez
que una lucha reivindicativa lo exige.
Los indígenas de La Sierra se han incorporado en muy poca
medida a la nueva industria turística, salvo en la comarca de Imbabura
y especialmente en Otavalo donde existe un fuerte desarrollo en este sentido
al que se han incorporado los industriosos otavaleños. En los mercados
más visitados del "Callejón Andino" otros indígenas
tratan de sacar alguna moneda a los turistas vendiendo artesanías
o pidiendo limosna.
Por último La Costa Occidental es otro mundo aparte en la
diversidad ecuatoriana. Son los pueblos indígenas menos desarrollados
políticamente y sin embargo son los hijos de las culturas más
avanzadas en la historia de los pueblos amerindios. Sus antepasados fueron
los protagonistas de las culturas Valdivia, Jama-Coaque, Bahía,
La Tolita, Guan Gala, Milagos-Quevedo o Manteña-Huancavilca. Su
actividad se centró en la pesca aunque tambien en la agricultura,
llegando a ser grandes navegantes. En la actualidad su situación
es tan paupérrima o más que la de sus hermanos del interior;
sin embargo la organización política es menor. Cabe destacar
la valiente iniciativa en defensa de su identidad, recursos y problemas
que realizan los indígenas manteños y muy especialmente los
de la comunidad de Agua Blanca, dentro de los límites del hermoso
Parque Nacional de Machalilla. Abanderan un serio proyecto de desarrollo
turístico que trata de explotar recursos naturales y arqueológicos
sin alterarlos dentro de una escrupulosa filosofía ecologista en
beneficio de sus tierras y de su pueblo.
La solución a este cúmulo de grandes y graves problemas
para los pueblos indígenas debe partir de una orientación
básica: la necesidad de supervivencia y desarrollo de antiguos pueblos
y culturas que representan un legado actual imprescindible a la humanidad.
Y para ello es necesario resolver las injusticias palpables que padecen
los indígenas. Desde su propia idiosincrasia hay que desarrollar
la enseñanza bilingüe, resolver los problemas sanitarios integrando
la medicina natural protegiendo la figura de los sahamanes, hay que reactivar
sus medios de vida recuperando sus profundos conocimientos de agricultura
y de pesca con innovaciones tecnológicas previamente asimiladas,
hay que distribuir las tierras fértiles para los pueblos indígenas,
hay que potenciar la defensa de la biodivesidad que desde sus propios principios
los indígenas hacen de la tierra y de los animales.
Es impensable una solución a los problemas de Ecuador que
no contemple una articulación de la pluralidad social que compone
el país en un proyecto democrático que ilusione a todos,
controlando la corrupción y recomponiendo distributivamente la desastrosa
economía. La cuestión es difícil si no se recuperan
las materias primas, las exportaciones y se crea un sistema fiscal eficaz.
Pero un factor subjetivo juega a favor de un futuro mejor y es que Ecuador
es un país pacífico que ha demostrado que a pesar de sus
continuos conflictos jamás se ha permitido un choque bélico
con consecuencias desastrosas para los más débiles de sus
sociedad. El movimiento indígena es consciente de ello tal y como
demuestran las palabras de Antonio Vargas, líder de la CONAIE, que
aun siendo contundentes en sus amenazas de una vuelta a la lucha, también
hablan del carácter pacífico de ésta y de la imposibilidad
de condiciones para que el movimiento indígena genere una guerrilla
armada. Además, estos elementos expresados por Vargas son una de
las claves de la vertebración de las causas indígenas con
la sociedad civil ecuatoriana.
Es necesario que el Estado se abra definitivamente a la participación
del pueblo amerindio mayoritario en Ecuador y para ello se debe comprender
e integrar la visión indígena de la política desde
su propia idiosincrasia.
La organización social de los indígenas para ordenar
actividades tanto políticas como económicas y sociales están
basadas en criterios colectivistas donde prima la comunidad y la descentralización.
Pero sobre todo la política para los indígenas está
basada en una profunda espiritualidad que se plasma a través de
su particular cosmovisión que matiza y da sentido a todos los ámbitos
de su vida, una de cuyas expresiones es la relación armónica
entre el universo, la tierra y el hombre (Pachamama, Allpamama, Runa) y
una relación binaria de contrarios (tierra-cielo, alto-bajo, frío-caliente)
que organiza sus relaciones con los hombres, la naturaleza y los poderes
sobrenaturales. Todos estos conceptos están implícitos desde
siempre en la base de los levantamientos indígenas de la historia
de Ecuador, y como hemos tenido ocasión de comprobar, también
en este último.
Si se tuviera en cuenta algunos de los principios indígenas
para organizar una nueva sociedad, seguro que mejoraríamos el mundo. |